Hay dos aspectos que definen fuertemente el talante de Móra d'Ebre: su legado histórico, fruto de la convivencia de tres culturas -la cristiana, la judía y la árabe, que da nombre a la población así como a su fiesta más popular, la Mora Morisca- y que tiene en los restos del castillo su máximo exponente, y la permanente compañía del río Ebro.
La ruta aborda ambas vertientes de la ciudad, así como parte de su patrimonio cultural más contemporáneo. Las amplias panorámicas de la zona ribereña que se divisan desde el castillo y el Calvari completarán el itinerario.
El punto de partida en Móra d'Ebre de la caminata es el Passeig del Pont, bajo el puente de arcadas, que, construido en 1943, se ha convertido en una de las imágenes más emblemáticas e identificativas de Móra d'Ebre.
En el centro del paseo se yergue un monumento dedicado a los sirgadores, esculpido por el artista local Joan Segú Riba en 1997, que contiene una alabanza al río Ebro, al que se denomina «Carrer Major de Móra d'Ebre».
Se sigue por el paseo bordeando el río aguas arriba. Después de la Plaça de Baix y por el Passeig de l'Ebre se accede al área recreativa de L'Aubadera, una magnífica zona de ocio arbolada a orillas del Ebro, situada junto a la antigua plaza de toros, que tiene cerca un pequeño embarcadero.
Se deshace el camino hasta encontrar de nuevo la Plaça de Baix, en la que debe contemplarse la iglesia prioral de Sant Joan Baptista, restaurada en los años cincuenta del pasado siglo y de una sola nave, y la Casa de la Vila, actual sede del Ayuntamiento.
Se sube por el Carrer de la Palla y hay que desviarse a la derecha por el Raval de Jesús hasta encontrar los restos del castillo en lo alto de una colina, que conserva aún dos torres y las murallas exteriores (es visitable en los meses de verano). Cerca se encuentra la ermita del Calvari, de reducido tamaño, situada en una meseta que, como el castillo, es un espléndido mirador de la ciudad, la cubeta de Móra y el paso del río Ebro.
Se sigue el paseo retomando el Carrer de la Palla hacia arriba hasta girar, a mano izquierda, por el Carrer de Santa Madrona, y se empieza a bajar. Al llegar a un cruce de cuatro calles, bautizado por los habitantes como Els Quatre Cantons, hay que tomar la calle de la izquierda y entrar en la Plaça de Dalt.
Aquí puede verse la casa solariega de Montagut de l'Era (del siglo XVIII), uno de los edificios más destacados de la ciudad, y el monumento dedicado al conocido escultor local Julio Antonio obra del también oriundo Santiago Costa.
Se baja por el Carrer del Doctor Peris y se toma, a la derecha, el escalonado Carrer del Convent, que sube a la Plaça de Filomena Ferrer, un tranquilo y recogido lugar de gran belleza adornado con una fuente que cuenta con la majestuosa presencia del convento de las Mínimes, construido en 1883, y la iglesia del Sagrat Cor.
Hay que bajar de nuevo por el Carrer del Doctor Peris y coger, a mano izquierda, el Carrer de la Llibertat hasta llegar al punto inicial del recorrido: el Passeig del Pont.
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