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Bandera de China Bandera del Tibet

CHINA / TÍBET

Relato de un viaje de 25 días a la China y el Tíbet

Milagros, Antonia y Gerardo
Published on Data viatge: 2006 | Publicat el 02/10/2006
Darrera actualització: 04/2022
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Introducción

Somos Milagros, Antonia y Gerardo, y aquí relatamos nuestro viaje de 25 días a China y Tíbet en julio de 2006.

Evitaremos la descripción de los monumentos y lugares más conocidos, para eso ya están las guías, y nos centraremos más en los aspectos organizativos y en contar cosas que nos han ido sucediendo.


Ficha técnica del viaje

Fechas del viaje

Julio de 2006 (25 días de viaje).

Itinerario

mapa

A la hora de fijar el itinerario, miramos primero lo que hacen las agencias. Después acudimos a los foros de viajes como éste (debemos decir que nos han ayudado muchísimo los relatos previos publicados aquí sobre China, y damos las gracias a sus autores por la utilidad de los mismos). Después compramos la guía Lonely Planet sobre China en castellano, una herramienta indispensable antes y, sobre todo, durante el viaje.

Con lo anterior y mirando en Internet y hablando con otras personas que ya habían viajado, fuimos perfilando una ruta de 25 días, en la que combinamos el Tíbet con los destinos más conocidos de China, con la zona de las Tres Gargantas (sabiendo que este paisaje va a desaparecer para siempre con la puesta en servicio de la Gran Presa) y con las reliquias del pasado colonial: Hong Kong y Macao.

Con pena descartamos zonas atractivas, como la de Yangshuo o la de Dali, pero había que elegir.

Trámites

Es necesario el pasaporte con visado, que gestionamos en la Sección Consular de la Embajada China en Madrid, en la calle Josefa Valcárcel, 40 (se llega bien en el autobús nº 115 desde el intercambiador Avenida de América). También se puede conseguir en el Consulado de China en Barcelona (avenida Tibidabo 34).

Si no se puede ir personalmente, cabe la posibilidad de encargárselo a un conocido o bien hacerlo a través de una agencia de mensajería que ofrezca el servicio de tramitación de papeles oficiales.

Como nosotros pensábamos ir a Hong Kong (en donde no se exige visado a los españoles) pero después salir hacia Shanghai, tuvimos que obtener un visado de dos entradas (a efectos aduaneros y de inmigración, Hong Kong sigue siendo independiente de la República Popular China); este tipo de visado nos costó 35 € y pagamos 33 € más por tasa de expedición inmediata (para poder llevárnoslo en el momento). Sólo se puede pagar en efectivo.

Para visitar el Tíbet hacía falta un permiso especial, que en teoría sólo se podía expedir a quienes fueran allí en una excursión organizada, aunque en la práctica no era exactamente así (como se podrá leer más adelante, en el relato del viaje). Aunque hemos oído que esto ha cambiado y ahora sí es posible conceder permisos a viajeros individuales.

El tiempo

Ya sabíamos que el verano no es la época idónea para ir a China, pero no contábamos con otras fechas y pesaba más el deseo de ir. En los 25 días que hemos estado allí el calor ha sido llevadero, excepto el primer día en Pekín (padecimos la calima), y en Chengdu y la zona del río Yangtse.

La lluvia nos apareció al final, un día en Shanghai en que nos cayó un breve aguacero. En el Tíbet, refresca bastante cuando se quita el sol.

Problemas con la comunicación

Pocos chinos hablan inglés, pero siempre aparece alguien, sobre todo si se recurre a la gente joven; además, tampoco hemos ido a sitios muy remotos.

Los nombres de las calles, la señalización turística, las estaciones de metro, etc, están también escritos en inglés. Por otra parte, los chinos emplean los mismos números que nosotros y eso ayuda mucho.

En algunos casos ha sido necesario echar mano de la guía o del minidiccionario o de la mímica, pero siempre hemos conseguido ir a donde queríamos.

Transportes

Muy modernos y eficaces: los aeropuertos son magníficos, hay ya una amplia red de autovías, los ferrocarriles son muy aceptables. Además, frente a lo que les ha ocurrido a otros viajeros, nosotros en general hemos visto muy buena disposición del personal de taquillas de venta de billetes, que nos han ayudado mucho.

Resultan de utilidad las páginas web China Rail Timetable (horarios y precios de los trayectos en tren) y eLong (página china de reserva y venta de billetes electrónicos de avión; nosotros la utilizamos para consultar horarios y precios, pero no llegamos a comprar billetes por este medio).

Precios y dinero

Vamos indicando precios en la cronología del viaje. En general, los alojamientos y la comida son muy baratos, así como los transportes (excepto el vuelo Hong Kong - Shanghai). Se usa poco la tarjeta de crédito (excepto en Hong Kong y Macao). Hay bastantes cajeros automáticos y se puede cambiar dinero en las sucursales del Banco de China y en los aeropuertos y hoteles. Los monumentos sí son más caros.

La liquidación de gastos por persona de nuestro viaje ha sido aproximadamente la siguiente:
+ Vuelos España-China-España: 612 €
+ Vuelos interiores en China: 653 €
+ Hoteles: 160 €
+ Visado: 68 €
+ Excursiones: 122 €
+ Entradas: 60 €
+ Transportes: 160 €
+ Comida: 50 €
= Total: 1885 €

Los chinos son muy desconfiados con el dinero y cuentan y recuentan los billetes, los miran y remiran, por si son falsos (en ese aspecto tuvimos suerte, no nos colaron ninguno falso). Indispensable el regateo, sin miedo, en casi todos los sitios. Y ojo, se paga absolutamente por todo.

El cambio aproximado es de 10 yuanes (CNY) por euro. El dólar de Hong Kong (HK$) y la pataca de Macao (MOP) también tienen esa relación aproximada con el euro.

Comida

No entendemos cómo hay gente que ha viajado a China y dice que apenas ha comido. La comida en general nos ha resultado muy sabrosa, y no hemos tenido problemas para pedir: en muchos restaurantes la carta viene en inglés y en otros hay fotos de los platos en la carta y/o en la pared; como último recurso, en alguna ocasión, se solucionaba señalando lo que estaban comiendo otros clientes y que tuviera buena pinta.

Y hay que tener en cuenta que los chinos no desayunan a la europea; así que hay que recurrir a los bares de los hoteles para extranjeros o a alguna rara cafetería destinada a clientela occidental.

Vacunas y salud

En el Centro de vacunación internacional de Granada nos pusimos la vacuna de la gripe y el tétanos; allí nos recetaron además (aunque no las ponían allí) las de la hepatitis A y cólera.

Afortunadamente en China no tuvimos ningún problema de salud, ni siquiera alteraciones estomacales; aunque en el Tíbet sí que nos afectó la altura.

Costumbres y comportamientos chinos

Antes de comentar este aspecto, hay que tener en cuenta que los chinos son muchos (aunque parezca una obviedad): las ciudades son enormes y todo está lleno de gente; además, los chinos crecen en hogares masificados. Consecuencias: hay mucho contacto físico, la gente se toca, se empuja... aunque nadie se enfada por ello.

Sí que hemos visto algunos comportamientos chocantes: avalanchas para coger asientos de autobús o metro; o intentar colarse delante de los extranjeros (no sabemos el porqué de esto, quizás piensan que lo hacemos todo más lento, aunque siempre que nos poníamos en nuestro sitio y se les llamaba la atención a los listos no había problemas).

Otra cosa: no parece existir la privacidad ni la intimidad; los chinos miran sin recato aquello que les llama la atención, más aún si se trata de extranjeros; tienen poca costumbre de ver occidentales (y menos todavía si éstos viajan a su aire) y somos un espectáculo para ellos; en alguna ocasión, alguien nos ha pedido hacernos una foto con ellos o hemos dado con grupos de jóvenes que nos daban conversación en inglés.

Y nuestra experiencia ha sido que los chinos siempre intentan ayudarte cuando recurres a ellos.

Costumbres higiénicas: Resulta un poco desagradable la costumbre de escupir precedida de un sonoro gargajeo (parece que en la gente joven va desapareciendo); que se manoseen las narices delante de tus ídem; o que se limpien los oídos en público.

Los lavabos los hay mejores y peores; en algunos sitios aún se ven baños sin puerta en que los usuarios hacen sus necesidades menores y mayores a la vista (además, son agujero en el suelo, no de taza); para no tener sorpresas, evitar en lo posible los de lugares muy concurridos y recurrir a los de monumentos o de sitios más exclusivos (por ejemplo, los de los McDonalds, que los hay por doquier).

Pero por otra parte, la limpieza en lugares públicos es muy notable (continuamente hay gente limpiando).

Seguridad

En general parece que está bien. No hemos tenido percances, aunque sí fuimos testigos en la estación de tren de Shanghai de cómo los carteristas actuaban con mucho descaro y aparente impunidad. No se ve mucha policía de uniforme, excepto en el Tíbet.

Tráfico

Uno de los aspectos más desagradables de China, es desordenado y ruidoso.

Hay establecida una relación de prioridad (1º coche, 2º bici, 3º peatón) en la que los de a pie llevan todas las de perder; los conductores piensan que nunca tienen por qué detenerse y sortean a los peatones, no hay ninguna piedad para éstos; los pasos de peatones, y en gran medida los semáforos, son de adorno; no se utilizan intermitentes o retrovisores, pero sí el claxon continuamente; y la conducción en zonas interurbanas fuera de las autovías es una auténtica locura.

Mucho ojo. Hong Kong y Macao son una excepción (igual que para otras muchas cosas), ahí los comportamientos son más europeos.


Diario de viaje a la China y el Tíbet

Día 1: Málaga - Helsinki - ...

Madrugamos y nos vamos para Málaga. El vuelo de Finnair (ida y vuelta, Málaga-Helsinki-Pekín y Shanghai-Helsinki-Málaga, 612 €) tiene su salida a las 10:00. El avión se demora mucho en la pista antes de salir.

Llegamos a Helsinki y tardamos media hora en salir del avión; sólo tenemos tiempo de buscar la puerta de embarque para Pekín; salimos bien de hora (18:00, hay una hora más que en España).


Día 2: ... - PEKÍN

Llegamos a las 7:00 de la mañana a Pekín (son seis horas más que en España; por cierto, en toda China rige el horario de Pekín). Entregamos los 3 documentos que hemos rellenado en el avión.

Sorpresa: no han llegado las maletas (suponemos que se han quedado en Helsinki, que no les ha dado tiempo a llevarlas de un avión a otro); hacemos la reclamación en las oficinas de Air China (bien señalizadas y bien atendidas en inglés); luego seguimos las indicaciones que nos conducen al autobús que va para el centro.

Otra sorpresa: vemos que no hay cobertura de Movistar, pero sí de Amena.

El autobús nos deja cerca de Tiananmen y cogemos un taxi (20 CNY) al hotel, el Beijing Far East (300 CNY, la habitación triple con baño); el hotel lo habíamos reservado a través de la web de Hostelworld, y resulta ser todo un acierto, está muy bien situado (a 10 minutos andando de Tiananmen), bien comunicado, las instalaciones son buenas y el ambiente es joven e internacional.

Para superar el jet lag salimos enseguida a la calle; hace un calor horroroso (la temida calima de Pekín, producida por el polvo en suspensión procedente del desierto mongol) y nos encaminamos a la enorme plaza de Tiananmen y entramos en la Ciudad Prohibida, la antigua residencia imperial, que está recién restaurada en su mayor parte, excepto algunos pabellones que encontramos en obras (al igual que otros monumentos de Pekín, debe ser cara a los Juegos Olímpicos de 2008).

Recorremos, admirados, el colosal recinto palaciego, eso sí, parando continuamente en las sombras y bebiendo mucha agua; después de varias horas llegamos a la zona de jardines y nos sentamos en un banco, y ¡milagro!, se levanta un fuerte viento que se lleva la calima, de forma que la temperatura baja súbitamente algunos grados y nos quedamos dormidos de gusto.

Despertamos y salimos por la puerta norte de la Ciudad Prohibida y cruzamos hacia el parque de Jingshan o de la Colina de las Vistas (2 CNY), pero está en obras y no hay vistas. Vuelta a Tiananmen, donde se nos hace de noche.

Y rematamos nuestro primer día en Pekín con una cena de pato lacado en el famoso restaurante Qianmen (algo caro). Vuelta al hotel, tomamos una cerveza en el bar y mandamos los correos diciendo que hemos llegado bien.


Día 3: PEKÍN

Templo del Cielo
Templo del Cielo

En éste y los siguientes días en Pekín desayunamos a la occidental en el bar de hotel, tipo buffet libre, por 20 CNY.

Después, nos vamos andando al Templo del Cielo (a media hora del hotel). Cambiamos dinero en un banco cercano y entramos (entrada, 15 CNY).

El altar circular es quizás el monumento más simbólico de Pekín; recorremos el recinto (hay también algunas partes en obras, como el Pabellón del Eco) durante varias horas; al final hay un curioso museo de instrumentos musicales.

Vemos a un grupo de turistas españoles y los que son clientes de Movistar dicen que ellos también están sin cobertura (al final, resulta que hay que llamar a Movistar para que te den cobertura o roaming en China, no es automática como lo es para otros países).

Después de la bonita visita volvemos en taxi al hotel; no han llegado las maletas y nos vamos a comprar algo de ropa en el hutong (barrio tradicional de casas bajas) en que se ubica el hotel.

Cenamos en el mismo hutong y acertamos de pleno: comida buena y barata (49 CNY en total), aunque padecemos un plato muy picante de la explosiva cocina de Sichuan, mientras los chinos de alrededor se ríen de nuestro manejo de los palillos.


Día 4: GRAN MURALLA EN SIMATAI

Cogemos la excursión que ofrece el hotel (120 CNY) al tramo de la Gran Muralla de Simatai, mucho menos visitado por los turistas porque está lejos de Pekín (3 horas de autobús); pero merece mucho la pena por la soledad que se disfruta.

El autobús nos deja en la base del monte y desde allí, para no perder tiempo, subimos en teleférico (30 CNY) y luego en un tren cremallera (20 CNY).

Nos pasamos cuatro horas, de maravilla, en la Muralla, subiendo y bajando las fuertes pendientes; afortunadamente, el día no es caluroso.

En el autobús también venían los que habían contratado la excursión desde Jinshanling, que se bajaban previamente allí para luego ir andando hasta encontrarse con nosotros en Simatai.

Llegamos al punto donde está la bajada y allí hay una sorpresa excitante (una atracción llamada Flying Fox, 35 CNY, no decimos más).

Esperando el autobús tomamos una cerveza con una pareja alicantina que habíamos conocido.

Volvemos a Pekín y ¡bien!, están las maletas. Vamos a Tiananmen para verla de noche y volvemos al hutong y cenamos, hoy un poco peor.


Día 5: PEKÍN

¿Cómo vamos al Tíbet? La encargada de viajes del hotel (en China los hoteles son también agencias de viaje) es amable y eficaz, pero no se quiere complicar mucho la vida para decirnos cómo ir a Lhasa, parece que es un tabú.

Preguntamos en agencias de viaje en la calle y nos da la misma impresión (en todos los sitios nos dicen que el Tíbet es un lugar muy especial), así que preferimos dejarlo para cuando estemos en Xi'an.

Nos vamos a Tiananmen y cogemos el autobús 726 (5 CNY) que en una hora nos lleva al Palacio de Verano, adonde acudía la corte imperial huyendo del calor de Pekín; allí hay mucha gente (¿será porque es sábado?) pero la visita a este complejo de pabellones y jardines junto a un lago, nos resulta muy bonita y agradable.

Después de varias horas recorriéndolo, nos volvemos otra vez en el 726; nos vamos a ver un espectáculo de ópera china que hemos contratado en el hotel (150 CNY).

Hoy comemos en un restaurante frente al hotel (aunque éste no es chino, sinó para guiris) aunque Milagros prefiere comerse unos pinchos de pescado en el hutong.


Día 6: PEKÍN, TREN NOCTURNO A XI'AN

Nos hemos quedado un día más en Pekín, porque, esperando las maletas, no nos habíamos decidido a comprar billetes de tren para Pingyao y ya no quedaban. Así que hemos comprado billetes directamente para Xi'an (compramos la litera blanda, 420 CNY).

Nos vamos a pasar la mañana al Templo de los Lamas (cogemos el metro, 3 CNY); visita muy recomendable (25 CNY), que supone nuestro primer contacto con los templos budistas.

Volvemos en metro al hotel y cogemos un taxi hasta la estación de trenes Pekín Oeste, espectacularmente grande y supermasificada (¡nos impone!); comemos allí y entramos en el tren; el camarote es de cuatro camas y nos toca un señor chino muy educado, pero que no habla inglés. Dormimos bien después del cansancio de días anteriores.


Día 7: XI'AN

Nuestro hotel (de nombre Jiefang, 200 CNY la doble con baño, reservado mediante Hostelworld) está frente a la estación de tren; no es tan bueno como el de Pekín y el entorno es un poco cutre, pero está muy bien ubicado.

Cogemos delante del hotel el autobús 306 (7 CNY) que en una hora nos lleva a donde están los Guerreros de Terracota (uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX, no hay que perdérselo, entrada 90 CNY); intentamos comer allí, pero es para grupos.

Volvemos en el 306 a Xi'an, comemos en un puesto de comida rápida, y tratamos de ver cómo ir al Tíbet; en principio tenemos reservado un hotel en Chengdu, el Sims Cozy Guesthouse, para después de estar en el Tíbet), que sabemos que ofrece el vuelo y el permiso, pero preferimos ir directamente desde Xi'an sabiendo que hay varios vuelos directos a Lhasa.

Encontramos un hotel de Hostelworld que sí vende los billetes y permisos, pero nos damos cuenta que resulta más caro y más encorsetado que desde Chengdu y que hay que esperar unos días para salir.

Contactamos con el hotel de Chengdu y, tras confirmar que hay plazas disponibles para Lhasa, y que además tienen alojamiento para mañana, les pedimos que nos preparen los billetes y permisos (les enviamos nuestros datos por fax).

Vemos también por Internet (a través de la página china de reservas eLong) que los vuelos a Chengdu son asequibles (430 CNY), preguntamos en una agencia y nos los dejan al mismo precio, así que los compramos y no nos vamos en tren.

Nos damos un paseo por el barrio de la estación y cenamos muy bien en un local genuinamente chino.


Día 8: XI'AN, CHENGDU

Nos levantamos temprano para ver el centro de Xi'an, la antigua capital imperial china: después de pasar por las torres de la Campana y del Tambor, nos adentramos en el Barrio Musulmán y en su mezquita (entrada 12 CNY), una agradable sorpresa, además de la curiosidad de ver a chinos con atavíos musulmanes y un mercado típico.

Satisfechos con esta visita, seguimos recorriendo el occidentalizado centro de Xi'an y volvemos al hotel; delante del hotel está también la salida del autobús al aeropuerto (25 CNY).

Tras un breve y puntual vuelo llegamos a Chengdu, capital de Sichuan. Cogemos un autobús hasta el centro (10 CNY) y luego un taxi (10 CNY) hasta el hotel Sims Cozy Guesthouse, en un barrio tradicional que está siendo restaurado, alejado del centro (aunque con los precios de los taxis es indiferente); hotel muy, muy recomendable (nos alojan en un dormitorio de 4 camas sin baño, 35 CNY por persona).

Pagamos los billetes y permisos al Tíbet (3.500 CNY ida y vuelta más permiso, traslado al aeropuerto de Chengdu y una noche de hotel en Lhasa).

Cenamos agradablemente en el hotel, escuchando en el patio un concierto de relajante música china tradicional.


Día 9: LHASA

Muy temprano nos llevan al aeropuerto de Chengdu; volamos a Lhasa donde llegamos en unas dos horas, con un bonito descenso y aterrizaje entre las montañas sobre el valle del río Brahmaputra.

Palacio Potala
Palacio Potala

El autobús (25 CNY) que nos lleva del aeropuerto a Lhasa tarda una hora, y para junto al maravilloso Palacio Potala (la que fue residencia de los Dalai Lamas); los corresponsales del Sims en Lhasa nos llevan en coche hasta nuestro hotel incluido en el paquete turístico, el hotel Snowlands, que resulta ser muy cutre.

Nos damos cuenta que, por fin, estamos en el Tíbet, que aquello es muy distinto de la China que hemos visto, y nos sorprendemos ante las vestimentas, la devoción religiosa, la arquitectura, el ambiente...

Hemos llegado cómodamente en avión a la que antaño fue una de las ciudades más remotas y misteriosas del mundo.

Recorremos por primera vez el Barkhor, el barrio alrededor del templo principal del budismo tibetano, el Jokhang, y entramos a comer en el restaurante Mandala, en cuya terraza probamos por primera vez el yak (el polivalente animal tibetano, su carne nos resulta muy sabrosa) y otros platos de su muy amplia carta, con cocina nepalí, china, hindú y europea.

Nos vamos al hotel a descansar y hacer frente al mal de altura (Lhasa está 3.700 m de altitud), que Gerardo cree que ha cogido, por lo que prolonga su descanso en el hotel, mientras las chicas salen a pasear y comprar.


Día 10: LHASA

Desayunamos (a la europea) en el Mandala y nos cambiamos de hotel, al Targay (150 CNY la doble con baño), mucho mejor.

Nos encaminamos al Potala, ¡no hay entradas! Cambiamos dinero en un Banco de China y hacemos andando los 3 km hasta el parque del Norbulinka (palacio de verano de los Dalai Lamas, entrada 60 CNY), que no merece mucho la pena, el palacio propiamente dicho se paga aparte y no entramos).

Cogemos un taxi (10 CNY) al Barkhor y entramos en el Jokhang (70 CNY, y no hay posibilidad de escaquearse, como parece que ocurría antes), que nos gusta mucho.

Comida en el restaurante Namt-so, con vistas: arroz con verduras, guiso de yak con patatas y cerveza Lhasa (la cerveza del techo del mundo).

Preguntando nos dicen que para visitar el Potala hay que ponerse en cola el día antes y que es mejor comprar por agencia.

Lo mejor que encontramos es en la agencia de nuestro hotel, que nos las dejan a 150 CNY (100 + 50 de comisión); aceptamos y nos dice que se quieren llevar los pasaportes para el trámite y devolverlos mañana, les decimos que no y aceptan llevarse fotocopias.

Nos vamos a dar una vuelta por la zona tibetana, pero saliéndonos del Barkhor. Cena otra vez en el Mandala.


Día 11: LHASA

Desayunamos en el restaurante de nuestro hotel (15 CNY por persona; café, tostadas y huevos). Preguntamos y cogemos el microbús 301 para ir a ver gran monasterio de Drepung (entrada 50 CNY), en las afueras de Lhasa.

El microbús nos deja en un cruce de donde parte la subida al monasterio; allí nos llaman desde un motocarro con una plataforma detrás, en el que ofrecen subirte hasta el monasterio por 1 CNY, y allí que nos vamos integrados en el paisanaje.

El monasterio merece mucho la pena, al final incluso se cansa uno de ver tantas capillas ricamente decoradas.

Después bajamos campo a través (y nos encontramos con un yak en vivo) hasta otro monasterio cercano, el monasterio de Nechung, en el que no nos cobran entrada y echamos un vistazo. Al salir nos encontramos con el microbús 302, que nos devuelve a Lhasa por 2 CNY.

Después de comer vamos a la agencia a recoger las entradas para el Potala, y el fulano nos pide 250 CNY en vez de los 150 CNY que habíamos acordado; a lo que nos negamos en redondo.

Salimos a dar una vuelta por los coloridos mercados de la zona tibetana (en Lhasa hay una zona tibetana y otra china, moderna y anodina; se suele afirmar que hay una inmigración teledirigida desde Pekín para acentuar el carácter chino del Tíbet), y nos vamos a mandar unos emilios y a cenar; al regresar de la cena, nos encontramos una nota en la puerta de la habitación en la que el empleado de la agencia nos cita para la mañana siguiente.


Día 12: LHASA

Aparece el de la agencia y acepta los 150 CNY; nos vamos al Potala junto con una alemana (a la que sí le ha sacado los 250 CNY) y después de atravesar los diversos controles (parece que las autoridades tienen cierta paranoia con el Potala, que era el centro de poder político y religioso del Tíbet hasta que llegó lo que el gobierno chino llama Liberación), entramos por fin en el palacio de los Dalai Lamas, que nos supone una cierta decepción: se ven solamente las tumbas de los Dalais (aunque son muy lujosas y ornamentadas), pero es muy poco en relación con el tamaño del complejo.

Después del dinero y del tiempo (y más aún pensando que hubiéramos podido salir de Lhasa a ver más cosas del Tíbet) que nos ha costado, nos parece poco. En fin...

Nos damos una vuelta por la gran plaza que hay delante del palacio, eso sí, no se cansa uno de mirarlo; queremos subir a una loma para verlo desde otra perspectiva, pero nos quieren cobrar y nos negamos, seguimos y luego cogemos el autobús 503 (2 CNY) que nos lleva al monasterio de Sera, en un accidentado trayecto por calles en obras; el monasterio no nos llama mucho la atención y preferimos hacer el circuito exterior del mismo (en el Tíbet a todo lo sagrado se le da la vuelta a pie).

Vamos a comer en el restaurante del hotel Snowlands (total 75 CNY) y decidimos no prolongar nuestra estancia tibetana, ya que el mal de altura le sigue afectando a Gerardo, y tras una siesta (no hay que cansarse mucho en el Tíbet) nos vamos a recorrer por última vez el Barkhor e incluso hacemos entero el circuito de circunvalación del Jokhang. Otra vez vamos al Snowlands, cenamos todos por 55 CNY.

Pensamos que al Tíbet volveremos algún día, quizás, por qué no, en la atrevida línea férrea recién inaugurada Golmud-Lhasa.


Día 13: LHASA - CHENGDU

Nos levantamos y cogemos el autobús al aeropuerto, desayunamos (nos clavan, 70 CNY) mientras esperamos el avión que nos llevará a Chengdu después de atravesar las montañas del Himalaya.

Esta vez hemos pedido que vengan a recogernos los del Sims (50 CNY en total); hace muchísima calor en Chengdu.

Después de registrarnos en el hotel (habíamos reservado, vía correo-e, una doble por 150 CNY y una simple por 90 CNY, las dos con baño) nos vamos a dar una vuelta por el centro. Chengdu es una ciudad muy moderna y parece agradable; el centro está lleno de grandes centros comerciales, que atraen sobre todo a los jóvenes.

Comprobamos que estas tiendas no son tan baratas. Vamos preguntando en agencias para contratar el crucero por el río Yangtse; al final, decidimos coger el que nos ofrece el Sims por 740 CNY (incluye autobús a Chongqing).


Día 14: CHENGDU

Nos levantamos temprano para ir al centro de reproducción de los osos pandas situado en las afueras de Chengdu (hemos cogido la excursión del Sims, nuestro verdadero centro de servicios en Chengdu, por 70 CNY).

Hay que ir muy temprano para ver a los osos despiertos, porque después de darles de comer por la mañana se pasan el resto del día durmiendo.

En la encantadora visita descubrimos además a los pandas rojos.

Oso panda
Oso panda

Volvemos a Chengdu y después de tomar un bocata nos vamos en taxi a una estación de autobuses para ir a Leshan y ver el famoso Buda gigante, pero el autobús no sale hasta las 16:00 y no nos da tiempo a volver en el día, así que a través de la amable chica de información conseguimos que nos devuelvan el dinero (36 CNY).

De camino al Sims visitamos el cercano templo de Wenshu (5 CNY), uno de los pocos monumentos de la moderna Chengdu, en el parque que lo rodea hay también una típica casa de té.

De vuelta al Sims conocemos a Paol, un estadounidense de origen salvadoreño, con el que nos pasamos de cháchara el resto de la tarde y la noche (hace muchísima calor para salir).


Día 15: CHENGDU - CHONGQING

Otra vez temprano, para coger el autobús a Chongqing (6 horas por autovía); allí nos recogen y nos llevan a la agencia de viajes, nos dan de comer (muy picante) en la misma agencia y nos explican que hay excursiones no incluidas en el precio (nos enfadamos un poco porque en Sims no nos dijeron esto).

Al final, las excursiones extras que cogemos, más el transporte de Yichang (donde termina el crucero) hasta Wuhan (donde cogeremos el avión a Hong Kong) nos salen por 50 CNY más.

Después de dar una vuelta por el moderno centro de la enorme ciudad de Chongqing y comprar provisiones en un Carrefour (veremos después que es una tontería, que los precios en el barco no son caros), nos vamos al puerto y nos instalamos en nuestro camarote; es de cuatro personas y con nosotros viene Frida, una chica noruega que viaja sola.

Nos vamos a conocer el barco y dicen que para subir a las cubiertas superiores hay que pagar 55 CNY; de momento, nos negamos. Vemos (perfectamente) la salida del barco desde otra cubierta, con los rascacielos iluminados de Chongqing al fondo, y a la cama.


Día 16: CRUCERO POR EL RÍO YANGTSE

Otro madrugón para ver la ciudad fantasma de Fengdu; hace mucho calor y hay que subir mucho (mejor en funicular) y no merece demasiado la pena. Volvemos al barco y hacemos un tapeo en cubierta, con frutos secos y cerveza, ante la expectación de los chinos que por allí andan.

Después de una tarde de navegación no muy interesante, nos vamos a cenar y Frida nos presenta a Tray, un canadiense al que ha conocido y también viaja solo; Tray nos sorprende porque habla perfectamente chino, aprendido en los años en que vivió en Taiwán.

Tras la cena, el barco se detiene para hacer la visita nocturna al Templo de Zhang Fei, en Yunyang; agradable, hay una larga subida al templo y a ambos lados de la escalera, los puestos de un mercadillo; el templo no está mal y hay una música ambiental muy apropiada, lo malo es que ni siquiera a esas horas nocturnas refresca el ambiente.


Día 17: CRUCERO POR EL RÍO YANGTSE

Temprano paramos y vamos a ver el Templo del Rey Blanco (ésta era una de las visitas de pago), al que subimos en funicular.

Tres Gargantas
Tres Gargantas

El templo no merece mucho la pena en sí, pero desde él se divisa ya la primera de las Tres Gargantas del Yangtse, Qutang, Wu y Xiling, el motivo central del crucero, un paisaje que perderá su actual aspecto espectacular cuando suba el nivel del agua, cuando termine de llenarse la Gran Presa construida por el gobierno chino cerca de Yichang.

Volvemos al barco y después de comer de nuestras provisiones, paramos y cambiamos de barco: abordamos uno más pequeño que nos llevará a ver las Tres Pequeñas Gargantas, el paisaje y el recorrido son magníficos (excepto el coñazo que nos da la megafonía del barco) e incluso el río desprende algo de frescor.

Al llegar a la tercera pequeña garganta, hay un viaje sorpresa muy bueno (no contamos más).

Volvemos al barco y hacemos el recorrido de vuelta, casi solos en cubierta (los turistas chinos que abarrotaban la cubierta a la ida sestean ahora en la cubierta inferior con el aire acondicionado) con lo que se disfruta aún más del espectáculo. Volvemos al barco principal y cenamos con Frida.


Día 18: CRUCERO POR EL RÍO YANGTSE

Nos levantamos a las 5:00 para ver la Segunda Garganta; la quietud y frescor del río y la imagen a la luz de la luna son muy de agradecer.

Por la mañana vamos a ver otro templo, que no merece nada la pena; al salir hay una actividad, subirse a unas barcas a remos, pero la mala organización y el mucho calor nos llevan a refugiarnos en un local próximo donde hacen unas danzas populares (pero los turistas chinos no nos dejan disfrutarlas con su obsesión por hacer fotos).

De vuelta al barco, comemos con Frida, Tray y una pareja australiana-irlandés. Después de una siesta nos vamos de excursión a ver la Gran Presa, en la Tercera Garganta, que dicen que ya fue soñada por los emperadores chinos y por Mao con el objetivo de controlar las crecidas del río Yangtse; la visita, muy interesante e instructiva, a esta megaconstrucción se nos antoja corta, y más viendo que después perdemos el tiempo visitando el cercano Templo Amarillo, sin ningún interés, rodeado de tiendas.

Desde un embarcadero cercano, subimos otra vez para pesar nuestra última noche a bordo, y cenamos con Frida y Tray. A las 23:30 nos vamos a cubierta para ver el paso por la esclusa antes de atracar en el puerto de Yichang.


Día 19: YICHANG - WUHAN - SHENZHEN - HONG KONG

Despertamos a las 5:00 y salimos para coger el autobús a Wuhan (nos esperan con un cartel con nuestros nombres) y después de 4'5 horas de viaje (en el que por primera vez desde nuestra llegada a China vemos campos de arroz) llegamos a nuestro destino.

Cogemos un taxi (80 CNY) al aeropuerto para coger vuelo a Shenzhen (precio 850 CNY, los habíamos comprado en Chengdu); intentamos salir en un vuelo anterior, pero no nos entienden, buscan a un muchacho que habla inglés y dice que no es posible.

Salimos en nuestro vuelo previsto a Shenzhen (1 hora), sabemos que del aeropuerto de esta ciudad parte un ferry a Hong Kong, pero al llegar vemos que va a tardar mucho en salir y cogemos un taxi (220 CNY) hasta la frontera con Hong Kong.

Shenzhen es una ciudad muy moderna, creada por el gobierno chino unos años antes de la devolución de Hong Kong por los británicos, como zona económica especial de transición entre la colonia y el resto de China; se nota la pujanza económica de la ciudad, con muchos rascacielos.

No nos entendemos bien con el taxista, que nos deja en un paso fronterizo que no es el principal (al que llega el tren MTR al centro de Hong Kong); pero bueno, cogemos un autobús (30 HK$) que enseguida se detiene para que bajemos a pasar los controles fronterizos (por aquello de un país, dos sistemas Hong Kong sigue siendo un territorio diferenciado del resto de China), y luego nos vuelve a recoger para llevarnos hasta el centro.

Camino del centro, vemos por primera el apretado conjunto urbano de Hong Kong, con sus enormes rascacielos. Bajamos del autobús en la estación Jordan y andamos unos 15 minutos hasta el hotel, observando el ambiente cosmopolita y ultracomercial de la ciudad, y dándonos cuenta que las costumbres, el tráfico, etc. son más europeos que lo que hemos visto en China.

El hotel lo habíamos reservado a través de Hostelworld unos días antes, en Chengdu, se llama Cosmic Guesthouse, y está situado en la Mirador Mansion, planta 12 (precio 267 HK$ la triple); la habitación está súper-súper-aprovechada, pero tiene baño y no está mal; el edificio es cutre y tiene un ambiente extraño (para nosotros), pero más céntricos no podemos estar, en pleno distrito Tsim Sha Tsui (TST), en Kowloon, que es la parte continental de la excolonia (la parte insular es la isla de Hong Kong, que da nombre por extensión a todo el territorio).

Cogemos la calle principal, Nathan Road, estupefactos ante la profusión e intensidad de los anuncios luminosos; cenamos en un garito local de pescado, muy bien (115 HK$), otra vuelta y a dormir.


Día 20: HONG KONG - MACAO - HONG KONG

Nos vamos hacia el muelle de Kowloon, desayunamos en un Starbucks (caro, 170 HK$) y cogemos el muy tradicional Star Ferry (2,5 HK$) que en pocos minutos, que se hacen aún más cortos por la excelente vista que se disfruta, nos lleva a la isla de Hong Kong; andamos unos minutos hasta llegar al muelle de donde parten los barcos rápidos a Macao (de la compañía Turbojet, 150 HK$, tarda una hora).

La travesía es agradable, los barcos son rápidos y modernos, y la llegada a Macao, excolonia portuguesa, es espectacular: observamos los atrevidos puentes que conectan el territorio principal con la isla de Taipa.

Macao nos parece muy curioso: letreros en portugués, cierto aire lisboeta, edificios coloniales, los numerosos casinos de juego... pero el centro histórico nos decepciona, no le vemos mucho encanto.

Después de ver los puntos de interés que señala la guía (muy recomendable el moderno Museo de Macao, junto a la fortaleza, 15 MOP), bajamos hacia la céntrica plaza Largo do Senado, donde comemos muy bien (110 MOP) en el restaurante que hay junto a la oficina de turismo.

Luego seguimos dando un paseo y hay división de opiniones sobre ir a Taipa, de la que nos han hablado muy bien; se impone el criterio de volver a Hong Kong ante el riesgo de perder el barco de vuelta; así lo hacemos (por cierto, al entrar y salir de Hong Kong y de Macao hay que pasar controles fronterizos, aunque son ágiles).

Hong Kong desde el Pico Victoria
Hong Kong desde el Pico Victoria

De vuelta a la isla de Hong Kong, nos encaminamos a las famosas Central Escalator, las escaleras mecánicas más largas del mundo (20 minutos de subida), que pasando por el animado y agradable Soho (lleno de bares y restaurantes), nos conducen a la parte alta de la isla.

Al llegar al final preguntamos y optamos por coger un taxi (30 HK$) hasta el pico Victoria, el punto más alto del territorio, que ofrece una alucinante vista sobre la bahía, con los rascacielos iluminados.

Bajamos en autobús hasta el puerto y cogemos de vuelta el Star Ferry hacia Kowloon; nos dirigimos hacia la Avenida de las Estrellas (dedicada a las estrellas del cine asiático), un paseo marítimo con una fantástica vista sobre los rascacielos de la isla.

Extrañamente (para los criterios españoles) en este privilegiado lugar no hay sitios para tomar algo (tan sólo un puesto ambulante de patatas asadas), con lo agradable que sería cenar allí con esas vistas, así que volvemos a TST.

A pesar de que es un poco tarde, conseguimos que nos den de cenar.


Día 21: HONG KONG - SHANGHAI

Vamos a comprar los billetes de avión a Shanghai, preguntamos en varias agencias y valen más o menos lo mismo (1.750 HK$), carísimos para lo que hemos visto en China, y da igual el día o la hora; pensamos en salir desde Shenzhen, pero a estas alturas del viaje, no queremos dar muchas vueltas.

Decidimos salir esa misma tarde, así que aprovechamos la mañana para dar nuestros últimos paseos por Hong Kong, una ciudad que creemos que no dejará indiferente a nadie. Después de comer unos bocatas, cogemos el autobús al aeropuerto (33 HK$, precio exacto, no devuelve cambio), que parte justo enfrente del hotel hasta el moderno aeropuerto.

Después de pasar los controles de salida, un vuelo de 2 horas nos lleva hasta Shanghai, donde tras los rápidos trámites de reentrada en China, cogemos el autobús número 3 (12 CNY) hasta la estación Longmen donde creíamos que íbamos a coger el metro hasta el centro, pero llegamos allí y no vemos la estación.

Pasa una pareja joven y la muchacha, que habla perfectamente inglés, se porta muy bien con nosotros, nos indica que ya no hay metro a esa hora y llama por su móvil a nuestro hotel para ver cómo vamos hacia allí; le ofrecemos pagarle la llamada de móvil y se niega.

Al final, cogemos un taxi (50 CNY) que nos lleva al Captain Hostel, que habíamos reservado a través de Hostelworld; el más caro de nuestro viaje (380 CNY la doble, 430 CNY la triple, con baño), con la idea de pasar nuestros últimos días en China con cierto lujo.

La ubicación del hotel es privilegiada, al lado del Bund o malecón sobre el río y a unos minutos de la calle comercial principal de Shanghai (calle Nanjing); las habitaciones están muy bien, así como el bar en la terraza superior con vistas a la otra orilla (el Pudong, lleno de rascacielos) del río.


Día 22: SHANGHAI

Torre Perla de Oriente
Torre Perla de Oriente

Antes de llegar a Shanghai teníamos cierto temor sobre cómo sería la ciudad, teniendo en cuenta que es la más grande y el principal centro económico de China.

Sin embargo, la realidad nos agrada: la fisonomía de la ciudad, con su malecón o paseo marítimo a lo largo del río Huangpu, los edificios estilo art-decó de la época semicolonial de Shanghai, las calles peatonales, el tráfico algo más ordenado y educado que en el resto de China (aunque sin llegar a los niveles de Hong Kong y Macao); así como el tiempo, con un aire marino que refresca el ambiente, nos hacen disfrutar de la estancia en esta enorme ciudad.

Así que salimos temprano a pasear por el Bund, aunque al rato se pone a llover, un fuerte aguacero que nos obliga a salir del Bund y buscar refugio en los soportales de los edificios cercanos.

Optamos por ir hacia la calle Nanjing, llena de lujosas tiendas (y en la que cada vez que nos paramos viene alguien a ofrecernos Rolex, aunque sin ponerse pesados) hasta llegar a la plaza del Pueblo, y seguimos por Nanjing Oeste, mucho más lujosa aún. Comemos por la zona y cogemos el metro para volver al hotel.

Hemos dejado el grueso de las compras para Shanghai, para no ir cargando con ellas por toda China. Luego salimos y andamos unos 20 minutos hasta llegar al bazar de Yuyuan, un pastiche comercial chino-occidental, de un colorido espectacular y lleno de tiendas con vendedores un tanto pesados.

Nos vamos buscando el río hacia el Bund, por un callejón con tiendas más modestas y llegamos al malecón, esta vez sin lluvia, lleno de gente que disfruta del paseo nocturno; en la otra orilla, el espectáculo de luz de la torre Perla de Oriente (el símbolo de Shanghai), la torre Jinmao y los demás rascacielos.

Volvemos al hotel y tomamos unas cervezas (caras) en la terraza del hotel, también con vistas a los rascacielos de la zona de Pudong.


Día 23: SUZHOU Y SHANGHAI

Nos vamos a la cercana ciudad de Suzhou, de la que hemos leído que tiene unos hermosos jardines, declarados patrimonio mundial por la Unesco.

Metro hasta la estación de tren (cuidado con los carteristas, actúan con total descaro, vemos como intentan atracar a una muchacha china, y también vemos que dos occidentales están denunciando un robo a la policía), pero resulta que no hay plazas hasta dos horas después.

En metro nos vamos entonces a la estación de autobuses cercana y sí que cogemos un autobús que sale enseguida (31 CNY), que llega a Suzhou tras 1:30 horas.

La estación de Suzhou es un caos, supuestamente hay unos autobuses turísticos (hay un cartel que los anuncia), pero nadie sabe nada de ellos; incluso un señor que habla inglés se ofrece a ayudarnos, pero tampoco consigue dar con ellos.

Decidimos coger un taxi (15 CNY) que nos lleva hasta el que se considera el jardín más elegante, el Jardín del Maestro de Redes (entrada 30 CNY), que nos gusta.

Al salir vemos cómo en la entrada se detiene uno de los autobuses turísticos que buscábamos en la estación, ¡ahora!

Comemos en un local que hay junto a la entrada (en el que las camareras se muestran extraordinariamente tímidas tratando con nosotros, extranjeros), y nos vamos andando 15 minutos hasta otro de los jardines, el Jardín del Pabellón de la Ola que se Levanta (20 CNY).

Cogemos un autobús urbano y volvemos a la estación de trenes y autobuses; ahora vemos que lo mejor es coger un tren (13 CNY) que está a punto de salir, muy moderno y cómodo, y que nos devuelve a Shanghai en una hora.

Nos damos una vuelta por el centro de Shanghai antes de irnos a dormir.


Día 24: SHANGHAI

Nuestro último día completo en China. Por la mañana cogemos el metro para ir al conocido mercado de las falsificaciones de Xi'angyang; llegamos y no lo vemos, varias personas nos aseguran que ya no existe.

Paseamos por la antigua concesión francesa (un barrio comercial de edificios bajos) hacia el centro.

A primera hora de la tarde cruzamos el río por debajo a través del psicodélico túnel panorámico (40 CNY ida y vuelta) que nos lleva a la otra orilla, el Pudong; pasamos bajo la Perla de Oriente y caminamos entre rascacielos hasta llegar al más alto, la torre Jinmao, el edificio más alto de China (y cuarto del mundo).

Subimos al mirador panorámico (50 CNY) del piso 80, desde donde se observan impresionantes vistas de la ciudad. Volvemos al otro lado del río por el túnel psicodélico y paseamos de nuevo por la muy iluminada calle Nanjing, donde hacemos nuestra última cena en China.


Día 25: El viaje se acaba

Cogemos temprano un taxi (32 CNY) hasta la estación Longmen donde cogemos el autobús número 3 (12 CNY) hasta el aeropuerto. Larguísima cola para facturar y luego para pasar el control de pasaportes, tanto que cogemos el avión muy justos de tiempo.

Salimos a las 10:00 y tras diez horas de vuelo aterrizamos en Helsinki (observamos que la terminal del aeropuerto se les ha quedado muy pequeña); tras un par de horas de espera salimos para Málaga, rodeados de turistas finlandeses que empiezan su viaje de vacaciones en la Costa del Sol; el nuestro se acaba cuando llegamos a las 23:00 a Málaga.


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