El solo nombrar Irán nos trae a la cabeza imágenes de la información que consumimos a través de los medios de comunicación. Atentados, guerras, terroristas, mujeres condenadas a morir apedreadas, etc. Entonces, como es posible viajar tranquilo en Irán?.
Bueno, muy lejos de esta información controlada y amarillista que recibimos, el país es un lugar totalmente seguro para cualquier turista. No es que lo descubrimos una vez allá, sino que nos informamos y motivamos mucho gracias a unos amigos iraníes que hicimos en Australia.
Turísticamente hablando, el país tiene atractivos de sobra con los restos de una historia marcada por el imperio Persa. En 25 días de viaje recorrimos pueblos en medio del desierto; las ruinas de Persépolis, capital del imperio Persa; el caos de su capital, Teherán; Isfahan, considerada la ciudad más bella de Medio Oriente; bazares y casas de te milenarias; mausoleos sagrados donde cientos de personas rezan, lloran y dejan plata en muestras de un fanatismo irracional; mezquitas de una arquitectura impactante y muchas cosas más.
Pero por sobre cualquier cosa, con lo que uno se queda de Irán es sin dudas con su gente. Esta hospitalidad tiene algunas explicaciones, por lo que notamos la razón principal es la preocupación que tienen acerca de la mala imagen que tiene su país en el exterior, van a querer mostrarte que la gente es distinta y que lo que hacen los gobiernos poco tiene que ver con ellos. Otro motivo es que para los religiosos cualquier invitado es un enviado de Alá, si sos su invitado van a atenderte de la mejor manera. Otro tema es que al no recibir muchos turistas, te transformas en una gran atracción. Habíamos escuchado muy buenos comentarios acerca de la amabilidad de los iraníes, pero realmente es inimaginable...
Del 1 al 26 de noviembre de 2010.
Día 1: Gold Coast (Australia) - Kuala Lumpur (Malasia)
Día 2: Kuala Lumpur - Teherán (Irán)
Días 3 y 4: Teherán
Día 5: Teherán - Kerman
Días 6 y 7: Kerman
Día 8: Kerman - Yazd
Día 9 y 10: Yazd
Día 11: Yazd - Shiraz
Día 12: Shiraz
Día 13: Shiraz - Isfahan
Días 14-16: Isfahan
Día 17: Isfahan - Kashan
Día 18: Kashan
Día 19: Kashan - Qazvin
Día 20: Qazvin - Ghazor Khan (Valle de Alamut)
Día 21: Ghazor Khan - Rasht
Días 22 y 23: Rasht
Día 24: Rasht - Teherán
Día 25: Teherán - Kuala Lumpur (Malasia)
Día 26: Kuala Lumpur - Gold Coast (Australia)
La moneda de Irán es el Rial, que al momento del viaje el cambio era 1 USD = 10.400 Rial. Para complicar la vida de los turistas, los iraníes le sacan un cero a la cifra de los riales y a eso lo llaman Tomán.
Por ejemplo, 10.000 riales serían 1.000 tomanes. La confusión llega al momento de pagar, ya que al principio, al no conocer el precio de las cosas, es muy difícil darse cuenta si el precio te lo están diciendo en rial o tomán.
Es muy útil aprenderse los números en persa, ya que en zonas no tan turísticas los precios están indicados solamente con estos números. Acá les copiamos los números para que vayan familiarizándose con ellos. El idioma persa se lee de derecha a izquierda.
Es necesario contar con dinero en efectivo ya que debido a su política exterior no hay acceso a cuentas internacionales, ya sea en cajeros o como tarjeta de crédito. Solamente son aceptadas en algunos hoteles de lujo o negocios de venta de alfombras. Tampoco se aceptan los cheques de viajero.
+ 990 USD (Vuelos Gold Coast (Australia) - Kuala Lumpur (Malasia) - Teherán (ida y vuelta))
+ 650 USD (Comida, alojamiento, transporte, etc)
= 1.640 USD (asto total de viaje por persona)
Es necesario sacar el visado de Irán con bastante anticipación, ya que en nuestro caso tardó más de un mes y medio. El trámite lo hicimos a través de la embajada de Irán en Canberra (Australia), pero fue necesario contratar a una agencia para obtener un número de referencia que nos permite iniciar el trámite con la embajada. Lo realizamos con la agencia Iranianvisa.com, de la que teníamos buenas referencias pero nosotros no la recomendamos ya que demoraron 1 mes más de lo que nos dijeron y no nos mantuvieron al tanto de los motivos. Una vez obtenido este número el trámite fue sencillo.
El costo de la visa fue de 115 USD a la embajada más 35 Euros a la agencia.
Desplazarse por Irán es muy barato gracias al bajo costo del combustible. En un solo tramo utilizamos el tren nocturno, y el servicio fue muy bueno. Pero los autobuses son más frecuentes y con mayor amplitud de recorrido, por lo que si nos acostumbramos a la forma de conducir de los iraníes, esta será la mejor opción.
No hay ninguna vacuna obligatoria ni necesaria para viajar a Irán. El agua corriente se puede beber en casi todo el país y también disponemos de bebederos públicos con agua fría.
¿Terroristas? ¿Atentados? ¿Bombas? ¿Iraaaaan? Esas pueden ser las preguntas que nos hagan cuando anunciemos nuestro viaje a Irán, pero, a diferencia de lo que muchos pueden pensar debido a los preconceptos, es un país muy seguro para el turista. Simplemente que nos quieren hacer tener una imagen de Irán (y de Medio Oriente en general) como un lugar peligroso, pero eso está muy lejos de la realidad.
Nos sentimos seguros en todo momento, inclusive de noche. Siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos. Cualquier persona que habla aunque sea un poquito de inglés se acerca al turista para preguntarle cuál es la opinión acerca del país y de su gente, ya que quieren cambiar la imagen que tienen los países occidentales acerca de ellos y por eso les interesa nuestra opinión.
El mayor riesgo es el tránsito, sobre todo en las ciudades, ya que ni conductores ni peatones respetan las normas.
Una palabra que describe la comida de Irán es joshmasé (delicioso). Si uno tiene la suerte de ser invitado a una casa iraní las comidas van a ser muy abundantes y variadas. Una vez en la casa, llega la infaltable bandeja con té y fruta. Muchas veces veníamos llenos de otra casa y tratábamos de evitar la fruta, pero no hay caso: se te quedan parados con la bandeja esperando que agarres algo, y si agarras una sola te van a llenar el plato con 4 ó 5. Si ven que no comes la fruta agarran una, te la pelan y te la dan, "come, come, ¿o no te gusta?" "si me gusta, pero estoy lleno" "no, no estás lleno, come, si no comes es porque no te gusta" mientras le ponen sal a un pepino para cuando termines la fruta que te cortaron.
El té es la bebida número uno, todos te van a invitar varias tazas. Lo más curioso es no sólo las cantidades de azúcar que le ponen, sino cómo la consumen. Se ponen uno o dos cubos de azúcar en la boca y toman el té mientras los cubos se les disuelven en la boca. Para nosotros eso era demasiada azúcar para un solo trago, con un solo cubo para todo el te estaba bien, pero ni se te ocurra poner el cubo adentro de la taza... "nooo, esto se toma así" y te muestran como.
Sin tiempo para recuperarte de tanta fruta, todos nos sentamos en el piso alrededor de un mantel porque la comida está lista, y ahora sí en cantidades industriales. Primero y principal, te tenés que llenar el plato con montañas de arroz (berensh) y arriba de éste poner todo lo demás. Por suerte, la comida es riquísima, muy elaborada, carnes que pasan horas cocinándose en salsas y muchos guisos. Pero no se piensen que solo hay una variedad para elegir, en la mesa vas a tener al menos 3 tipos de comida diferente. En la gastronomía persa toda comida tiene que combinar lo frio con lo caliente, por lo que a todo lo anterior se le suman ensaladas, pickles, yogurt sin sabor y dug (bebida a base de yogurt, agua y hierbas). Al igual que con las frutas, van a esperar que comas siguiéndoles el ritmo, pero para un estómago medio eso es imposible. De la cocina siempre se encargan las mujeres, está mal visto que un hombre lo haga. Y después de tanta comida, otra vez, mas té y mas fruta!!.
Al contrario de los placeres caseros, la oferta en las calles no es tan variada. Si queremos comer algo rápido nos tendremos que limitar a sanguches, pizza o kebabs, los cuales cansan después de unos días.
Acá les dejamos una lista de comidas para no perderse, buscando un poco todas se pueden encontrar en restaurantes.
• Fesenjun: carne o albóndigas con salsa de granada y avellanas. En el sur es agridulce, en el norte es salado.
• Aubergine Bademga: puré de berenjenas con salsa de queso.
• Dizi o Abgusht: guiso de carne con porotos (judías verdes). Se come de una manera particular. Primero se sirve el jugo al que se le agregan trocitos de pan. Después de comer esto se pisa la carne y las verduras con un mortero hasta que queda como un puré y se come.
• Gorme Sabzi: guiso - pasta de verduras y carne.
• Tachin: pollo horneado con arroz, el cual queda crocante.
• Kalepache: sopa de cabeza y pierna de oveja. Se come en el desayuno, no es para cualquier paladar!!.
• Quime Nasar: guiso de cordero.
• Mirza Gasemi: puré de berenjenas, típico del norte.
• Kebabs: brochette de carne, pollo o pescado hechas a la parrilla. Se sirven con pan o con arroz.
Y ahora los dulces...
• Bastani: helado, el clásico es el de azafrán, que es más rico de lo que suena.
• Ab javish bastani: helado con jugo de zanahoria.
• Gaz: turrón con pistacho y otras frutas secas. Típico de Isfahan.
• Faludé: se vende en las heladerías, es un postre hecho con fideos vermicelli y almíbar.
Todas las mujeres mayores a 9 años deben usar el hijab, que es el código islámico de vestimenta, incluso las turistas. Lo único que puede quedar descubierto son las manos y la cara y se debe usar ropa holgada que no marque la figura del cuerpo.
No es tan complicado como parece: se puede usar un jean (patalón tejano), una remera (camiseta) larga o vestido que nos oculte la figura del cuerpo y, por supuesto, un pañuelo cubriendo la cabeza. En verano esto puede resultar muy incómodo, ya que las temperaturas son muy elevadas.
Para los hombres no hay tantas restricciones, pero sí se debe andar siempre en pantalón largo. Los shorts son utilizados solamente por niños o para realizar deportes. Se puede usar remera de manga corta.
Irán es un país donde el hombre siempre tuvo más privilegios que la mujer y tienen un pensamiento muy machista. A su vez, se defienden diciendo que la reglamentación en cuanto a la vestimenta de las mujeres se debe a que las tratan como joyas y no quieren que sean vistas por otros hombres con malos pensamientos. La realidad es que las mujeres de a poco fueron ganando su lugar y ahora toman puestos de trabajo que antes eran exclusivamente de hombres, entre otras cosas, aunque hay algunos lugares que quedan restringidos solamente para el uso de los hombres, como por ejemplo la mayoría de los bares donde se fuma la pipa de agua.
Como mujer viajera no hay ningún problema ni peligro si cumplimos con la obligada vestimenta. En muchas mezquitas es necesario el uso de chador (túnica que cubre de la cabeza a los pies, dejando libre solo la cara) para poder ingresar (entrar), pero éste se puede conseguir prestado en las puertas de éstas.
Si se viaja con un hombre lo más probable es que si alguien se acerca en la calle a hablarnos y éste es hombre, todas las preguntas se van a dirigir a él, incluso si son sobre nosotras. Pero si la pareja es invitada a comer a una casa, los dos van a ser tratados como hombres honorables.
En la época que fuimos el clima fue muy agradable, con temperaturas de entre 20°C y 25°C en promedio en las ciudades de Teherán y hacia el sur, siendo un poco más fresco en el norte. El clima es muy seco, solamente tuvimos dos días de lluvia y eso fue en la ciudad de Rasht, en el norte.
A pesar de no tener grandes resultados, los iraníes son fanáticos del fútbol, y a pesar de no tener una liga muy vistosa siguen muy de cerca a sus equipos, a diferencia de la mayoría de los países asiáticos dónde sólo se interesan por las ligas europeas. El conocer algo de su fútbol nos acerca mucho a su gente y es tema de conversación con cualquier hombre. Sorprenderemos a cualquiera si le nombramos a sus jugadores más conocidos: Mahdavikia, Ali Karimi o Nekounam, y más aún si le preguntamos lo que para nosotros fue un as en la manga: "¿Persepolis (pronunciar Perspolis) o Esteghlal?". Estos son los dos equipos más importantes y casi los únicos en cuanto a afición, es muy útil para poder intercambiar algunas palabras con quienes no hablan inglés.
También se apasionan mucho con la lucha libre, lucha grecorromana, judo y todo tipo de artes marciales, deportes en los que tienen muy buenas participaciones.
Irán. Ed. Lonely Planet, edición 2008. Fue muy útil ya que en algunos lugares la infraestructura turística no es mucha y es muy difícil conseguir mapas, aunque algunos datos de hoteles y restaurantes estaban desactualizados.
Día 1. Viajamos desde Australia, por lo cual tomamos un vuelo desde la Gold Coast (Australia) a Kuala Lumpur (Malasia) con Air Asia, ciudad donde pasamos la noche.
Día 2. Tomamos el vuelo de la misma compañía que nos llevaría hasta el aeropuerto Imam Khomeini en Teherán. Cuando está aterrizando el avión, en el caso de las mujeres, es necesario cubrirse la cabeza para poder pasar por inmigración.
No hay transporte público que nos lleve del aeropuerto a la ciudad, por lo que es necesario tomar un taxi. Pero, como estaba planeado, nos estaba esperando Hassan, el hermano de Fazel, un amigo nuestro en Australia, con su hijo y su sobrina. El único que habla un poco de inglés es el hijo, lo cual complica la comunicación.
Nos llevaron a su casa (donde nos alojamos), que quedaba en Varamin, a una hora de Teherán. Allí nos estaba esperando su mujer, Fatime, su otra hija, Negar y sus padres. Todos están muy felices de que estemos allí y no dejan de mirarnos y sonreír. No hay palabras para describir el trato que recibimos de parte de ellos.
Nos recibieron con la típica canasta de fruta, luego había una cena muy rica y abundante. Nos vamos a dormir con dolor de panza por la cantidad de comida que habíamos probado!.
Día 3. Nos dedicamos a recorrer Varamin. Fue muy interesante el recorrido, ya que al estar con ellos pudimos ver muchas cosas que no hubiésemos visto solos. Visitamos la mezquita Jameh (que es la más importante de cada ciudad, donde se reúnen para realizar el rezo de los viernes, día sagrado en el islam), la cual fue construida hace 700 años. También nos llevaron a la antigua fortaleza Ghala Gabrie, donde hoy sus terrenos se utilizan para el cultivo de vegetales. Del antiguo fuerte solo quedan las paredes exteriores.
A la noche fuimos a comer a la casa de otros familiares de nuestro amigo, que nos trataron de maravilla y hasta sin conocernos nos dieron regalos para que nos llevemos. La hospitalidad iraní es algo que remarcaremos en todo el viaje.
Día 4. Nos despertamos y nos esperaba una sorpresa muy grande: estábamos invitados a un casamiento!. Por supuesto que dijimos que si, aunque algo preocupados por no contar con la ropa adecuada, pero después nos enteramos que en realidad no era un casamiento, sino el primer aniversario, que se festeja a lo grande.
Pero todavía nos quedaba todo el día por delante, así que nos llevaron a recorrer Teherán, donde visitamos el Palacio Golestan (entrada 33.000 rial), que es un conjunto de edificaciones que reflejan la gloria de la época Qajar, hoy convertido en museo. Después de recorrer las diferentes salas del museo nos fuimos a almorzar al tradicional restaurante Khayyam, cuya especialidad era el tan famoso dizi (descrito anteriormente en el apartado Comida de esta guía). Frente a éste se encuentra la mezquita y mausoleo Imamzadeh Seyyed Nasreddin, que al ser una de las primeras que recorrimos nos gustó mucho.
Ya estábamos a media tarde y había que volver a Varamin para prepararnos para el gran evento. Como esperábamos, desde el momento en que llegamos todas las miradas se posaron en nosotros, a lo cual ya nos íbamos acostumbrando, pero esta vez eran más que nunca.
Ni llegamos a sentarnos que ya estaba lista la omnipresente bandeja con té y frutas, desde reuniones informales hasta casamientos o imaginamos cenas con el líder supremo Ali Jamenei, nunca falta. La escena se podría describir de la siguiente manera: los hombres todos sentados por un lado con una cara de aburridos que solo se les cambiaría al momento de la comida; las mujeres en su mayoría sentadas rodeando la pista de baile todas mirando hacia esta; en la pista principalmente las jóvenes, muchas de ellas sin el velo; la música a un volumen exagerado repitiendo los mismos tres (quizá cuatro) temas una y otra vez durante toda la noche; la madre de la novia insistiendo a todos para que se animasen a bailar, hasta que...
...Claro, llegó el turno de los turistas, como se iban a perder la oportunidad de ver a los argentinos intentando bailar al estilo persa. Vimos como lo hacían ellos, nos hicimos rogar un poco y al final accedimos. El baile no tiene mucho misterio, basado principalmente en el movimiento constante de las muñecas, lo cual no está mal para las mujeres, pero hacen ver afeminado hasta al más macho de los hombres. Después de un rato de baile pensamos que ya habíamos cumplido con nuestra cuota de la noche, pero no para la mamá de la novia, quien nos insistiría una y otra vez hasta el cansancio.
Lo más raro para nosotros fue el momento de abrir los regalos. La novia, quien opacó de protagonismo a su marido, se paró frente a todos y fue abriendo los regalos uno por uno. Éstos se limitaron a fuentes para comida (entendible necesidad) y plata (dinero). Y acá viene la parte más llamativa, la novia agarraba un sobre con dinero, lo contaba y decía en voz alta algo así como: "El abuelo Mohamad nos regala 500.000 riales!! Viva el abuelo!!!", "La tía Fatime... uhh sólo 100.000, que pasó tía??".
Así siguió la noche, entre baile femenino, esa sensación de me parece que alguien nos está mirando, y mucha comida. Sin duda una gran experiencia que no hubiésemos podido vivir de no haber sido por la familia de nuestro amigo y por la hospitalidad y amabilidad de los iraníes.
Día 5. Durante el día nos llevaron a visitar a toda la familia de nuestro amigo, aunque no nos pudiésemos comunicar muy fluidamente, ellos disfrutaban que nosotros estuviésemos en sus casas y nos atendían como invitados de honor. A las 5 de la tarde nos tomamos el tren nocturno (160.000 Rial, coche cama) que nos llevaría hasta la ciudad de Kermán, 1.040 km al sur. La familia que nos alojó nos acompañó hasta el mismo tren, por miedo a dejarnos solos!. Nos despedimos de ellos, pero sólo por un tiempo ya que los volveremos a ver al final del viaje.
Día 6. Llegamos a Kermán a las 7 de la mañana y nos dirigimos al Omid Hotel (100.000 Rial la noche por la habitación doble con baño compartido). Las opciones de alojamiento para mochileros en esta ciudad son escasas, pero traten de evitar éste porque es muy malo.
Por suerte, estuvimos solo unas horas ya que más tarde contactaríamos a Ali Reza por medio de Couchsurfing, una red que permite unir a viajeros de distintos lugares del mundo y muchas personas ofrecen alojamiento gratuito a los viajeros a cambio de una experiencia cultural. Así que fuimos a su casa, donde nos recibieron sus padres ya que él estaba trabajando. Su mamá, Sara, muy simpática y su papa, Baba Ali, hablaba un muy buen inglés, a pesar que con el correr del día se va haciendo más difícil entenderle ya que nunca deja de fumar su pipa de opio Afgano.
Como Ali Reza no llegaría hasta la noche, dejamos las cosas y fuimos a recorrer el mercado, que tiene varios atractivos. El mercado en sí nos gustó mucho, chiquito pero muy lindo, y además allí se encuentra el Hamam-e Ganj Ali Khan, que es una antigua casa de baño, hoy convertida en museo. Otro hamam aloja a la casa de té más linda que visitamos en todo Irán, llamada Hamam-e Vakil Chaykhaneh, absolutamente recomendable. Casi todos los días tienen música en vivo por la tarde y se pasa un rato muy agradable. El té sale 10.000 riales, es decir, un dólar. Cuando paramos en unos de los negocios del mercado para preguntar dónde comprar un adaptador para nuestro enchufe, el dueño mandó a uno de sus empleados en bicicleta al único negocio de la ciudad donde lo vendían, mientras nos invitó una taza de té y se ofreció a pasearnos por algunos atractivos de Kerman que se encuentran más alejados. Al volver con el adaptador no quería que se lo paguemos y además nos invitó a cenar a su casa. A pesar de que estas actitudes a turistas no son inusuales, no dejarían de sorprendernos.
Volvemos a la casa de Ali Reza, donde su mujer nos prepara una cena tradicional y luego nos quedamos conversando de la situación política de Irán, las mujeres, los jóvenes, etc.
Día 7. Por cuestiones de tiempo, teníamos que elegir entre ir a la antigua fortaleza de Rayen o a los Kaluts, enormes castillos de arena que se encuentran en el desierto Dasht-e-lut. Nos inclinamos por éste último y Ali nos arregla la excursión con un amigo de él que nos lleva esa misma tarde por 50 USD entre los dos, ya que queda a más de 100 km de distancia. Como teníamos la mañana libre, visitamos la biblioteca nacional y la torre de hielo, construcción en forma de cono que la utilizaban para almacenar el hielo durante el invierno y les duraba hasta el fin del verano. Hoy funciona la oficina de turismo allí dentro.
Por la tarde nos pasa a buscar Mohamad, el chofer que nos llevará a los Kaluts con su esposa Fatime, que es estudiante para traductora de inglés. De camino, nos muestran la parte antigua de Kermán y paramos en un mirador llamado el techo de la ciudad, donde las vistas son alucinantes. Ahora sí, sacadas las fotos necesarias, partimos rumbo a éstos castillos de arena, que nadie sabe bien cómo se formaron, aunque la teoría más difundida dice que fue producto de la erosión.
Cuando estábamos llegando, nuestro chofer se pierde y nos lleva al camping, que se encuentra a 20 km de los kaluts en sí. Cuando llegamos a este lugar nos dice, "Kaluuuuuts!!" y nosotros tratando de explicar que ese no es el lugar donde queríamos ir, sino que queríamos ver los castillos de arena, y el nos señalaba que era ahí, pero no veíamos nada más que los lugares para acampar. Ahí nos damos cuenta que para él también era la primera visita. Por suerte había un hombre ahí que le explicó que ahí no eran los castillos de arena sino que faltaban 26 km, los cuales tuvo que hacer muy apurado porque ya estaba anocheciendo y nuestra idea era ir a ver el atardecer al desierto, pero a este ritmo llegaríamos ya de noche.
Finalmente llegamos a los Kaluts 20 minutos antes de que anocheciera, así que pudimos aprovechar las vistas y realmente vale la pena la visita al lugar.
Día 8. Por la mañana nos tomamos un bus a la ciudad desértica de Yazd, que tarda 6 horas y sale 45.000 rial. Nos alojamos en el Silk Road Hotel, lugar muy conocido entre los mochileros, lo que hace que suba el precio. Pagamos la doble 30 USD con desayuno, pero para eso tuvimos que regatear, sino salía por 40 USD. El lugar es muy lindo y también tiene restaurante, aunque éste último no lo recomendamos dado a que es bastante más caro que otros y las porciones son muy pequeñas.
Al atardecer aprovechamos para caminar por la ciudad, pero en especial por la parte antigua. Yazd es conocida por las llamadas badgir, que son torres de ventilación que se encuentran en muchas casas y funcionan como un aire acondicionado natural. No llevan electricidad, sino que están diseñadas de manera tal captan hasta la más mínima brisa de aire, y luego éste pasa por una pileta de agua fría antes de ingresar en las casas.
Día 9. Para hoy contratamos en el hotel una excursión a los alrededores de Yazd, a los pueblos de Chak-Chak, Meybod y Kharanaq. Nos salió 15 USD cada uno, con un chofer-guía, y compartimos el auto con un chico japonés que también estaba en el hotel.
Empezamos el recorrido visitando Kharanaq, aproximadamente a 70 km de Yazd. La ciudad vieja tiene más de 1.000 años de antigüedad y hoy se encuentra casi deshabitada, y decimos "casi" porque vive una sola mujer que no quiere dejar su casa. El resto de la población, de entre 700 y 1.000 habitantes, vive en la parte nueva. Apenas llegamos nuestro chofer-guía pidió la llave de la mezquita (a cambio de una propina de 10.000 a los guardias) y pudimos acceder a los minaretes, que, como tantos otros del país, tiene la cualidad de que tiemblan. Para comprobar esto subimos por una angosta y claustrofóbica escalera interior, al llegar a su cúpula lo agitamos y sentimos el balanceo.
Luego de lograr descender del minarete, caminamos por las callejuelas de la ciudad antigua hasta llegar a un acueducto que está conectado a un qanat (canales que realizan con una técnica milenaria para poder transportar el agua de un lugar a otro).
Después de haber estado unas dos horas en Kharanaq nos dirigimos a Chak-Chak, un pueblo sagrado para los zoroastras. El zoroastrismo fue la primera religión monoteísta del mundo y en ella se basaron el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Este lugar solo está habitado por sus dos cuidadores. Cuenta con un templo y edificaciones vacías para alojar a los peregrinos que durante el 14 al 18 de Junio (época de celebración religiosa) vienen de distintas partes del país. Esos son los únicos cuatro días en que el pueblo se encuentra cerrado al público. Para ingresar hay que abonar una entrada de 10.000 riales por persona y luego subir una serie de escalones que nos conducen hacia el templo.
Ahora nos dirigimos a Meybod, el más urbanizado de los tres lugares que recorrimos en el día de hoy. También nos concentramos en la ciudad vieja, que tiene más de 1.800 años de historia. Visitamos un caravanserai, que son los lugares donde las caravanas que transitaban la ruta de la seda encontraban un lugar para dormir y comercializar sus productos, hoy convertido en museo. En frente se encuentra una de las tantas torres de hielo que quedan a lo largo del país, como la que habíamos visto en Kerman. Pero lo más impactante de este pueblo quedaba aún por verse: el castillo Narein (entrada: 2.000 rial por persona). Fue construido entre el año 224 y 642 d.C. Desde su terraza ofrece vistas increíbles de toda la ciudad vieja.
Comenzamos el regreso a Yazd, mientras conversamos con el chofer-guía de la situación de la mujer en Irán, y dándonos cuenta de cuán cerrado que era, disminuyéndolas y apoyando muchas desventajas en cuanto a los hombres, por lo que decidimos cambiar de tema.
Esta excursión es muy recomendable, y si se cuenta con tiempo, vale la pena quedarse a dormir en Kharanaq. Hay un hotel que es de los mismos dueños del Silk Road Hotel en Yazd, así que se puede realizar la reserva por medio de ellos.
Por la noche fuimos a cenar al restaurante tradicional Hammam-e-Khan, construido en una antigua casa de baño. Muy recomendable por su comida y ambiente.
Día 10. Hoy decidimos salir a caminar para conocer a fondo la ciudad de Yazd. Por lo que comenzamos en el complejo Amir Chakhmaq (entrada 3.000 Rial por persona). Es uno de los símbolos de la ciudad. Por dentro no hay nada, pero se puede subir a sus balcones y terrazas para obtener buenas vistas de la ciudad y de sus torres de ventilación. En la parte de abajo hay una galería con kababis, negocios donde se venden los tan típicos kebabs, y una pequeña mezquita.
Ahora sí nos adentramos en las callejuelas de la ciudad antigua, sin duda lo más fotogénico de Yazd. A pesar de haber algunos atractivos que no deben perderse, lo que más se disfruta es caminar sin rumbo por las angostas calles, observando sus construcciones de adobe, todavía habitadas. Algunos de los puntos de interés son la prisión de Alejandro Magno (que hoy funciona como escuela), la tumba de los doce imanes (que se encuentra al lado de la anterior), el mausoleo Bogheh-Ye Sayyed Roknaddin (en el cual sólo se permite la entrada a mujeres y es necesario llevar chador). El a veces útil centro de informes se encuentra en esta parte de la ciudad también. Para nosotros no lo fue, pero para otros puede serlo. Ya estaba anocheciendo y para terminar nuestro recorrido decidimos ir a la mezquita Jameh, cuyo portal es uno de los más altos del país, acompañado por dos minaretes de 48 metros cada uno.
Por la noche, paseamos por el bazaar, donde predominan las joyerías, pero siempre darse una vuelta por estos lugares es una interesante visita.
Día 11. Nos tomamos un bus a Shiraz que tarda 6 horas y sale 70.000 riales. Siempre buscando lo que más se ajuste a nuestro bolsillo, encontramos el hotel Esteghlal, donde la habitación doble con baño privado cuesta 18 USD.
Shiraz es conocida como la ciudad de las flores, de los jardines, de los poetas, del amor... Fue el corazón de la cultura persa por más de 2.000 años y la capital del país entre 1747 y 1779, época en la que se construyeron o restauraron sus edificios más bellos.
Como ya había anochecido (en esta época del año a las 17:30 ya está oscuro) reservamos el taxi para que nos lleve a Persépolis al día siguiente y nos vamos a caminar por el bazaar-e Vakil. Es muy recomendable recorrerlo tranquilo, ya que es muy pintoresco, sobre todo la sección de alfombras. También dentro del mercado hay un antiguo caravanserai que fue remodelado para alojar a varios puestos de souvenirs. Junto a la entrada a esta parte del bazar hay un puesto que vende helados, donde se puede conseguir el postre faludé y el ab javish bastani (mencionados anteriormente en este relato).
Día 12. Como habíamos acordado el día anterior, a las 7.30 nos pasa a buscar el taxi que nos llevará a recorrer el complejo de Persépolis y las tumbas de Naqsh-e Rostam y Naqsh-e Rajab. Para hacer este recorrido nos cobra 280.000 riales.
Persépolis es sin dudas uno de los platos fuertes del viaje y no defrauda si uno sabe de antemano en el estado que se encuentran las ruinas. Lo primero que sorprende no son sus reliquias, sino el precio de la entrada: 5.000 riales!! (0,50 dólares). Desde hace unos años que el gobierno decidió terminar con lo que se conocía como doble precio por el cual los turistas pagaban hasta 10 veces más el precio establecido para locales, lo cual hace que las entradas a museos o sitios históricos sean realmente muy económicas.
También nos sorprende que el joven que vende las entradas nos pidiera nuestro mail, con la cantidad de turistas que pasan todos los días, y a pesar de que pensamos que lo perdería al día siguiente, luego de un tiempo nos envió sus saludos.
A pesar de quedar devastado casi por completo después del incendio provocado por Alejandro Magno, la grandiosidad del lugar se puede ver en sus enormes columnas, sus escaleras decoradas con detallados bajorrelieves, sus esculturas y principalmente en la majestuosa Puerta de todas las Naciones.
Una muy buena vista de todo el complejo se obtiene desde las tumbas reales, ubicadas en las laderas de las montañas que rodean Persépolis y que eran utilizadas como barrera de protección natural.
Es muy aconsejable llegar a la mañana temprano para evitar que nuestras fotos salgan con el clásico grupo de japoneses de fondo.
También de interesante visita es el museo, aunque su precio no tenga relación con el de la entrada, 5.000 riales que disparate!!.
Todo el que visite Persépolis no se puede ir sin darse una vuelta por las tumbas de Naqsh-e Rostam (5.000 riales). Cuatro tumbas gigantes en forma de cruz excavadas en la roca que te dejan sin aliento, debajo de estas los bajorrelieves describen distintos hechos de la historia del imperio Persa, todo muy bien explicado en los paneles que están en frente.
Mucho menos espectaculares son los relieves de Naqsh-e Rajab (3.000 riales), pero ya que estamos por ahí no está de más la visita.
Por la tarde, de vuelta en Shiraz, decidimos ir a conocer el Aramgah-e Sha-e Cheragh, que es el complejo donde se encuentra el mausoleo de uno de los hermanos del Iman Reza (es como si fuese el hermano de uno de los apóstoles para el cristianismo). Todos los familiares de los imanes descansan en mausoleos similares, con mucha decoración y a toda hora se ven fieles rezando en la sala. Este lugar solamente permite el acceso a los musulmanes, pero pudimos entrar sin problema. Es necesario llevar chador, que se consigue prestado en una ventanilla cerca de la entrada. Una vez que ingresamos al complejo, nos sentamos en un patio central antes de ingresar a la sala donde se encuentra el mausoleo y se nos acerca a hablar un joven local que se prepara para guía de turismo, con el fin de practicar su inglés. Hablamos un rato, hasta que nos dice que nos acompaña a la sala, entonces, hombres por un lado y mujeres por otro, ingresamos. Una cortina separa la parte de las mujeres y de los hombres. Dentro se puede observar mucha gente llorando, y todos queriendo tocar el mausoleo. También le ofrendan dinero, lo que hace que junto a éste se encuentre un colchón de billetes. Nos quedamos un ratito y decidimos salir, pero el chico local nos pidió que lo esperemos afuera porque él quería rezar. Cuando sale, se acerca un amigo de éste y se une a la conversación, aunque no hablaba inglés por lo que el otro hacía de traductor.
Les dijimos que queríamos ir a la mezquita de los mártires y ellos se ofrecen a acompañarnos. Comenzamos a caminar, y, aunque estábamos yendo en una dirección contraria a la que indicaba el mapa, ellos aseguraban que sabían dónde era. Mientras tanto, nos hacían muchas preguntas y algunas nos ponían algo incómodos, como por ejemplo, "¿Cuánta plata trajeron al viaje?", "¿Cuánto ganan en su trabajo?" Y más de ese estilo, a lo que respondimos que no nos gustaba hablar de dinero (y menos con extraños!). Muchas otras veces más nos harían preguntas de este estilo durante el viaje, después nos explicaron que lo hacen para ver cómo están ellos en relación al resto del mundo. Bueno, seguimos caminando y nos llevan por unos callejones muy angostos, y por lo que supusimos que la mezquita no iba a estar por ahí y comenzamos a sospechar, por lo que les decimos... ¿la mezquita es por aquí? A lo que responden, "ah, la mezquita, ehm, si", e intenta abrir una puerta de algo que parecía una mezquita abandonada, y por supuesto, estaba cerrada. Pero como ya nos sentíamos bastante incómodos les dijimos que no importa, que otro día iríamos a la mezquita de los mártires y que ahora queríamos ir a otra, y también se ofreció a acompañarnos, pero su amigo se tenía que ir, entonces vino él solo. Caminamos un rato y cuando llegamos a la otra mezquita nos dijo que se tenía que ir, y se fue.
Aunque por momentos desconfiamos en este caso, la gente es muy amable y siempre intenta ayudar a los turistas. A la noche fuimos a cenar al restaurante Haji Baba con Álvaro y Rafa, dos madrileños que conocimos cuando fuimos a conectarnos a internet.
Día 13. El primer plan para hoy es visitar la mezquita Nasir-ol-Molk, una de las más populares para los turistas. La entrada sale 15.000 riales. Lo que más llama la atención es la sala principal, cuyos azulejos y vidrios de distintos tonos de azules y rojos le dan un toque particular.
Por la tarde decidimos caminar hasta la tumba del poeta Hafez, uno de los seres ilustres más importantes del país, que se encuentra a 3 km del centro de la ciudad. De camino, aprovechamos para visitar la madraza Khan y también para almorzar unos kebabs de carne. Una vez en destino, abonamos la entrada de 5.000 riales e ingresamos a los jardines, que están muy bien mantenidos, hasta llegar a la parte central donde se encuentra la tumba. Es tal el fanatismo de los iraníes que se acercan a darle su respeto recitando alguno de sus poemas o simplemente leyendo algún libro de él.
Ya de regreso en el centro de la ciudad visitamos la fortaleza Karim Khan, que fue construida cuando Shiraz era la capital del país. Justo enfrente hay una heladería tradicional, por lo que aprovechamos para deleitarnos con un bastani.
Día 14. Dejando atrás a Shiraz, nos tomamos un bus a la joya de Irán... Isfahan. Tardamos 7 horas en llegar y el trayecto nos cuesta 65.000 riales.
Los iraníes, cuando hablan de esta ciudad, dicen Isfahan, nesf-e jahan, que significa, Isfahan, la mitad del mundo. Tal vez sea un poco exagerado afirmar esto, pero sin duda es una de las ciudades más lindas que hemos visitado en nuestros viajes. Es la tercera ciudad más grande de Irán y, por lejos, la que más turistas atrae.
Nos alojamos en el hotel Amir Kabir, donde la habitación doble con baño compartido sale 20 USD. Como todavía es temprano, nos dedicamos a hacer una caminata por la ciudad. Comenzamos visitando la mezquita Hakim, la más antigua de Isfahan, cuyo portal data 1.000 años de antigüedad. Luego ingresamos al bazar, donde almorzamos un gorme sabzi en un restaurante donde se juntaban todos los puesteros. Al salir de éste nos topamos con el minarete de la mezquita Ali, de 48 metros de alto. Seguimos caminando y llegamos a la Mezquita Jameh (entrada 5.000 riales), que si bien es el lugar donde se hace la oración de los viernes, a diferencia de otras ciudades está muy lejos de ser la más atractiva, aunque cabe destacar que es la más grande del país.
Ya estaba anocheciendo y la plaza del Imam nos llamaba. Así que nos dimos una vuelta, pero sólo para tener el primer vistazo ya que al día siguiente la recorreríamos en detalle.
Día 15. Nos esperaba un día cargado de visitas, por lo que decidimos empezar temprano y juntar las fuerzas necesarias desayunando unas clásicas masitas persas que se consiguen en cualquier panadería y están para no perderse. Se venden por peso y por 20.000 riales tenemos para todo el día!. Ahora sí ya estábamos listos para dejarnos deslumbrar...
La plaza del Imam es la segunda más grande del mundo, solamente superada por la Tiananmen en Beijing, China. Comenzamos visitando el palacio Ali Qapu (entrada 5.000 riales). Ex residencia del Shah Abbas I, a quien le debemos el legado de esta plaza, ya que durante su reinado -comenzado en 1587- se construyeron estas obras de arte. Desde el balcón del palacio tenemos las mismas vistas que tenía el Shah en épocas en que la plaza era una cancha de polo. El rey quería que su palacio fuese impresionante ante las otras edificaciones de la época, lo cual logró mandándolo a construir de 6 pisos y 48 metros de alto. Muchas de las valiosas pinturas que lo decoraban fueron destruidas durante la época Qajar, y las pocas que quedaban tuvieron el mismo destino a partir de la revolución de 1979, pero aun así vale la pena recorrer sus distintas salas, de las cuales la de música en el piso superior fue la que más nos gustó.
Justo frente al palacio se encuentra la mezquita Lotfollah (entrada 8.000 riales), sin duda nuestra preferida junto a la mezquita del Imam. Las vistas de su cúpula al atardecer son increíbles. Esta mezquita es distinta a todas las que habíamos visto hasta ahora ya que no tiene un patio central, sino que se accede a su sala de oración mediante un pasillo. Una vez que llegamos ingresamos, nos deslumbramos con el trabajo en sus paredes y en el techo.
Y frente a nosotros, un inmenso portal de entrada de cerámica azul nos da la bienvenida a la tan esperada mezquita del Imam (entrada 5.000 riales). Para poder ingresar es necesario que las mujeres usen el chador, que puede pedirse prestado en el lugar donde se saca la entrada. En su interior, se respira paz, salvo cuando fuimos nosotros, ya que estuvimos acompañados por un grupo de chicas de un colegio en excursión que corrían por todo el patio central, sumado al trabajo de los obreros que desarmaban los andamios luego de una restauración. Pero a pesar de todo esto, pudimos disfrutar de la grandiosidad del lugar.
Y si pensábamos que eso era todo en cuanto a la plaza del Imám nos equivocábamos: el bazar que la rodea es de los más atractivos y aprovechamos para comprar souvenirs que luego mandaríamos a casa por encomienda. Si piensan en comprar recuerdos, éste es el lugar indicado y una frase clave a la hora del regateo es Jeili guerune!, que significa "muy caro" en persa. Los vendedores se sorprenden mucho cuando uno la dice, y se convencen en bajar un poco el precio.
Por la noche paseamos por Julfa, el barrio armenio, de interesante visita ya que se ve otra cara de la ciudad. Acá predomina el cristianismo como religión y las mujeres son más flexibles con el código de vestimenta islámico impuesto en el país. Después de caminar por sus calles, cenamos en el restaurante del Hotel Julfa, aunque no lo recomendamos por su mala relación calidad-precio.
Día 16. Este día nos encontramos con Mohsen, el primo de Omid, otro de nuestros amigos iraníes en Australia, quien nos acompañará todo el día por su ciudad. El primer lugar al que nos lleva es al puente Si-o-Seh, que con sus 33 arcos también cumple la función de represa. Según nos cuenta Mohsen, hasta hace unos años sus arcos inferiores estaban colmados de casas de té, pero actualmente el gobierno, a quien no le gusta mucho la idea de que su pueblo se divierta, decidió dejar solamente una en funcionamiento. Ahí pasamos un buen rato tomando unas sopas y comiendo pochoclo, mientras vemos el agua pasar. Este es un lugar que, como su nombre lo indica, Sí-o-Sí hay que visitarlo.
Más tarde se suma Mohamad, un amigo de Omid, a la recorrida. Con él vamos al otro de los puentes que no se pueden pasar por alto, en este caso el puente Khaju. Es aún más impactante que el anterior y una visita nocturna es más que recomendable ya que los jóvenes locales se juntan a recitar poemas o cantos típicos, dado que la acústica que ofrecen los arcos es muy buena. Aunque los jueves es el día donde más jóvenes se pueden ver, nosotros fuimos un miércoles y tuvimos la suerte de poder ver dicho ritual.
Durante el resto del día estuvimos recorriendo la ciudad con ellos, mientras Mohamad nos ofrecía fruta una y otra vez. Una buena opción para rechazar sutilmente la exagerada hospitalidad iraní es decir del dert, que significa dolor de panza o, si eso no funciona, esjal, que significa diarrea.
Por la noche, fuimos a cenar a la casa de los padres de Omid. Allí nos estaban esperando con su hija y su nieta para deleitarnos con un gorme sabzi, bagali joresht (guiso de porotos, manteca y ajo) y mucho berensh.
Día 17. Por la mañana nos tomamos un bus a Kashan, que tarda dos horas y sale 32.500 riales. Aunque la guía Lonely Planet incluya el Golestan Inn en su lista de alojamientos, éste se encuentra cerrado, pero en la misma cuadra donde se encontraba está la guesthouse Gochariyan, que también aparece en la guía, donde la doble cuesta 140.000 riales. El dueño de este lugar no habla nada de inglés, nosotros tuvimos la gran suerte de que lo estaba visitando un amigo que vive en Dinamarca que nos ayudó en todo momento. De no ser por él, creemos que se puede complicar. A destacar de este lugar, sus colchones. La guía los describe como camas de piedra, pero creemos que se queda corta, por eso decidimos dormir en el piso de alfombra usando las frazadas y toallones como colchón, ahora sí, que comodidad!!.
Al salir a pasear por la ciudad notamos una particular tranquilidad y se debía a que era el primero de 3 feriados (días festivos) religiosos seguidos. Esto tuvo sus pro y sus contras. Por el lado negativo, cuando fuimos a pasear por el mercado, estaba todo cerrado, dando la sensación de ciudad fantasma. Pero lo positivo fue que las calles estaban muy tranquilas, sin el constante caos de tránsito que caracteriza a las ciudades iraníes.
Kashan es famosa por sus casas tradicionales, que fueron construidas en el siglo XIX. Muchas de ellas fueron reconstruidas y están abiertas al público. Nosotros visitamos la casa Borujerdi, de la cual cuenta a historia que un mercader llamado Borujerdi se quería casar con una chica de la clase alta, entonces, cuando le pidió la mano al padre de ésta, le dijo que podría casarse solo si vivían en una casa igual o más linda que la de él. Es por eso que este mercader le mandó a construir semejante casa, donde todavía se pueden observar muchos de sus detalles.
Muy cerquita de estas casas se encuentran las murallas de la ciudad antigua, que valen la pena visitar ya que se puede subir y tenemos vistas muy lindas de la ciudad.
Más tarde visitamos la mezquita y madraza Agha Bozorg, que tienen la particularidad de estar distribuidas en dos pisos: en la planta baja la madraza y en el primer piso la mezquita.
Caminando por la ciudad a la noche nos encontramos con una de esas oportunidades que no se pueden dejar pasar. Delante nuestro teníamos lo que tanto buscábamos, un puesto que vendía el famoso Kalepache!!. Ahora había que animarse a comerlo... Generalmente se sirve como desayuno, pero para nuestros estómagos eso significaría una hospitalización casi segura, por lo que preferimos comerlo en la cena. Como explicamos anteriormente en la sección Comida de esta guía, es un guiso muy grasoso hecho con la todas las partes de la cabeza y piernas de la oveja (incluyendo los ojos). El chef, muy simpático nos hizo un mini tour por el lugar, llevándonos a ver los freezers y la cocina. Con la panza llena y el corazón contento, nos fuimos a ver el partido de Argentina - Brasil que pasaban en directo en una pizzería.
Día 18. Hoy nos pasaba a buscar Reza, el taxista que nos llevaría a Abyaneh, un pueblo ubicado en las cercanías de Kashan, a 2.235 metros de altura. Éste lugar tan fotogénico se caracteriza por sus construcciones de color rojo que dominan todo el paisaje. La tranquilidad de Kashan tenía una razón... parece que todos los habitantes de la ciudad estaban de paseo por Abyaneh!. Pero igualmente eso no opacó la belleza del lugar. Se puede visitar la mezquita, que ofrece muy buenas vistas a las montañas circundantes, pero lo mejor es dejarse perder por sus callejones.
El taxi para esta excursión por 5 horas nos costó 25 USD. Recomendamos al taxista, que se publicita a sí mismo como cheap taxi Reza. Es conocido en Kashan y también sale publicado en la Lonely Planet.
De vuelta en Kashan pasamos por el mausoleo Habib Ibn-e Musa, donde se encuentran los restos de algún familiar del Imam y de Shah Abbas I. Pobre de él si viera donde descansa, con todo lo que hizo por el país!.
Día 19. El próximo destino era Qazvin, pero como para llegar a destino no hay ningún bus directo, tuvimos que hacer una parada en Qom (1:30 horas, 20.000 riales). Al averiguar por los buses a Qazvin nos informan que el próximo salía en 4 horas. Teníamos la opción de tomar un taxi para visitar el mausoleo de Fatime (hermana del Imam Reza), lugar que le da a la ciudad el prestigio de ser la segunda más sagrada después de Mashad. Pero resulta que no había consigna y tampoco queríamos andar cargados de acá para allá. Por lo que decidimos pasar las horas de espera en un puesto de la terminal saboreando el té más feo del viaje y unos sanguches que no se quedaban atrás.
El recorrido a Qazvin (40.000 riales) duró 5 horas debido a que era el fin de los tres días de feriado, pero generalmente se hace en menos tiempo.
Llegamos a Qazvin por la noche y nos alojamos en el recomendable hotel Khaksar, junto a los jugadores de un equipo de fútbol que estaban muy emocionados gritándonos "Messi, Messi!". De lo mejor que estuvimos por su precio (150.000 riales la habitación doble). El dueño del lugar, muy amable, se comunicó con varios taxistas para conseguirnos el mejor precio para el viaje a Gazor Khan (Valle de Alamut), ya que no hay transporte público que haga este recorrido.
Día 20. Después de 2 horas de viaje (35 USD) por sinuosas rutas de montaña, llegamos al pequeño pueblo de Gazor Khan, rodeado de mitos y leyendas.
Nos alojamos en el "hotel" Koosaran, que básicamente es una habitación para cinco personas en la casa de una familia local. Esa noche tuvimos el lugar para nosotros solos y pagamos 80.000 riales cada uno. Nos encontramos con que los libros de visitas estaban llenos de mapas muy detallados para hacer caminatas por los alrededores. Copiamos algunos de ellos y nos dispusimos a recorrer uno de los lugares más enigmáticos de este país de película... el castillo de los Asesinos.
Esta es la historia de Hassan Sabbah, un tipo que hace alrededor de mil años aterrorizó Medio Oriente, y todo ello desde su castillo-refugio en lo alto de las montañas. Junto a su secta de fieles tomaron como víctimas a personajes de alto rango de la época, creyendo que al hacerse con sus vidas los esperaría el paraíso. Se dice que para lograr esto, Hassan les daba grandes dosis de hachís y les mostraba jardines paradisíacos. Cuentan en el pueblo que la palabra "asesino" tiene su origen en esta historia, ya que a la secta se le daba el nombre de Hashashin (por las altas dosis de hachis) o assasins. El amigo Hassan vivió aquí hasta su muerte.
Lo que queda del castillo se encuentra excavado en lo alto de una roca a la cual se accede después de una ardua subida. Actualmente se está trabajando en las excavaciones para su reconstrucción, lo cual le saca un poco de misterio a la visita.
En el Valle de Alamut hay otros castillos que pertenecieron a la secta, pero este es el más importante. Todos fueron destruidos por los Mongoles en 1256 para dar fin a esta escalofriante historia. Si no hubiese sido por las recomendaciones de Álvaro y Rafa posiblemente hubiésemos salteado este lugar, pero finalmente fue una gratísima sorpresa.
Día 21. Nos despertamos varias horas antes de lo previsto, ya que a las 5am los llamados a la oración de la mezquita se escuchaban como si el parlante estuviese dentro de la habitación.
Para la vuelta a Qazvin tomamos un savari (taxi compartido) por la módica suma de 60.000 riales cada uno. Desde la terminal de la ciudad emprendimos viaje a Rasht en bus (40.000 riales, 4 horas).
La ciudad de Rasht se encuentra en la provincia de Guilan, a pocos kilómetros del mar Caspio, lo que hace que nos encontremos con un clima y una vegetación totalmente distinta a la del resto del país. No nos extraña que para escaparse del calor los iraníes elijan la costa del Caspio para pasar sus vacaciones, debido a las bajas temperaturas, las precipitaciones casi diarias y el verde de sus paisajes.
Al llegar a destino nos esperaba Massoud, amigo de Omid (nuestro amigo en Australia), y dueño de un instituto de inglés del cual también es profesor. A la noche nos llevó a cenar, junto a su socio Hamed, a un restaurante donde pudimos deleitarnos con el afamado Mirzagasemi y otras delicias locales como las pavarde ceituns (aceitunas con pasta de ajo), yogurt con berenjena, kebab de pescado del cual se extrae el caviar y torsht kebab (carne con vegetales y mucho limón).
Día 22. Por la mañana nos encontramos con los alumnos del instituto de Massoud que estaban con muchas ganas de mostrarnos su ciudad. Primero fuimos al Museo de Patrimonio Rural de la provincia de Guilan. No sabemos el precio de la entrada porque, como cada vez que estuvimos con algún iraní, no nos dejaron pagar nada, por más que uno insista no hay caso, es una ofensa para ellos, pero lo que sí sabemos es que con el ticket se puede permanecer en el museo solamente por 45 minutos, que es lo que dura la visita guiada. Si se desea quedarse más tiempo recorriéndolo, se debe abonar otra entrada, y eso fue lo que te tuvimos que hacer, porque es muy grande y no alcanza el tiempo para ver todo. Aquí se muestran los diferentes estilos de vida de las sociedades rurales de la provincia de Guilan.
Al mediodía nos encontramos con Massoud nuevamente y todos juntos tomamos rumbo hacia Masuleh, un pueblo alucinante a una hora de Rasht, pero antes haciendo una parada en Fuman, donde compramos unas galletitas típicas del lugar, recién horneadas. Tienen un relleno de avellana, jengibre, azúcar y huevo. Ahora sí, ya estábamos listos para seguir viaje...
Después de andar por una ruta de montaña donde la niebla cubría nuestra visión llegamos al tan esperado Masuleh. Es un pueblo construido en la montaña y está tan empinado que el techo de una casa es la vereda de la que se encuentra construida más arriba. Al ser un lugar muy turístico no vamos a tener que buscar mucho para encontrar dónde comer o dónde sentarnos a tomar un té para apreciar las vistas del pueblo. Las casas son de color amarillento y dan un toque particular al paisaje, contrastando con el verde de la montaña.
Por la noche fuimos invitados a cenar a la casa de Hamed. Si tuviésemos que hacer un ranking de nuestras mejores cenas que tengamos memoria, seguramente esta estaría entre las primeras. Su madre nos preparó una gran variedad de platos locales y estaba tan contenta de que estemos ahí como lo que estábamos nosotros con toda esa comida tradicional.
Entre los platos podemos destacar el fesenjun del norte, gorme sabzi, bagali joresht, pickles de ajo, salmón ahumado, y yogurt, entre otras cosas. Todavía se nos hace agua la boca al recordar ese día...
Día 23. El día de hoy, Sina y Mohamad, alumnos de Massoud, nos llevaron a conocer el castillo Qaleh Rudjan, un lugar no muy frecuentado por los extranjeros, pero que vale mucho la pena.
Realmente no teníamos muchas expectativas de este lugar, ya que la guía no lo destacaba demasiado y además la lluvia y la niebla que había ese día no ofrecían una de las mejores vistas. Pero igualmente decidimos subir los 1.000 escalones resbaladizos que nos separan de la cima. Los iraníes se autoproclaman los reyes del picnic y acá lo comprobamos. Previo a esta excursión paramos a comprar una gran variedad de comida, pero lo mejor estaba por venir. Al llegar al castillo nos encontramos que éste se encuentra en muy buen estado, y hasta nos dimos el lujo de disfrutar del picnic en el interior de una de sus torres, que nivel!.
Día 24. Dejamos atrás Rasht para tomarnos un bus que nos llevará hasta Varamin (6 horas, 60.000 riales), donde nos espera la misma familia que nos recibió el primer día en el aeropuerto. El chofer y su acompañante estaban muy preocupados al saber nuestro destino, ya que, al no ser un lugar turístico no cuenta con ningún tipo de infraestructura hotelera, y nos preguntaban: "Varamin???". Lamentablemente no sabíamos cómo explicarles que íbamos a la casa de una familia.
Cuando llegamos, estaban muy ansiosos para que les contemos nuestras aventuras por su país, así que nos quedamos charlando con ellos. Sería nuestra última noche en Irán.
Día 25. Nos levantamos temprano para disfrutar nuestro último día, porque el avión salía por la tarde. Hoy es día festivo, ya que celebran otro feriado religioso (uno más y van...). Comenzamos el día recorriendo algunos lugares que habían quedado en el tintero. Luego nos esperaba el gran almuerzo familiar para celebrar la ocasión. Cuando entramos nos encontramos con aproximadamente treinta personas, algunas caras conocidas, otras no, pero todos tenían los ojos puestos en nosotros. Todos se acercaron a saludarnos como si fuéramos sus familiares, muy afectivos. Se reían mucho con los conocimientos de su idioma que habíamos adquirido durante el viaje y, fieles a su costumbre, nos traían mucha comida.
Luego del gran banquete nos despedimos y, para nuestra sorpresa, muchas de las mujeres se pusieron a llorar por nuestra partida. Sentían en nosotros un vínculo directo con su querido Fazel (nuestro amigo que vive en Australia).
La hora pasaba y teníamos que ir al aeropuerto. Al llegar, Hassan, siempre tan preocupado por nuestra seguridad, llamó a un amigo que trabaja ahí para que nos acompañara después de hacer el check in, ya que ellos no podían ingresar. Nosotros le tratamos de explicar que no hacía falta, que podríamos manejarnos solos, pero no hubo caso.
Así se terminó este hermoso viaje, lleno de anécdotas y experiencias. Nos queda la gratísima satisfacción de haber vivido desde bien adentro sus costumbres y haber podido compartir la mayor parte del viaje con gente local, tanto conocidos como extraños que en todo momento se acercaron a nosotros. Irán es un país totalmente apto para el turismo, que espera con los brazos abiertos, pero que lamentablemente sufre del prejuicio de muchos.