Esta es la guía y relato de un viaje por libre de 13 días a Mauricio, visitando única y exclusivamente la isla de Mauricio, la isla principal de este estado insular.
Mauricio, ubicado en el suroeste del océano Índico, es un estado que consta de varias islas y atolones. La isla de Mauricio es la más grande de ellas, con un 91% de la superficie. La siguiente en tamaño es la isla de Rodriges, situada a 560 km al este de la primera.
Nos hubiera gustado poder incluir la isla Rodrigues en este viaje, puesto que teníamos muy buenas referencias, pero con los pocos días disponibles que teníamos preferimos centrarnos solo en la isla de Mauricio.
Rodrigues queda pendiente para otra ocasión y será una buena excusa para volver a Mauricio, un lugar que nos ha gustado mucho por su combinación de historia, diversidad cultural, naturaleza y playa.
Debido a la proximidad geográfica con la isla de Reunión (ambas forman parte del archipiélago de las Mascareñas) e, incluso, con las islas Seychelles, se podría pensar que hay una gran similitud entre ellas, pero nada más lejos de la realidad. Las particularidades geográficas, además de las históricas y culturales, de cada una de ellas justifican por sí solas su visita. Por lo tanto, en este caso no se aplica aquello de «vista una, vistas todas!!».
Del 26 de diciembre de 2024 al 7 de enero de 2025.
Día 1: Barcelona → →
aeropuerto JED (Yeda, Arabia Saudí)
Día 2: aeropuerto JED (Yeda, Arabia Saudí) → →
aeropuerto MRU (Mauricio) - La Gaulette
Día 3: La Gaulette - Chamarel - St Martin - Grand Bassin - Bois Chéri - Domaine de St Auben - Gris Gris (Souillac) - monumento Maconde - La Prairie / Le Morne Brabant - La Gaulette
Día 4: La Gaulette - Tamarin - Cap Malheureux - Trou aux-Biches - Port Louis - Flic-en-Flac - La Gaulette
Día 5: La Gaulette - Black River Gorges N. P. - Bassin Blanc - St Martin - Le Morne - La Gaulette
Día 6: La Gaulette - ascensión a Le Morne Brabant - La Preneuse - Tamarin - Le Morne - La Gaulette
Día 7: La Gaulette - Le Morne - Alexandra Falls - Bois Chéri - Blue Bay - Pointe d'Esny - Mahébourg - Grand Vieux Port - Blue Bay
Día 8: Blue Bay - Pointe d'Esny - Mahébourg - St Hubert - cascada Eau Bleu (Cluny) - Blue Bay
Día 9: Blue Bay - Domaine de Labourdonnais - Jardín Botánico SSR (Pamplemousses) - St. Pierre - Moka (casa Eureka) - Curepipe - volcán Trou aux Cerfs - Blue Bay
Día 10: Blue Bay - La Vallée de Ferney - Domaine des Aubineaux - Port Louis - Albion - Trianon - Blue Bay
Día 11: Blue Bay - cascada Grand River South East - Poste de Flacq - Belle Mare - Palmar - Trou d'Eau Douce - Blue Bay
Día 12: Blue Bay - Le Bouchon - La Cambuse - Blue Bay - aeropuerto MRU → →
aeropuerto JED (Yeda, Arabia Saudí)
Día 13: aeropuerto JED (Yeda, Arabia Saudí) → →
Barcelona
La moneda oficial de Mauricio es la rupia de Mauricio (abreviada como Rs o MUR).
Es posible pagar con tarjeta de crédito o débito en la gran mayoría de lugares de Mauricio. Aun así, es conveniente disponer siempre de efectivo en rupias de Mauricio por si acaso. Nosotros solo cambiamos 200€ en una oficina de cambio de la terminal de llegadas del aeropuerto internacional Sir Seewoosagur Ramgoolam, justo al aterrizar en Mauricio, y con las rupias obtenidas tuvimos de sobra para todos los días de nuestra estancia en la isla.
La mejor forma de obtener moneda local en efectivo es a través de los cajeros automáticos que hay en varios lugares de la isla, y mejor si se utiliza una tarjeta de débito como las N26 o Revolut, por ejemplo, ya que las comisiones pagadas son inferiores a las que se pagan con una tarjeta de crédito convencional.
Es conveniente utilizar los cajeros (ATM) de los grandes bancos que operan en Mauricio, como el MCB (Mauritius Commercial Bank), el Bank of Baroda, el SBM (State Bank of Mauritius) o el MauBank.
Si algún cajero en Mauricio te pregunta si quieres aceptar o rechazar la conversión de divisas, entonces, para evitar comisiones adicionales, selecciona la opción «Decline/Without Conversion» o «Charge in MVR». De esta manera se aplicará el tipo de cambio que haga Visa o Mastercard (dependiendo de tu tarjeta) y evitarás que sea el cajero automático el que aplique su propio tipo de cambio, el cual será menos conveniente para tus intereses.
El cambio que obtuvimos en la oficina de cambio del aeropuerto fue de 1 € = 48,1 MUR, mientras que los pagos con tarjeta el cambio aplicado fue ligeramente mejor, entre 48,3 y 49 MUR por euro, dependiendo del cambio del día aplicado por Visa. Ver cambio actualizado en Eur -> MUR
Para visitar Mauricio los ciudadanos de la Unión Europea no necesitan un visado si la estancia en el país es inferior a los 90 días. Solo es necesario presentar un pasaporte vigente y con una validez mínima de seis meses.
Antes de viajar a Mauricio se recomienda completar en línea el formulario Mauritius All in One travel form el cual, una vez completado, genera un documento PDF con un código QR. También se aconseja llevar empresa una copia en papel y presentarla a los funcionarios de Sanidad en la llegada al aeropuerto de Mauricio.
Nosotros llevábamos impresa la copia en papel de este documento, aunque nadie nos la pidió. En cualquier caso, también se puede rellenar una vez allí usando el teléfono inteligente conectado a la red Wifi del aeropuerto.
Antes del viaje habíamos reservado, a través del portal Booking.com, un apartamento con cocina (self-catering) en la costa occidental de la isla y otro en la costa oriental, repartiendo las noches de nuestra estancia en la isla de Mauricio entre los dos.
Podríamos haber optado por reservar un único alojamiento para todos los días, pero debe tenerse en cuenta que la isla es suficientemente grande y las distancias pueden implicar tiempos de conducción elevados a causa de la propia red de carreteras.
Así, si vuestro objetivo es recorrer toda la isla de Mauricio en general, como era nuestro caso, es buena idea reservar dos o más alojamientos en puntos estratégicos de la isla para minimizar los recorridos.
La Gaulette. Nos alojamos cinco noches en el Otium, en uno de los tres apartamentos disponibles, ubicado en la zona de La Gaulette, muy cerca de Le Morne Bravant, en la costa suroeste de la isla. El lugar es muy tranquilo y el apartamento está bien equipado y es muy confortable, con todo lo que necesitábamos. Tiene una pequeña terraza/jardín exterior privada. No tiene vistas, pero esto ya lo sabíamos. Eso sí, es conveniente disponer de vehículo porque no hay casi nada cerca para ir a pie.
Sus propietarios, Valentina y su marido, son muy atentos y os ayudarán en lo que necesitéis. Por un precio de 75 €/noche su relación calidad precio es muy buena. Lugar muy recomendable.
Esta ubicación es ideal para visitar Le Morne, el parque nacional Black River y, en general, la costa sur y parte de la occidental. Estar tan cerca de Le Morne nos permitió poder ir cada día y disfrutar de un lugar tan increíble.
Blue Bay. Las otras cinco noches nos alojamos en la Villa Soleil d'Eté. Se trata de un apartamento con cocina, habitación doble y sala de estar, todo en un único espacio, así como un baño y una pequeña terraza exterior. Está ubicado en Blue Bay, a unos 350 metros de la playa de Blue Bay, a 1 km de la playa de Pointe d'Esny y a 3 km de Mahébourg, en la costa oriental.
La ubicación del alojamiento permite explorar fácilmente la costa oriental, así como la zona central y norte de la isla. También es conveniente su proximidad al aeropuerto, a 11 km, y al centro comercial Bo'Valon, a 4 km.
Por un precio de 130 €/noche en aquellas fechas nos pareció demasiado caro para lo que ofrecía, sobre todo comparándolo con el anterior. Además, las fotos que aparecen en la web del establecimiento pueden resultar engañosas porque el apartamento que tuvimos no era el que aparecía en la mayoría de fotos, sino el adyacente. El apartamento no nos convenció.
• Avión / vuelo internacional. Desde Europa hay unas cuántas compañías que vuelan a la isla de Mauricio en vuelo directo o haciendo escala en algún aeropuerto intermedio. En cualquier caso, desde Barcelona (o Madrid) no hay ningún vuelo directo y habrá que hacer siempre una o más escalas en aeropuertos europeos o de la península arábiga.
Entre las compañías que volaban a Mauricio desde Europa en las fechas de este viaje se encontraban: Air France, Emirates, Saudia Airlines, British Airways, Air Mauritius, Corsair o Austrian Airlines, entre unas pocas más.
Eso sí, en los periodos de vacaciones escolares en Europa, sobre todo en el pico del verano y durante las fiestas navideñas, los precios de los vuelos a la isla de Mauricio se disparan, puesto que son periodos con una alta demanda de plazas.
Nosotros empezamos a buscar vuelos solo unos dos meses antes del viaje, siendo conscientes de la alta demanda que hay para los días de las vacaciones navideñas, tal como ya hemos comentado anteriormente. Y es que para tener más opciones sería conveniente empezar antes la búsqueda de vuelos, pero en nuestro caso, por circunstancias personales, no pudimos fijar las fechas definitivas hasta entonces.
De entre las opciones que encontramos disponibles elegimos el vuelo de la compañía saudí Saudia Airlines, básicamente porque era la opción más económica y la única que había por debajo de los 2.000 € por cabeza y con una única escala. El inconveniente que tenía esta opción era el número de horas de escala en el aeropuerto de Yeda (Arabia Saudí), tanto a la ida como en la vuelta. Pero la opción Emirates, por ejemplo, era bastante más cara y, además, con más horas de escala.
Si hubiéramos dispuesto de algunos días más de vacaciones nos hubiéramos planteado hacer una parada de 2-3 días para visitar la ciudad de Yeda y alrededores, pero preferimos dedicar todos el días a Mauricio y dejar la visita a Arabia Saudí para otro viaje en el futuro.
• Coche de alquiler. La mejor forma de moverse por la isla de Mauricio es alquilando un coche, ya que proporciona la libertad y comodidad de llegar a cualquier lugar y en cualquier momento.
En la isla hay autobuses que conectan los principales núcleos de población, pero no llegan a todas partes ni tienen la frecuencia o disponibilidad que se querría. También existe la opción de contratar taxis, pero los precios no son nada baratos.
En Mauricio no es necesario el carné de conducir internacional para ciudadanos de la Unión Europea, basta con el carné de conducir nacional.
Alquilamos, vía internet y unas semanas antes del viaje, un coche de la compañía local Pingouin Rent A Car que recogimos a nuestra llegada al aeropuerto Sir Seewoosagur Ramgoolam y devolvimos en el mismo lugar.
En total pagamos 315 € por el alquiler durante doce días de un coche Suzuki s-Presso automático, incluyendo seguro a todo riesgo y segundo conductor. El coche era bastante básico, pero por el precio que pagamos tampoco le podíamos pedir mucho. En total con él recorrimos 1.225 km por la isla.
El precio de la gasolina para el coche era, en las fechas de este viaje, de 61,2 MUR/litro (1,25 €/litro al cambio), algo más barata que en nuestro país. En todas las gasolineras de la isla el precio era el mismo.
La conducción por carreteras mauricianas es perfectamente factible, pero presenta algunas particularidades importantes que se deben tener presentes en todo momento:
La cocina de Mauricio está lógicamente influenciada por la ubicación geográfica, en una latitud tropical, y por la propia historia del país, la cual ha dado lugar a una gran diversidad cultural. Por lo tanto, la cocina mauriciana es una mezcla de influencias africanas, chinas, europeas (sobre todo francesas) y de India, creando un verdadero crisol de sabores.
La mayoría de los platos y tradiciones culinarias del país están inspirados en la cultura francesa, en los antiguos esclavos africanos y en los trabajadores indios e inmigrantes chinos que llegaron al país durante el siglo XIX.
Después, con el paso del tiempo las diferentes comunidades que habitan la isla han adaptado y mezclado la cocina de las otras a su gusto, dando lugar a la cocina mauriciana que podemos encontrar hoy en día.
La cocina mauriciana también destaca por sus salsas y curris, que se suelen servir con platos de carne, marisco y verduras. A diferencia de los curris indios, los curris mauricianos raramente contienen leche de coco, ya que suelen utilizar hierbas europeas, como por ejemplo el tomillo, y una amplia variedad de carne y marisco.
Mientras que algunos platos y postres son consumidos por mauricianos de todos los grupos étnicos o comunidades, hay otros que solo lo son en una comunidad étnica específica.
En cualquier caso, para el viajero es un placer aventurarse a probar esta mezcla de sabores.
Y no hay que ir a caros restaurantes, puesto que la comida de calle es realmente deliciosa. En el lugar más insospechado podréis probar los dholl puris, los biryanis picantes, los fideos fritos, el bol renversé, el jamalac aromatizado con sal de chile, o los pasteles dulces, entre otras muchas exquisiteces.
En cuanto a las bebidas, Mauricio cuenta con una gran cantidad de frutas tropicales de producción local y que son ideales para hacer jugos: el coco, la piña, el zumo de caña de azúcar, ...
Otra bebida no alcohólica es la alouda, una bebida dulce y fría hecha con leche, tukmaria (semillas de albahaca) y lonchas de gelatina de agar-agar de colores, que a menudo se encuentra en sabores de almendra y vainilla.
El té y el café también se encuentran fácilmente porque son de producción local y consumo habitual en la isla. El café local se produce en la zona de Chamarel, mientras que el té también se viene produciendo en plantaciones desde el siglo XIX. La variedad de té más habitual en Mauricio es el té negro, a menudo aromatizado con vainilla.
Y si hablamos de bebidas con alcohol destacan la cerveza y el ron, ambos producidos localmente. La cerveza nacional es la de la marca Phoenix.
En Mauricio se dan casos esporádicos de malaria, dengue o Chikungunya por picadura de mosquitos. Por lo tanto, es buena idea intentar evitar las picaduras de mosquito utilizando un buen repelente y vistiendo ropa clara.
En cualquier caso no se exige ninguna vacuna a la entrada en el país, ni siquiera ningún certificado de vacunación de la fiebre amarilla. Solo existe la recomendación de estar vacunados del tétanos y de la rubeola.
El principal riesgo para la salud en Mauricio, cono en otras zonas tropicales o ecuatoriales, es la insolación y los golpes de calor. Para evitarlos hay que hidratarse muy bien, cubrirse la cabeza y usar una crema protectora solar de alto factor de protección
El agua de grifo es potable y segura en toda la isla. Desde el año 2012 el agua potable suministrada por la compañía estatal Mauritius Central Water Authority cumple los estándares de la OMS para el agua del grifo.
Los servicios sanitarios y hospitales de Mauricio tienen un buen nivel, pero, como siempre, es altamente recomendable viajar con un seguro médico internacional de amplia cobertura y que incluya también la repatriación en caso de necesidad.
También conviene tener en cuenta que algunos medicamentos, tales como tranquilizantes, hipnóticos, narcóticos o analgésicos fuertes, están prohibidos en Mauricio y requieren autorización previa (consultar la web del Ministry of Health and Wellness mauriciano). En cualquier caso se aconseja llevar encima la receta médica y la caja original del fabricante del medicamento.
Mauricio es un país muy seguro y, en general, es suficiente con tomar las precauciones habituales y usar el sentido común, estando siempre vigilantes, pero sin caer en la obsesión. Si alquiláis un coche no dejéis cosas de valor a la vista cuando lo aparquéis.
Nuestra experiencia en este viaje fue totalmente positiva y no tuvimos en ningún momento la más mínima inquietud sobre nuestra seguridad.
Hay que vigilar, eso sí, con las corrientes marinas y las mareas fuera de la zona marina protegida por la barrera de coral. Y cuando os bañéis en la playa también conviene estar atentos a las barcas y lanchas a motor porque se han producido accidentes que han causado lesiones a bañistas en las playas locales.
Por último, decir que la temporada de ciclones va de diciembre a marzo y ocasionalmente pueden afectar a la isla. Si las autoridades locales declaran el estado de alerta por la llegada de un ciclón conviene seguir las instrucciones dadas y estar atentos a las noticias del servicio meteorológico de la isla de Mauricio.
El clima de Mauricio es tropical, ya que la isla está situada cerca de la línea del Trópico de Capricornio, en el hemisferio austral. De hecho, hay dos estaciones: un verano cálido y húmedo de noviembre a abril, con una temperatura mediana de 24,7 °C y un invierno más fresco y seco de junio a septiembre con una temperatura mediana de 20,4 °C.
En cualquier caso las temperaturas raramente bajan de los 17 °C o superan los 31 °C. La variada orografía de la isla ofrece muchos microclimas diferentes y los vientos alisios del sudeste hacen que la costa este y sur sea más fresca durante los meses del invierno austral, de junio a septiembre. La temperatura del mar es cálida durante todo el año, llegando a los 27 °C durante el verano.
A pesar de que no hay una temporada de lluvias marcada, la mayor parte de las precipitaciones se producen durante los meses de verano. La meseta central es bastante más fresca que las zonas costeras circundantes y puede recibir hasta el doble de lluvia. Los vientos alisios predominantes mantienen el costado este de la isla más fresco y llevan más lluvia.
Dicho esto, en las fechas de este viaje nosotros disfrutamos de un tiempo mayoritariamente soleado, con algunos ratos de cielos nublados y con algunos episodios esporádicos de lluvias que no afectaron a nuestras actividades previstas, salvo uno de los días que visitamos el parque nacional Black River Gorges.
La temporada alta en Mauricio coincide con los meses de invierno austral (de junio a septiembre), cuando el clima es más seco, fresco y agradable, especialmente para actividades al aire libre. Esto quiere decir que en este periodo los precios son más altos en vuelos y alojamientos, puesto que es un destino muy popular entre europeos, especialmente en agosto. Las fiestas de Navidad y Fin de año también son temporada alta.
Durante la temporada media, en los meses abril-mayo y octubre-noviembre, las temperaturas son cálidas, pero sin el exceso de humedad del verano. Es un periodo excelente para viajar a Mauricio con menos afluencia de turistas y precios más moderados que durante la temporada alta.
Y en temporada baja, entre diciembre y marzo (excluyendo Navidad y Fin de año), los precios son más bajos.
La diferencia horaria de Mauricio es de +3 horas respecto al horario de invierno de la España peninsular y +2 horas cuando está vigente nuestro horario de verano, puesto que allá no se aplica ningún cambio de hora.
A la salida de la terminal de llegadas del aeropuerto encontraréis dos buenas opciones para comprar una SIM que os proporcione llamadas y datos móviles durante vuestra estancia en la isla de Mauricio: son las compañías Emtel y my-t.
Ambas ofrecen paquetes de voz y datos muy similares, con 200 GB de datos y llamadas y SMS ilimitados durante 30 días, por un precio de 750 MUR (unos 15 € al cambio). Solo es necesario mostrar el pasaporte para el registro de la SIM.
Coincidiendo con la llegada de un vuelo es fácil que en los quioscos de ambos proveedores se formen largas colas. Si no queréis esperar mucho tiempo haciendo cola también podéis ir a la oficina de correos del aeropuerto, donde podréis comprar tarjetas SIM con un tiempo de espera mínimo, de unos 5 minutos.
En nuestro caso compramos un paquete de la compañía my-t que comprendía una SIM de prepago con 200 Gb de datos y llamadas/SMS ilimitadas durante 30 días. Y todo por un precio de 750 MUR. Fue más que suficiente para toda nuestra estancia en el país.
En cualquier caso, si alguien lo prefiere, también existe la opción de adquirir una eSIM, pero los precios son bastante más caros.
En Mauricio la electricidad tiene un voltaje de 230 V y una frecuencia de 50 Hz, por lo tanto no es necesario ningún adaptador de voltaje. Pero el tipo de enchufe que encontramos es el de tipo C, el europeo, o los de tipos G, el inglés. Por ello es muy recomendable llevar un adaptador de enchufes porque muy a menudo solo encontramos el tipo inglés .
Mauricio, Reunión y las Seychelles (de geoPlaneta, 1.ª edición, Abril 2017, en español), en formato papel. Es la traducción de la 9ª edición de Mauritius, Reunion & Seychelles, en inglés. En nuestro caso reaprovechamos una guía que ya teníamos de un viaje anterior, a pesar de que la información sobre hoteles y restaurantes, horarios, etc. se había quedado ya un poco obsoleta.
También puede resultar útil la web de turismo Mauritius Now, así como los relatos de viajes a Mauricio en esta web.
Aapravasi Ghat (inscrita en la lista de Patrimonios de la Humanidad de la Unesco en 2006).
Entre 1834 y 1920, casi medio millón de trabajadores contratados por el gobierno británico llegaron desde India hasta Aapravasi Ghat, ubicado en la ciudad de Port Louis, para trabajar en las plantaciones de azúcar de Mauricio o para ser trasladados a la isla de Reunión, a Australia, al África meridional y oriental o al Caribe. Los edificios de Aapravasi Ghat se encuentran entre las primeras manifestaciones explícitas de lo que se convertiría en un sistema económico global y una de las migraciones más grandes de la historia.
Le Morne Cultural Landscape (inscrita en la lista de Patrimonios de la Humanidad de la Unesco en 2008).
Le Morne, una montaña escarpada que se adentra en el océano Índico en el suroeste de Mauricio, fue utilizada como refugio por los esclavos fugitivos, los «cimarrones», durante el siglo XVIII y principios del XIX. Protegidos por los acantilados aislados, boscosos y casi inaccesibles de la montaña, los esclavos fugitivos formaron pequeños asentamientos en las cuevas y en la cima de la montaña. Las tradiciones orales asociadas con los «cimarrones» han convertido Le Morne en un símbolo de la lucha de los esclavos por la libertad, su sufrimiento y su sacrificio, todos los cuales tienen relevancia para los países de donde provenían los esclavos: el continente africano, Madagascar, India y el sudeste asiático.
Nuestro vuelo de Saudia Airlines, en un Boeing 787-9 Dreamliner, despegó del aeropuerto Barcelona / El Prat a las 15:53 y aterrizó en el aeropuerto internacional King Abdulaziz de Yeda (Arabia Saudí) a las 22:53, en un vuelo efectivo de 5 horas y 4.553 km, puesto que la hora en Yeda es +2 horas respecto de Barcelona en nuestro horario de invierno.
Nuestro siguiente vuelo hacia Mauricio salía a las 7 de la mañana del día siguiente, así que nos quedaban unas cuántas horas de espera en este aeropuerto. Si la escala hubiera sido en horas diurnas nos hubiéramos animado a pedir el visado para salir del aeropuerto e ir a visitar la cercana ciudad de Yeda, pero era por la noche y no había nada a hacer fuera.
Así que dimos una vuelta por la terminal 1 de este aeropuerto. Era la primera vez que hacíamos escala en él y no lo conocíamos. Este aeropuerto, en contra de lo que habíamos leído en algunos foros (desactualizados, claro está), se ve bastante nuevo y no está mal, aunque todavía está muy lejos del de Doha (Catar) en cuanto a tiendas, entretenimiento o restaurantes.
A continuación fuimos a buscar un lugar tranquilo en la terminal donde sentarnos y pasar las horas que quedaban hasta el embarque del siguiente vuelo. Las sillas de esta terminal son incómodas para pasar un largo rato o intentar dormir, como lo son las de la mayoría de aeropuertos. Intentamos dormir un poco, pero entre la incomodidad y el ruido de la megafonía anunciando los vuelos fue prácticamente imposible.
A las 5:30 de la mañana fuimos a buscar una cafetería donde desayunar algo. Pasadas las 6:15 embarcamos en un avión Boeing 787-9, también de Saudia Airlines. El avión despegó a las 7:23 de la mañana, cuando ya se había hecho claro hacía un rato. Por delante teníamos un vuelo hasta Mauricio de 5.828 km y una duración estimada de 6 horas y 42 minutos.
Tras un vuelo muy tranquilo (el avión iba medio vacío y pudimos disfrutar de una hilera de tres asientos solo para nosotros dos) aterrizamos en el aeropuerto internacional Sir Seewoosagur Ramgoolam (código MRU), el único de la isla de Mauricio y que se encuentra en el sudeste de la isla, a 48 km de Port Louis, la capital.
Aterrizamos en Mauricio a las 14:42 hora local (+1 hora respeto Yeda y +3 respecto Barcelona) tras de un vuelo efectivo de 6 horas y 21 minutos desde Yeda. Nos apresuramos para ser de los primeros en llegar a los mostradores de inmigración y en un santiamén ya teníamos el sello de entrada al país estampado en nuestros pasaportes.
Después de recoger el equipaje, comprar las SIM para nuestros móviles, cambiar 200 € a moneda local y recoger el coche que teníamos reservado en la oficina de Pengouin Rent a Car, salimos del aparcamiento del aeropuerto con el coche, un Suzuki s-Presso automático, y con la ayuda de Google Maps iniciamos el trayecto hacia el alojamiento que teníamos reservado para los primeros días en la isla, ubicado en La Gaulette, en la costa oeste de la isla.
Por el camino atravesamos varias poblaciones donde se hacía patente la gran cantidad de población de origen indio que vive en la isla (un 70% del total de los 1,2 millones de habitantes que tiene Mauricio).
Al pasar por Rivière des Gaulets teníamos hambre y nos paramos a comer algo en un restaurante local. Pagamos 600 MUR (unos 12 €) por una comida sencilla, pero deliciosa.
Después continuamos con el coche bordeando la costa sur de la isla mientras nos íbamos sumergiendo en un destino que era del todo nuevo para nosotros. En esta parte de la isla hay varios tramos de carretera que son muy escénicos a causa de la belleza del paisaje. De entre ellos destacaremos el que cruza Bel Ombre, entre Rivière des Gaulets y St Martin, así como el que va desde Baie du Cap hasta La Gaulette.
Al llegar a La Gaulette fuimos primero a comprar al supermercado GSR La Gaulette para abastecernos de todo aquello que necesitaríamos para los próximos días en el apartamento. A continuación fuimos directos hacia el alojamiento, a solo 1,4 km del supermercado.
Alojamiento en La Gaulette: Apartamento Otium
Kilómetros recorridos en coche: 51 km.
Nuestra intención era empezar el día yendo a visitar los campos de té de la Bois Chéri Tea Factory, situada en el interior de la parte sur de la isla. Desde La Gaulette la ruta más rápida es siguiendo la ruta que pasa por Case Royale y Chamarel, y en esta última coger la carretera B103 (Plaine Champagne Road) en dirección este.
Pero tras dejar atrás la factoría de ron Rhumerie de Chamarel nos encontramos con la carretera B103 cortada a causa de unas obras en el tramo que va desde esta factoría de ron hasta el restaurante Varangue sur Morne. Más tarde nos enteramos que no estaba prevista la reapertura de esta carretera hasta el día 20 de febrero de 2025.
El camino alternativo pasaba por volver hacia atrás, hasta Chamarel, y allá ir hacia el sur por la B104 hasta Baie du Cap, seguir la ruta B9 que bordea la costa sur hasta Rivière des Anguilles y allá desviarnos hacia el A9 (Savanne Road) que va al norte.
Así lo hicimos, pero solo 2 km al sur de Chamarel nos desviamos para ir a visitar el Seven Coloured Earth Geopark, uno de los lugares a visitar imprescindibles en esta isla.
Aquí pagamos 550 MUR cada uno por la entrada. Con el coche fuimos hasta el parking de la cascada de Chamarel, muy bonita por el entorno donde se encuentra, pero sin mucha agua en aquellas fechas. Después fuimos hasta el parking que hay cerca del Seven Coloured Earth. Se trata de un lugar natural donde, gracias a un fenómeno geológico de millones de años, podemos disfrutar hoy día de una armónica combinación de colores producida por los diferentes minerales del terreno.
Recorrimos a pie el pequeño circuito que permite disfrutar de esta maravilla natural desde diferentes puntos de vista. El lugar vale mucho la pena. En el recinto también vimos unas cuántas tortugas gigantes.
A continuación seguimos hacia el sur por la B104 y nos paramos en St Martin para almorzar en el Sunset Restaurant, un lugar muy recomendable, con una relación calidad precio fantástica: un plato principal muy abundante, una cerveza Phoenix y un postre por 600 MUR. Después de comer dimos una vuelta por la playa pública Bel Ombre que hay frente al restaurante.
A continuación volvimos al coche y continuamos hacia el este. Desde Chemin Grenier subimos por la B102 y nos desviamos por la B88 para ir hacia Bois Chéri. Cuando llegamos a la entrada de la Bois Chéri Tea Factory nos encontramos que estaba cerrada, a pesar de que aún estábamos dentro del teórico horario de visita. El vigilante de la entrada no supo darnos ninguna explicación lógica. Así que nos contentamos con ver algunos de los campos de té que hay en los alrededores de la factoría.
Y volvimos atrás 4 km para ir a visitar Ganga Talao (también conocido como Grand Bassin). Se trata de un lugar sagrado para los hindúes, con un templo y varios santuarios dedicados al dios Shiva y otros dioses de la cosmogonía hinduista que se encuentran situados alrededor de un lago que ocupa el antiguo cráter de un volcán. Los visitantes vienen aquí para rezar, meditar o bien para disfrutar del paisaje.
Después continuamos por la ruta B88 hacia el este y al llegar a La Flora seguimos hacia el sur por la A9 y pasada la población de St Aubin nos detuvimos para visitar el Domaine St Auben.
Con la entrada (300 MUR/pax) pudimos disfrutar de una visita guiada privada en la Maison de la Vanille, donde nos explicaron el proceso de obtención de la vainilla, las variedades, etc. A continuación visitamos un bonito huerto donde hay plantas de la vainilla y orquídeas, entre otras, antes de continuar paseando por caminos de la finca que nos llevaron a la Casa del Ron y a un precioso edificio de estilo colonial que actualmente es un restaurante. Visita muy recomendable, tanto por los jardines como por las edificaciones.
Desde St Aubin continuamos hacia el sur y cuando llegamos a Souillac nos desviamos para ir hasta la preciosa playa de Gris Gris, la cual pudimos ver desde ambos extremos.
En el camino de regreso hacia La Gaulette nos paramos en el mirador Maconde, pasado Baie du Cap. Este mirador se encuentra sobre un peñasco que se adentra en el mar y al que se llega a través de unas escaleras que suben a él. Ofrece preciosas vistas sobre los alrededores.
Siguiendo por la B9, y cuando el sol se estaba a punto de esconder, nos paramos en la playa La Prairie para hacer unas últimas fotos con la silueta del icónico Le Morne Brabant y el islote Fourneau frente a nosotros. Es un buen lugar para ver la puesta de sol, cuando la laguna, poco profunda y de arena muy fina, parece una piscina gigante.
Le Morne Brabant (o Le Morne a secas) es una península que ocupa el extremo suroeste de la isla de Mauricio y dónde destaca un monolito basáltico (de igual nombre) que se levanta sobre la península hasta una altura de 556 metros sobre el nivel del mar.
Tal como hemos comentado anteriormente en el apartado Patrimonios de la Humanidad en la isla de Mauricio este lugar está inscrito desde 2008 a la lista de los Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO gracias a su importancia histórica y cultural como símbolo de resistencia ante la esclavitud. Pero además, en la actualidad, también es un potente icono turístico de la isla.
Alojamiento en La Gaulette: Apartamento Otium
Kilómetros recorridos en coche: 132 km.
Este día el objetivo era visitar varios puntos a lo largo de la costa occidental de la isla hasta llegar a Cap Malheureux, en el extremo norte. Desde La Gaulette es un trayecto de 71 km, pero hay que contar un mínimo de dos horas para llegar a Cap Malheureux.
Al cruzar la población de Tamarin nos paramos para ver las salinas Yemen, junto a la carretera, y sacar unas cuántas fotos. Seguimos camino hacia el extremo norte de la isla y finalmente llegamos hasta el lugar donde se encuentra la fotogénica iglesia Notre-Dame Auxiliatrice de Cap Malheureux, ubicada junto al océano y en la población de Cap Malheureux.
Cuando llegamos hasta la iglesia nos encontramos con que se estaba oficiando la misa dominical. La iglesia estaba llena a rebosar de gente y con muchos coches aparcados alrededor de ella. Cuando se acabó la misa y los feligreses marcharon pudimos disfrutar del lugar con mucha más tranquilidad.
En cualquier caso, la iglesia es muy bonita, con su campanario y sus tejados de color rojo. Además, se encuentra en un lugar especialmente atractivo, junto a una pequeña bahía desde las que se ven las pequeñas islas e islotes que hay más al norte: el islote Gunner's Quoin y las islas Flat, Gabriel, Round y Serpant.
Marchamos de aquí pasadas las 11:30, siguiendo la B13 que bordea la costa occidental hacia el sur. Pasamos por las poblaciones de Pereybère y de Grand Baie, pero ni nos paramos en ellas porque nos parecieron excesivamente turísticas y masificadas, y con unos atascos de tráfico importantes.
Así que pusimos rumbo hacia Trou aux-Biches, a solo 8 km al sur de Grand Baie, porque nos queríamos bañar en su playa, que por otro lado habíamos leído que era muy bonita. Pero cuando llegamos a ella nos encontramos con que había muchísima gente.
Y es que los días festivos la población local se vuelca en masa a las playas de la isla, llevando tiendas de campaña, barbacoas, mesas, sillas, equipos de música, sofás, y muchas más cosas que nos costaría de imaginar. Vimos casos en que llevaban furgonetas o pequeños camiones para transportar un montón de enseres arriba y abajo.
Volviendo a Trou aux-Biches, la playa estaba atestada, aunque nada que ver con nuestras playas mediterráneas en verano. Además, el área para bañistas era limitada puesto que había una gran área destinada a las embarcaciones. Y fuera de la playa, aparcar el coche fue toda una odisea. Es cierto que la playa en sí es bonita, pero con tanta gente era difícil de hacerse una idea.
Por todo ello decidimos dejar el baño para otra playa más tranquila (!), pero antes de marchar de aquí buscamos un lugar donde comer, lo cual tampoco fue fácil.
Y tras el almuerzo pusimos rumbo hacia Port Louis, la capital de la isla, unos 19 km hacia el sur.
Cuando llegamos a Port Louis aparcamos el coche en Granary Rd, junto al molino de viento que hay pegado a la vieja aduana. Este molino de viento fue construido en 1736 como molino de harina. Su función principal era suministrar harina a los estibadores del puerto. Desde el año 1999 aloja el Museo de la Harina.
Andando unos 200 metros llegamos al Aapravasi Ghat con la intención de visitarlo, pero estaba cerrado (cierra los domingos y festivos). Este lugar forma parte de la lista de Patrimonios de la Humanidad en la isla de Mauricio.
Por el complejo de Aapravasi Ghat (el «Depósito de Inmigración») pasaron, entre 1849 y 1923, medio millón de trabajadores contratados indios para ser transportados a plantaciones de todo el Imperio Británico, puesto que Mauricio fue la primera colonia británica en recibir mano de obra contratada en otros países.
Hoy en día, el 68% de la población total de Mauricio es de ascendencia india. Por lo tanto, este lugar se ha convertido en un punto de referencia importante en la historia y la identidad cultural del país.
Dejamos esta visita para otro día y fuimos a pasear por el Caudan Waterfront, una zona de ocio y restauración que abrió en 1996, siendo la primera zona comercial moderna de la isla. Recientemente se había renovado buena parte del complejo a causa de un importante incendio que quemó el mercado de artesanía a finales del 2021.
Desde aquí fuimos al centro histórico de Port Louis, recorriendo la Place d'Armes, muy bonita, y hasta llegar frente a los edificios del Hôtel du Gouvernement y el Treasory Building. A continuación seguimos por la calle Queen St y vimos el Mercado Central, la elegante mezquita Jummah y también la puerta que da acceso al barrio chino, la China Town Gate.
De vuelta al coche salimos de Saint Louis hacia el sur por la autopista M1. Unos 26 km al sur nos desviamos para ir hasta la población costera de Flic-en-Flac, la cual está muy orientada al turismo y cuenta con numerosos hoteles y «resorts» de lujo. Su playa pública de arena blanca es una de las más largas de la isla, con unos 13 km de longitud, y está protegida por unos arrecifes de coral que la rodean.
La playa de Flic-en-Flac ofrece vistas panorámicas sobre el horizonte del Océano Índico y de Le Morne Brabant. En nuestro caso escogimos la playa que hay justo ante el complejo de lujo La Pirogue. Esta playa es realmente bonita, pero sin ser espectacular. Aun así pudimos disfrutar de una puesta de sol memorable.
Cuando se hizo oscuro, sobre las 19:10 horas, recogimos y nos fuimos porque aún nos quedaban 27 km hasta La Gaulette.
Alojamiento en La Gaulette: Apartamento Otium
Kilómetros recorridos en coche: 175 km.
Hoy había llegado el día de ir a hacer senderismo al parque nacional Black River Gorges, el parque más grande y mejor de todo Mauricio. Cubre aproximadamente el 2% de la superficie de la isla, acogiendo los últimos bosques primigenios de la isla y de muchas especies autóctonas. También es el rincón más espectacular de la isla. Cuenta con una red de 60 km de senderos con diferentes grados de dificultad.
Desde La Gaulette el camino rápido y obvio para ir hasta el centro de visitantes Le Pétrin de este parque nacional es a través de la carretera Plaine Champagne Rd vía Chamarel (trayecto de 22 km), pero como que esta ruta estaba cortada en un tramo tuvimos que ir a través de la carretera que va por la costa sur hasta Chemin Granier y después siguiendo la carretera B102 que va hacia el norte hasta llegar al centro de visitantes del parque.
Después de ver en un panel del centro de visitantes todas las rutas a pie disponibles dentro del parque nos decidimos por la ruta Machabee Kiosk, con una longitud de 8,6 km de ida y vuelta y con un desnivel suave.
Dejamos el coche en el aparcamiento del centro de visitantes y nos pusimos las botas de montaña, la crema solar y repelente anti-mosquitos. Y cogimos abundante agua, comida y unos paraguas.
En el momento de iniciar la ruta en el centro de visitantes hacía sol, pero poco después se nubló y al cabo de un rato empezó a llover, al principio de forma suave, pero al cabo de poco ya llovía a cántaros. Íbamos con los paraguas, pero llovía tanto que quedamos igualmente empapados. Y lo peor de todo: el camino se estaba convirtiendo en un río de tanta agua que estaba cayendo.
Aun así continuamos avanzando, pero no paraba de llover y cuando ya solo nos quedaba poco más de 1 km para llegar al quiosco y mirador Machabee, el punto final del trayecto de ida, decidimos parar y volver porque los caminos ya eran impasables y la visibilidad era casi nula. Además, la lluvia iba acompañada de rayos y no parecía muy recomendable estar entre tantos árboles. Nos supo mal no poder completar la caminata, pero la climatología manda. En cualquier caso, se trata de una lugar absolutamente recomendable donde merece la pena hacer alguna de sus rutas a pie.
Durante los más de 3 km de trayecto de vuelta hacia el centro de visitantes continuó lloviendo, a ratos cayendo auténticas cortinas de agua y otros aflojando un poco. Cuando llegamos al centro de visitantes estábamos completamente empapados. Por suerte llevábamos ropa de repuesto en el coche y nos pudimos cambiar y secar en los lavabos del centro de visitantes.
Desde Petrin fuimos con el coche hasta las cascadas Alexandra Falls, unos 5 km al sur del centro de visitantes, pero cuando llegamos al cruce de acceso encontramos la carretera cortada y un oficial del parque que nos explicó que se había cerrado el acceso a causa de las fuertes lluvias caídas por la mañana. Así que dejamos esta visita para otro día.
Como que ya no llovía continuamos con el coche otros 4,3 km hacia el oeste por la B103 hasta llegar al Gorges Viewpoint, un mirador fantástico por la gran vista que ofrece sobre un paisaje de ensueño formado por el valle del río Black rodeado de montañas. Un paisaje completamente virgen, sin ni una construcción, algo impensable en el resto de la isla.
Desde aquí todavía continuamos todavía otros 1,2 km hacia el oeste, hasta llegar a la entrada del restaurante La Table de Currybou. Pudimos comprobar que este restaurante tiene unas vistas excepcionales sobre un entorno natural extraordinario, pero los precios de los platos nos parecieron muy caros.
Volvimos atrás por la misma carretera porque, tal como hemos dicho anteriormente, estaba cortada por obras algo más adelante y no podíamos continuar hasta Chamarel. Siguiendo la carretera B102 hacia el sur nos paramos en un mirador sobre el Bassin Blanco/a>, un cráter lleno de agua en un entorno natural muy bonito.
Acabamos comiendo tarde y después pusimos rumbo hacia las playas de la península de Le Morne Brabant, las cuales nos fascinaron tanto que volvimos varias veces a ellas en los días siguientes.
Al llegar dejamos el coche en el aparcamiento de la playa pública que hay entre los complejos turísticos de lujo LUX Le Morne Resort y JW Marriott Mauritius Resort. Conviene aclarar que en Mauricio todas las playas son públicas por ley, al menos hasta la línea sobre la arena marcada por la marea alta.
Esto quiere decir que legalmente podemos bañarnos o andar y sentarnos sobre la arena de la playa, aunque estemos ante un hotel, de un complejo turístico o de cualquier propiedad privada. Nadie puede echarnos o prohibirnos estar allá, como mínimo si estamos entre la línea de la marea alta y el agua. Durante toda nuestra estancia a Mauricio no tuvimos nunca ningún problema con esto, siempre nos pusimos donde quisimos, sin mirar si respetábamos la susodicha línea, y nunca nadie nos dijo nada.
Esta vez elegimos el tramo de playa ante el complejo JW Marriot Mauritius, casi en el extremo sur de la península. Es una playa absolutamente maravillosa, con la imponente figura de la montaña de Le Morne Brabant detrás nuestro. Y con un mar de aguas cristalinas y muy calmadas, como si estuviéramos en una piscina gigante, puesto que toda la península está rodeada por una barrera coralina que la protege de las olas y corrientes del océano.
Además, había muy poca gente y la paz era total. Y como colofón, desde esta playa disfrutamos de una puesta de sol maravillosa sobre el horizonte del océano, de aquellas que se recuerdan por siempre jamás.
Alojamiento en La Gaulette: Apartamento Otium
Kilómetros recorridos en coche: 105 km.
Aprovechando que hoy la previsión meteorológica anunciaba buen tiempo decidimos que dedicaríamos la mañana a hacer la ascensión al monolito de Le Morne Brabant.
Con el coche fuimos desde La Gaulette por la B9 y hacia el sur y al llegar a un cruce, indicado con un letrero amarillo que anuncia «Access to Mountain - 1.5km», giramos a la derecha por una pista que va hacia el oeste. Al cabo de 1,4 km llegamos a un pequeño parking donde dejamos el coche.
Después del ritual de calzarnos los zapatos de montaña, así como untarnos de crema solar y repelente anti-mosquitos, cogimos lo mínimo necesario y atravesamos la puerta de acceso a la montaña. Aquí hay un pequeño quiosco donde hay que inscribirse en una lista poniendo la hora de entrada (y al salir también la de salida). La entrada es gratuita.
Este lugar abre a las 7 de la mañana y después de las 14:00 ya no se recomienda subir para no quedarse sin luz en caso de problemas. Nosotros iniciamos el camino de subida a las 9:44.
Al principio es un camino ancho que sube y sube, a veces bajo los árboles y otros a pleno sol. El camino va haciendo zig-zag para ir ganando altura y enseguida las vistas sobre los alrededores de la península ya compensan sobradamente el esfuerzo de subir, pero van mejorando cuanto más arriba mejor.
Tras andar unos 2,7 km de caminata fácil, pero agotadora por el desnivel acumulado, finalmente llegamos a un punto (GPS: -20.45207293374705, 57.32900812188928) donde hay un letrero que avisa que a partir de allá la ascensión puede ser peligrosa. Un corto camino a la derecha conduce a unas rocas (GPS: -20.451985127248506, 57.32945236289926) que son un fantástico mirador con vistas de 360° sobre un paisaje sencillamente alucinante.
No estaba en nuestros planes llegar hasta la falsa cumbre de Le Morne Brabant, que es donde se yergue una cruz de hierro, sino llegar hasta donde lo viéramos posible sin jugarnos la vida. Así que descartamos hacer los últimos 800 metros de camino que quedaban hasta la cumbre, puesto que este tramo implica hacer escalada con pies y manos para subir por la empinada pared de roca de la montaña. Es un tramo peligroso porque no hay cuerdas ni protecciones y el camino puede ser resbaladizo. De hecho, se requiere una cierta experiencia en escalada, sobre todo si vais por vuestra cuenta, sin un guía.
A pesar de todo nosotros continuamos unos 50 metros camino arriba hasta llegar a un tipo de puente metálico, a partir del cual ya era necesario usar las manos para cogerse. En este trayecto, además, empezó a caer un pequeño y corto aguacero, pero que fue suficiente para mojar el suelo y hacer las rocas aún más resbaladizas de lo que ya eran.
Por nuestra seguridad decidimos no continuar más allá. Y de hecho vimos algunos grupos de gente que iban a escalar y se echaron atrás. En cualquier caso, lleguéis donde lleguéis, las vistas que obtendréis desde los miradores que hay en el camino de subida justifican sobradamente el esfuerzo de subir hasta aquí.
En el camino de regreso hacia la entrada visitamos con tranquilidad el pequeño museo al aire libre que homenajea el coraje y la vida de los esclavos que vivieron escondidos en esta montaña, escapando de la esclavitud.
Y a las 12:08 firmamos la salida en el libro de registro de acceso a la montaña.
A continuación, con el coche, fuimos hasta la población costera de Tamarin, hacia el norte. Aprovechamos para comer en el restaurante Le Kiosk, el cual se encuentra en un patio exterior del pequeño centro comercial Ruisseau Creole. Comimos estupendamente en una mesa al aire libre. Muy recomendable.
A continuación fuimos hasta la playa pública de Le Preneuse, desde donde podíamos ver Le Morne Brabant en la distancia. Y después fuimos hasta la playa pública de Tamarin, ubicada 4 km más al norte, en el lado sur de la desembocadura del río Rivière du Rempart. Como que esta playa no nos motivó suficientemente para bañarnos, volvimos hacia el sur para ir nuevamente a las playas de la península de Le Morne.
Esta vez fuimos a un punto de la playa que se encuentra entre los complejos turísticos de lujo Dinarobin Beachcomber Golf Resort & Spa y el LUX Le Morne Resort, justo frente al Monumento a la Ruta de los Esclavos. Y desde el lugar donde se encuentra este monumento-memorial hay una foto espléndida sobre la pared rocosa oeste de Le Morne Brabant, sobre todo con el color que le da el sol de la tarde.
En la playa que hay ante el complejo Dinarobin nos bañamos e hicimos buceo con gafas, viendo incontables peces de colores de diferentes medidas. Tras un buen rato de relax en este trozo de paraíso terrenal nos fuimos hacia el apartamento, porque hoy era Nochevieja y habíamos reservado la cena en el Ensō Restaurant & Lounge Bar a las 19:45. Este restaurante, que nos habían recomendado, está junto al supermercado GRS La Gaulette.
Cenamos en una terraza exterior escuchando música reggae. El lugar está muy bien y todo lo que pedimos estaba buenísimo, incluido un batido de leche con vainilla que pedimos de postre. Este restaurante no es barato, pero el lugar y la ocasión se lo merecían.
Después de cenar fuimos hasta el restaurante Emba Filao, ubicado junto a la playa de Le Morne en la que habíamos estado por la tarde, porque nos habían dicho que allá habría fiesta para despedir el año. Pero cuando llegamos vimos que en realidad se trataba de un dj que amenizaba con música la cena de los clientes del restaurante. De todos modos pasamos un buen rato sentados en la playa viendo el ambiente y escuchando la música que nos llegaba desde el restaurante.
Alojamiento en La Gaulette: Apartamento Otium
Kilómetros recorridos en coche: 51 km.
Hoy dejábamos este alojamiento y cambiábamos a otro que se encuentra en el otro lado de la isla, en la población costera de Blue Bay. Desde La Gaulette pusimos rumbo hacia Blue Bay, pero no quisimos dejar esta parte de la isla sin ir a lugares que teníamos aún pendientes de visitar o que queríamos volver a ver.
En primer lugar volvimos a ir a la península de Le Morne Brabant, un lugar que, como ya hemos dicho anteriormente, nos cautivó. Esta vez fuimos hasta la pequeña playa pública que hay en el extremo suroeste de la península, entre los complejos turísticos de JW Marriott Mauritius Resort y el Riu Palace Mauritius. Esta playa es también muy bonita, como todas las que hay en la península de Le Morne. Y los colores del agua son sencillamente increíbles.
Justo ante esta playa, a unos 300 metros en línea recta hacia el mar, se encuentra la famosa Cascada Submarina (Underwater Waterfall). En realidad esta cascada submarina es una ilusión óptica causada por la erosión, puesto que a medida que las corrientes oceánicas mueven arena y otras partículas sedimentarias por encima del borde de la plataforma oceánica, se crea un efecto de corriente que parece agua cayendo por el borde de un acantilado.
Desde tierra, el mejor punto desde donde ver esta falsa cascada se encuentra en la cima de Le Morne Brabant. Pero desde donde se puede apreciar mejor es desde uno de los vuelos en hidroavión sobre la zona que organizan algunas empresas turísticas de la isla.
Con el coche continuamos hacia el este por la carretera B9 y nos paramos en un punto del pequeño pueblo costero de Le Morne Brabant para disfrutar de la vista sobre la laguna y el islote Fourneau que se encuentra delante. En esta zona no hay playa propiamente dicha, sino una zona de manglares.
Y nos detuvimos nuevamente en la playa de La Prairie (ya lo habíamos hecho el día que habíamos llegado a la isla). Es un lugar muy fotogénico, con el monolito de Le Morne Brabant siempre presente. Con el sol de esa hora de la mañana las aguas de la laguna lucían muy claras y de un bonito color turquesa.
Cuando llegamos a Chemin Grenier nos desviamos por la carretera B102 hacia el norte. Y nos detuvimos brevemente ante la entrada que va hacia el parque de aventura Vallé (o La Vallée des Couleurs) para hacer fotos de un tramo de carretera justo antes de llegar a esa entrada y que era realmente muy vistoso, porque estaba repleto de flores lilas a lado y lado de la carretera.
Cuando llegamos al cruce con la carretera Plaine Champagne Rd recordamos que teníamos pendiente de ir a las cascadas Alexandra Falls que el otro día habíamos encontrado cerradas a causa de la lluvia. Esta vez pudimos llegar hasta el aparcamiento y desde allá hacer el caminito que conduce al espectacular mirador sobre la cascada, pero también sobre toda la parte sur de la isla. Es un lugar muy bonito y de visita más que recomendable.
Desde aquí volvimos a la ruta B102 e hicimos 2,3 km más hacia el norte para tomar a continuación la ruta B88 hacia la derecha, en dirección a Bois Chéri. Cuando llegamos a la altura del complejo Ganga Talao encontramos una gran cola de coches de mauricianos/as que querían acceder a los templos que hay alrededor del cráter-lago.
La explicación era que hoy, primer día del año y festivo, los hinduistas de Mauricio acudían en masa a este lugar sagrado para pasar el día. La policía nos desvió por una carretera auxiliar que va por detrás de los aparcamientos y que conecta nuevamente con la B88, pero más allá de Grand Bassin.
Puesto que pasábamos por delante de la entrada de la Bois Chéri Tea Factory probamos suerte y el guardia de la entrada nos dijo que la factoría/museo estaba cerrada hoy para las visitas, pero que podíamos pasar para ir hasta donde se encuentra el restaurante, lo cual nos permitió ver el bonito edificio colonial que ocupa el restaurante, así como los jardines y los campos de té.
Fue perfecto porque en realidad no teníamos ningún interés en visitar la factoría de té; ya lo habíamos hecho en otras ocasiones y en diferentes países: Sri Lanka, Malasia, Madagascar, ...
En Mauricio, de hecho, hay una Ruta del Té que une gastronomía, historia y cultura. Este itinerario permite descubrir dos mundos estrechamente relacionados, el té y el azúcar, y supone un viaje en el tiempo por la historia mauriciana y su patrimonio colonial a través de tres lugares diferentes de la isla: el Domaine de Bois Chéri, el Domaine des Aubineaux y el Domaine de Saint-Aubin.
La Bois Chéri Tea Factory es el productor de té más grande de Mauricio, con 250 Ha. de campos de té. Desde la entrada hay que recorrer un camino/pista de 1,2 km por la finca hasta llegar al restaurante Le Bois Chéri. Es un camino realmente bonito, sobre todo al llegar a un pequeño lago rodeado de campos de té y de un precioso jardín. Entramos en la tienda que hay junto al restaurante y compramos una caja de recuerdo con bolsas de té de la marca Bois Chéri.
Después de dar una vuelta por el bonito edificio de estilo colonial que ocupa el restaurante y disfrutar de las magníficas vistas que proporciona por el hecho de encontrarse sobre un punto elevado del terreno volvimos al coche y marchamos por el mismo camino por el que habíamos llegado. Al llegar a la entrada de la finca tomamos la B88 hacia la derecha, en dirección hacia La Flora.
Al llegar a la población de La Flora continuamos por la B81 para conectar con la autovía M2 primero y la carretera A10 después hasta llegar a Blue Bay, donde teníamos el alojamiento para las siguientes noches en la isla.
Aprovechando que el centro comercial Bo'Valon, a 4,2 km de Blue Bay, aquel día festivo estaba abierto hasta las 16:00, fuimos a comprar en el supermercado King Savers lo que necesitaríamos para los próximos días en el apartamento.
Y en el restaurante de comida asiática de fusión Good Korma probamos un delicioso bol renversé, un plato de origen chino pero adaptado a la cocina mauriciana.
Por la tarde dimos una vuelta por la zona para situarnos. Primeramente fuimos hasta la bonita playa pública de Blue Bay, con vistas sobre la isla Des Deux Cocos y las aguas del Blue Bay Marine Park .
En la playa y alrededores había mucha gente del país que estaba pasando el día (o días, porque en los días siguientes continuaban allá, con sus tiendas de campaña, sacos de dormir, mantas, etc.).
A continuación seguimos la carretera Coastal Rd hacia el norte, hasta el cercano núcleo de Pointe d'Esny, a menos de 2 km de Blue Bay. Aquí descubrimos su maravillosa playa: arena blanca, aguas turquesas y vistas sobre la isla Aux Aigrettes y sobre la característica montaña del León. Sin duda, según nuestro humilde criterio, es una de las mejores playas de la isla.
Desde aquí continuamos 3,7 km hacia el norte, hasta llegar a la pequeña ciudad de Mahébourg. Aquí recorrimos a pie el bonito paseo de su frente marítimo. Es un paseo muy recomendable, con vistas sobre la pequeña isla Mouchoir Rouge y la bahía. También hay un bonito muelle de madera que se adentra en el agua, pero el acceso estaba cerrado debido al mal estado de conservación de la pasarela.
Paseando por este frente marítimo es una verdadera lástima ver zonas de agua de mar estancada, con algas y un montón de basura flotando, que se acumula junto a las paredes del paseo. Si todo este entorno estuviera más limpio y cuidado sería un lugar mucho más bonito y agradable de lo que ya es.
Y así llegamos hasta el lugar donde se encuentra el monumento conmemorativo de la Batalla Naval de Vieux Grand-Port entre franceses e ingleses a principios del siglo XIX. Este monumento se encuentra en el extremo de una pequeña bahía. Y en el otro se encuentra Pointe Canon, un lugar de importancia histórica en la isla, puesto que acogió una fortificación holandesa construida en el siglo XVII. Todavía se pueden ver algunos restos de la fortificación, incluido un cañón restaurado que da nombre al mirador.
En cualquier caso, desde esta zona de Mahébourg hay unas vistas impresionantes de la bahía de Grand Port, ofreciendo una vista panorámica del espectacular paisaje circundante.
En esta misma zona se pueden ver los últimos restos de la que fue la estación de tren de Mahébourg, construida durante la época colonial. Hoy en día se mantiene como una reliquia, rodeada por la serena belleza de grandes banianos (higueras de Bengala) que añaden encanto a este lugar. Y cerca se levanta la antigua torre del agua.
De vuelta al coche tomamos la carretera A10 hacia el norte, pasando por el histórico puente Cavendish, sobre el río La Chaux, hasta enlazar con la B28 y continuar bordeando la costa hacia el norte hasta llegar a Bois des Amourettes, a 11 km de Mahébourg. Aquí dimos media vuelta porque el sol estaba a punto de esconderse tras las montañas.
Después de dejar atrás Vieux Grand Port nos paramos en un pequeño aparcamiento para visitar el Dutch First Landing, el lugar exacto donde los holandeses desembarcaron por primera vez en la isla de Mauricio.
Desde la carretera hay que bajar unas escaleras y pasar por una construcción abandonada y algo fantasmagórica hasta llegar al lugar donde se encuentra el monumento conmemorativo de este hecho. Aquí la costa es rocosa y llena de manglares, no hay playa propiamente dicha. Merece la pena pararse aquí.
Al otro lado de la carretera hay una torre circular de piedra con una pequeña capilla a sus pies. Desde aquí regresamos hacia Blue Bay cuando ya era casi oscuro.
El 25 de julio de 2020 el barco japonés MV Wakashio, cargado con 4.000 toneladas de fuel, encalló en un escollo de coral en la costa sudeste de la isla.
En las semanas siguientes el barco encallado empezó a perder fuel y a mediados de agosto se rompió en dos a causa de un fuerte temporal. A pesar de que gran parte del petróleo a bordo ya había sido bombeado a otros barcos antes de la rotura, se calcula que unas 1.000 toneladas de fuel se derramaron en el océano, en lo que fue calificado como el peor desastre ambiental de la historia de Mauricio.
A finales de aquel mismo año, con el trabajo de medios humanos locales y la ayuda material de varios países, ya se había extraído todo el fuel que quedaba flotando en aguas mauricianas y se habían limpiado los 21 km de costa afectados por el derrame, desde Blue Bay y la isla des Deux Cocos hasta la Rivière des Créoles, pasando por Pointe d'Esny, Mahébourg y las islas Aux Aigrettes y Mouchoir Rouge.
Por suerte para la isla y sus frágiles ecosistemas marinos, actualmente ya no queda rastro visible de aquel desastre ambiental, pero probablemente la flora y fauna marina de la laguna y el arrecife tardarán décadas en recuperarse del todo.
Alojamiento en Blue Bay: Apartamento Villa Soleil d'Eté
Kilómetros recorridos en coche: 139 km.
Pasamos la mañana en la maravillosa playa de Pointe d'Esny que ya habíamos visto el día anterior.
Acceder a esta playa no es inmediato, ya que entre la carretera Coastal Rd y la playa todo son edificios y fincas privadas que imposibilitan el acceso a la playa. Solo hay un par de lugares, al menos que viéramos nosotros, para poder acceder a la playa. Uno de estos lugares de se encuentra en este punto.
Andando por este paso entre dos fincas llegamos a un punto de la playa de Pointe d'Esny y buscamos un buen lugar donde quedarnos. Aquí estuvimos un buen rato bañándonos, tomando el sol, viendo la actividad de las barcas y de la gente local y disfrutando de unas vistas espectaculares.
A mediodía fuimos a comer a un restaurante de Mahébourg que tiene muy buena puntuación y que se llama Le Bistrot d'Edwige, en el extremo sur de la ciudad. Por suerte pudimos conseguir una mesa en su terraza exterior, puesto que este restaurante siempre suele estar muy demandado.
Tuvimos que esperar bastante a que nos sirvieran, pero valió mucho la pena porque la comida estaba deliciosa y el lugar nos resultó muy agradable. Restaurante muy recomendable.
Después de almorzar aprovechamos para ir hasta la iglesia de Notre Dame des Anges y la mezquita Jummah, a escasa distancia una de la otra. Ambas son bonitas de ver por fuera, sobre todo la primera.
Después repetimos visita al frente marítimo de Mahébourg, donde descansamos un rato disfrutando de las vistas.
A continuación, con el coche fuimos hasta Cluny, unos 14 km al oeste de Mahébourg, para ver la cascada Eau Bleu, de la que habíamos leído maravillas. Por el camino hacia la cascada nos paramos para ver el llamativo templo hinduista Mare Chicose Vadivudai Ammen Tirukkovil que está junto a la carretera.
Encontrar esta cascada no es nada fácil y su ubicación exacta parece un secreto de estado. Aparcamos el coche en un camino de entrada a un campo de caña de azúcar, justo frente al sitio de donde parte el pequeño camino que va hacia la cascada (conocíamos el punto aproximado porque habíamos estado investigando en internet).
Encontrar este camino de acceso no es obvio: todos los visitantes que llegaron después que nosotros nos preguntaban si sabíamos como llegar porque también iban muy perdidos. Hay que seguir este caminito que sale de la carretera, atravesar un campo de caña de azúcar y llegar hasta donde están los árboles. Desde allá hay que buscar el punto de donde parte un camino que baja hacia la cascada. Es un camino corto, pero difícil, porque es muy empinado y en un momento dado había que pasar por debajo de un árbol caído. Si ha llovido antes debe tratarse de un camino imposible de hacer porque se vuelve muy resbaladizo y embarrado.
Cuando conseguimos llegar hasta la cascada vimos que esta estaba seca, pero la gran piscina natural que hay a sus pies es igualmente muy bonita, aunque en aquel momento el color del agua era más verdoso que azul. Suponemos que cuando la cascada tiene agua y la piscina tiene más profundidad entonces el color del agua debe ser más azulado.
En esta piscina te puedes bañar, pero nosotros no lo hicimos. En cualquier caso hay que estar atentos para no resbalar con las piedras.
Sea como fuere, la carretera para llegar hasta Cluny desde Mehébourg es muy escénica, puesto que pasa por zonas rurales y despobladas y encontraréis tramos de carretera muy bonitos, con hileras de árboles a lado y lado. De hecho, nos desviamos de esta carretera para llegar hasta el pueblecito de St Hubert porque la carretera de acceso a él nos pareció muy bonita.
De regreso a Blue Bay fuimos a pie hasta su playa pública y recorrimos toda la bahía hasta el lugar donde se encuentra el embarcadero para ir a la isla Des Deux Cocos, mientras el sol se iba poniendo y se hacía oscuro.
Alojamiento en Blue Bay: Apartamento Villa Soleil d'Eté
Kilómetros recorridos en coche: 53 km.
Hoy el objetivo que teníamos era ir a puntos de interés que teníamos pendientes en el norte y centro de la isla.
Y empezamos por el lugar situado más en el norte, el Domaine de Labourdonnais. Está a una distancia de 70 km de Blue Bay, pero se puede llegar en una hora y cuarto porque buena parte del trayecto es autovía.
Al llegar al lugar, ubicado en el término de Mapou, pagamos la entrada de 700 MUR por persona. Esto incluye la visita a la mansión de la finca, los jardines y un pequeño parque con animales (domésticos, pero también tortugas gigantes). Por último, incluye una degustación de productos que se hacen en la propia finca: dos tipos de zumo, patés de fruta y diez variedades de ron.
Desde la entrada a la finca se llega a pie a un amplio paseo ajardinado, bordeado a ambos lados por grandes árboles, que van dejando entrever la fachada de la mansión hasta que esta aparece en toda su majestuosidad.
Esta mansión, la parte más visible del Domaine de Labourdonnais, fue construida entre 1856 y 1859 y habitada por una familia mauriciana durante más de 150 años. Es de estilo neoclásico, con la planta baja elevada y una amplia veranda que la rodea completamente. Es muy bonita y está muy bien conservada, con grandes muebles de teca y madera negra, entre otros muchos detalles.
En el exterior, paseamos por los enormes jardines que rodean la casa y que son son sencillamente espectaculares, con una vegetación exuberante. También vimos los huertos donde se producen los productos locales que se pueden probar en el restaurante de la finca o en la degustación incluida en la visita. En la finca destaca también la presencia solitaria de una histórica chimenea de una antigua factoría azucarera.
Desde que el holandés Adriaan Van Der Stel introdujo la caña de azúcar en Mauricio en el año 1639, nadie imaginó que esta planta crearía un impacto tan inmenso en la isla. Sin embargo, resultó ser una industria que durante los siguientes 300 años revolucionó la vida del país.
Mauricio experimentó un aumento masivo de factorías de procesado de la caña de azúcar, llegando a haber más de 250 en la isla. Pero a causa de las guerras y los problemas económicos, principalmente en países europeos, el precio del azúcar empezó a bajar desde finales de la década de 1880.
A partir de aquel momento empezó el proceso de centralización. Además, los ciclones y algunos tipos de insectos afectaron los cultivos de caña de azúcar en muchas fincas, lo que provocó pérdidas financieras y cierres drásticos. La centralización disminuyó el número de molinos de azúcar con el tiempo.
De aquel pasado glorioso de la industria azucarera en Mauricio hoy en día aún podemos encontrar, dispersas por la geografía mauriciana, algunas chimeneas, la estructura más atractiva y notable de una fábrica de azúcar. Cuando varias factorías de caña de azúcar del pasado cerraron, dejaron sus chimeneas como huella de su existencia.
Desgraciadamente, también se han perdido otras muchas a causa de los ciclones o la reconversión de fincas azucareras. Pero las que han quedado en pie forman parte ya del patrimonio histórico y cultural de la isla.
Recorriendo la isla seguramente tendréis la ocasión de ver unas cuántas de estas altas estructuras hechas de ladrillo y de planta circular, cuadrada o rectangular.
Como colofón de la visita a la finca del Domaine de Labourdonnais fuimos hasta su recomendable restaurante La Table du Château, a solo 50 metros de la casa, donde hicimos la degustación de ron, eligiendo 10 tipos de ron entre 6 variedades de ron del tipo Classique y 6 más del tipo Liqueur, todas ellas producidas localmente en la finca.
Y todo ello acompañado de dos tipos de jugo y de gelatinas de fruta, también de producción local con productos de la propia finca. Disfrutamos mucho de la experiencia. Por todo ello este lugar es muy recomendable.
Acabada esta interesantísima visita, con el coche nos desplazamos hasta la población de Pamplemousses, a 6,5 km al suroeste, para visitar el extraordinario jardín botánico Sir Seewoosagur Ramgoolam (también conocido como Jardín Botánico SSR o de Pamplemousses), el más antiguo del hemisferio sur, puesto que data del siglo XVIII.
Cubre una superficie total de 37 Ha y es muy conocido, entre otros, por su largo estanque de nenúfares gigantes de la especie Victoria amazonica.
Pagamos 300 MUR por persona por la entrada al jardín botánico, la cual incluye un práctico mapa para no dejarse ningún rincón sin visitar. Recorrimos prácticamente todos los caminos y sectores del jardín y, consecuentemente, acabamos muy cansados, pero encontramos este lugar absolutamente fascinante.
Al principio del recorrido pasamos junto al Château de Mon Plaisir, una elegante residencia colonial construida en 1823 y que fue residencia de los gobernadores franceses y británicos en la isla.
Por su belleza se entiende perfectamente que el Jardín Botánico SSR sea una de las atracciones turísticas más visitadas de la isla.
A continuación pusimos rumbo hacia la Casa Eureka, ubicada en Moka, 27 km en el sur de Pamplemousses siguiendo la autovía Terre Rouge - Verdun - Trianon Link que bordea Port Louis por el oeste y evita tener que atravesar la capital.
Esta autovía muy cerca de la carismática montaña Pieter Both, la segunda más alta de la isla, con 820 metros de altura. Su principal característica es la gigantesca formación rocosa que forma su cumbre: un pináculo coronado por una espectacular roca, que se asemeja a una cabeza humana, y que tiene unos nueve metros de diámetro.
En el camino hacia Moka nos detuvimos en la población de St. Pierre para almorzar en el primer lugar que encontramos abierto. Y cuando llegamos a Moka nos desviamos para ir hasta el lugar donde se encuentra la casa criolla Eureka.
Esta casa, construida alrededor de 1836, es una mansión que se encuentra ubicada en un bonito entorno natural, entre el monte Ory y un río, y que fue construida con madera local de ébano y caoba. Actualmente es un museo.
Sabíamos que la casa Eureka estaba cerrada temporalmente, pero teníamos la esperanza de poder verla por fuera. Pero cuando llegamos al lugar nos encontramos con que solo se podía ver parcialmente. En cualquier caso, el entorno natural de la casa se precioso.
Y de Moka fuimos a Curepipe, población situada a unos 18 km al sur. En primer lugar subimos hasta el cráter Trou aux Cerfs, el cual es encuentra en un punto elevado, a 605 metros sobre el nivel del mar. Tiene un diámetro de 350 metros y una profundidad de unos 100 metros. Desde el mirador sobre el cráter hay una vista espectacular de la mayor parte de la isla de Mauricio y de 360º de la ciudad de Curepipe. Es un lugar de visita muy recomendable.
Dimos toda la vuelta a pie por el borde superior del cráter y así pudimos disfrutar de vistas de 360 grados en todas las direcciones. Y mirando hacia el interior del cráter podréis ver una vasta zona de bosque exuberante formado por especies vegetales autóctonas y algunos pinos verdes gigantes. En el fondo del cráter suele haber un pequeño lago formado por acumulación del agua de lluvia, pero en las fechas de nuestra visita estaba seco.
Para llegar hasta la parte superior del cráter cruzamos el barrio de Floreal, donde se hace evidente que sus residentes tienen un alto poder adquisitivo por las mansiones y jardines que se pueden ver (o intuir). También pasamos junto al campo de golf Mauritius Gimkhana Club, fundado en 1844 en Vacoas-Phoenix, siendo el más antiguo de todo el Índico y el cuarto más antiguo de todo el mundo.
Y desde el cráter Trou aux Cerfs fuimos hasta el centro de Curepipe, a solo 2,5 km. Aparcamos el coche junto al jardín municipal Paul & Victoria. Hicimos una ruta a pie viendo el bonito edificio del Ayuntamiento (Hôtel de Ville), el de la biblioteca Carnegie, la iglesia de Santa Teresa, las galerías comerciales Les Arcades Currimjee, el sorprendente edificio del Royal College o el curioso aspecto exterior del Mercado Central, uno de los edificios modernos más icónicos de la isla.
Acabada la visita a Curepipe ya eran las 18:30 y regresamos con el coche hacia Blue Bay.
Alojamiento en Blue Bay: Apartamento Villa Soleil d'Eté
Kilómetros recorridos en coche: 165 km.
Empezamos la jornada yendo hasta La Vallée de Ferney, 15 km al norte de Blue Bay. La entrada se encuentra junto a la carretera B28 que va hacia Vieux Grand Port.
La Vallée de Ferney es una reserva forestal y de vida silvestre que ocupa una área natural de 200 Ha y que se estableció a finales del 2006, como un programa de conservación y restauración de los bosques autóctonos del valle. Menos del 2% de los ecosistemas autóctonos de Mauricio permanecen intactos y este valle es uno de los últimos refugios naturales de la isla.
En esta reserva los visitantes pueden llevar a cabo diferentes actividades. Una de ellas es el senderismo, puesto que se ofrecen varias rutas a pie por el valle de Ferney que recorren sus bosques autóctonos.
Cuando llegamos a la entrada aparcamos el coche, pagamos la entrada (200 MUR por persona) y nos inscribimos en un libro de registro para hacer la ruta a pie de 5 km, la más corta de las que se ofrecen.
Antes de empezar la ruta visitamos el pequeño museo que hay en la entrada y que muestra la historia de la zona. El camino hacia el valle empieza atravesando un jardín muy bonito y después pasa por la antigua fábrica azucarera de Ferney antes de adentrarse en el valle de Ferney, el cual va siguiendo el curso de un pequeño río. Los paisajes son verdaderamente bonitos y durante todo el recorrido nos acompañó el canto de los pájaros y el murmullo del río.
Más adelante vimos un antiguo pabellón de caza que ahora es un alojamiento, el Ferney Nature Lodge. Tiene unos pocos bungalous exquisitamente decorados, con restaurante y piscina, y con unas vistas elevadas sobre el valle. Es caro, pero teniendo en cuenta el lugar donde se encuentra estamos seguros de que es de aquellos lugares que no se olvidan.
Más o menos a medio camino se llega al lugar donde viven libremente unas cuántas tortugas gigantes y que ayudan a regenerar el bosque. También hay un vivero que pone a la venta plantas endémicas y en peligro de extinción a los visitantes locales de Mauricio.
A partir de este punto el sendero vuelve al punto de inicio por el otro lado del río, con muy buenas vistas sobre las montañas de la cara norte del valle. A pesar de que este sendero no es especialmente largo ni complicado llegamos cansados al final del recorrido, también influido por el calor que hacía, pero mucho más que satisfechos por la maravillosa experiencia que acabábamos de vivir. En Mauricio no os podéis perder la visita a este lugar.
De vuelta al coche pusimos rumbo hacia Curepipe para visitar el Domaine des Aubineaux, a 29 km hacia el noroeste. Es una preciosa finca con una casa colonial de finales del siglo XIX, con algunos pabellones auxiliares, rodeada de unos jardines muy cuidados. Se puede recorrer libremente todo el exterior y vale mucho la pena.
Esta finca, junto con el Domaine de Bois Chéri y el Domaine de Saint Aubin, que ya habíamos visitado días antes, forman parte de La Ruta del Té, del Ron y de la Vainilla, la cual nos sumerge en la historia y la cultura culinaria de Mauricio.
Intentamos quedarnos a comer en el pequeño restaurante Las Aubinaux, puesto que el lugar es muy especial y los precios eran bastante asequibles, pero desgraciadamente ya estaba todo reservado. Una lástima. El restaurante ocupa una parte de la mansión de esta finca.
Ya eran las 13:00 horas y pusimos rumbo hacia Port Louis, 27 km hacia el norte, adonde llegamos en menos de media hora. Después de comer fuimos andando hacia el frente marítimo, pero antes aprovechamos para ver cosas en el centro que no habíamos visto el día de nuestra anterior visita a la capital mauriciana o bien repetir otros que sí habíamos visto pero que queríamos volver a ver.
Paseamos por Las Jardines De La Compagnie, un lugar que, según nos dijo alguien, es inseguro pasear por él cuando oscurece a causa de la gente que frecuenta estos jardines (!). De día, pero, es un lugar muy tranquilo y bonito de ver. En estos jardines hay unas cuántas estatuas, pero lo más impresionante de todo son sus enormes banianos. Junto a los jardines se encuentra el interesante edificio del Museo de Historia Natural.
Andando por la calle La Chaussée llegamos a la Place d'Armes y desde aquí fuimos hasta el frente marítimo Le Caudan. Aprovechando que en él hay unas cuántas tiendas de recuerdos del país, compramos algunas cosas como recuerdo del viaje. Entre ellas, una preciosa acuarela que representa una playa con Le Morne Brabant al fondo.
A continuación dimos una vuelta por Le Caudan hasta llegar al Blue Penny Museum. En los muelles próximos vimos atracados dos grandes cruceros de la empresa MSC Cruises pero, por suerte, los cruceristas ya debían de estar embarcados porque no vimos ni uno solo por la calle.
Con el coche subimos hasta donde se encuentra la ciudadela, llamada Fort Adelaide. Esta fortaleza fue construida por los británicos a mediados del siglo XIX y ocupa la parte alta de un cerro, ofreciendo unas espléndidas vistas de 360° sobre Port Louis y su puerto. Cuando llegamos allí ya estábamos fuera de las horas de visita de la fortaleza, pero fuera de ella hay un mirador desde donde se pueden ver las mismas vistas.
Y desde este punto de la capital pusimos rumbo hacia el faro de Pointe aux Caves (o faro de Albion), unos 14 km al suroeste. En una tienda de Le Caudan habíamos visto una foto de este faro y nos llamó la atención, por lo que nos pareció interesante ir a verlo, sobre todo porque parece ser un lugar ideal para ver la puesta de sol. Fuimos hasta él siguiendo las carreteras A3, B78 y otras carreteras locales.
El faro de Albion, aún en funcionamiento, fue construido sobre un acantilado en la peligrosa costa de Pointe Aux Cavas a principios del siglo XX. Tiene una considerable altura de 30 metros y es un lugar muy popular para los fotógrafos gracias a su increíble fondo para las fotos. El faro está cerrado y no es visitable.
Cuando llegamos al lugar donde se encuentra el faro vimos que había ya unos cuántos coches. Después de aparcar dimos una vuelta por los caminos que recorren la parte superior de los acantilados sobre el océano. Cerca de este faro hay unas rocas que forman un caprichoso doble arco natural creado por la fuerza del mar y la climatología. Buscamos un lugar desde donde verlo y finalmente lo encontramos en este punto en el camino de bajada hacia unas piscinas naturales que parte del lado oriental del faro.
Se acercaba la hora de la puesta de sol y buscamos un lugar desde donde verla con el faro de Albion en primer término. Finalmente elegimos la playa púbica de Mon Plaisir, a 1,5 km del faro.
Sentados en unas rocas volcánicas y rodeados de restos de coral vimos la puesta de sol sobre el océano y los acantilados de esta costa rocosa, con el faro en la lejanía. Muy recomendable. Un lugar alternativo desde donde ver la puesta de sol, más cercano al faro, puede ser el mirador de Albion.
En el camino de regreso a Blue Bay nos desviamos brevemente para entrar en el enorme centro comercial Tribeca Mall que hay junto a la autovía M2, en Trianon, para comprar en su supermercado algo que necesitábamos. Este centro comercial es el más grande del Índico y uno de los más grandes del mundo. Nos sorprendió encontrarlo en esta isla.
Alojamiento en Blue Bay: Apartamento Villa Soleil d'Eté
Kilómetros recorridos en coche: 159 km.
Este era nuestro último día de viaje completo en la isla y el objetivo era recorrer la costa oriental de la isla hacia el norte de Blue Bay.
Salimos de Blue Bay hacia el norte, siguiendo la carretera que va por la costa oriental de la isla, vía Grand Vieux Port. Al llegar a Grand River South East nos desviamos brevemente para ir a ver la cascada Grand River South East (o cascada G.R.S.E.). Aparcamos el coche en este punto de la carretera que va a la población de Grand River South East.
Al principio no encontrábamos el camino que baja hasta el punto del río donde está la cascada, puesto que no había ninguna indicación. Pero finalmente, siguiendo el murmullo del agua, encontramos el inicio de una vereda que baja hacia el río. No es un camino especialmente difícil, pero puede ser resbaladizo en caso de lluvia.
Cuando llegamos al lugar donde el río Grand River South East debe salvar una fractura en el terreno pudimos ver la cascada en todo su esplendor. Es un lugar muy bonito. La cascada bajaba con bastante agua y justo antes de la caída el río forma unas cuántas piscinas. Vimos numerosos turistas que llegaban navegando por el río desde el sur en barcas para poder ver la cascada desde la base. En un momento dado vimos una cola de hasta ocho barcas para acceder al frente de la cascada y poder hacer las fotos desde el pie de la cascada. Nosotros la vimos desde arriba y lateralmente.
Después de disfrutar unos minutos de este lugar tan bonito volvimos al coche y continuamos ruta hacia el norte. Nuestro siguiente destino fue el templo hinduista Sagar Shiv Mandir, en la población de Poste de Flacq. El templo fue construido sobre una pequeña isla a la que se puede llegar en coche cuando la marea está baja. El templo en si no lo encontramos especialmente interesante, pero el lugar donde se encuentra hace que las vistas desde él sean especiales, ya que está rodeado por una laguna con muchos manglares que dan al lugar un aspecto místico.
A continuación recorrimos otros 7,6 km, siguiendo las carreteras B62 y B59, hasta llegar a la playa pública de Belle Mare. Cuando llegamos aparcamos el coche en el gran aparcamiento que hay junto a la playa y enseguida notamos, tal como ya habíamos visto en otras playas de la isla, que esa playa estaba muy concurrida ese día. Al parecer esta playa de Belle Mare es especialmente popular entre la población local, sobre todo en días festivos y fines de semana, como era el caso hoy.
Paseamos un poco por la arena de la playa y pudimos constatar que es muy bonita y que el color del agua es increíble, pero aquel día había mucha gente, demasiada para nuestro gusto. Así que decidimos probar suerte más hacia el sur e intentar encontrar un lugar más tranquilo.
Siguiendo 1,5 km hacia el sudeste por la B59 vimos una pequeño camino sin asfaltar que salía a la izquierda y que parecía acabar en una playa. Seguimos ese camino durante unos 120 metros y aparcamos el coche, junto al muro exterior del complejo turístico Veranda Palmar Beach Hotel, en este punto de la playa de Quatre Cocos.
De hecho, las playas de Belle Mare y de Palmar pertenecen también al núcleo de Quatre Cocos. La playa que limita al norte de la de Quatre Cocos es la que recibe el nombre de playa de Belle Mare, la que habíamos visitado previamente, mientras que la que limita hacia el sur es la playa de Palmar.
El tramo de playa de Quatre Cocos que hay hacia el sur del punto donde aparcamos es pública, mientras que la que hay hacia el norte está ocupada por varios complejos turísticos y por tanto no hay tanta gente.
Nosotros fuimos andando por la playa y nos situamos en un punto frente al lujoso complejo turístico LUX* Belle Mare Resort, junto a la pequeña Little Island.
Aquí nos bañamos un buen rato y disfrutamos de un rincón de playa espectacular, con un gran banco de arena blanca, la pequeña isla y aguas cristalinas de color turquesa. En nuestra opinión fue una de las playas más bonitas que habíamos visto en la isla.
A la hora del almuerzo, si uno no lleva su propia comida y no se es cliente de alguno de los complejos turísticos que hay en esta playa, las opciones son muy reducidas. Por suerte, preguntando dimos con la posibilidad de comer en la terraza exterior del Veranda Palmar Beach Hotel, a pie de playa. Tal como era de prever, no es un lugar barato pero, aun y así, lo cierto es que lo que pedimos estaba delicioso y bien servido.
Después del almuerzo y de una sobremesa volvimos un rato en la playa para disfrutar de tan extraordinario lugar. Cuando nos fuimos de Quatre Cocos constatamos que en la parte pública de la playa había bastante más gente que cuando habíamos llegado por la mañana.
Continuando con el coche hacia el sudeste por la B59 nos detuvimos, al cabo de 2,5 km, ante la playa pública de Palmar para hacer algunas fotos. En general, todas las playas de esta zona de la isla nos gustaron mucho, pero nos quedamos con la playa de Quatre Cocos, en la que habíamos estado antes.
Y 5 km más hacia el sur llegamos a la población de Trou d'Eau Douce, el lugar desde donde salen las barcas que van a la famosa Ile aux Cerfs. Se trata de una isla privada, situada muy cerca de la costa de Trou d'Eau Douce, con 87 hectáreas de vegetación exuberante y playas de arena blanca y protegidas por la laguna más grande de Mauricio. Además de la playa, hay un club de golf, tres restaurantes y una amplia variedad de actividades a hacer.
Nosotros nos habíamos llegado a plantear la posibilidad de hacer hoy una excursión a Ile aux Cerfs, pero viendo que era domingo y que habría mucha gente finalmente desistimos. Estamos convencidos de que hicimos bien, porque ya habíamos leído que siempre había mucha gente en ella y era difícil escapar de la masificación.
En el camino desde Trou d'Eau Douce hasta Blue Bay, de 44 km bordeando la costa, aún hicimos alguna parada más para disfrutar de algún bonito paisaje a medida que el sol de la tarde iba cayendo.
Alojamiento en Blue Bay: Apartamento Villa Soleil d'Eté
Kilómetros recorridos en coche: 118 km.
Por la tarde ya empezaba nuestro viaje de vuelta hacia casa. Habíamos pensado de aprovechar la mañana para darnos un último baño en la cercana playa de Pointe d'Esny, pero el día amaneció bastante nublado y ventoso y eso nos hizo cambiar de planes.
Después de preparar el equipaje y dejar el apartamento fuimos con el coche hasta la llamada isla des Deux Cocos, en realidad una península que ocupa la zona de Le Chaland y que está al otro lado de donde se encuentra el aeropuerto SSR. Para llegar a la península hay que rodear prácticamente todas las instalaciones del aeropuerto.
Conduciendo por carreteras locales y entre campos de caña de azúcar, en una zona muy rural, llegamos a la pequeña playa de Le Bouchon, pero el lugar no parecía tener nada de especial. Toda esta zona de la isla está a años luz de otras áreas de costa de la isla que están repletas de complejos turísticos de lujo.
Desde aquí volvimos unos kilómetros atrás por la misma carretera y siguiendo otra ruta llegamos hasta la preciosa playa de La Cambuse, situada unos 2,5 km más al norte en línea recta, justo frente al islote des Deux Cocos (no confundir con la península llamada isla des Deux Cocos).
Aparcamos el coche junto a un edificio y zona de entrenamiento de la Guardia Costera de Mauricio (Coast Guard Training School). La playa pública de La Cambuse es bastante bonita y está rodeada de naturaleza a causa de su relativo aislamiento. Esta playa es bastante frecuentada por la población local, pero el día de nuestra visita no encontramos prácticamente a nadie. En esta playa las olas y las corrientes llegan con fuerza a pesar de existir una barrera de coral unos 150 metros mar adentro, por lo que se desaconseja el baño aquí.
Fuimos andando por la playa hacia el norte bordeando la costa de la península que hay frente al islote Des Deux Cocos. Atravesamos el campo de golf del complejo turístico Shandrani Beachcomber Resort & Spa y llegamos a otras pequeñas y preciosas playas que hay dentro de los dominios de este hotel. Justo ante nuestros ojos teníamos las aguas del Parque Marino Blue Bay y más allá la playa de Blue Bay.
Encontramos muy bonito el contraste de colores de la arena blanca, las rocas volcánicas negras y el turquesa del agua del mar. Y andando por la larga línea playa del complejo turístico llegamos hasta la playa que hay en su extremo norte. Después de un buen rato disfrutando de este lugar tan bonito volvimos hacia el coche por el mismo camino.
Como ya eran las 13:00 horas volvimos hasta Blue Bay para almorzar allí antes de ir hacia el aeropuerto. Escogimos el restaurante The Spot Café, junto a la playa pública de Blue Bay. En este restaurante comimos muy bien y el servicio fue muy rápido y eficiente, algo que no habíamos visto hasta ahora en toda la isla.
Después de comer, marchamos con el coche hacia el aeropuerto Sir Seewoosagur Ramgoolam, a 10,5 km de Blue Bay.
Al llegar a él devolvimos el coche de alquiler y facturamos el equipaje en los mostradores de Saudia Airlines. Finalmente nuestro vuelo a Yeda (Arabia Saudí), en un avión Boeing 787-9, despegó a las 17:08. Por delante teníamos un trayecto de 5.830 km y una duración estimada de 6 horas y 40 minutos.
Aterrizamos en el aeropuerto King Abdelaziz de Yeda a las 22:48 hora local (-1 hora respecto Mauricio).
Como que nuestro vuelo de conexión a Barcelona era a las 10 de la mañana del día siguiente, esta vez habíamos reservado la estancia en el hotel Aerotel Jeddah, situado en la zona de tráfico del mismo aeropuerto y, por lo tanto, no hay que salir de la terminal ni pasar nuevamente por seguridad.
Tal como pasó en el viaje de ida, si estas horas de tránsito entre vuelo y vuelo hubieran sido durante el día entonces hubiéramos pedido un visado de tránsito (el visado era gratuito, pero había que pagar unos 15 € por persona en concepto de tasas y de seguro) para visitar el distrito de Al Balad, el centro histórico de Yeda (Patrimonio de la Humanidad desde 2014). Pero siendo por la noche ya no valía la pena pagar el visado y salir del aeropuerto.
Este hotel lo reservamos vía Booking y así nos salió más barato que haciendo la reserva directamente al hotel o a través de su web, pero no siempre está disponible en el portal de Booking. Se puede coger una habitación por 6 horas, por 12 horas o por todo el día, como un hotel normal, y el precio, lógicamente, es diferente.
En cualquier caso no es barato, pero el hotel está bastante bien y si tenéis, como fue en nuestro caso, muchas horas de conexión es mucho mejor que intentar dormir en un asiento o tumbado en el suelo. Y, además, te puedes duchar y abordar el siguiente vuelo mucho más descansado.
Nosotros pagamos 156 € por una habitación doble en el Aerotel Jeddah durante doce horas. No incluye desayuno. Nos dieron una habitación en la planta 4, la última del hotel. La habitación era suficientemente grande y lo cierto es que estaba muy bien. Mereció la pena el precio pagado.
Alojamiento en Aeroport Yeda (Aràbia Saudita): Aerotel
Kilómetros recorridos en coche: 55 km.
Nos levantamos muy descansados y, después de ducharnos y de recoger las cosas, dejamos la habitación. En la misma terminal buscamos un lugar donde desayunar.
Después fuimos a dar una vuelta por la terminal 1, ahora que la podíamos ver de día. Si hay algo que llama la atención en el exterior de la terminal, es la espectacular torre de control de tráfico aéreo, la más alta del mundo con sus 136 metros de altura.
Nuestro avión de Saudia Airlines despegó a las 10:58 de la mañana del aeropuerto de Yeda. Quedaban por delante 4.200 km y 5 horas 28 minutos de vuelo previsto hasta Barcelona.
Finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Barcelona/El Prat a las 14:35 hora local (-2 horas respecto Yeda), tras un tiempo de vuelo efectivo de 5 horas y 37 minutos.
Y aquí acaba el relato de este fantástico viaje que hicimos a la isla de Mauricio, el cual se nos hizo realmente muy corto.
Aunque pueda parecer una obviedad, un viaje a Mauricio es un viaje al paraíso, con impresionantes paisajes y una diversidad de culturas que crean recuerdos inolvidables.
Muy a menudo Mauricio está asociada a playas inmaculadas y de aguas cristalinas que son el destino soñado de muchas parejas en viaje de novios, pero en realidad es mucho más que eso y tiene alicientes de sobras para cualquier perfil de viajero.
Además, la rica historia y el patrimonio multicultural de la isla añaden profundidad a la experiencia, ofreciendo una mezcla única de tradiciones y modernidad. Tanto si exploráis sus coloridos mercados, hacéis senderismo por su exuberante naturaleza, saboreáis la gastronomía local o simplemente os relajáis junto al mar, Mauricio no os decepcionará en absoluto.
Después de visitar la isla, a finales del siglo XIX, el famoso escritor norteamericano Mark Twain escribió lo siguiente: «De un ciudadano me quedé con la idea de que Mauricio se hizo primero, y después el cielo; y que el cielo fue copiado de Mauricio» (del libro de viajes Following the Equator: A Journey around the World, publicado en 1897). Pues eso!!
En resumen, lo mejor que podéis hacer es ir y comprobarlo vosotr@s mism@s.