Del 5 al 9 de abril de 2007 (Semana Santa).
La moneda en Finlandia es el Euro así que no hay ningún problema en lo que se refiere al cambio. El nivel de vida es muy similar al del norte de España. Yo, por ejemplo, soy de Pamplona y todos los precios son muy parecidos, aunque hay que tener en cuenta que Pamplona hoy en día es una ciudad cara.
Unos 1.000 € por persona
DNI en vigor para los ciudadanos europeos.
Finlandia es un país muy seguro incluso por la noche. Siempre con los cuidados lógicos que hay que tener en todas partes, pero sin problemas.
El alojamiento se puede comparar perfectamente al de nuestro país, tanto en precios como en calidad.
Allí siempre una hora más. En abril amanece hacia las 6:30 de la mañana y el sol se pone hacia las 9:30 de la noche.
Toda la información que solicitamos mediante la web de la Oficina de Turismo de Finlandia (en español).
El viaje comienza en Barcelona, donde cogemos un vuelo directo con la compañía Finnair que nos lleva hasta Helsinki en 3 h y 45 min. Allí no tenemos más remedio que esperar unas 4 horas, lo cual hacemos en el mismo aeropuerto, para enlazar con nuestro vuelo a Rovaniemi que será nuestro destino final. Este vuelo interno también lo hacemos con Finnair, pero hay que recalcar que existe una compañía aérea de bajo coste que es Blue1 la cual también tiene vuelos directos desde Barcelona a Helsinki. El aeropuerto de Helsinki es pequeño, sólo tiene dos terminales y hay un paseo de unos 300 m. de una a otra.
Al fin, después de 1 hora más de vuelo llegamos a Rovaniemi, la ciudad de Santa Claus. Es de noche y hace frío, pero estamos en la Ciudad de la Navidad y eso no nos importa en absoluto. A la salida del aeropuerto hay unos taxis grandes amarillos (unas furgonetas) que te llevan a tu hotel por 5 €/persona y que están allí a la llegada de cada vuelo de Finnair y Blue1. Después veremos que los taxis normales son algo más caros...
Llegamos a nuestro hotel que se llama Ounasvaaran Pirtit, un complejo con cabañas de madera que se encuentra en una estación de esquí, a unos 2.5 km. de Rovaniemi. Al llegar la estampa es preciosa, un montón de cabañas de madera rodeadas de nieve (y eso que llegamos de noche).
Están muy bien equipadas con cocina completa y un baño con ducha y sauna. Sí, sí, sauna, habéis leído bien. Una pequeña saunita en cada cabaña... una gozada. El precio por noche era de 73 € la cabina para dos personas. Sinceramente, la relación calidad precio es muy buena. En el mismo complejo dispones también de una piscina de agua caliente, sauna comunitaria para 30 personas y un pequeño supermercado para autoabastecerse de lo necesario para la estancia.
La única pega que puede encontrar uno es que hay 2.5 km hasta el pueblo y sólo se puede ir caminando o en taxi y este cuesta unos 12 € por trayecto. Si te gusta caminar el lugar es perfecto, porqué el paisaje es precioso y en media horita te plantas en el pueblo. Después de avasallar a preguntas a la chica que está en la recepción y recopilar diferentes folletos informativos, optamos por acostarnos dado que el día ha sido cansado del viaje.
Hoy desayunamos en el comedor del complejo, previa reserva del desayuno la noche anterior. Recomendamos comprar cosas en el súper por que sale un poco caro (9,50 € por persona).
Decidimos ir caminando al pueblo y a pesar de que la temperatura ronda los -2 ºC, el camino se hace agradable. Al llegar al centro nos dirigimos en busca de una de las muchas agencias que organizan safaris con motos de nieve, huskies y renos por los bosques de Laponia. No hay mucho problema de plazas, pero no podemos hacer la que más nos apetecía debido a que no había suficiente nieve (safari con trineo tirado por huskies), aunque para mí había muchíiiiiiisima... imagina en pleno diciembre como debe de estar aquello... Al final optamos por una excursión que dura 6 horas en una moto-nieve que conduces tú mismo, en la que está incluida la comida y la visita a Santa Claus Village donde tendremos la oportunidad de fotografiarnos con éste amigo de los niños y de los no tan niños... toda una experiencia. Hacemos la reserva para el día siguiente por la mañana.
Salimos de la agencia y nos disponemos a ir hacia la estación de tren para coger uno que nos lleva hasta Kemi. Es una población que se encuentra al suroeste de Rovaniemi, para visitar el Castillo de Hielo, además con mucha suerte porque ése era el último día de visita de la temporada de invierno. Tardamos una hora y cuarto más o menos en llegar en tren y el billete de ida y vuelta nos cuesta 32 € por persona. Hay que decir que al bajar del tren parece que nos encontramos en una ciudad fantasma: no hay nadie por la calle, supongo que por el frío la gente se queda en sus casitas.
En un paseo de unos 15 minutos llegamos al castillo. La entrada cuesta 7 €. Es muy curioso y está completamente hecho de hielo. Dentro del complejo hay un hotel y un restaurante (todo de hielo) en los cuales hay que reservar con antelación porque está muy solicitado. Sí que puedes visitarlos y tomar un café caliente en el bar del restaurante. El castillo se encuentra a orillas del mar y la estampa es preciosa. El mar está totalmente congelado y la gente va paseando y esquiando por encima del agua. También hay una excursión en Kemi que es el Rompehielos Sampo, pero hay que reservarla con al menos dos meses de antelación y aparte es un pelín cara (210 € por persona). Son 4 horas de trayecto, incluido un baño en el mar helado con un traje especial.
Al terminar buscamos un sitio para comer y acabamos en un restaurante árabe o algo así. Hay que recalcar que es el único que encontramos abierto. Aquí también celebran la Semana Santa y está tooooooodo cerrado. El local se llama Stadin Chili & Kebab (c/ Kauppakatu nº 14) y comemos una pizza hecha con la masa del kebab. La verdad es que estaba buenísima, era enorme y pagamos solamente 10 € por ella más dos refrescos. Muy barato teniendo en cuenta el país en el que estamos. Es un sitio recomendable.
Tras comer nos damos una vuelta por el pueblo y tomamos unas cervezas en otro local que encontramos abierto, Corner Inn, y pagamos 4 € por cada una (1/2 litro cada una). Después tomamos de nuevo el tren y nos dirigimos de vuelta a Rovaniemi. Es un poco triste al llegar, porque aquí tampoco hay nadie por la calle, hace frío y comienza a nevar. Así que no nos queda otra que entrar en otro garito para tomar algo. Más tarde optamos por cenar en un restaurante que se llama Gaissa y que está en la calle principal y más céntrica de Rovaniemi. Aquí tenemos la oportunidad de probar auténtica comida lapona y la verdad es que el sitio está muy bien. Cenamos por unos 16 € cada uno y los platos son bastante abundantes (este es un detalle que comprobamos que es así en todos los restaurantes de Finlandia, o al menos en los que estuvimos). Al salir de cenar ya es de noche y como hace frío optamos por coger un taxi que nos lleva al hotel y que nos cuesta 12 €.
Tras comprar algo para desayunar en el supermercado del complejo (abierto de 8 de la mañana a 9 de la noche), nos dirigimos a la recepción del hotel donde esperamos a que vengan a buscarnos de la agencia Arctic Safaris en la que habíamos reservado el safari. Nos recoge Giarno, muy majete y muy rubio....jejejeje.
Una vez en la oficina nos proveen de todo el equipamiento necesario para no pasar ni gota de frío (mono, guantes, pasamontañas, calcetines, bufanda, botas y casco para la moto) y esperamos a que llegue el resto del grupo. Tras unas explicaciones nos dirigimos a recoger las motos de nieve a una granja de renos en la que tenemos la oportunidad de dar una mini vuelta en un trineo tirado por estos. Aquí obtenemos el permiso de conducir renos... te dan hasta un carnet con tu huella marcada... muy divertido.
Después de aprender un montón de cosas sobre estos animales nos dirigimos hacia las motos. El safari en moto-nieve es genial. La única pega es el precio (155 € por persona), pero merece realmente la pena. Pasamos por medio de bosques nevados, lagos totalmente helados... en fin una experiencia única. Vamos en un grupo de 15 personas y nos acompañan dos guías de allí, Giarno y Marco. Alucinante!!.
Tras dos horas y media llegamos a la oficina de Santa Claus donde tenemos que hacer cola para entrar y fotografiarnos con él. Un detalle muy importante es que no se le puede fotografiar ni filmar y la fotito te la venden allí... la más barata cuesta 23 €. Carísima pero... ¡¡cómo no vas a comprar la foto con el auténtico Santa Claus!!!.
El complejo es bonito y allí comemos un poquito de comida lapona. Tras comer e intercambiar información sobre nuestros países con los dos guías, volvemos a Rovaniemi en moto-nieve y llegamos en una hora más o menos. Nos despedimos apenados porque ha sido un día fantástico y nos han tratado de p.m.
Queremos ir a visitar el Artikum, un museo dedicado a la cultura Lapona. Tomamos un taxi porque cierran a las 18:00 y no tenemos mucho tiempo. Después de pagar 8 € por el taxi nos damos cuenta de lo cerca que está del centro... En fin, para los que vayáis, sabed que se puede ir andando en 5 minutos. La entrada cuesta 8 € por persona. Es interesante, aunque a mí personalmente los museos no es que me apasionen.
Hoy acabamos cenando, sin saber que lo era, en un mexicano. Tiene su guasa comer comida mexicana en Finlandia. Por otro lado fue bien porque el picante nos calentó el cuerpo un poco más... El restaurante se llama Amarillo y está bastante bien. Cenamos por unos 15 € cada uno típica comida mexicana.
Hoy como hemos cenado pronto, optamos por ir caminando a nuestro hotel. Todavía es de día y la temperatura aún no ha bajado demasiado (-3º C).
A dormir y descansar para ir al día siguiente a la capital del país, por supuesto después de disfrutar de una sauna en nuestra propia cabaña... Todo un lujo, de verdad.
Hoy nos levantamos temprano porque a las 9:30 de la mañana cogemos un vuelo que nos lleva a Helsinki. Llegamos hacia las 10:30 de la mañana. Recogemos nuestro equipaje y nos dirigimos a nuestro hotel. Hay unos autobuses de Finnair que salen cada 10 minutos más o menos de ambas terminales y que te dejan en el centro de la ciudad. Nuestro hotel es el Sokos Hotel Presidentti. Es de 4* y está muy céntrico. El precio es de 87 € la habitación doble con desayuno.
Salimos dispuestos a ver un montón de cosas y deprisa porqué solamente tenemos ese día para conocer la ciudad. Es domingo y todo está cerrado, y como no, apenas hay gente por la calle... Nos dirigimos al centro, donde visitamos las calles más antiguas, el puerto y la catedral. Nos hubiese gustado ir de compras, pero por desgracia estaba todo cerrado.
Tras pasear un buen rato optamos por coger un ferry que nos lleva a Suomellina. Es una fortaleza que se encuentra en una isla a 15 minutos en ferry desde el puerto de la ciudad. El ferry en invierno sale aproximadamente cada hora y en verano cada 15 minutos. El precio es de 3,80 € la ida y 2 € la vuelta por persona. La fortaleza tiene un montón de museos, restaurantes, tiendecitas y cafes para no aburrirse.
A la vuelta de la isla decidimos ir a patear un poco más por la ciudad y nos metemos en un bar de un hotel (creo que se llamaba Marski o algo así) y nos gustó tanto que nos quedamos a cenar. El precio, como siempre, unos 15 € por persona, aunque hay que tener cuidado con un detalle. Cuando nos trajeron la cuenta vimos que nos habían cobrado 7,50 € por una botella de agua de 1 l. Hay que pedir siempre agua a secas y no pedir agua mineral. El agua en Finlandia es potable en todas partes y es buena. Otro local recomendable para tomar algo es el café Kappeli, el más antiguo de la ciudad y tiene su encanto. Poco más que hacer en Helsinki, así que nos vamos a dormir, que al día siguiente hay que madrugar para volver a casa.
Salimos a la calle y tenemos unos -5º C. Bastante fresquito para despedir el país. En la estación de tren, que está muy cerca de nuestro hotel, cogemos un bus que nos lleva directamente al aeropuerto. Es el mismo que habíamos cogido para llegar hasta aquí. Cuesta 5,20 € por trayecto y persona, y tarda unos 35 minutos en llegar.
A las 7:35 de la mañana cogemos nuestro vuelo y en 3,45 horas nos plantamos de nuevo en Barcelona. Fin de las mini vacaciones. Muy cortas, pero al menos nos hemos quedado con muy buen sabor de boca. Finlandia es un país fantástico, la gente es agradable, simpática y muy puntual. Volveré.