Pasados 10 años desde nuestro último viaje a Egipto (ver la Guía y relato de un viaje al valle del Nilo: del Cairo a Abu Simbel) ahora decidimos volver a este país para visitar otros lugares no tan clásicos e incluso algunos muy desconocidos, además de repetir alguno de los ya vistos.
Tal como se puede ver en el mapa de la ruta, recorrimos algunos miles de kilómetros por tierras egipcias, lo cual es costoso en tiempo y paciencia dada la peculiar idiosincrasia del país.
En resumen: nos ha gustado y hemos disfrutado muchos de los lugares poco o nada frecuentados por el turismo masivo, pero hemos sufrido en silencio el asedio continuado en los sitios más turísticos.
Respecto a nuestro anterior viaje al país hemos notado que el país ha retrocedido en muchos aspectos en lo que al viajero respecta: falta de información fiable, corrupción rampante (que sufren tanto los turistas como la propia población del país), absurdidad de los convoyes militares que supuestamente velan por la seguridad del turista, subidas abusivas en los precios de algunas entradas, asedio sin límites en los sitios más turísticos, tosquedad de muchos empleados en servicios públicos, etc.
Todo ello es una lástima, porque el interés del país para el viajero es innegable. Y dado que el turismo es la principal fuente de divisas para el gobierno egipcio éste debería hacer mucho más para cambiar esta penosa imagen que transmite.
Si tenéis pensado ir a Egipto y visitar los sitios más turísticos de Luxor, Asuán o El Cairo, por ejemplo, una sugerencia es llevar una camiseta con la siguiente inscripción en lugar bien visible: «No taxi, no faluca, no calesa, no papirus, no ...». Quizás no sirva para mucho, pero al menos reiréis al ver las reacciones de los otros.
Alternativamente también podéis ir por la calle con unos auriculares puestos para intentar evadiros del constante asedio por parte de vendedores, taxistas, comisionistas, etc.
Y si viajáis de forma independiente por el país (no organizado), tal como hicimos nosotros, necesitaréis armaros de una paciencia y un karma infinitos para no desfallecer ante los numerosos obstáculos absurdos que posiblemente encontraréis... aunque esta es parte de la gracia del viaje (!!).
Del 24 de Diciembre de 2008 al 6 de Enero de 2009.
Dia 1: Barcelona - Estambul - El Cairo
Día 2: El Cairo - Alejandría
Día 3: Alejandría
Día 4: Alejandría - Port Said - Port Fuad - Port Said - Ismailia
Día 5: Ismailia - Sharm el-Sheikh - Dahab
Día 6: Dahab - Sta. Catalina (Sinaí)
Día 7: Sta. Caterina - Dahab - Sharm el-Sheikh
Día 8: Sharm el-Sheikh - Luxor - Asuán
Día 9: Asuán - Kom Ombo - Asuán
Día 10: Asuán - Abu Simbel - Asuán
Día 11: Asuán - Qena (Dendera) - Luxor
Día 12: Luxor - Minya
Día 13: Minya - El Cairo
Día 14: El Cairo - Estambul - Barcelona
La moneda oficial en Egipto es la libra egipcia (LE o EGP). El euro puede ser cambiado sin problemas en casas de cambio y algunos bancos. En algunos sitios se puede utilizar la tarjeta de crédito (especialmente la VISA), pero es del todo recomendable llevar siempre libras egipcias en metálico para evitar contratiempos y no pagar de más.
El cambio medio que conseguimos en las fechas de nuestro viaje fue de 1 € = 7,68 LE (libra egipcia) / 1 LE = 0,13 €.
+ 553 € (vuelo BCN-Cairo-BCN)
+ 85 € (vuelo Sharm el-Sheikh - Luxor)
+ 11 € (visado)
+ 374 € (entradas museos y monumentos, hoteles, comida, transporte, ...)
= 1.023 € (total por persona)
Se puede ahorrar bastante en entradas con el carnet de estudiante internacional (ISIC), ya que el precio de las entradas a templos, museos y ruinas se puede ver reducido a la mitad. Si se es estudiante vale mucho la pena obtener el ISIC para viajar por Egipto.
Es necesario un visado que sólo puede expedirse sobre un pasaporte con una validez superior a 6 meses desde la fecha de entrada. Si se entra a Egipto por un aeropuerto internacional entonces se puede obtener el visado en el mismo aeropuerto. En este caso basta con comprar un sello que se vende en un quiosco situado poco antes de llegar al control de inmigración. Su coste era de 11 € (15 US$) en las fechas de nuestro viaje. Al pasar inmigración este sello será pegado a nuestro pasaporte, lo cual nos permite una estancia máxima de 30 días y con una sola entrada en el país.
No hay obligación de ninguna vacuna. Sólo es obligatorio presentar una prueba de haber estado vacunado de la fiebre amarilla cuando se proviene de una zona con riesgo de infección, como Sudán o Etiopía. Como siempre, pero en Egipto más, es importante viajar con un seguro de viaje que cubra cualquier contratiempo.
No es mala idea llevarse unos tapones para los oídos para poder descansar mejor en algunos hoteles que pueden estar muy expuestos al ruido nocturno de los coches en las ciudades. También pueden servir para aislarse del alto volumen de la música o del video en algunos autobuses o también de los vendedores y comisionistas en los lugares más turísticos.
La sensación de seguridad en Egipto en cuanto a delitos comunes es bastante alta. Por ello, basta con tomar las precauciones habituales y usar el sentido común, estando siempre vigilantes, sobre todo en lugares públicos muy concurridos.
En cuanto a la posibilidad de atentados terroristas ciertamente los hay muy de tanto en tanto, pero lo cierto es que hoy día no hay lugar en el mundo completamente seguro en este sentido. No hay que obsesionarse con ello, puesto que ya lo hacen las autoridades egipcias por nosotros. Y decimos esto porque a menudo la policía y ejército egipcios ponen excesivo celo en protegernos con medidas que llegan al paroxismo (es nuestra humilde opinión como sufridores).
Por otra parte, en las fechas de este viaje y concretamente durante los días que estuvimos en la península del Sinaí, Israel estaba llevando a cabo una cruenta ofensiva en la vecina Franja de Gaza, lo cual tuvo una inmediata repercusión en el lado egipcio con la imposición de numerosos controles policiales en todas las carreteras que conducían a la frontera con los estados de Israel y Palestina. Para nosotros suponía sólo, como mucho, mostrar el pasaporte y perder tiempo en los desplazamientos por carretera, pero desde luego era mucho peor para la población local.
Avión: La compañía EgyptAir tiene vuelos diarios entre las principales ciudades y puntos turísticos de Egipto. Algunos de estos trayectos pueden ser una muy buena alternativa a los largos y penosos viajes en autobús o tren por tierra, especialmente si tenemos la suerte de encontrar una buena tarifa reservando con tiempo y fuera de la temporada alta (de octubre a abril). Los precios de los vuelos son muy cambiantes según disponibilidad y temporada, pero pueden llegar a ser bastante bajos.
Tren: La compañía estatal Egyptian National Railways tiene una red de más de 5.000 km en el eje oeste-este (de Suez a la frontera Libia vía El Cairo) y norte-sur (del Cairo a Asuán). Fue fundada en 1851, en plena época colonial inglesa, y la verdad es que desde entonces parece haberse renovado poco, con convoyes e infraestructuras, en general, bastante cutres (los vagones de tercera clase son dignos de ver... y oler!!). Las excepciones a esto son los trenes Espani (o Español) y Turbini que unen El Cairo y Alejandría, así como los trenes turísticos y nocturnos (con literas) del Cairo a Luxor y Asuán. Con un carnet de estudiante internacional (ISIC) se pueden obtener descuentos en billetes de tren, pero no siempre. Más información: horarios de tren en Egipto.
Obtener información sobre horarios/precios y comprar billetes en algunas estaciones de tren puede ser un verdadero reto, gracias al nulo interés en ayudar que ponen algunos funcionarios y a la inexistencia de rótulos con horarios en inglés. Aún y así el tren puede ser una buena opción a los trayectos por carretera y los precios suelen ser bastante económicos.
Autobús: Los autobuses conectan prácticamente todas las ciudades y pueblos de Egipto. Los precios de los trayectos no son caros y son comparables a los billetes de tren de 2ª clase, aunque depende del tipo de autobús. Se pueden comprar en la terminal de autobuses o en el propio autobús, pero para trayectos largos conviene reservar con cierta antelación por si acaso. En algunos casos y trayectos los horarios pueden ser erráticos. Si se posee un carnet de estudiante internacional (ISIC) conviene preguntar si hay descuentos al comprar los billetes. Más información: horarios de autobús en Egipto.
Coche de alquiler: Sobre el papel es posible alquilar un coche en Egipto, pero quizás no sea lo más conveniente. Conducir por ciudades como El Cairo o Alejandría es para volverse locos, por no hablar de la altísima siniestrabilidad de las carreteras egipcias. Además hay que contar con los numerosos controles policiales que hay en la mayoría de carreteras. Si aún así se desea alquilar un vehículo hay que tener en cuenta que es necesario el carnet de conducir internacional y tener una edad mínima de 25 años.
Ferry: En Egipto hay un par de líneas de ferry que pueden ser de utilidad a los viajeros. La primera de ellas surca el Mar Rojo y une las ciudades de Hurghada y Sharm el-Sheikh, esta última en la península del Sinaí, por lo que actualmente debe ser el único ferry de media distancia que une África y Asia. Hay 3 servicios por semana, tanto del fast-ferry como del normal, pero puede cancelarse la salida si las condiciones del mar o climatológicas lo desaconsejan. La otra línea es la que surca el Golfo de Aqaba y une las ciudades de Nuweiba, en la península del Sinaí, con la ciudad jordana de Aqaba, útil si se desea ir de Egipto a Jordania, para visitar Petra por ejemplo, sin tener que entrar en territorio de Israel. Más información: horarios de ferrys en Egipto.
En Egipto la electricidad es de 220 V y 50 Hz, con un tipo de enchufe equivalente a los que podamos encontrar en España.
+1 hora durante el horario de invierno español.
Egipto, Lonely Planet (GeoPlaneta, en español, 4ª ed. Octubre 2008). A pesar de tratarse de una edición muy reciente encontramos mucha información desfasada, especialmente en materia de precios y horarios de transporte, cosa que disculpamos en parte por tratarse de un país tan imprevisible como Egipto. Pero sí que encontramos a faltar la inclusión de la grafía árabe para los nombres de lugares (al menos de poblaciones, monumentos o hoteles), ya que esto nos hubiese resultado muy útil en muchas ocasiones.
Empezamos este viaje con un vuelo directo de la compañía Turkish Airlines de Barcelona a Estambul (2.300 km y 3 horas de vuelo). Una vez en el funcional aeropuerto Atatürk de Estambul (hora local: +1 hora respecto la hora peninsular española) tenemos una espera de 1,5 horas hasta nuestro siguiente vuelo, también con Turkish y esta vez con destino a El Cairo, adonde llegamos 2 horas después de despegar de Estambul y recorrer unos 1.250 km. El servicio a bordo de Turkish Airlines, en especial la comida, es más que correcto.
Ya en el aeropuerto de El Cairo desembarcamos y antes de llegar al control de inmigración encontramos en el lado izquierdo del pasillo varias oficinas de cambio donde cambiamos euros a libras egipcias para los primeros días de viaje. Debemos decir que hay muy poca diferencia en el cambio ofrecido por estas oficinas bancarias, pero aún y así vale la pena mirar en varias. Aprovechamos también para comprar aquí el sello necesario para el visado egipcio y que nos cuesta 11 € (el equivalente a 15 US$ en las fechas de nuestro viaje). Al pasar el control de inmigración el funcionario de turno pega el sello en una página libre del pasaporte.
Tras recuperar la mochila embarcada salimos de la terminal de llegadas y encontramos al taxista que nos ha enviado el hotel que habíamos reservado días antes en Internet con el buscador Hoteles Cairo. Teniendo en cuenta que eran ya pasadas las dos de la madrugada y sabiendo ya de antemano lo liantes que pueden llegar a ser algunos taxistas en el aeropuerto de El Cairo (como en tantos otros aeropuertos de todo el mundo) preferimos ahorrarnos los problemas y no tener que discutir nada más llegar. Por este servicio de taxi hasta el hotel, en el centro de El Cairo (22 km), pagamos 50 LE.
En el Kings Palace Hotel (Ibrahim El Qabbani nº3, cerca de la calle Sabri Abu'Alam y la céntrica plaza Talaat Harb - El Cairo) pagamos 140 LE por una habitación doble con baño privado, A/A (no necesario en estas fechas) y un desayuno correcto sin más. El hotel está situado en la 4ª planta de un edificio y no hay ascensor, por lo que hay que subir 105 escalones (abstenerse si se viaja con equipaje muy pesado). La fachada del edificio y la escalera tienen un aspecto bastante cochambroso, aunque luego el hotel por dentro no está tan mal. Aún y así es un hotel básico, pero como sólo íbamos a dormir unas pocas horas casi nos daba igual. El personal del hotel no es especialmente amable ni servicial.
Para nuestra siguiente estancia en El Cairo, al final del viaje, preferimos probar el Hotel Luna (Talaat Harb nº27, en el centro de El Cairo; tel. 2396 10 20). Aquí pagamos 100 LE por una habitación doble con baño compartido y que da a la concurrida avenida Talaat Harb, por lo que es bastante ruidosa, de día y noche (vale la pena pagar algo más y quedarse una de las habitaciones interiores). En esta ocasión no nos importó porque sólo queríamos disponer de la habitación durante el día para dejar el equipaje, descansar y ducharnos antes de tomar el vuelo de vuelta a casa, pasada la medianoche. Este hotel se encuentra en la 5ª planta de un edificio, pero en este caso hay un moderno ascensor. Es el típico hotel para mochileros, con muchos servicios para este tipo de viajero. Su personal es bastante solícito, sus instalaciones son muy correctas e incluso agradables y la finca donde se encuentra es bonita. Recomendable.
En la acera opuesta al Luna hay una pastelería donde se puede comprar algo para desayunar en la calle. Para un break más sosegado y descansar del ajetreo cairota una buena opción es el Cafe Cilantro, una cadena local que ofrece buenos cafés, zumos, dulces y snacks. A diferencia de los tradicionales ahwas aquí el ambiente es moderno, relajado y para ambos sexos, aunque los precios también son más caros. Nosotros fuimos al de la calle Mohammed Mahmoud y los clientes eran, sobre todo, chicos y chicas jóvenes, universitarios y de clases acomodadas.
EL CAIRO es la capital de Egipto, así como la mayor ciudad de África, ya que su área metropolitana tiene una población de casi 25 millones de habitantes. La ciudad está ubicada junto al río Nilo y al sur de su delta. La parte más histórica de la ciudad, el Cairo Islámico, es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1979.
En nuestro anterior viaje a Egipto ya habíamos visitado los lugares más turísticos y típico de El Cairo y alrededores, como por ejemplo el Museo Egipcio, el Cairo Islámico, el Barrio Copto, el Cairo central, el zoco de Khan al-Khalili, la Ciudadela de Saladino o las pirámides y necrópolis de Gizah y Menfis, a 20 y 30 km al sur de El Cairo respectivamente. Por eso esta vez quisimos dedicar nuestra corta estancia en la ciudad cairota a ver cosas distintas y, desde luego, mucho menos conocidas.
• Museo de Om Kolthoum. La cantante, letrista y actriz Om Kolthoum (1900?-1975), también conocida en el mundo árabe como kawkab el-sharq (la Estrella del Este), está considerada como la cantante más famosa, distinguida e influyente del mundo árabe en todo el siglo XX. Según la traducción del árabe que se haga de su nombre podemos ver escrito este como Umm Kulthum, Om Kalsoum, Om Koultoum, Om Kalthoum, Oumme Kalsoum, ... Su voz era extraordinaria, con unos registros increíbles, y cada jueves por la noche las calles de El Cairo se quedaban desiertas cuando los cairotas se encerraban en sus hogares junto a la radio para escuchar el concierto semanal radiofónico de Om Kolthoum. Para hacerse una idea de la importancia y el ascendente de esta cantante sobre la población árabe basta recordar que el mismísimo coronel libio Muammar al-Gaddafi retrasó para otro día el golpe de estado que tenía planeado para la noche del 12 de marzo de 1969 contra el monarca libio Idris I al coincidir esa noche con un concierto de Om Kolthoum en la ciudad libia de Bengasi.
El Museo de Om Kolthoum (Kawkab al-Sharq Museum) fue abierto en 2001 por el gobierno egipcio en memoria de la cantante y está situado en un pabellón del Palacio Manesterly, construido en 1830 en Manial El-Roda, una isla sobre el Nilo. En el museo, cuya entrada cuesta sólo 2 LE, podemos ver numerosos objetos personales de Om Kolthoum, así como premios, interesantes fotografías de la época, grabaciones, un documental sobre su vida y una sala multimedia. Pero encontramos a faltar paneles explicativos que permitan conocer bien la vida y obra de esta extraordinaria cantante, por lo que conviene ir algo documentado para entender mejor lo que se expone.
A escasos metros del museo hay un Nilómetro (entrada: 10 LE) del s. IX que se utilizaba para medir el nivel del agua del Nilo y predecir así si las cosechas iban a ser buenas o no. Nosotros no lo visitamos, pero en cualquier caso vale la pena disfrutar de la gran tranquilidad de esta isla en contraste con el centro de El Cairo y de las bonitas vistas sobre el Nilo y alrededores.
Para llegar el museo Om Kolthoum se puede tomar el metro hasta la estación Mar Girgis (1 LE). Al salir de esta estación, en pleno barrio copto, hay que ir unos 100 metros al norte y pasar por un puente peatonal que cruza las vías del metro. Luego hay que callejear unos 300 metros por una zona muy humilde hasta llegar a una gran avenida junto al Nilo (Corniche al-Nil) y cruzar por otro puente sobre un brazo del Nilo. Ya en la isla Roda hay que ir a la izquierda y a unos 60 metros encontramos la entrada al recinto del museo.
• Barrio Copto. Aunque ya habíamos visitado el Barrio Copto en viajes anteriores a El Cairo, aprovechamos su cercanía al Museo de Om Kolthoum para repetir algunas visitas. Este barrio se encuentra en la parte antigua de la ciudad y está formado por callejuelas con numerosas iglesias donde se sigue practicando el rito copto (los coptos son cristianos egipcios). Nosotros volvimos a visitar la llamada Iglesia Colgante (Al Mu'allaqa), el templo cristiano más antiguo de la ciudad (s. IX), la iglesia de San Sergio, y la iglesia y monasterio de San Jorge. Pero en este barrio hay más cosas a ver, como la iglesia de Santa Bárbara, la sinagoga Ben-Ezra (del s. VII), la más antigua de Egipto), y el Museo Copto. La estación de metro Mar Girgis está junto al Barrio Copto.
• Barrio de Zamalek. Este moderno barrio se encuentra en la isla de Gecira y no tiene mucho a ver, pero es un lugar agradable para pasear, así como para alojarse o comer. Zamalek es un barrio residencial acomodado, con jardines, embajadas, escuelas, etc. Nosotros llegamos a Zamalek tomando el metro hasta la estación Nasser y luego continuando por la concurrida avenida 26th of July hacia el oeste hasta cruzar el puente sobre el Nilo, en un trayecto de 1,4 km.
Primeramente callejeamos por la parte norte de la isla, donde comprobamos que las tiendas y cafés son de más nivel que en el centro. Vemos algunos edificios impresionantes, entre los que destacan los ocupados por embajadas y especialmente el de la embajada de Arabia Saudí (situada en la calle Mohamed Mazhar, paralela a la orilla oriental de la isla). Cruzamos hacia el sur de la avenida 26th of July y pasamos junto al llamativo hotel de lujo Cairo Marriott, en la calle Saray El Gezira. Este hotel ocupa, además de dos modernas torres gemelas, un antiguo palacio real construido originalmente para alojar a Napoleón III y la emperatriz Eugenia con motivo de la apertura del Canal de Suez en 1869. También forman parte del recinto del hotel los preciosos jardines Omar Khayyam de 2,4 Ha. Junto a la esquina sudoeste del hotel encontramos el Museo de Cerámica Islámica (calle Al Marsafi nº 1, pero con la entrada en la calle Gezira). Este museo ocupa el palacio del príncipe Amru Ibrahim. Andando por un paseo junto al Nilo en la orilla oriental de la isla llegamos al puente 6 October por el que volvemos hacia el centro histórico.
La mejor opción para ir de El Cairo a Alejandría es el tren, sobre todo con un exprés como el Sapani (español). Nosotros tomamos el de las 12 del mediodía en la estación Ramses, la principal de la ciudad del Cairo (un taxi para llegar hasta aquí desde Talaat Harb cuesta unas 5 LE). En esta estación hay una Oficina de Turismo, aunque a nosotros no nos resultó demasiado útil por el poco interés en responder de sus empleados. Los billetes en 2ª clase para el Sapani nos costaron 31 LE cada uno y al comprarlos en las taquillas de la estación comprobamos nuevamente que hacer cola de forma ordenada no es el fuerte de la mayoría de egipcios, por lo que a veces hay que armarse de paciencia y, sobre todo, no dejar que los listillos se cuelen delante nuestro.
Compramos los billetes en 2ª clase porque es tan cómoda como la 1ª clase, pero bastante más barata. En el trayecto de 225 km entre El Cairo y Alejandría vimos un gran contraste entre los suburbios super-cutres del gran Cairo que cruzamos al principio del viaje con los campos cultivados y con vacas pastando de la zona del delta del Nilo que vienen después. Dos horas y media después de salir de El Cairo llegamos a la estación central de Alejandría, en un cómodo viaje. Hay que tener cuidado de no bajar en la anterior, cuyo nombre es Sidi Gaber, ya que en esta estación baja casi todo el mundo y puede parecer que hemos llegado a nuestro destino, pero en realidad estamos en los suburbios de Alejandría, a unos cuantos kilómetros del centro. Un taxi desde esta estación hasta la zona de la Corniche vale unas 5 LE.
En el Egypt Hotel (Degla St, 3 - Alejandría; tel. 4814483) pagamos 260 LE por una habitación grande, con baño privado, A/A, nevera, TV, wi-fi y desayuno incluido. El hotel está en la 3ª planta de un bonito edificio con ascensor. El hotel parece bastante nuevo y está bien, siendo un término medio entre los baratos y cutres y los de más nivel pero bastante más caros. Nuestra habitación tenía vistas laterales al mar y a la Corniche. La única pega que tiene es que puede ser algo ruidoso por la noche a causa de la cercana Corniche.
Para comer recomendamos el restaurante de marisco Hood Gondol (pronunciado Úda Góndol), situado en la esquina de las calles Omar Lofty y Mohammed M Motwe, no muy lejos de la Biblioteca, aunque es difícil dar con él y hay que preguntar por la zona, ya que ni siquiera tiene un rótulo que lo anuncie. Está en un callejón junto a una mezquita. Por una bandeja grande, con diferentes tipos de pescado, almejas, calamares y crustáceos frescos que seleccionamos nosotros mismos, con patatas, arroz, ensalada, sopa de pescado, pan chapati y una Coca-Cola pagamos el increíble precio de 32 LE cada uno. No hay menú, sinó que es self-service. Una vez seleccionado lo que queremos hay que buscarse una mesa en un edificio anexo. El lugar es básico, pero se come muy bien. Otro restaurante muy recomendable, y céntrico, es el Taverna (Saad Zaghloul, 52), donde hay que probar la deliciosa pizza de shawarma hecha al fuego de leña.
Una opción más chic y elegante es el restaurante Fish Market, junto al Kashafa Club en la Corniche, donde va la gente con dinero de Alejandría. El restaurante es caro, pero tiene unas vistas soberbias sobre la bahía. Los mismos propietarios tienen en el mismo recinto otro restaurante, el Tikka Grill, pero este para carnívoros, así como una pastelería y un magnífico café, el Grand Cafe, con una gran terraza exterior. En fin, un lugar ideal para hacer un alto en el paseo por la Corniche y contemplar la escena posh alejandrina.
Algo que no hay que perderse en Alejandría son las cafeterías, algunas de ellas con mucha historia. Una de ellas es la Patisserie Delices (Saad Zaghloul, 46), un lugar vetusto pero bonito donde tomar una pasta y un té o un café.
Para cambiar dinero en Alejandría recomendamos la oficina de Alexandria Exchange Company (AEC), en Midan Saad Zaghloul, con el mejor cambio de la zona.
ALEJANDRÍA, también conocida como La Perla del Mediterráneo, es la segunda mayor ciudad de Egipto y su carácter mediterráneo, su ambiente y su patrimonio histórico y cultural hacen que sea bastante distinta del resto del país. Fue fundada por Alejandro Magno en el año 331 a.C. y llegó a ser la capital del Egipto greco-romano. Su importante papel como centro cultural de la época podría simbolizarse en el legendario faro construido sobre la isla de Pharos y que fue una de las Siete Maravillas del Mundo antiguo. Tras un declive que duró varios siglos, a partir del s. XIX Alejandría renació como foco para la expansión comercial y marítima de Egipto. Esa época fue inmortalizada por escritores como Lawrence Durrell, Edward Morgan Forster o Constantino Cavafis. Además, generaciones de inmigrantes griegos o italianos, entre otros, se establecieron en la ciudad y le dieron un nuevo impulso comercial a la vez que la hicieron más cosmopolita y con un marcado ambiente de cultura bohemia.
Aunque a primera vista la ciudad pueda decepcionar (de su glorioso pasado no queda casi nada), a medida que la vamos conociendo más y más nos va atrapando y acaba por fascinarnos. Por todo ello recomendamos totalmente su visita, la cual puede ocuparnos fácilmente varios días. A continuación tenéis una lista de algunos de sus lugares de interés más importantes, según nuestro criterio:
• Biblioteca de Alejandría. La Antigua Biblioteca de Alejandría, creada posiblemente a comienzos del siglo III a. C., fue en su época la más grande del mundo y se cree que llegó a albergar hasta 700.000 volúmenes. La destrucción de la biblioteca se ha situado en un momento indeterminado del siglo III o del IV, cuando el emperador Aureliano, y quizás también Diocleciano, tomó y saqueó la ciudad.
En 1987 nació el ambicioso proyecto cultural de construir una nueva biblioteca en la ciudad de Alejandría para recuperar así un enclave mítico de la Antigüedad. Para llevar a cabo semejante proyecto se unieron los esfuerzos económicos de diversos países europeos, americanos y árabes, más el gobierno de Egipto y la Unesco. La nueva Biblioteca Alejandrina fue inaugurada el 16 de octubre de 2002.
El edificio de la biblioteca es impresionante y muy original visto por fuera, pero por dentro no lo es menos. Para conocer más sobre la nueva biblioteca nos adherimos a una visita guiada gratuita que encontramos nada más entrar. Al acabar esta visitamos un par de interesantes exposiciones en su interior, una de ellas con interesantes fotos de época de Alejandría, y deambulamos por el interior de la biblioteca, a rebosar de jóvenes egipcios/as consultando su enorme fondo bibliográfico. Muy recomendable.
La entrada cuesta 10 LE (5 LE con el carnet ISIC) y hay que dejar la mochila en una consigna que hay junto a la entrada. Para llegar a ella es un agradable paseo de unos 2 km por la Corniche hacia el este desde el hotel Egypt.
• Columna de Pompei y Serapeum. Las ruinas del templo de Serapeum no son gran cosa, pero la columna, de granito rojo y con una altura de 30 m., es imponente. La entrada al recinto cuesta 20 LE (con ISIC son 15 LE). Para llegar hasta aquí tomamos un taxi desde el centro, en un trayecto de 10 minutos por el que pagamos 5 LE.
• Catacumbas de Kom Ash-Shuqqafa. Es la mayor necrópolis romana de Egipto y fue la última gran obra religiosa del antiguo Egipto. En conjunto es una visita muy recomendable, en especial la tumba principal. La entrada vale 35 LE (20 LE con ISIC). No se permite entrar cámaras de fotografía y vídeo (?). Para llegar hasta la catacumbas basta con tomar la calle a la derecha al salir del recinto de la columna de Pompei y seguir andando recto unos 5 minutos para llegar hasta las catacumbas.
• Museo Nacional de Alejandría (Sharia Tariq al-Horreyya, 110). Este maravilloso museo fue inaugurado en 2003 y ocupa un precioso palacete restaurado de estilo italiano que empezó a construir Al-Saad Bassili Pasha en 1926, el cual fue uno de los comerciantes más ricos de Alejandría. El museo contiene cerca de 1.800 piezas que narran la historia de Alejandría y Egipto. En la primera planta y sótano se narra la era faraónica, mostrándose algunas estatuas y momias que son realmente fascinantes. En la 2ª planta la época greco-romana, incluyendo objetos recuperados de las excavaciones submarinas en la bahía de Alejandría. Y en la 3ª planta hay objetos de las eras copta, islámica y moderna. La entrada al museo cuesta 20 LE (con ISIC son 15 LE). Para llegar hasta aquí tomamos un taxi desde el centro, en un trayecto de 10 minutos por el que pagamos 5 LE. Acabada la visita al museo volvemos al centro caminando un rato (cruzamos los jardines Shallalat) y luego tomamos el tranvía (0,25 LE). Por cierto, conviene saber que en los tranvías de Alejandría hay un vagón reservado exclusivamente a las mujeres.
• Fortaleza de Qaitbey. Esta fortaleza defensiva del s. XV está considerada como una de las más importantes del Mediterráneo y está ubicada en el lado oriental del extremo norte de la antigua isla de Pharos, en el punto donde se cree que estuvo el famoso Faro de Alejandría. Tras ser este destruido completamente por un terremoto en el s. XIV el sultán Al-Ashraf Sayf al-Din Qa'it Bay erigió aquí, en 1477, esta fortaleza como pieza defensiva contra los ataques turcos. Hoy día es uno de los iconos de la ciudad. Por dentro la fortaleza no tiene nada especial, pero es un agradable lugar para pasear y ver las familias y parejas alejandrinas en acción, además de las excelentes vistas que proporciona sobre la bahía. La entrada a la fortaleza cuesta 25 LE (15 con ISIC).
Para llegar a la fortaleza tomamos un tranvía amarillo frente al café Athineos (0,25 LE) en dirección oeste. El tranvía se mueve tan despacio que da tiempo de verlo todo y hacer fotos desde él, como si fuera un Sightseeing Alexandria. Además, un pasajero que tenemos enfrente nos da explicaciones en inglés, con todo lujo de detalles, de los edificios y monumentos que vamos encontrando por el trayecto. Cuando el tranvía se desvía de nuestro destino bajamos y continuamos a pie en un bonito paseo.
• Corniche. Es el paseo y carretera (26 de Julio) que transcurre a lo largo del puerto oriental de Alejandría y es el sitio perfecto para pasear. Lo que ahora es la Corniche antes era una larga muralla fortificada con torres defensivas que protegieron la ciudad desde el s. XIII hasta finales del XIX. En realidad la Corniche se extiende más de 20 km por la costa alejandrina, desde la fortaleza de Qaitbey hasta el barrio de Muntaza. Vale la pena recorrerla a pie, al menos el tramo de 5 km entre la fortaleza de Qaitbey y la Biblioteca Alejandrina. Por el camino tendremos la oportunidad de ver las atarazanas, así como el puerto pesquero y algunas barcas sobre la arena, muy fotogénicas por cierto. En la Corniche hay, también, algunos edificios preciosos y la única lástima es el pobre estado de conservación en que se encuentran. Y vale la pena desviarse sólo 100 metros para visitar la magnífica mezquita Abu Habbas el-Mursi, la más bonita y también importante desde el punto de vista histórico de todas las mezquitas en Alejandría. Fue construida en 1775 sobre la tumba de un santo y devoto sufí del s. XIII y de origen andalusí.
• Zoco de Alejandría. También vale la pena darse una vuelta a partir de que anochece por las calles y callejones cercanos a Midan Tahrir y la mezquita Terbana para ver las innumerables tiendas y puestos de venta de ropa, comida, especias, bisutería, souvenirs, ..
Para llegar hasta la zona del Canal de Suez desde Alejandría empezamos por tomar un autobús de la compañía West Delta hasta Port Said. Pagamos 22 LE por el trayecto Alejandría - Port Said y los compramos el día anterior en la oficina de West Delta en el centro de Alejandría, en Midan Saad Zaghloul. El autobús sale desde la terminal de autobuses Al-Moaf-al-Gedid, en las afueras de la ciudad. Para llegar hasta ella se puede tomar un taxi (15 LE), pero es importante indicarle al taxista la frase «majátat alotobús al gidit» (terminal de autobuses Al Gedid) y asegurarse de que la entiende para no dar más vueltas de las necesarias.
Aunque nos aseguraron que el trayecto en autobús de Alejandría a Port Said era de 3,5 horas al final fueron 4 horas y 40 minutos y sin saber muy bien el porqué del retraso. Durante el viaje cruzamos de oeste a este todo el delta del Nilo siguiendo la línea costera, primero por un paisaje de cultivos, vacas y canales, después por una zona de humedales y semidesierto y finalmente por una estrechísima franja de tierra que separa el mar Mediterráneo del lago Manzala.
Nuestra intención era parar en Port Said unas horas y continuar viaje en autobús a última hora de la tarde hacia Ismailia, nuestro destino final. Por ello, nada más llegar a la terminal de autobuses de Port Said averiguamos en la oficina de la compañía East Delta Travel el horario de los últimos autobuses del día de Port Said a Ismailia. Asimismo nos permitieron dejar el equipaje más pesado en la oficina de la compañía para así poder visitar más cómodamente la ciudad. Un taxi desde esta terminal hasta el centro de Port Said, por ejemplo al Hôtel de la Poste, cuesta 4 LE.
Tras visitar Port Said volvemos en taxi a la terminal de autobuses (4 LE), recogemos el equipaje que habíamos dejado en la oficina de East Delta y compramos aquí mismo los billetes a Ismailia (6 LE cada uno). Salimos en el autobús de las 17:00 (el último del día es a las 18:00) y llegamos a Ismailia 1 hora y 20 minutos después, tras recorrer unos 90 km por una carretera que en la primera mitad del trayecto transcurre paralela al Canal de Suez. Un taxi desde la terminal de autobuses hasta el centro, la plaza Al-Gamuriya, vale 4 LE.
En el Crocodile Inn Hotel (179, Saad Zaghloul St - Ismailia; tel. 64 3912555) pagamos 260 LE por una habitación doble con baño privado y desayuno incluido. La relación calidad/precio de este hotel es bastante mala, ya que las habitaciones y el hotel en general están muy faltos de mantenimiento y de personalidad para lo que piden. Pero el problema es que en Ismailia hay muy pocas opciones de alojamiento, ya que en el centro sólo encontramos este y el Nefertity Hotel, pero este último era realmente indescriptible de cutre que era (aunque sólo costaba 40 LE) y sólo apto para hombres con pocas manías. La otra opción, aunque ya alejada del centro (unos 2 km), es el Mercure Forsan Island Ismailia (Forsan island - Ismailia; tel. 64 3916316), el único hotel de Ismailia con un estándar internacional en comodidad y servicios (y también en precios, a partir de 60 €) y situado en una isla privada. A favor del Crocodile Inn Hotel está su céntrica situación, en la esquina de las calles Thawra y Saad Zaghloul, ideal para explorar el barrio europeo, así como para tener a mano la zona comercial y de restaurantes.
En Ismailia probamos el restaurant George's, en Sharia Tawra, con una decoración que recuerda a un pub inglés. No es barato, pero se come muy bien.
Port Said es una ciudad portuaria al nordeste de Egipto que sirve de acceso al Canal de Suez desde el mar Mediterráneo. Aparte de poder ver el Canal de Suez de cerca, nuestro interés en venir hasta aquí era ver los bonitos y distintivos edificios coloniales del s. XIX que se pueden encontrar aún en Port Said. Estos edificios se caracterizan por tener grandes balcones en todos los pisos de la fachada.
El origen de Port Said fue en 1859 como un campamento para los trabajadores que construían el Canal de Suez. A finales del s. XIX ya era un importante puerto donde todas las grandes potencias marítimas tenían un consulado. Un hecho curioso es que la famosa Estatua de la Libertad, que ahora es uno de los iconos de Nueva York, debería haber estado emplazada en Port Said, a la entrada del Canal. Auguste Bartholdi, su escultor, la diseñó inspirándose en las enormes estatuas de Abu Simbel y debía reflejar la idea de Egipto llevando la luz de Asia, pero el virrey Ismail (gobernante de Egipto entre 1863 y 1879) rechazó el proyecto por ser demasiado caro y la estatua acabó finalmente en Estados Unidos y pasó a llamarse Estatua de la Libertad.
Port Said es un puerto libre de impuestos y en teoría debería haber una aduana en la entrada/salida de la ciudad, pero lo cierto es que nadie nos pidió ver el equipaje (com sí nos ha pasado en algún otro puerto franco, como Aqaba en Jordania) y ni siquiera el pasaporte.
Empezamos nuestro recorrido ante el Hotel de la Poste, en la calle al-Gomhuriyya nº 42. De aquí vamos hasta la calle paralela a esta y vemos el bonito edificio Woolworth, un vestigio de la era colonial. Continuamos hacia el norte, pasamos junto al edificio del Consulado Italiano, con su curioso grabado fascista de la época de Mussolini, y giramos a la derecha para tomar el tramo final de Sharia (calle) Palestina hasta llegar a la mezquita As-Salam. Desde este punto miramos hacia el Mediterráneo y vemos algunos barcos haciendo cola y esperando su turno para poder embocar la entrada al Canal de Suez. Curioso!. Tomamos la calle El Zaiem Ghandy y nos desviamos por un camino entre chiringuitos cerrados para llegar hasta la playa, poco atractiva. Volvemos a la calle anterior y pasamos por el atractivo y popular restaurante Abou Essam. Giramos hacia el sur por El Kanater hasta llegar a la impresionante iglesia copta de San Bishoi. Continuamos callejeando y volvemos a Sharia Palestina para ir ahora hacia el sur. En este tramo es posible andar por un paseo elevado con excelentes vistas sobre el canal, Port Fuad y sobre los característicos e interesantes edificios coloniales que aún sobreviven en Sharia Palestina. Fantástico!!!.
Justo antes de llegar a la Dársena Comercial vemos el concurridísimo muelle de los ferries que cruzan el Canal hasta la vecina Port Fuad, técnicamente ya en el lado de Asia. Estos ferries son gratuitos y los hay cada 10 minutos aproximadamente. Tomamos uno de ellos para cruzar el Canal. La travesía, en un ferry atestado de vehículos y gente, dura unos 10 minutos y permite ver de cerca algunos de los enormes cargueros que hay anclados en medio del Canal. También, desde el ferry, es la mejor (y única) manera de ver de cerca la fachada de la icónica Casa del Canal del Suez, construida en 1869 para la inauguración del Canal, con sus bonitas cúpulas verdes. Port Fuad es una ciudad, básicamente residencial, que fue establecida en 1927 para aligerar la superpoblación de Port Said. Su nombre lo tomó del rey Fuad I, el primero con el título de rey en el Egipto moderno. En Port Fuad destacan los altos minaretes de su mezquita y aunque esta ciudad no tiene demasiado interés para el viajero, bien vale una rápida visita como excusa para tomar el ferry y pasear y ver, por ejemplo, una zona de casas adosadas con jardín, muy de estilo europeo. No parece que estemos en Egipto.
De vuelta al muelle de Port Said bordeamos andando la dársena comercial para ir a ver la Casa del Canal por detrás. Encontramos un control policial que no permite acercarse a menos de 100 metros, pero les conseguimos convencer de que nos dejen acercar lo máximo posible, ya que no es posible visitarla. La verdad es que el edificio en su conjunto es muy bonito. Y aquí acabamos la visita a Port Said.
ISMAILIA se encuentra a medio camino entre las ciudades de Port Said al norte y Suez al sur. Está situada junto al Canal, en un punto donde este se ensancha por la presencia del lago Timsah. Fundada en 1863 como centro de construcción del canal de Suez, ahora es el centro administrativo del Canal de Suez.
La verdad es que Ismailia nos sorprendió muy favorablemente, por lo que recomendamos del todo la visita a esta ciudad. Su ambiente relajado, sus zonas ajardinadas y sus bonitas villas coloniales la diferencian completamente del resto de ciudades egipcias. Todo en ella es atípico para ser Egipto: muchas zonas ajardinadas, calles limpias y cuidadas, (también los coches), se respetan los semáforos en rojo, los vehículos no pitan tanto, etc. En fin, un oasis de tranquilidad y verdor en Egipto.
Empezamos la ruta andando por Sharia Thawra, en el centro del viejo barrio europeo, en dirección al plácido canal de agua dulce que desemboca en el lago Timsah. Al llegar al final de Tawra vamos hacia la izquierda, siguiendo la calle Ahmed Abo Zaid, rodeada de parques, zonas verdes y villas de estilo europeo como no habíamos visto en otra ciudad egipcia. Esta calle transcurre paralela al canal de agua dulce y entre ambos hay un agradable paseo peatonal ajardinado con algunas glorietas y bancos donde pararse a descansar y disfrutar de la sorprendente tranquilidad del lugar.
Casi 1 km después llegamos al edificio administrativo del Canal, frente al pequeño Museo de Ismailia. Cerca del museo se encuentra el Jardín de las Estelas, donde destaca una pequeña esfinge de la época de Ramsés II que se puede ver desde la calle, sin entrar en el jardín. Desde aquí vamos hasta la orilla del lago/canal y vemos navegar algunos cargueros por él. Y volvemos hacia el centro bordeando el canal de agua dulce por el otro lado, en un muy agradable paseo de 1,3 km. Cruzamos el canal por un puente (calle Ahmed Orabi) y justo enfrente hay un llamativo y enorme mural que muestra los fastos de la inauguración del Canal de Suez.
Y a sólo 100 metros se encuentra la preciosa villa de Ferdinand de Lesseps, en la que residió temporalmente a partir de 1854 este diplomático y empresario que fue el director de la construcción del Canal de Suez. La casa no es visitable, al menos en las fechas de nuestro viaje, aunque sólo el verla por fuera ya vale la pena. La villa contigua a esta también es muy bonita. Siguiendo la trama de calles perfectamente cuadriculada de esta parte de la ciudad vamos hasta la plaza al-Gomhuriyya para ver de cerca la preciosa mezquita. Y unos 150 m. al oeste de la plaza encontramos el bonito edificio de la Catedral Copta Católica de San Marcos, donde entramos para verla por dentro y nos atiende un señor muy amable que nos da profusas explicaciones sobre la iglesia copta.
Dahab está situada en la costa oriental de la Península del Sinaí, a más de 500 km por carretera desde Ismailia. En la terminal de autobuses nos habían informado de que había un autobús directo Ismailia-Dahab a las 14:30, pero cuando vamos a comprar los billetes resulta que ya no es directo y tendremos que cambiar de autobús en Sharm el-Sheikh. En fin, esto es Egipto y hay que tomarse estas cosas con resignación cristiana.
El trayecto de Ismailia a Sharm cuesta 40 LE. Al principio de trayecto vamos en dirección a la ciudad de Suez. Durante un buen rato vemos desde la ventanilla del autobús algunos barcos navegando por el Canal de Suez, el cual transcurre paralelo a la carretera. Tras pasar junto al Gran Lago Amargo y unos 8 km antes de llegar a Suez tomamos un desvío a la izquierda para cruzar el Canal de Suez por el túnel Ahmed Hamdi, un túnel subterráneo de 1,6 km de longitud construido en los años 80 y flanqueado por unos cuantos controles policiales de seguridad. Dejamos atrás África y cuando emergemos al otro lado del túnel ya nos encontramos en territorio de la península del Sinaí, la cual ya pertenece a Asia, por lo que cambiamos de continente sólo con cruzar este túnel. Muy curioso!!.
En el otro extremo del túnel tomamos una carretera a la derecha y a partir de aquí vamos bordeando la costa del Mar Rojo, en el llamado Golfo de Suez. Tras pasar incontables controles policiales que ralentizan la marcha del autobús llegamos a la terminal de autobuses de Sharm el-Sheikh unas 6 horas después de partir de Ismailia, en un viaje que no se nos hace ni pesado ni aburrido. En Sharm compramos el billete para el siguiente autobús a Dahab (15 LE) y salimos sólo 15 minutos después. Para el trayecto de Sharm el-Sheikh a Dahab, de 90 km, empleamos 1,5 horas por culpa de más controles policiales y el excesivo celo de la policía con algunos de los pasajeros de nuestro autobús. Así llegamos muy cansados a la terminal de Dahab, tras casi 8 horas de viaje desde Ismailia. Un taxi hasta el hotel nos cuesta 5 LE.
En el Dyarna Hotel (Dahab; tel. 693640-120) pagamos 220 LE por una habitación doble con baño, TV, nevera y desayuno incluido. El lugar en sí no está mal, incluso con una gran piscina que da al mar, pero la habitación estaba ya necesitada de algunos arreglos. Este hotel se encuentra en la tranquila zona de Mashraba (Assalah), junto al mar, y está situado entre el Banque du Caire y el Hotel Inmo. En Dahab no miramos más hoteles porque llegamos tarde, estábamos muy cansados y el Dyarna nos pareció aceptable, pero en Dahab hay una buena oferta hotelera y de precios para todos los gustos (ver Hotels Dahab).
Para comer, si no se quieren pagar los altos precios de los restaurantes turísticos junto al mar, recomendamos el restaurante Quickly, situado en la calle paralela al mar, a unos 300 m. del hotel Dyarna. Aquí la relación calidad-precio es muy buena, como la comida, y además el ambiente es agradable, con música árabe de fondo (y no con música de Bob Marley como en otros sitios).
DAHAB (significa oro en árabe) es una pequeña población situada en la costa sudeste de la península del Sinaí, unos 80 km al norte de Sharm el-Sheikh. Dahab era hace años era simplemente un pueblo beduino de pescadores, pero con el tiempo se ha convertido en un destino turístico muy popular.
En un principio Dahab atrajo principalmente a mochileros viajando de forma independiente que se alojaban en pequeños hoteles y campamentos en el núcleo beduino de Assalah. Pero con la llegada de grandes cadenas hoteleras que han abierto algunos resorts de lujo en la parte nueva de Dahab, a unos 2,5 km de Assalah, ahora la clientela es más variopinta.
Muchos viajeros vienen a Dahab atraídos por su ambiente pseudo-hippy y bohemio, pasando los días entre la playa y los restaurantes de decoración medio beduina medio hippy y junto al mar. Pero Dahab tiene un gran renombre internacional como lugar para practicar el windsurfing. Y la existencia de varios arrecifes a pie de playa también ofrece grandes oportunidades para el buceo, especialmente en el archifamoso Blue Hole, una especie de cueva submarina que llega hasta los 130 metros de profundidad y que es conocida con el inquietante sobrenombre de «El cementerio de submarinistas» por la gran cantidad de accidentes mortales ocurridos en sus aguas (se habla de hasta 100 submarinistas muertos) y que hacen que se considere a este lugar de inmersión como uno de los más peligrosos del mundo. Otro sitio de buceo muy popular es el conocido como The Canyon. Ambos se encuentran a unos 10 km al norte de Dahab.
En nuestro caso Dahab fue simplemente un lugar de paso para ir hacia el monasterio de Santa Catalina. Aún y así dimos una vuelta por el paseo marítimo en la zona de Mashraba y junto a la bahía de Dahab. Desde aquí se divisan perfectamente las montañas de la costa de Arabia Saudí al otro lado del golfo de Aqaba.
Aunque en teoría hay un autobús diario a las 8 de la mañana al monasterio de Santa Catalina desde la estación de autobuses de Dahab (135 km), en la práctica, tal como pudimos comprobar nosotros mismos, este servicio es cancelado la mayoría de días (quizás por falta de viajeros o vaya a usted a saber porqué). Conocimos el caso de una viajera rusa que llevaba 5 días yendo diariamente a la terminal para ver si salía y... nada. Otra opción es buscar una plaza en alguno de los tours al monasterio que organizan muchos hoteles de Dahab (por ejemplo el Dyarna) a las 8:00 o a las 23:30 (este último para subir al monte Sinaí), aunque tampoco es seguro que salgan ya que dependerá del nº de viajeros apuntados. La opción más segura, aunque quizás también más cara, es alquilar un taxi para hacer el trayecto (200 LE un trayecto) y si es posible compartir el gasto con otros viajeros. Aún existe una última opción que es ir hasta Sharm el-Sheikh, allí tomar un taxi compartido hasta El Tur y aquí un minibús hasta Santa Catalina, pero también es incierta y en el mejor de los casos nos podría llevar casi todo un día para llegar al monasterio.
Nosotros optamos por alquilar un taxi para hacer el trayecto de sólo ida y compartirlo con algún viajero que encontramos en la terminal de autobuses maldiciendo las compañías de autobuses egipcias. Pagamos 190 LE entre todos y esto nos permitió marchar a la hora que quisimos y hacer el trayecto sin paradas no deseadas. Lo cierto es que el trayecto de Dahab a Santa Catalina es en su mayor parte bastante espectacular. Al salir de Dahab se toma la carretera a Nuweiba, hacia el norte, y a medio camino, en Wadi Umm Rawa, se toma un desvío a la izquierda en un punto donde hay un control policial. Sólo 5 km después el paisaje se vuelve repentinamente extraordinario, con llanuras desérticas de arenas blancas y lomas de rocas multicolores. Así se van sucediendo paisajes desérticos muy bonitos durante más de 30 km. A sólo 1 km antes de llegar al pequeño pueblo de Al Milga nos detenemos junto a una caseta que hay junto a la carretera para pagar las 17 LE que cuesta la tasa turística de entrada a la zona protegida de Santa Catalina. Poco después el taxi nos deja en el aparcamiento del monasterio, tras 2 horas de viaje desde Dahab. Ya sólo por el trayecto vale la pena...
En The Monastery Guest House o Casa de Huéspedes del Monasterio de Santa Catalina (situada en unas dependencias modernas junto al propio monasterio; tel. +20 693 470353, Fax +20 693 470 543) pagamos 300 LE por una magnífica habitación con baño privado, calefactor y A/A con bomba de calor, y media pensión incluida (desayuno y cena). La calefacción es realmente imprescindible para las gélidas noches invernales. A decir verdad la habitación tiene sólo lo imprescindible (ideal en un lugar tan espiritual), pero estaba impecable y pensamos que vale la pena pagar el sobreprecio también por la tranquilidad y la excepcionalidad del lugar. Como la ascensión al monte Sinaí tiene su inicio y final aquí, nada mejor que tener la habitación a mano tras el duro esfuerzo de la excursión. Sólo es posible reservar por teléfono o fax y nosotros tuvimos suerte de poder encontrar habitación sin reserva previa (había poco turismo en esas fechas), pero en otras circunstancias puede ser buena idea reservar antes si queremos asegurar el tiro.
En la vecina población de Al Milga, a unos 4 km del monasterio, hay otras opciones de alojamiento de distintos precios, siendo uno de los más económicos el Desert Fox Camp. En Al Milga también encontramos un internet-café llamado Desert Net (situado unos 500 m. antes de llegar a la pequeña terminal de autobuses) donde el precio de la conexión es de 5 LE/hora.
PROTECTORADO DE SANTA CATALINA. Se trata de un parque nacional creado en 1996 y que con una extensión de 4.350 km² comprende la mayor parte de la zona montañosa central del sur del Sinaí, incluyendo la montaña más alta de Egipto, Jebel Katharina, de 2.641 metros de altura. Este parque se creó para preservar las grandes riquezas culturales, naturales y de historia religiosa que reúne en su territorio, ya que posee un ecosistema único de desierto a gran altura y un paisaje con muchas referencias religiosas que se entretejen con tesoros de la vida y cultura beduina local. En el año 2002, una zona equivalente a 650 km² en el núcleo de este parque fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, incluyendo el Mt. Sinaí y el Monasterio de Santa Catalina. La tasa turística de entrada a la zona protegida de Santa Catalina cuesta 17 LE.
Monasterio de Santa Catalina. Es griego ortodoxo y está situado a los pies del Monte Horeb o Sinaí (para los musulmanes es Jebel Musa) donde, según el Viejo Testamento, Moisés recibió las Tablas de la Ley. Por ello, toda esta zona es sagrada para cristianos, musulmanes y judíos. Este monasterio fue construido por orden del emperador Justiniano entre los años 527 y 565 (s. VI), por lo que se le atribuye el ser el monasterio en activo más antiguo del mundo, aunque el monasterio de San Antonio, situado en la costa del Mar Rojo, al sur de El Cairo, también reclama este título.
El monasterio está protegido por una formidable fortificación, con muros de granito que llegan hasta los 35 metros de altura, de gran valor para los estudiosos de la arquitectura bizantina. En su interior podemos encontrar valiosísimas obras de arte, como mosaicos árabes, iconos griegos y rusos (los mejores del mundo, algunos son del s. VI y son los más antiguos que aún sobreviven), pinturas al óleo, pinturas sobre cera, ornamentos sacerdotales, o relicarios. Pero su mayor significancia viene del hecho de poseer la segunda mayor y más importante colección de códices y manuscritos del mundo (tras el Vaticano), con unos 4.500 volúmenes escritos en griego, copto, árabe, armenio, hebreo y otras muchas lenguas. En el recinto también hay una mezquita fatimí, pero no llegó a ser usada nunca porque no está correctamente orientada a La Meca. Para acabar, el monasterio se encuentra enmarcado en un paisaje montañoso agreste que alberga numerosos sitios arqueológicos y religiosos.
La visita al Monasterio en sí es gratuita. El recinto del Monasterio no es muy grande y se visita en poco tiempo ya que además no todo es visitable. Entre las cosas que vemos está la Zarza Ardiente, descendiente al parecer de la original que se menciona en la Biblia, el Pozo de Moisés o la interesante Iglesia de la Transfiguración, con un valiosísimo mosaico del s. VI sobre el altar, pero que es difícil de apreciar por la poca luz y los objetos que hay ante él. Mención aparte merece el interesantísimo Museo de los Iconos, cuya entrada cuesta 25 LE (10 LE con ISIC) y al que se da acceso de forma escalonada para que la visita sea más cómoda. La colección de iconos, códices y otros objetos que se muestra es magnífica y en ella destacamos, ni que sea por proximidad, un retablo catalán del año 1387 y cuyo autor es Martí de Vilanova.
Alrededores del Monasterio. Una de las principales razones que mueve a muchos viajeros a venir hasta Santa Catalina es, aparte del propio monasterio, la ascensión al Monte Sinaí (ver descripción detallada de este trekking en Mount Sinai, a walking trail guide), en especial antes del amanecer para ver los primeros rayos de luz del día sobre un lugar tan sagrado. A nosotros no nos apetecía para nada levantarnos a horas intempestivas, pasar mucho frío (las temperaturas nocturnas en esta época del año son realmente frías) e ir en fila con mogollón de gente que llega en tours desde Dahab y Sharm el-Sheikh para esta ascensión, y optamos por subir solos hacia el Monte Sinaí de día, siguiendo la ruta de los llamados Escalones del Arrepentimiento hasta llegar a un punto muy alto (pero sin alcanzar la cima propiamente dicha), desde donde volvimos atrás por el mismo camino. En cualquier caso las vistas sobre el propio monasterio, el wadi El-Deir y las montañas circundantes son realmente extraordinarias y ya sólo por ellas vale la pena venir hasta aquí.
Si se dispone de tiempo y ganas hay otras rutas a pie por la zona que pueden ser interesantes (ver Walking Tours in the Sinai). Aparte de esto, nosotros fuimos hasta el cercano pueblo de Al Milga, a 4 km del monasterio (un taxi desde el aparcamiento del monasterio cuesta 5 LE), pero la verdad es que no tiene mayor interés que la vista de las montañas que lo circundan.
El trayecto desde el monasterio de Santa Catalina a Sharm el-Sheikh lo hicimos en dos etapas. En la entrada del alojamiento del monasterio contactamos con el conductor de un minibús que está a punto de partir hacia Dahab con 4 pasajeros y busca completarlo. Pagamos 50 LE cada uno por este trayecto. Vamos muy cómodos y en el camino el conductor accede a parar en algunos sitios para hacer fotos. Al llegar a Dahab nos deja en la terminal de autobuses y aquí esperamos el siguiente autobús a Sharm el-Sheikh, rato que aprovechamos para comprar algo y matar el hambre.
Salimos de Dahab a las 15:00 en un autobús super-moderno (increíble para ser Egipto) que nos cuesta 20 LE y llegamos a la terminal de autobuses de Sharm el-Sheikh poco más de una hora después. Los taxistas que hay en la terminal nos piden auténticas barbaridades (a partir de 80 LE) para ir a la zona de hoteles, ya que parecen acostumbrados a un tipo de turismo de un cierto nivel que paga lo que le pidan. Nosotros optamos por pasar de ellos e irnos andando por la carretera en dirección al centro. Poco después para a nuestro lado una furgoneta y acepta llevarnos al hotel que le indicamos por sólo 8 LE.
En el Sunrise Hotel (en Hadabet Om Elseid, a menos de 1 km de la parte vieja de Sharm y de la playa Sharm al-Maya) pagamos 300 LE por un apartamento grande, con baño y cocina. Era correcto, sin más. Este hotel, como todos los que hay por esa zona, es una especie de resort con apartamentos alrededor de una gran piscina y por lo que vimos la mayor parte de su escasa clientela, al menos ese día, eran rusos. En cualquier caso, en Sharm el-Sheikh hay una gran oferta de hoteles, pero muy orientada a paquetes vacacionales y a turismo masificado, por lo que los precios son en consonancia.
Para comer podemos recomendar el restaurante Safsafa, situado en el Mercado Viejo de Sharm. El restaurante es pequeño, pero se come buen pescado a un precio razonable.
SHARM EL-SHEIKH. Esta ciudad, conocida como La Ciudad de la Paz por la gran cantidad de conferencias internacionales de paz que se han llevado a cabo en ella, está situada en el extremo meridional de la península del Sinaí. En las últimas décadas Sharm el-Sheikh se ha desarrollado como un importante destino turístico internacional gracias a sus temperaturas agradables todo el año y sus playas de aguas cristalinas, con abundancia de lugares para el buceo o el esnorqueling catalogados como de los mejores del mundo.
En nuestro caso Sharm el-Sheikh fue sólo un lugar de paso en nuestro viaje del Sinaí a Luxor, ya que teníamos un vuelo a primera hora de la mañana y decidimos pernoctar aquí en vez de hacerlo en Dahab para no apurar demasiado. Aún y así tuvimos tiempo de dar una vuelta por el Mercado Viejo, situado junto a la bahía de Sharm al-Maya. Se trata en realidad de un recinto al aire libre lleno de tiendas, restaurantes e incluso un pequeño centro comercial. Es un buen lugar para comer barato, pero por lo demás es tan turístico como el resto de Sharm. El 23 de julio de 2005 este mercado fue el objetivo de uno de los ataques terroristas, perpetrados por una organización islamista, que causaron un total de 88 personas muertas y unas 200 heridas, siendo esta la acción terrorista más sangrienta sufrida por Egipto. No sorprende, pues, encontrar aún un gran despliegue policial en la zona, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que tiene Sharm como fuente de divisas para el gobierno egipcio.
En resumen, la impresión que nos causó Sharm el-Sheikh fue la de un lugar muy turístico, masificado y sin ninguna personalidad, apto sólo para turistas de paquete, amantes de los resorts, y aquellos que buscan un ambiente playero internacional sin nada que les recuerde a Egipto. Dahab es también bastante turístico, pero es un lugar mucho más relajado y con más encanto que Sharm, por lo que si queréis pasar unos días en la costa del Sinaí mejor escoger Dahab.
Empezamos este largo viaje desde Sham a Asuán tomando un taxi a primera hora de la mañana delante de nuestro hotel para ir al aeropuerto, situado a 25 km de aquí. El taxi cuesta 30 LE hasta la entrada de la terminal o 25 si nos deja fuera del recinto del aeropuerto (a 100 m. de la terminal). A continuación tomamos un vuelo doméstico de EgyptAir a Luxor que habíamos comprado días antes en Internet (85 €/pax). Se trata de un vuelo corto, sólo 50 minutos para recorrer 350 km, en un avión modelo Embrair. Antes de decidirnos por este vuelo nos habíamos planteado tomar el ferry entre Sharm el-Sheikh y Hurghada (1'5 horas, 250 LE sólo ida) y de ahí conectar con un autobús a Luxor (4 horas, 255 km, 40 LE), pero finalmente desistimos porque nos suponía consumir muchas horas de viaje, sin tener además la seguridad de que hubiera ferry ese día (en invierno no es raro que se cancele algún servicio por el estado del mar) y la diferencia de precio real entre una alternativa y otra tampoco era muy determinante.
Una vez en el aeropuerto de Luxor vamos andando hasta la terminal de autobuses, a 1'3 km, pero una vez allí, no sin dificultades, logramos entender que las autoridades no permiten a los extranjeros subir a un autobús público en dirección a Asuán y por tanto no nos venden los billetes. Así que tomamos un taxi y nos vamos hasta la estación de tren de Luxor (7 LE), donde tomamos el siguiente tren (o al menos el siguiente que nos permiten tomar, ya que no todos están permitidos a extranjeros) a Asuán, por el que pagamos 26 LE por un billete en 2ª clase. Tras un viaje de 3 hores y 10 minuts para recorrer 220 km llegamos a la estación de tren de Asuán, donde tomamos un taxi al hotel (5 LE), en el centro.
En el Keylani Hotel (25, Keylani St - Asuán; tel. 0972 317 332) pagamos 154 LE por una habitación doble con baño privado y desayuno incluido. El hotel es básico, con un claro perfil mochilero, pero su situación es bastante buena y el personal del hotel es muy atento y amable. Si no se tienen grandes pretensiones esta es una excelente opción y a un precio razonable. El desayuno es bastante correcto y se sirve en una terraza exterior con buenas vistas. También miramos el Nile Hotel, un hotel de 3* situado en la Corniche, pero nos pidieron 80 US$ por una habitación doble y no aceptamos (no estamos seguros de que ese sea el precio normal, porque esa noche era Nochevieja y el hotel estaba muy lleno).
Para comer junto al río Nilo un buen lugar es el restaurante Asuán Moon (casi enfrente del Isis Hotel), aunque el servicio es algo lento. El restaurante El Shawish, situado a 300 m. del hotel Keylani y a escasa distancia de la calle principal del zoco, es más que correcto. La Nubian House es un agradable café-restaurante con decoración nubia que tiene unas vistas fantásticas desde su terraza sobre el Nilo y la primera catarata, sobre todo al atardecer. Se encuentra cerca de Sharia Abtal at-Tahrir, a 1 km cuesta arriba desde el Museo Nubio. Aquí podéis probar el karkaday (o karkadé), bebida característica de Egipto, que es una infusión caliente de color muy rojo hecha con extracto de flores de hibiscus. Vale la pena probarla.
ASUÁN era en la antigüedad la frontera sur del Antiguo Egipto. Hoy día es un importante centro turístico y tiene un activo zoco. La ciudad está situada en la orilla este del Nilo, junto a la primera catarata de éste. Como curiosidad decir que Asuán es uno de los lugares habitados más secos del mundo, pudiendo pasar hasta 7 años entre un episodio de lluvia y el siguiente.
Nosotros ya habíamos visitado Asuán en un viaje anterior a Egipto, pero volvimos de nuevo con la intención de visitar algo nuevo, así como también repetir otros lugares ya vistos y disfrutar nuevamente del encanto de la ciudad (haberlo, haylo).
Así que paseamos tranquilamente por la Corniche, junto al Nilo, interrumpidos, eso sí, por los numerosos vendedores al acecho de turistas.
Entre los numerosos cruceros atracados en los muelles de Asuán tuvimos la suerte de poder ver el precioso SS Sudan, el único barco de vapor que aún navega por el Nilo. Este barco fue construido en 1883 y sólo tiene 23 cabinas, incluyendo 5 suites, lo cual permite hacer cruceros de auténtico lujo por el Nilo, además sin la masificación del resto. En este barco se rodó, por ejemplo, la película Muerte en el Nilo, basada en la novela policiaca de Agatha Christie cuyo protagonista es el célebre detective Hércules Poirot.
En el extremo sur de la Corniche están los Jardines Feriales (Fryal Garden), unos bonitos y cuidados jardines que son un magnífico lugar para relajarse y disfrutar de las vistas, especialmente de la puesta de sol, cuando la luz sobre el Nilo, las falucas y el desierto dibuja un entorno de postal. La entrada a los jardines cuesta 5 LE. Junto a estos jardines se encuentra el histórico hotel Legend Old Cataract, construido en 1889 junto al Nilo y frente a la isla Elefantina. Es de estilo victoriano y por sus instalaciones han pasado celebridades como Winston Churchill, Agatha Christie o el Agha Khan. Ya en las fechas de nuestro viaje este hotel estaba cerrado, por reformas, y lo estará hasta enero de 2011.
También es muy recomandable la isla Elefantina, contigua a la primera catarata, y que hoy día forma parte de la ciudad de Asuán. La isla mide unos 1.200 m de longitud por 400 m de anchura. En la isla hay algunos interesantes poblados nubios, así como restos arqueológicos que son Patrimonio de la Humanidad desde 1979, incluidos bajo la denominación de Monumentos nubios de Abu Simbel y Philae. El precio de la barca que permite cruzar desde la orilla de Asuán a la isla y viceversa es de 1 LE.
De vuelta a Asuán vale la pena también darse una vuelta por el animado y enorme zoco de la ciudad, donde podéis comprar un CD de música nubia, bastante más animada que la música árabe típica.
Abu Simbel. Estos dos enormes templos excavados en la roca fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 con el nombre de Monumentos de Nubia de Abu Simbel y Philae. Se encuentran en la región de Nubia, en la orilla occidental del lago Nasser y a unos 290 km al sur de Asuán. Ambos templos fueron erigidos durante el reinado del faraón Ramsés II (s. XIII a.C.). Su emplazamiento actual no es el original, ya que entre 1964 y 1968 hubo que desmantelarlos y reconstruirlos nuevamente para preservarlos de desaparecer bajo el agua con la construcción de la gigantesca presa de Asuán. Su ubicación actual está a sólo 200 m. de distancia de la original y 65 metros más alta.
El mayor de los dos templos está dedicado a los dioses Ra, Ptah y Amón y en su fachada se esculpieron cuatro estatuas colosales que representan al propio Ramsés II. Está considerado como uno de los más bellos de todos los edificados durante su reinado, así como uno de los más hermosos de todo Egipto. El templo menor está dedicado a la diosa Hathor, personificada por Nefertari, la esposa favorita de Ramsés. Los templos de Abu Simbel son, merecidamente sin duda, una de las atracciones turísticas más importantes de Egipto.
En un viaje anterior ya habíamos visitado Abu Simbel, pero nos apetecía repetir la visita y esta vez yendo por carretera, ya que la vez anterior nos vimos obligados a ir en avión por problemas de seguridad. En el hotel Keylani contratamos la excursión larga a Abu Simbel por un precio de 70 LE/persona. Este precio incluye el transporte (pero no las entradas) a Abu Simbel, con paradas a la vuelta en la Gran Presa de Asuán, el templo de Philae y el Obelisco Inacabado. La excursión corta vale 60 LE y sólo visita Abu Simbel y el Obelisco.
La excursión empieza a las 3 de la madrugada, cuando nos dan una cajita con el desayuno y nos vienen a buscar en un minibús que nos lleva hasta el lugar de encuentro de todos los taxis, minibuses y autobuses repletos de turistas con la escolta militar que nos debe acompañar (sí o sí) a Abu Simbel. A las 4:00 iniciamos la marcha hacia Abu Simbel, a donde llegamos sobre las 6:50. Por el camino hemos visto salir el sol por el horizonte del vasto y plano desierto nubio. El minibús nos deja en el enorme aparcamiento de Abu Simbel y, a la vista de la cantidad de gente que llega en el mismo convoy, corremos hacia las taquillas donde se venden las entradas, al módico precio de 90 LE (con ISIC son 48,5 LE), por lo que rebautizamos irónicamente el lugar como Abu-so Simbel. Tras una larga cola para comprar las entradas entramos en el recinto sobre las 7:20 y visitamos los dos templos con el agobio del gentío. No se permite hacer fotos en el interior de los templos. En la anterior ocasión que estuvimos en Abu Simbel pudimos visitar el interior de la montaña artificial en la que se asientan los templos, pero ahora esto no es posible, lo cual es una lástima porque era curioso de ver.
Por suerte mucha gente hace una visita exprés y vuelve hacia el aparcamiento, permitiendo al final visitar el interior de los templos sin tanto agobio. A las 8:40 damos por acabada la visita y volvemos hacia el aparcamiento, donde tras reunirnos de nuevo todos los ocupantes de nuestro minibús iniciamos la vuelta a las 9:00.
En resumen, Abu Simbel es un sitio arqueológico fantástico que debe ser visitado, pero hacerlo en las condiciones actuales, con el paripé de los convoyes militares que concentran casi todos los visitantes en Abu Simbel a la misma hora, es muy irritante y deja al final un mal sabor de boca. Por ello, si se dispone de tiempo, es recomendable pernoctar en Abu Simbel (no hay muchas opciones de alojamiento, pero hay algunas) y poder visitar Abu Simbel con toda la tranquilidad y sin el agobio de las masas. El problema es que puede ser misión casi imposible pillar el autobús de Asuán a Abu Simbel y/o que nos dejen subir a él con la excusa de que el gobierno prohibe a los extranjeros ir por su cuenta. En este caso siempre queda la opción de comprar una plaza de ida para un día y vuelta para el siguiente en un minibús para extranjeros a través del hotel o cualquier agencia.
En el camino de vuelta, a unos 16 km de Asuán, nuestro minibús se desvía para ir hasta la entrada de la Gran Presa de Asuán. Nosotros, al igual que otros viajeros de nuestro minibús, preferimos no visitarla (entrada: 20 LE) ya que no teníamos ningún interés en hacerlo y esperamos fuera conversando animadamente. Poco después reiniciamos el camino y vamos hasta el cercano aparcamiento del templo de Philae, adonde llegamos cuando son ya las 12:25.
Templos de Philae. Se trata de un conjunto de templos erigidos en la isla de igual nombre durante los periodos ptolemaico y romano (s. III y II a. C). La isla donde se encontraban estos templos quedó anegada bajo las aguas de la presa de Asuán, aunque previamente los templos habían sido desmontados, trasladados y reconstruidos en la cercana isla de Agilkia, donde están actualmente.
La entrada al recinto cuesta 50 LE (la mitad con ISIC) y se compra justo antes de acceder al embarcadero donde están las barcas que llevan a la isla. Nosotros negociamos duramente (en las zonas más turísticas de Egipto se suda cada libra que se quiera regatear) el precio con uno de los barqueros y finalmente conseguimos pagar 7,5 LE ida y vuelta por persona. El trayecto en barca y la aproximación a la isla es realmente disfrutable. Una vez desembarcamos en la isla vimos que en ese momento eran pocos los visitantes y pudimos recorrerla durante algo más de 1 hora sin ningún tipo de agobio. Muy recomendable.
Acabada la visita a Philae y de nuevo en el aparcamiento subimos a nuestro minibús que nos llevó hasta Asuán. Pero antes, a 2 km del centro de Asuán, paramos junto a la cantera donde se encuentra el Obelisco Inacabado, un obelisco de 42 metros de largo y un peso de 1.168 toneladas, que fue abandonado en la propia cantera de la que se extrajo el granito cuando se detectó una fisura en él. La entrada al recinto cuesta 25 LE, pero nosotros no entramos porque creemos que no vale la pena. El obelisco se puede ver desde el exterior y no hace falta acercarse mucho porque no está pulido ni tiene inscripciones. Finalmente el minibús nos deja delante del hotel Memnon a las 14:30 y acaba así esta larga excursión a Abu Simbel y demás.
Templo de Kom Ombo. Este templo doble fue construido durante el reinado de la Dinastía Ptolemaica (s. II a.C.) en la ciudad agrícola de Kom Ombo. Es un edificio inusual, completamente simétrico, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios porque está dedicado a dos dioses: el lado izquierdo al dios halcón Haroeris (Horus) y el derecho a Sobek, divinidad local con cabeza de cocodrilo.
Muchas partes del templo han sido destruidas por la acción del Nilo, terremotos, o porque posteriormente se usaron piedras para otras construcciones, pero a pesar de todo vale la pena visitar este bonito templo. Uno de los grandes atractivos que tiene es su ubicación, junto al Nilo. Si a ello le sumamos que durante la visita estuvimos prácticamente solos entonces la experiencia es ya del todo positiva. La entrada al templo de Kom Ombo cuesta 25 LE (con ISIC son 15 LE) y se puede visitar tranquilamente en 1,5 horas.
Para ir hasta Kom Ombo, unos 42 km al norte de Asuán, contemplamos la opción del tren, pero los había con poca frecuencia y vimos que no era práctico. Así que paramos un taxi en la Corniche de Asuán y negociamos con el conductor un precio de 70 LE por ir a Kom Ombo y volver. En algunos tramos del trayecto nuestro conductor abandonaba la carretera principal y tomaba laberínticos caminos rurales, perdidos entre campos de caña de azúcar, para evitar toparse con los controles policiales en la carretera principal (algunos policías cobran mordidas a los taxistas que llevan extranjeros para repartir los beneficios). Ello nos permitió disfrutar de bonitas estampas del Egipto más rural, así como valorar las buenas aptitudes de nuestro taxista como conductor de rallies.
Comenzamos yendo en taxi desde el hotel a la estación de tren de Asuán (5 LE) a primera hora de la mañana, donde tomamos el primer tren a Luxor, el rápido 983. No nos venden el billete en las taquillas de la estación, diciéndonos que lo compremos directamente en el tren. Eso nos permitió improvisar sobre la marcha y decidimos continuar hasta la ciudad de Qena para visitar el cercano templo de Dendera, pasando de largo Luxor. Pagamos 35 LE por el billete en 2ª clase de Asuán a Qena en un trayecto de 4 horas y 10 minutos.
Nuestra intención era, tras la visita al templo de Dendera, continuar el viaje en tren desde Qena a Minya, pero una vez en Qena nos informaron de que el siguiente tren que podíamos tomar en dirección norte era ya muy tarde, con lo que llegaríamos a Minya sobre las 2-3 de la madrugada. Por ello cambiamos de nuevo los planes iniciales y decidimos ir a Luxor, en la otra dirección, adonde llegaríamos a una hora razonable para buscar alojamiento. Finalmente, en el aparcamiento del templo de Dendera encontramos un taxi compartido que por 60 LE (tras regatear desde un precio inicial de 150 LE) nos llevó directamente a Luxor, adonde llegamos tras un viaje de 70 minutos por una carretera plagada de controles policiales.
En Hotel El Fayrouz (orilla oeste del Nilo - Luxor; tel. 95 231 2709) pagamos 150 LE por una magnífica habitación, grande, con baño privado, A/A con bomba de calor y balcón. Y por si fuera poco también con un completo desayuno incluido y que se toma en un agradable jardín. Nosotros nos alojamos en la habitación nº 15, situada en lo alto del edificio y con maravillosas vistas sobre los vecinos campos de caña de azúcar y clavo, el Nilo y las desérticas montañas que aparecen cuando se acaba la vegetación del valle del Nilo. El hotel es de propiedad germano-egipcia y está decorado con mucho gusto, sobre todo las habitaciones. Sin duda fue el hotel con la mejor relación calidad-precio de todos los que estuvimos en este viaje. Una ganga absolutamente recomendable, puesto que además se encuentra en una zona muy tranquila, lejos del bullicio de la ciudad. Para llegar a él, desde la estación de tren por ejemplo, hay que cruzar el Nilo con un ferry (1 LE) y andar unos 400 m. desde el embarcadero.
Para comer en Luxor vale la pena probar el restaurante Sofra (sharia Mohamed Farid , 90 - Luxor), situado en una casa de 1930 decorada con buen gusto. Buena comida local en un ambiente muy acogedor y relajado y con unos precios muy razonables.
QENA (pronunciado Quina) es una ciudad del Alto Egipto que se encuentra junto al Nilo, a unos 64 km al norte de Luxor. En nuestro caso sólo fue un lugar de paso para visitar el cercano y extraordinario templo de Dendera. Al bajar del tren en la estación de Qena la policía nos vino a preguntar adonde íbamos y por un momento pensamos que tendríamos problemas por el hecho de ir de forma independiente o que nos obligarían a ir con escolta, pero por suerte nos dejaron marchar y continuar a nuestro aire.
Templo de Dendera (pronunciado Déndera). Se trata en realidad de un recinto de 40.000 m² que incluye varias construcciones y que está situado a unos 5 km de Qena. Este complejo, en especial el Templo de Hathor, su templo principal, es uno de los mejor conservados, si no el que más, de todo Egipto, ya que estuvo varios siglos sepultado en la arena hasta que lo desenterró el francés Auguste Mariette, a mediados del s. XIX. De las construcciones que podemos ver la más antigua es del s. IV a.C., pero también se puede apreciar la huella de los romanos en varias ampliaciones que hicieron con posterioridad. Alrededor del recinto aún se conserva un enorme muro de ladrillo con una altura de 8 a 10 metros.
El templo de Hathor es una verdadera maravilla y no dudamos en calificarlo como el gran descubrimiento de este viaje, siendo el mejor de todos los que hemos visto en Egipto por su tamaño, calidad de los grabados y colores y estado de conservación. Además se puede recorrer casi todo él, de abajo arriba, ya que posee sótanos, criptas (se accede por un angosto paso), terrazas (se puede subir al tejado del templo), pasadizos y escaleras, cosa que lo hace único entre todos los templos del antiguo Egipto. A cada paso descubrimos una nueva maravilla, con preciosas figuras aún pintadas de color en techos y paredes. También vale la pena rodearlo por fuera para apreciar sus gárgolas y grabados en la pared exterior. Además de este templo principal, también forman parte del recinto el templo de Isis, el lago sagrado, los cimientos de adobe del sanatorio, los Mammisi (maternidad) romano y de Nectanebo I, o una basílica copta del s. V, entre otros. En resumen, se trata de un lugar im-pre-sio-nan-te, que no dudamos en recomendar muy mucho.
La entrada cuesta 35 LE (con ISIC son 20 LE). A diferencia de otros lugares de Egipto aquí el entorno alrededor del templo está bastante cuidado, es tranquilo y bonito. Visitamos el recinto durante algo más de 2 horas, la mayor parte de las cuales estuvimos completamente solos. Por haber no había ni alguien que nos quisiera vender algo. Parece increible para ser Egipto...
LUXOR es una ciudad situada a orillas del Nilo, unos 200 km al norte de Asuán, y está edificada sobre las ruinas de la antigua Tebas, la que fue capital del Imperio Nuevo del Antiguo Egipto durante unos 1.500 años.
En Luxor destacan los grandes templos de Luxor y Karnak, los Colosos de Memnon, así como el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, las necrópolis de la ribera occidental del Nilo donde fueron enterrados los faraones y nobles del Imperio Nuevo de Egipto. Los monumentos de la antigua Tebas y sus necrópolis son Patrimonio de la Humanidad desde 1979.
Nosotros ya habíamos visitado Luxor en un viaje anterior, por lo que remitimos al relato de ese viaje para más información sobre Luxor. En esta ocasión, el escaso tiempo que estuvimos en Luxor lo dedicamos a recorrer la Corniche, callejear por el zoco, disfrutar de la puesta de sol sobre el Nilo y las escarpadas montañas de la orilla occidental, o ver el templo de Luxor con iluminación nocturna.
En la estación de Luxor tomamos el primer tren que pasa en dirección a El Cairo para bajarnos en la ciudad de Minya (37 LE en 2ª clase). Desde la ventanilla del tren disfrutamos de los bellos paisajes rurales del valle del Nilo, con sus campos de caña de azúcar o arroz, salpicados de campesinos, camellos y asnos, palmeras, y el siempre presente río Nilo con las montañas del desierto algo más allá, ... Y hay tiempo de sobra para disfrutarlo, porque en este trayecto de unos 430 km empleamos casi 7 horas en llegar a Minya (especialmente lento fue el tramo de Qena a Sohag).
En el King Akhenaton Hotel (El Horria St - Minya; tel. 086 2365918) pagamos 145 LE por una habitación doble, con baño privado, TV, A/A con bomba de calor y vistas laterales sobre el Nilo. En el precio se incluye el desayuno. Tiene la ventaja de estar muy bien situado, frente a la Corniche y el río Nilo, pero este hotel, como muchos en Egipto, está ya algo decrépito.
En una esquina de la calle Al-Gomhoriyya, junto al restaurante Savoy, hay un mini-restaurante donde se hacen pollos asados, patatas fritas, etc. para llevar y en el que se come bien, aunque el sitio es básico. En Midan Mahatta, frente a la estación de tren, hay una bonita pastelería donde poder tomar un té y comer algo dulce. En la Corniche, unos 200 m. al norte de Al-Gomhoriyya, está el bar-restaurante Seven Eleven, un sitio bastante moderno, de ambiente muy agradable y animado, donde parece concentrarse la gente joven de Minya, con abundancia de mujeres cristianas (sin velo) y parejas. Muy recomendable.
MINYA (pronunciado Ménia) es una ciudad del Alto Egipto situada sobre la orilla occidental del río Nilo, unos 245 km al sur del Cairo. En el pasado la ciudad fue un centro algodonero y de esa época de esplendor han quedado algunos edificios que pertenecieron a ricos empresarios del algodón. Aproximadamente la mitad de su población es cristiana copta.
En los años 90 del siglo pasado Minya fue el centro de una importante rebelión islamista contra el gobierno egipcio que dejó la zona fuera de límites para los viajeros. Afortunadamente hoy día estos problemas parecen superados y sólo se da algún caso de violencia sectaria entre musulmanes y coptos. En cualquier caso, al poco de registrarnos en el hotel apareció un policía que quería conocer nuestros planes de visita en la ciudad. Contestamos con evasivas y antes de que reaccionara ya nos habíamos escapado, tras lo cual hizo un breve intento de seguirnos mientras maldecía nuestra sombra (en árabe, eso sí). Apreciamos los esfuerzos del gobierno egipcio en velar por nuestra seguridad, pero lo cierto es que no nos gusta ir escoltados. En general, notamos que en las poblaciones del valle del Nilo, entre Cairo y Asuán y excluyendo los centros turísticos, a las autoridades egipcias no les parece gustar mucho ver viajeros independientes que se mueven sin su control y lógicamente preferirían que todos fuéramos organizados.
En Minya no hay gran cosa a ver, pero es un lugar fantástico y super-tranquilo para partir el largo viaje por tierra entre Luxor y Cairo. Vale la pena darse un paseo por la Corniche arbolada y ajardinada, desde donde podremos ver la larga isla Banana en mitad del Nilo y también el llamativo edificio en obras que algún día albergará el Museo de Minya. Al final de la Corniche encontramos un impresionante edificio neoclásico de color blanco donde reside el Gobernador de la región. En la calle Al-Gomhoriyya se pueden ver algunos interesantes y bonitos edificios del s. XIX, aunque ahora estén bastante deteriorados y venidos a menos. En la calle que parte de Midan Tharir hacia el sur de la ciudad está el animado zoco, donde sorprende ver la gran cantidad de pastelerías que hay. Aún más sorprende el hecho de poder pasear por el zoco sin sentirse asediado por vendedores, como en Asuán o Luxor, y ser el foco de atracción por la novedad, suponemos, de ver dos guiris paseando tranquilamente por él. Es más, mucha gente se dirigió a nosotros con un cortés «Welcome» y una sonrisa de oreja a oreja. Una vez más se hace evidente la diferencia entre los lugares ya acostumbrados al turismo y los que no. Por todo ello Minya merece al menos una parada, aunque sea breve.
En la terminal de autobuses de la compañía Upper Egypt de Minya tomamos un autobús a El Cairo (20 LE) primera hora de la mañana. El autobús que nos tocó en suerte era muy viejo y la calefacción ya no funcionaba, por lo que, hasta que el sol no empezó a calentar, el ambiente dentro del autobús era gélido. Fuera, la diferencia térmica entre el aire y las aguas del Nilo y canales adyacentes era tan acusada que estas humeaban, formando una espectacular capa de niebla de sólo 2-3 metros de altura sobre los campos circundantes. Muy curioso.
Tras pasar por Gizah y ver una vez más sus famosas pirámides, llegamos a la terminal de autobuses Aboud, en el distrito Shubra de El Cairo, tras 4 horas de viaje para recorrer una distancia de 247 km por una carretera bastante buena y con algunos controles policiales (aunque no llegamos a parar en ninguno de ellos).
Desde la terminal Aboud, lejos del centro, un taxi a la zona de Talaat Harb (al Hotel Luna por ejemplo) cuesta 10 LE.
Ver el apartado EL CAIRO en esta misma guía.
Para ir al aeropuerto de El Cairo tomamos el autobús urbano nº 400 que sale desde una pequeña terminal que se encuentra medio escondida entre el excalextric formado por los viaductos de las avenidas 6 de Octubre y Ramses. Esta terminal se encuentra a sólo 10-15 minutos andando desde el Hotel Luna. El autobús nº 400 funciona las 24 horas (día y noche), mientras que el nº 356, que también sale de esta misma terminal, funciona sólo hasta las 23:00. El primero no tiene A/A y cuesta 0.5 LE, mientras que el segundo sí tiene y vale 2 LE. Es conveniente conocer los numeración arábiga (ver imagen adjunta) para poder identificar los autobuses, puesto que el rótulo con el nº que llevan delante sólo está en árabe. También se puede preguntar por el autobús a alguien en la terminal y cruzar los dedos...
Con poco tráfico, por ejemplo de madrugada, el autobús tarda unos 40 minutos en llegar a la terminal 1. Si nuestro vuelo sale de la terminal 2, la vieja, habrá que tomar el shuttle-bus gratuito que cada 30 minutos conecta las dos terminales y cuya parada está indicada y ante la terminal. Si se va con prisas y no se puede esperar este autobús lanzadera entonces se puede tomar un taxi para el trayecto entre las dos terminales, pero hay que estar dispuesto a pagar lo que pidan. En general, en Egipto es recomendable siempre ir sobrados de tiempo porque puede pasar de todo.
Iniciamos la vuelta a casa con un vuelo a Estambul de Turkish Airlines (1.250 km, 2 horas). Tras una espera de 2,5 horas en el aeropuerto Atatürk de estambul embarcamos en otro vuelo de la misma compañía que nos lleva a Barcelona tras recorrer otros 2.260 km (3 horas 15 min de vuelo).