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Bandera de Azerbaiyán

AZERBAIYÁN

Relato de un viaje de 14 días a Azerbaiyán

Marianne y Arantza
Published on Data viatge: 2009 | Publicat el 04/11/2009
Darrera actualització: 04/2022
2.8 de 5 (259 vots)

Introducción

¿Por qué Azerbaiyán...?, ¿y por qué no?. Es un país habitado desde el neolítico (hay petroglifos), ha sido dominado por los persas (templos zoroastrianos), fueron cristianos (iglesias), ahora son musulmanes (mezquitas), parientes de los turcos (se come bien), estuvieron bajo los zares y fueron una república socialista soviética (enormes edificios stalinistas).

Como véis hay de todo, eso sí, hay que tener en cuenta que tanto para los persas como para los rusos Azerbaiyán era una provincia un tanto lejana y no estaban muy interesados en su embellecimiento. No vayáis a buscar el gemelo del Hermitage ni la mezquita de Sinan, pero si lo que más os interesa de un edificio no son sus metros cuadrados hay edificios muy cucos para visitar.

Se nos explicó que en el siglo XIX la Azerbaiyán histórica fue repartida entre Persia y el imperio ruso, por lo que los norte-iraníes son azeríes también y que se debe usar la palabra azerí para referirse al conjunto de todos ellos y azerbaiyano para referirse exclusivamente a lo relativo a la república de Azerbaiyán; por lo tanto será lengua azerí, pero moneda azerbaiyana.

¿Mi resumen sobre Azerbaiyán?... Mucho calor, pocos hoteles, transportes públicos baratos, café caro y una propuesta de matrimonio de un mullah.


Ficha técnica del viaje

Fechas del viaje

Del 29 de julio al 13 de agosto del 2009.

Itinerario

MAPA AZERBAIYÁN - (+) Ver mapa más grande

Día 1: Donostia - Madrid - Estambul
Día 2: Estambul - Bakú
Día 3: Bakú - Suraxami - Mardaykan - Bakú
Día 4: Bakú
Día 5: Bakú - Gobustán - Bakú
Día 6: Bakú - Sheki
Día 7: Sheki - Kish - Bideyiz - Sheki
Día 8: Sheki - Barda - Sheki
Día 9: Sheki - Qax - Xamakhi
Día 10: Xamakhi - Lahij - Bakú
Día 11: Bakú
Día 12: Bakú - Guba
Día 13: Guba - Bakú
Día 14: Bakú
Día 15: Bakú - Besh Barmaq - Bakú
Día 16: Bakú - Estambul - Madrid

Dinero

La moneda azerbaiyana es el manat (AZN). Circula en billetes de 1, 5, 10, 50 y 100. Se divide en qapik, monedas de 5 (pocas) 10, 20 y 50. Llegamos a tener entre los dedos una de 1 qapik.

El cambio en agosto de 2009 era de 100 euros = 110/113 manat.

Se puede cambiar en los bancos y en las oficinas de cambio sin grandes diferencias de precio. En ninguno dan recibo de la transacción. También se pueden ofrecer a cambiaros en el bazar, pero el cambio es netamente inferior. Hay pocos cajeros automáticos y menos fuera de Bakú. Fuera de Bakú también serán pocos los establecimientos que acepten cobrar en divisas.

Presupuesto

Por razones laborales (¿qué os voy a contar de la crisis que no sepáis, verdad?) hasta muy al final no supimos las fechas de viaje y perdimos la oportunidad de reservar billetes de avión baratos.

Nuestra opción fue comprar dos billetes, uno de Iberia, Madrid-Estambul (403,36 €) y otro de Turkish Airlines, Estambul-Bakú (347,61 €). El total del resto (incluido el autobús Donostia-Madrid-Donostia) fue 705,55 € por cabeza.

Visado

Es necesario. Se puede obtener en la Embajada de Azerbaiyán en Madrid (Ronda de Avutarda, 38 - 28043. Madrid. Tel. 91 759 60 10) o en el propio aeropuerto de llegada. Normalmente el que se consigue en el aeropuerto tiene una validez de 15 días.

A la embajada no llaméis antes de las 10:00. Son gente simpática que no dudarán en ayudaros, ¿e-fi-cien-tes? ¿Os he dicho ya que son muy simpáticos?. Sólo hay un español-parlante, pero con el francés y el inglés no tendréis problemas. El pliego de petición de visado lo podéis descargar de la página web de la embajada, clicando en la sección consular. Además necesitaréis dos fotos, 60 euros (a ingresar en una cuenta de La Caixa) y la fotocopia del billete de avión. Os harán el visado exactamente para las fechas del billete. Según su página el visado tarda entre 5 y 10 días. A nosotras nos tardaron 16 pero ¿ya os he dicho que son muy simpáticos?.

Salud

No es obligatoria ninguna vacuna.

Seguridad

Total. No es conveniente acercarse a la frontera armenia ni al Nagorno Karabaj (por lo de las hostilidades bélicas), pero por lo demás es un país muy seguro. Como siempre, no se pueden fotografiar instalaciones militares y otros edificios relacionados con la seguridad nacional. Tampoco el aeropuerto ni las estaciones (¿?), sólo piden que se borren las fotos.

Transporte

Aéreo: Azerbaiyán es un país pequeño (86.600 km², más o menos como Portugal), por lo que se puede abarcar perfectamente por tierra. Hay pocos aeropuertos y vuelos interiores. Son inevitables para visitar la república autónoma de Nakhchivan, rodeada por Armenia por todas partes. No llegamos a ir, pero el billete cuesta alredor de 200 AZN (unos 180 €). El avión sale de Bakú y los billetes se compran en las agencias de viajes.

Terrestre: No hay camino ni distancia que arredre a un azerí con vehículo de motor. Han heredado de los persas el gen "chufa, chufa que como no te apartes tú...". Se respetan los semáforos y los prohibido el paso, pero los límites de velocidad y los pasos cebras son unos extraños adornos con que los gobernantes están empeñados en ornar las calles y caminos. Y la diferencia entre la raya continua y discontinua es que al pintar las segunda les sobró pintura y no la iban a tirar... Os encontraréis con autopistas marcadas en los mapas que todavía se están haciendo (no, no he dicho arreglando). Si yendo por la carretera os encontráis de frente con montones de grava y vuestro vehículo se sale de la calzada y circula en paralelo por el campo ni os inmutéis (vuestros compañeros de viaje tampoco lo harán).

Tren: pocas vías, más dedicado al transporte de mercancías que de viajeros. Es lento, pero goza de gran popularidad. Conviene reservar los billetes con antelación. Atención: en Bakú la bonita estación modernista está fuera de uso, a su derecha veréis un horrible edificio soviético, ahí es. No os arredréis por los andamios: pasad debajo y os encontraréis con un vestíbulo lleno de gente. Según nuestra experiencia las taquilleras son agradables y con paciencia.

Autobuses y minibuses interurbanos: Azerbaiyán es un caso claro de macrocefalia urbana y centralismo. Hay autobuses y minibuses desde Bakú a todas las ciudades del país. El resto están unidas entre sí por microbuses. La autovazgali (pronúnciese autovagtzal) es un enorme edificio de 4 pisos que es, en realidad, un centro comercial lleno de tiendas. No hay taquillas de venta de billetes ni tablones de horarios (nada de comprar billetes con antelación). Cuando lleguéis, subid al primer piso y salid a los andenes, allí están los autobuses, los minis y los voceadores de destino. Los vehículos llevan escrito en su frente el lugar de destino. Se apalabra con el voceador o con el conductor que os dirá la hora de salida y se paga antes de salir. Los minibuses son ligeramente más caros, salen en cuanto se llenan, los hay durante todo el día y se pagan al llegar. El resto del país funciona igual. Por todo el país veréis gente parada en los márgenes de las carreteras. Están esperando el minibús (el que salga lleno no significa que no recoja gente por la ruta). Lo que no veréis son indicaciones de parada, si tenéis que hacer transbordo el que os deja os indicará exactamente donde colocaros para que os pare el siguiente. Los autobuses son más lentos y no paran por el camino. En ninguno os darán billete.

Coche compartido: Alguien que tiene que hacer un desplazamiento busca con quien compartir gastos en la autogazvali. Es ligeramente más caro que el autobús.

Autobuses urbanos: Son baratos y continuos. Se sube por la puerta de en medio o por detrás y se baja por la de delante. Se paga al conductor o al cobrador (a este último se le reconoce porque es el que va sentado en la banqueta de cocina) al bajar. Tampoco os darán billete. Si estuviera llenísimo y no se pudiera bajar por delante, se paga desde la acera (no hemos visto ningún azerbaiyano que no pague el autobús). Cuesta según recorrido 10 o 20 kapik (0,09 /0,18 euros). Problemas: Las paradas NO están indicadas, cuando veáis un grupo heterogéneo con pinta de esperar el autobús, preguntadles. La gente es muy amable y os ayudará en todo lo que pueda. La única parada que no solamente está indicada sino que pone los destinos de los autobuses que paran y su número está en la autovazgali de Bakú: subid al último piso y salid por la puerta lateral dirección a la entrada de la variante. Otro problema: no todos los autobuses con el mismo número hacen el mismo recorrido: llevan las paradas escritas en el frente y en un lateral, leéroslas o preguntad. Son una buena fuente para conseguir calderilla.

Taxis: Dadle un Lada usado a un taxista azerbaiyano y os subirá a la cima del Everest sin despeinarse, aunque,eso sí, puede que a vosotros su conducción os parezca un pelín temeraria, incluido su sistema de ahorro de combustible consistente en bajar las cuestas en punto muerto. No hay dragón khan que se le pueda comparar. No regatean, os dan un precio y lo aceptáis o no; si os dais media vuelta pueden bajarlo, pero nada de él empieza por arriba y vosotros por debajo hasta encontraros. Su idea del volumen al que hay que escuchar la música excede en varios decibelios a lo que aconsejan los médicos occidentales. El CD que está muy de moda entre los taxistas azerbaiyanos en agosto del 2009 es el Balaban de Alihan Samedov.

Metro: Sólo lo hay en Bakú. Es cómodo, práctico y barato. Hay pocas estaciones, pero muy distanciadas. No venden billetes sueltos, sino tarjetas de 1 ó 2 AZN. El primero es para 20 viajes. No sé si cuando los bilbaínos dicen tener la estación más subterránea de Europa tienen en cuenta la de Sahil. De lo que no me cabe duda es de cuál es la escalera mecánica más rápida ¿pero esto con qué se mueve?, ¿con el motor del Sputnik?. Hay que tener en cuenta que los metros pueden circular en diferentes direcciones por la misma vía: en la pared de enfrente al andén veréis la lista de estaciones con flechas que las unen (la que está en verde es en la que estáis); encima del túnel del metro hay un letrero con la última estación del que está a punto de entrar. Veamos, después de pasados los controles (por lo menos 2) en el andén miráis la estación que está en verde y desde ahí a la que queráis ir y siguiendo la línea la última de vuestra línea, lo cotejáis con el letrero superior del túnel y decidís si os montáis o no. Tranquilos, es complicado sólo las 40 primeras veces. Seguro que la víspera de vuestra vuelta lo hacéis automáticamente. Conviene pasar por la oficina de información turística y pedir una fotocopia del plano. Apostaría a que desde el primer paseo reconocéis sin ninguna dificultad las estaciones del centro y las de los extrarradios.

Marítimo: Todos los días salen sendos ferrys con dirección al Kazhastan y Turkmenistán (al otro lado del Caspio). Salen de Bakú, justo enfrente del palacio de la Gobernación. El viaje dura entre 12 y 16 horas. Alrededor de 50 AZN (45,5 €).

Hoteles

Pocos. Por si alguien no lo sabe, Azerbaiyán es zona petrolera. Por tanto, en los alrededores de Bakú están proliferando hoteles de lujo para hombres de negocios. Calculad entre 120 y 150 €. Dentro de la muralla de Bakú y en algunas ciudades con más turismo están surgiendo los llamdos hoteles con encanto, alrededor de 80 AZN (72 €). También existen las Qonaq Evi (o guest house), entre 50 y 60 AZN (45 / 53 €) y por otro lado hay unos enormes hoteles soviéticos, mejor o peor conservados, entre 20 AZN sin baño y 50 AZN con televisor (17 / 45 €). Hay que tener en cuenta que no en todas las ciudades hay hoteles y fuera de Bakú la oferta es francamente restringida. Nos dijeron que en todas las ciudades los taxistas saben de familias dispuestas a alojar extranjeros, pero ni preguntamos ni nos ofrecieron.

En muchos de los hoteles os cobrarán cada tarde. Podéis pasaros toda la mañana sentados en la recepción que nadie os dirá nada, pero en cuanto que sean las 12 y 1 minuto y os vislumbren en lontananza alguien os pedirá que acudáis a pagar esa noche. Quizá nos resulte un poco desconcertante y, las primeras veces, molesto, pero tiene sus ventajas (si queréis saber porqué seguid leyendo...).

En las zonas menos turísticas el colchón se reduce a una esponja de unos tres centímetros de grosor y el jergón es de madera.

Comida y bebida

Comida: En los súper se puede conseguir chorizo y jamón (español para más señas) sin ningún problema, pero no suele ofrecerse en los restaurantes. Se come principalmente pollo y cordero guisado con verduras, con garbanzos (el piti es un primo del dizi iraní, un cocido de cordero del que se toma el caldo con "barquitos de pan" por un lado y el "seco" por otro), con patatas; verduras rellenas de arroz y carne; ravioles sin cerrar y una extraña cuajada más sólida que el ayram (que también se toma) y más liquida que nuestra cuajada. Los pirotki son una especie de churros anchos y planos rellenos de patata, verdura o crema. Los dulces son de tipo oriental: hojaldre, frutos secos y miel. Si vais a Sheki es obligado el Seki Helvaçi (un pariente del bakleua y que todas las pastelerías de la ciudad juran hacer el auténtico). Las tartas y los pasteles "a la europea" son vistosas, pero un tanto pesadas.

En Bakú hay tres McDonald's, pero el "fast food" más popular y extendido es el kebab (pronúnciese chebab). Fuera de Bakú muchos restaurantes dejan de recibir clientes hacia las diez de la noche.

Bebida: La bebida nacional es el té rojo. Una tetera (6/7 vasos) cuesta entre 0,40 y 1 AZN (0,35 / 0,89 €) dependiendo de la categoría del local. Hay poco café y es muy caro: unos 3/4 AZN la taza (2,6/3,5 €) y a menudo no es más que café liofilizado disuelto en agua.

No hay problema con el alcohol (recordad que han sido república soviética). Sólo en la ciudad de Barda hemos visto que los bebedores de cerveza suben al segundo piso. Existe el vino azerbaiyano: el blanco es flojito y el tinto, un "sangre de toro", un tanto rasposo, pero tanto en las tiendas como en los restaurantes podéis conseguir vino de todas partes del mundo (un Marques de Cáceres reserva cuesta 35,6 AZN=31,7€). Lo mismo la cerveza (que es el alcohol que más se bebe, en jarras de medio litro) y los "digestivos". No sé si es cultural o de moda, pero cuando se nos olvidaba pedir bebida lo que aparecía en la mesa era limonada de pera (se ve que es una bebida apta para señoritas).

Ropa

A pesar de ser un país musulmán, el número de mujeres veladas que se ven por la calle no es mayor que en cualquier otra ciudad europea (y barbudos, menos). Las féminas azerbaiyanas, en general e independientemente de su edad y envergadura, van ajustadísimas y escotadas, eso sí conjuntadisimas, desde el lazo de la cabeza al del zapato pasando por el esmalte de uñas. Lo que no dominan demasiado es el minimalismo ornamental. Los varones también van impecables e impolutos, planchadisimos (y siguen así al final del día) con un look más casual.

Ergo podéis llevar la ropa que mejor os parezca. Conviene llevar ropa larga y floja y un pañuelo para visitar las mezquitas. Y unas chanclas, habida cuenta que en muchos hoteles la ducha es cebolleta en la pared y sumidero en el suelo. Ah! Y si lleváis el pelo teñido de colores antinaturales (mismamente azul) sabed que habrá todo tipo de risas, sonrisas, comentarios y miradas de desaprobación a vuestro paso. Los azerbaiyanos son muy amables y serviciales, pero poco discretos.

Clima

Continental, con inviernos fríos (en la montaña bajo cero) y veranos calurosos. Lluvias torrenciales en otoño.

Diferencia horaria

Tres horas más que en España (todo el año).

Teléfono

Podéis llamar desde la Poçt, cierran a las 18 las pequeñas y a las 19 las grandes. Cuidado con las simpáticas señoritas encargadas, a veces se despistan y os multiplican la factura por dos. Por las calles de Bakú veréis unas cabinas que ponen Azeurotel: sirven para llamar al extranjero. Funcionan con monedas y 1 minuto cuesta 56 qapik (50 céntimos).

Guía de viaje

Georgia, Armenia & Azerbaijan, de Lonely Planet, en inglés, italiano y alemán (se puede comprar en la pagina web de Lonely Planet). Atención: en inglés hay dos guías, una de ellas es de treking por el Cáucaso.

Azerbaidjan, de Petit Futé, en francés. Es la que llevamos nosotras (podéis comprarla en Amazon), pero no os la aconsejamos. Es muy elemental y muchas veces en los hoteles y museos no trae la dirección, sino el teléfono, y por otra parte no suele transcribir los nombres de los monumentos al azerí, lo que dificulta el preguntar por la calle. Tampoco es muy prolija en mapas y planos.

Notas

• El alumbrado público en el país es escaso. Llevad una linterna.

• La segunda lengua mayoritaria es el ruso. Todavía es minoría la gente que sabe inglés.

• No teníamos referencias de Azerbaiyán y nuestro viaje fue de pocos días, por lo que no estamos seguras de si nuestro recorrido es el más interesante que se puede hacer. Es posible que nos hayamos perdido cosas importantes (mismamente Nakhixivan o Ganja).

• Usan el alfabeto latino, sólo que con más letras, pero los topónimos no están siempre transcritos igual (p.e. Shexi/ Sheki/ Shaki).

• En los museos se paga aparte para poder sacar fotos.

• En cementerios, iglesias, trajes de novia, retrovisores de autobús y muñecas de la gente veréis cintas rojas: son símbolo de baraka y longevidad.

• Por todas partes veréis estatuas y fotografías de Heider Aleyev, un antiguo líder de la KGB reconvertido en pater patriae y padre del actual presidente, quien está empeñado en mantener el "culto al héroe", entre otras cosas porque su único mérito para estar en el poder es ser "hijo de ..."


DIARIO DE VIAJE AL AZERBAIYÁN

Días 1 y 2: Llegada a BAKÚ

Salimos de Donostia a las 9 de la mañana (hora local) y aterrizamos en Estambul a las 21 (hora local). Como tenemos dos billetes no hemos podido embarcar las maletas hasta Bakú, por lo que tenemos que salir de tránsito y recogerlas.

El avión a Bakú sale a las 8:10 del día siguiente y no nos dejan embarcar las maletas hasta las "five o'clock". Buscamos un par de bancos de los menos incómodos y sin reposabrazos para poder echar una cabezadita. En cuanto podemos embarcamos las maletas y pasamos a tránsito a desayunar.

Pisamos Bakú a las 12:50 hora local. Ya hemos salido del aeropuerto ¿y ahora qué?. Por supuesto nos rodean montones de taxistas, pero nosotras estamos decididas a valernos por nosotras mismas desde el principio. Allá a lo lejos vemos un autobús parado. Está averiado. Se nos acercan dos jóvenes (hindúes o pakistaníes) y dicen las palabras mágicas: City-center-bus?. Que les sigamos. El autobús nos lleva hasta la boca del metro y por metro llegamos al centro. En una esquina nos señalan un edificio: "hotel, 35 dolars". Y se despiden.

El hotel es el Cenub, según nuestra guía "polvoriento aunque limpio hotel stalinista". Si no es el más céntrico desde luego es el mejor situado: Está en la esquina el metro y del autobús, a dos pasos del paseo marítimo y de la parte vieja. Es un edifico de cuatro pisos, la definición de la guía es bastante exacta. Polvoriento sí es, limpio... bueno, no es exactamente un quirófano, pero es aceptable. En la entrada no hay nada que parezca una recepción. Aparece un señor que nos hace una seña para que le sigamos: escalera francesa de granito, pasillos muy anchos y las mesetas aún más (auténticas salas, la del 4ª piso es el cuarto de la plancha). No hay ni ascensor ni montacargas. Nos lleva a una habitación en el primer piso. Dentro, una señora, tumbada en la cama, ni cambia de postura cuando entramos y una pelirroja "ancien régimen". Pagamos 40 AZN (36 €) por una habitación con aire acondicionado y televisor. "¿Vais a pagar ahora? ¿no?, pues me quedo con el pasaporte como garantía". La habitación también es grande, la cama estrecha y dura, desde la ventana se ve el Caspio, el cuarto de baño amplio y nuevo (se lava a manguerazo). Cambian las sabanas todos los días. Techos y paredes desconchados. Las encargadas no os proporcionaran ni jabón, ni toallas, ni papel higiénico, ni os darán conversación.

Salimos a ver la ciudad y a buscar la oficina de turismo. Está dos calles más allá. Las señoritas que lo atienden son jóvenes, pizpiretas y bien dispuestas. Ya que vais, arramplad con todo tipo de planos y mapas. A los azerbaiyanos les encantan los mapas. Si desplegáis uno siempre habrá alguien que os pregunte dónde lo habéis conseguido. Si podéis coged algunos para repartir, quedaréis muy bien.

Bakú es una ciudad de casi dos millones de habitantes, pero la zona en la que se mueve el turista es más o menos entre el palacio de la gobernación y la parte vieja (tres horas andando). Esta zona está siendo comprada y rehabilitada por las grandes firmas (Christian Lacroix, Hermenegildo Zegna, Vittorio y Luchino, ...), bonitos edificios decimonónicos, calles anchas y mucha gente paseando. Cuando retiren los andamios les quedará una ciudad preciosa y más si la municipalidad rehabilita las aceras... Tanto en Bakú como en el resto de las ciudades hay montones de edificios oficiales. Todos ellos siguen la lógica renacentista de que los edificios importantes deben destacarse de la altura de la calle y tener una escalera acorde a su categoría. Hay muchos comercios en los sótanos y de todo tipo, desde fontanerías a zapaterías de marca y sobre todo, bares, restaurantes, discotecas y karaokes. Lo único que los unifica es que no tienen salida de emergencia, los hay caros, cutres y sorpresas muy agradables.

En el Passage (entra las calles Ranul Reza y Tartalan Aliyabeyov) es donde se monta el rastro. El paseo marítimo es zona de ambiente popular, todos los días y a todas horas hay gente paseando, en grupos, en parejas, en familias; hay chiringuitos de té, de zumos, palomitas etc. Si os gustan más los ambientes "o ssea, te lo juro por Snoopy" podéis subir a la terraza del Tikaret Merkezi Nergiz (un centro comercial), en la plaza del mismo nombre, frecuentada por los pijos, perdón, hijos de las élites emergentes. Si queréis ser cool no pidáis té.


Día 3: BAKÚ - SURAXAMI - MARDAYKAN - BAKÚ

El día de los autobuses. Desayunamos en una pastelería cercana en la que me prohíben fotografiar las tartas. Según las chicas de información para ir al templo zoroastriano Ateshgah teníamos que coger el autobús 20 en el paseo marítimo y después el minibús 105. El paseo es de dirección única lo que nos ahorra pensar en que acera coger el autobús. Deberiamos bajar en el bazaar Bayel, que no aparece por ningún lado. Preguntamos. Nos hacen montar en otro autobús y atravesamos completamente la ciudad. Nuestras pizpiretas informantes se confundieron: NO debíamos coger el autobús en el paseo sino en la calle paralela. Por fin llegamos al mercado y vemos el autobús 105 que pone... Gobustán. ¡Jopé!. Ayer preguntamos por las dos cosas y hemos confundido (¿ellas o nosotras?) las instrucciones. Son casi las 11 y nos parece tarde para ir al Gobustán.

Volvemos otra vez a la ciudad. Cogemos el metro. Salimos en la parada 28 de mayo y cogemos el minibús 333 a Suraxami. "¡Fin de trayecto!" nos dice el conductor. "¿Pero la ateshgah?". Hemos dado con uno de los pocos azerbaiyanos rezongones. Nos suelta una retahíla que suena algo así como "si no sabéis a donde vais ¿para qué cogéis el autobús?". Nos hace subir en otro que nos deja en la plaza y cuyo conductor nos encomienda a un pasajero que, se supone, va en la misa dirección. Mal supuesto, una vez que nos embarca en el minibús correspondiente, se da media vuelta y se va a su casa. Con el día que llevamos preguntamos al conductor: "¿Ateshgah?". Niega con la cabeza. Abajo. Si por lo menos supiéramos en que dirección y a qué distancia podríamos echar a andar. Un señor nos indica que tercera calle a la derecha y cerquita. A los pocos pasos escuchamos una bocina de minibús, es nuestro informador que, total como va de retirada, nos acerca.

Templo de Ateshgah
Templo de Ateshgah

El templo de Ateshgah fue construido durante la dominación persa (s. VIII a.C.) y el lugar fue elegido por las floraciones de gas que permitían tener el fuego sagrado encendido constantemente. Fue abandonado tras la conversión al Islam y reconstruido por los parsis de la India en el siglo XIX. Esa también la época en que comienza la explotación del petróleo (enfrente del templo veréis los esqueletos de las torres) y en la que el gas se considera un incordio que hay que vaciar cuanto antes, lo que provocó el enfrentamiento de los señores del petróleo y los sacerdotes parsis que, hartos de la discusión, abandonaron el templo. En la época de la independencia (1918/20) y en plena "búsqueda de las raíces" es renovado y así se mantiene hasta hoy.

Vista la ateshgah son las tres de la tarde ¿y ahora qué hacemos?. Repasamos la guía. Mardakyan está cerca y hay una torre y una mezquita del siglo XIV. El minibús nos deja a las afueras. Es un cruce ¿hacia dónde? Empezamos a andar a ojo. Si desde la torre hay un pasadizo hasta el mar la cuestión de alargar el cuello e intentar divisarlo. Parece que allí al fondo se distinguen dos azules diferentes, está claro: mar y cielo. Es primera hora de la tarde y parece que han dejado abierta la puerta del infierno. Y caminamos, y caminamos y caminamos durante más de una hora y el mar no aparece. Retrocedemos. En el centro vemos el supermarket Deluxe, donde nos metemos a comprar agua fresca y poder reconsultar la guía bajo el aire acondicionado. En el hilo musical escuchamos por primera pero no última vez la canción que represento a España en Eurovisión. Sepa la señorita Soraya que si bien no consiguió muchos puntos en el festival está "que lo peta" en los súper azerbaiyanos. Nos rendimos y cogemos un taxi.

Cuando llegamos a la torre de Mardakyan encontramos a la puerta al guardián y un barbudo pelirrojo. Svetano es un diplomático checo destinado en Tiblisi, licenciado en ciencias islámicas por la universidad de Teherán y que para nuestra suerte además de checo, ruso, inglés, árabe, persa y turco habla español y nos traduce las explicaciones del cuidador. Desde las almenas descubrimos por qué no hemos llegado al mar: ¡está a 10 km!. La mezquita está pegada a la torre. Antes de entrar nos colocamos todos nuestros aditamentos textiles, lo cual nos vale no sólo la aprobación del cuidador "no como las chicas de ahora que entran escotadas y destocadas" sino también una invitación a té. La mezquita por fuera no destaca especialmente y por dentro está revocada con cemento y encalada. No tiene nada que la haga interesante. En el autobús de vuelta Svetano nos cuenta por qué está declarado persona "non grata" en Turkmenistán.


Día 4: BAKÚ

Hoy nos quedamos en Bakú, donde visitamos el palacio del Sha Shirvan, la mezquita de Mohamed (Mehmet Masjid, donde no nos dejan entrar a pesar de todos nuestros velos), la mezquita de los viernes (Juma Masjid) y la Torre de la Doncella.

Palacio del Sha Shirvan
Palacio del Sha Shirvan

El Palacio del Sha Shirvan es un recinto con varias edificaciones independientes: en la escalera que baja desde el Harem a la Tumba del Derviche a mano derecha veréis una habitación con ropa folklórica y cojines en el suelo, no es ni la cafetería ni la tienda de recuerdos. Es por si queréis haceros una foto de "antiguos". En la Torre de la Doncella la sala de fotos está en el cuarto piso. La variedad de trajes es mayor.

A la tarde nos vamos al Museo de Historia. El palacio fue hecho construir por el "barón del petróleo" Zeinalabdin Tagiyev. En la entrada nos obligan a ponernos patucos de plástico encima de los zapatos. El piso bajo está ocupado por la sección arqueológica. Las chicas cuidadoras empiezan a rondarnos impacientes. Se acercan las seis, hora de cerrar.

A pesar de ello se empeñan en que subamos al segundo piso. Es la zona etnohistórica, lo mismo hay una fotos terribles de la represión del año 20, que un traje de novia monisimo, que unos lindísimos plumieres de escuela, que planos antiguos de Bakú. Hay letreritos es azerí, ruso e inglés. Lo vemos de prisa, sin disfrutarlo. De repente nos hemos quedado solas y no sabemos muy bien por donde cae la salida. Cuando estamos despistadas en una escalera aparece otra señorita que nos indica que nos pongamos unos zuecos de fieltro (encima de los patucos) y entramos en algunas habitaciones de la familia Tagiyev. Si os gustan los palacios eclécticos "nouveau riche" que lo mismo tienen un salón luminoso y alegre imitación mozárabe que un comedor bergmaniano sobrio y oscuro, no os lo podéis perder. Es genial. Lástima que nos llevan a uña de caballo. Todo está cuidadísimo y en todas las habitaciones hay fotografías antiguas que demuestran que todo está tal cual.

Pasamos el resto de la tarde visitando el rastro del Passage, algunas tiendas y tomando un refresco en una terraza mientras hacemos un totalmente acientífico estudio socio-antropológico del personal.


Día 5: BAKÚ - GOBUSTÁN - BAKÚ

Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve. Y nosotras vamos al Gobustán. La ventaja de la aventura del otro día es que llegamos al bazar Bayel sin ningún contratiempo y en cuanto bajamos del autobús el voceador nos señala un minibús en segunda línea sin preguntarnos nada. El Gobustán es un abrigo rocoso en el que se han descubierto petroglifos de la edad de bronce, entre otros una larga línea curvada cruzada por trece más cortas lo que ha permitido a Tor Hayerdal afirmar que los vikingos eran, en realidad, azerbaiyanos, cosa que tiene encantados a éstos y a algún otro historiador sobre que los azerbaiyanos son los inventores de los barcos.

Cuando hemos salido de Bakú lucía el sol, pero a medio camino ha empezado a llover y nosotras sin impermeable ni ná. Por supuesto el autobús no nos lleva al Gobustan, sino que nos deja en una especie de área de descanso no sabemos ni a cuantos kilómetros ni en que dirección de dicho lugar. Se nos acercan varios taxistas. Nos piden 25 AZN (22,32 €) por llevarnos al Gobustán, a "Roma" y a los volcanes. Dado que todos mueven la cabeza de arriba abajo suponemos que están de acuerdo entre ellos y que, a pesar de mirarlos uno por uno, ninguno hace el mínimo ademán de flaquear, aceptamos.

«Volcán» de burbujas de barro
«Volcán» de burbujas de barro

A la que llegamos a Gobustán ya ha parado de llover y podemos ver los petroglifos con tranquilidad...hasta que empieza a llover otra vez. Después vamos a Roma, que resulta ser una especie de grafiti esculpido de "por aquí paso la legio XII Fulvia". Por último vamos a los volcanes, que son simplemente pozas de arcillas bituminosas en las que se forman burbujas por efecto del gas. De las 500 que hay en el mundo más de 250 están en Azerbaiyán. Son curiosas las burbujitas de barro. La cara del taxista fluctúa entre el orgullo paternal de "qué bien se lo pasan mis niñas" y el desprecio suficiente "pero que simples que son estos turistas", pero parece que nos hemos portado bien y como premio nos lleva a una lagunilla que parece hervir en su centro.

Nos vuelve a llevar al centro comercial y nos recomienda el autobús 195 que nos lleva hasta el paseo marítimo de Bakú Pasamos el resto de la tarde en la plaza 20 Yanvar (20 de enero) intentando averiguar donde para el autobús de Sheki. Las pizpiretas chicas de información nos dijeron que aquí paran muchos autobuses y efectivamente paran, pero el que buscamos no aparece por ningún lado. Nos enteramos de que "bus Sheki, autovazgali" y que el autovazgali está yendo primero a la derecha, después cuesta abajo, a la derecha y después a la izquierda, en un edificio muy grande. Caminamos casi media hora, pero dado que no llegamos a ninguna cuesta desistimos y volvemos.

Decidimos pagar esta noche antes de ir a cenar. La pelirroja nos dice que esperemos. Viene un señor al que no habíamos visto hasta ahora y pretende cobrarnos cinco noches, al final tenemos que enseñar los pasaportes con los sellos de entrada; no pudimos dormir en este hotel el 29 ya que entramos en el país el 30. Nadie se disculpa. Nos cobra a 30 AZN (26,7 €) la noche. La pelirroja no dice nada de los 40 AZN y nosotras tampoco.


Día 6: BAKÚ - SHEKI

Nos vamos a Sheki. Como ayer no encontramos el autovazgali decidimos coger un taxi. Nos cobra 8 AZN (7,1 €). Cuando llegamos el taxista nos da una larga explicación y ante nuestra cara de paraguas nos hace señas de que bajemos. Quita el indicativo de taxi de su vehículo, coge nuestras maletas y nos dice que le sigamos. Nos lleva directamente al andén, localiza al voceador de Sheki y mientras nos ayuda a meter las maletas nos hace señas de que el billete cuesta 7 AZN (6,25 €) y que de ninguna manera paguemos 10. A lo que parece no está muy seguro de nosotras, habla directamente con el conductor, nos indica 14 con los dedos, ok!. Sube al autobús y nos señala dos asientos. Una vez que nos ha dejado perfectamente instaladas, nos cobra, saluda y me echa la bronca porque me he levantado e intentado salir del autobús. Nosotras quietecitas hasta llegar.

Sheki está al noroeste de Bakú y nos llevamos un susto morrocotudo cuando siguiendo el camino en el mapa nos damos cuenta de que vamos al sur. Escudriñamos todas las ciudades del sur buscando alguna de nombre parecido. Ninguna. ¿Adónde vamos?. Aunque preocupadas, nos quedamos dormidas. Al despertar ya nos hemos desviado al oeste, ahora sólo falta que empiece a remontar al norte. Con toda esta vuelta tardaremos 7 horas en recorrer 320 km. Por el camino veremos una bonita fuente alicatada de teselas, recuerdo de Moscú-84, con su osito Misha y todo.

Sheki es una ciudad de un plano un tanto difícil, ya que es una larga cuesta de la que salen calles horizontales en las zonas más llana que a su vez empalman con otras calles verticales pero no se forma una cuadricula. Pero es pequeña y fácil de memorizar. Tiene el único autovazgali con horarios.

Nos alojamos en el Karavanserai, en la parte alta de la ciudad. Como el nombre indica es un antiguo caravasar y el lugar donde nos alojamos todos los turistas. El patio y la entrada son espectaculares y las habitaciones largas, estrechas, cuidadas y con colchones de muelles... Su precio varía entre 20 AZN (17,85 €) y 85 AZN (75,89 €) sin desayuno. La primera colación varía entre los 4 AZN y los 9 AZN. El minibús 11 para justo en la puerta. Se puede coger saliendo del autovazgali, en la primera bocacalle de la derecha mirando la cuesta arriba. En la plaza del pueblo tenéis un hotel para hombres de negocios que cuesta 110 AZN (100 €) y un agroturismo en las afueras. En el 2009 estaban muy adelantadas las obras de un hotel tipo monstruito justo delante del Karavanserai.

Pasamos el resto de la tarde callejeando en la parte amurallada.


Día 7: SHEKI - KISH - BIDEYIZ - SHEKI

Palacio de Sheki
Palacio de Sheki

En el palacio del Khan Hussein Aleyhan, rey de Sheki, nos dejan elegir: o nos descalzamos o nos ponemos zuecos de fieltro sobre las sandalias. Es un palacio del siglo XVIII, copia de los palacios persas del siglo anterior. Fue renovado en 1950. Después visitamos el antiguo cuartel ruso, convertido en museo etnohistórico de la ciudad. La entrada da derecho a guía y las mujeres que lo llevan se toman tan en serio su trabajo que nos acompañan todo el recorrido señalándonos las piezas más interesantes y haciendo toda suerte de teatrillos para explicarnos su uso. Marianne sale encantada de la sala de hombres ilustres porque la mayoría de los hombres ilustres de Sheki son... mujeres. Enfrente hay una antigua iglesia circular a la que los rusos en el siglo XIX le añadieron unas construcciones cuadradas para darle forma de cruz y que también está convertida en museo y al lado la oficina de turismo. Estos están mejor informados y también son muy amables y serviciales.

En el Jeny Bazaar (mercado nuevo) cogemos el minibús a Kish para visitar la albanese kilsa. Llaman periodo albanes a la Alta Edad Media. Nunca conseguimos averiguar el porqué. En el minibús coincidimos con tres surcoreanos. Enfrente de la iglesia hay un busto de Thor Heyerdal. Es una iglesia paleocristiana, reconstruida a modo de ejemplo, de una sola nave, mini transepto, un solo ábside y cúpula sobre el crucero. El patio que la rodea fue cementerio y para demostrarlo hay varias tumbas excavadas y cubiertas con cristal. Se ven los esqueletos. Se cree que hubo un templo pagano anterior en el lugar porque bajo el altar se han encontrado restos de un chivo enterrado en una vasija como los humanos. Dicen que tiene que ver con la fertilidad. En el regreso nos encontramos con un coche que se ha salido de la carretera. Nuestro chofer y un "páter familias" que nos acompañan saltan a ayudar. Enganchan los dos vehículos y lo remolcamos hasta dejarlo en la carretera. El "páter familias", cuando vuelve, lleva la blanca camisa tan absolutamente impoluta como cuando ha bajado. Ganas me dan de preguntarle a la legítima con qué lava las camisas. Realmente es un blanco que ya quisieran lograr los publicistas occidentales.

Son las tres de la tarde y ya no hay minibús a Dizelyit. Un taxista nos pide 15 AZN (13,3 €) por llevarnos. Cuando decimos albanese kilsa nos explica que esta en Kish. Que no, que en Dizelyit hay otra!!. Se encoge de hombros y partimos. A la entrada de Dizelyit encontramos un paisano que se sube al coche y nos lleva hasta las ruinas. Un cartel dice que es una iglesia y que es del siglo XI, pero podría ser perfectamente un caserío abandonado de los años 50. Nosotras creíamos que acercábamos al paisano a su destino a cambio de mostrarnos el camino pero no, lo dejamos donde lo hemos recogido. Se ve que el hombre estaba aburrido y así por lo menos pasa la tarde, además del orgullo de ver como los turistas se interesan por las reliquias del lugar. En ningún momento hizo el menor gesto de esperar propinilla alguna. Amabilidad natural.

Vamos a cenar al restaurante Qaqarin, así llamado en honor al astronauta. Al saber que somos españolas el camarero nos comenta que su hermano ha aprendido español con un libro y siguiendo la Liga y sin pensárselo dos veces le llama por el móvil (para una vez que tiene oportunidad de practicar español no es cuestión de dejarla pasar por remilgos "protocolarios"). Nos pasa el teléfono y el hermano nos pide permiso para venir dejando la boda en la que está. Nos contará que es un culé convencido y que el gran sueño de su vida es asistir a un partido en el Camp Nou, a poder ser contra el Madrí (sic), pero con un partido cualquiera se conforma.


Día 8: SHEKI - BARDA - SHEKI

Nos levantamos a las 5:45 con la intención de ir a Gabala. A estas horas no hay minibús. Llegamos al autovazgali a las 6:53, pero el minibús ha salido a las 6:50. A las 9 hay un uno a Barda que sale en cuanto se llena, a las 8:50. En Barda nos dejan enfrente del bazar. Me parece que la última vez que vieron un extranjero aquí fueron los persas de Artajerjes. Es la ciudad más cercana a la frontera del Nagorno Karabaj (15 km), pero aquí no hay ningún ambiente bélico ni posbélico.

Antes de entrar en la Imanzade del cheik Ibrahim Mascidi nos colocamos todo nuestros aditamentos textiles, lo que de nuevo nos vale los plácemes del venerable mullah del lugar. Nos pregunta por muestra religión y al saber que somos católicas nos dice muy serio: "Isso non son Allah" y se embarca en una muy seria explicación en azerí acompañada por muchos soplidos (suponemos que está hablando de la concepción virginal del profeta Isso, pero para lo que entendemos lo mismo nos explica la formación de los huracanes tropicales o que el venerable efendi es del planeta Raticulín). ¿Me lo parece o me está poniendo ojitos?. Nos invita a unos refrescos de naranja después de una tournée por las tumbas (según él) más interesantes del cementerio que rodea a la Imanzade. Nos vuelve a iterar los plácemes por nuestra pudititia, no como las chicas de ahora, etc. "Bueno ¿y estáis casadas?". Suponiendo que romperemos nuestra idílica imagen si confesamos que nos hemos desplazado 4.452 km sin nuestros chicos nos compartamos como dos Petras y los negamos. ¡Craso error!. El mullah, incapaz de entender de que una jovenzuela (que Santa Lucía le devuelva la vista) de mis notorias virtudes esté aún sola, no se lo piensa dos veces y me propone matrimonio. Marianne está pasada de la risa: "Si como dices los dientes de oro son señal de poderío económico, por la dote no tienes que preocuparte".

Imanzade de Ibrahim Mascidi
Imanzade de Ibrahim Mascidi

Casi que nos vamos, pero el venerable no está por la labor de perderme y nos invita a tomates rellenos, a té, nos regala ramitos de flores recogidas entre las tumbas, de hierbas aromáticas... Lo tengo sentado justo enfrente mirándome con adoración, yo no puedo mirarle porque me da la risa, pero apartar la mirada hace que su amor por mí crezca por momentos. Mirándonos se da cuenta de que en sus planes hay un pequeño problema, pero no hay problema que no se solucione con un poco de buena voluntad. "Soleyman" grita. Soleyman es el enterrador y cuidador del cementerio y el marido perfecto para Marianne. Sepan los mozos pamplonicas que tienen un admirador de su valor en los encierros en Barda (Azerbaiyán). La huida se está poniendo tan difícil que llego a pensar seriamente en destocarme. Estoy segura de que cuando vea mi pelo teñido de azul, mi camiseta ajustada y escotada y mi espalda tatuada abominará de mí y me alejará de su lado como San Antonio con la diablesa de la pezuña hendida (o como Paco Rabal con Silvia Pinal). Al fin Marianne decide sacar unas fotos con la imanzade en lejanía desde la puerta, bajo la irónica mirada de Soleyman que se ha dado cuenta de la jugada. No nos atrevemos a quitarnos los velos hasta varias calles más allá.

El mausoleo de la reina Nushabe sería precioso si estuviera bien conservado. Está en el parque de la ciudad. Es una torre cilíndrica de ladrillo rosa con incrustaciones de cerámica azul. Los azulejos reproducen el nombre de Allah en diferentes direcciones de tal forma que visto desde lejos parecen dibujos geométricos. Los otros mausoleos del mismo estilo están en Nakhxivan. Actualmente faltan muchos azulejos y por el olfato parece que los mozos del lugar lo utilizan para menesteres asaz orgánicos.

Nos es difícil encontrar un restaurante. Vemos un lugar con fotos de platos combinados en el escaparate. Nos sentamos. El camarero aparece con dos vasos y una tetera. Negamos con la cabeza y señalamos las fotos. Se va encogiéndose de hombros ante la rechifla de los otros parroquianos, pero es claro que su cachondeo no es por nosotras sino por el camarero. Aparece un cuarentón que nos hace señas de que nos levantemos y le sigamos. Una vez en la cocina comienza a destapar ollas. Elegimos verduras rellenas. Nos saca al patio-comedor, pero no nos deja sentarnos (hay hombres) y nos abre la puerta de un reservado pintado en rosa y verde. En nuestra mesa aparecen, además de las verduras, ensalada, dos cuencos de yogurt, pan y la consabida limonada de pera. Este banquete os sale por la friolera de 4,60 AZN (4 €).

Cuando llegamos al autovazgali ya ha partido el último minibús a Sheki. Pero la muskila, el voceador, nos lo arregla enseguida. Cogemos el minibús a Mingacevir y nos deja en Asgibucag, donde cogemos el de Sheki que viene de Bakú. Asgibucag es una rotonda por la que pasan casi todos los autobuses del oeste y en la que un paisano con visión comercial ha construido una Çay Evi (café bar) y también un mini market.


Día 9: SHEKI - QAX - XAMAKHI

En todo viaje hay un día en el que todo sale mal. Este es nuestro dies horribilus.

Otra vez nos hemos levantado a las 5:45, pero esta vez hemos cogido un taxi hasta el autovazgali. Nos vamos a Qaj con el equipaje.

Qaj en una pequeña ciudad consistente en varias calles largas en cuesta (estamos en los aledaños del Cáucaso) unidas por cortas calles transversales y aire de prosperidad. En nuestra guía sólo se nombra un hotel, una especie de resort, que está en las afueras camino del pueblo de Ilisú; pero de todas formas buscamos por toda la villa esperando encontrar algún tipo de albergue. Ná de ná.

Cogemos un taxi para que nos lleve al resort. Huzami, nuestro taxista, no tiene muy claro donde está el sitio y nos pregunta a nosotras. La guía solo trae el número de teléfono. Partimos, pues, camino de Ilisú. Por el camino recogemos un autoestopista con la esperanza de que él, ilisunense de toda la vida, sepa dónde vamos. Tampoco tiene ni idea. Ya que pasamos por delante paramos en una fuente de aguas medicinales. El sistema de curación es opcional: se puede beber el agua o lavarse los pies en ella. Otro paisano con visión comercial tiene un pequeño doble negocio: por un lado vende bebidas menos medicinales, pero más fuertes y por otro vende garrafas de 5 litros vacías para llevar agua a casa. Nos enteramos de que el eje de la vida económica de la zona es el turismo interior que viene a "tomar las aguas" y a hacer sanísimos paseos por el monte. Entre todos los presentes repasan nuestro problema y deciden enviarnos a... (no entendemos el nombre). Cuando llegamos es un camping que está cerrado en el que, evidentemente, no nos podemos quedar a menos de que queramos dormir á la belle etoile. Nos negamos siquiera a bajar del taksina.

Seguimos hasta el pueblo de Ilisú, en medio de las montañas, bucólico y primitivo, ideal como base para hacer caminatas, pero no para visitar las albanese kilsa de los alrededores. Paramos en el primer colmado que vemos. Huzami compra una tarjeta para el móvil y llama al resort. No le cogen. Hacemos lo único que podemos hacer: seguir hacia delante. Atravesamos todo el pueblo y, por fin, llegamos al resort, con una pinta monísima con sus bungalós rosas, pero que está allá donde el diablo perdió el poncho y en el que dos chicas desmotorizadas "estamos vendidas".

Pedimos a Huzami que nos devuelva a Qaj. En el camino de vuelta recogemos otro autoestopista al que nuestro taxista pide ayuda para resolver nuestro problema y entre los dos deciden que lo mejor es llevarnos a la residencia. Por lo gestos que hace debe ser un balneario, bien un circuito termal no nos vendrá nada mal. Retrocedemos hasta Qaj y nos vamos a otro pueblo, Gum. Al entrar en la residencia vemos en un pasillo un montón de gente en sillas de plástico como en una sala de espera de un hospital. Huzami nos dice que nos sentemos mientras él desaparece. Por nuestro lado pasa una ATS con su azul uniforme. ¡Cielos!. No es un balneario es ¡un sanatorio!. Huzami vuelve, no nos podemos quedar, no tenemos volante medico. Le preguntamos si sabe dónde están las albanese kilsa y dice que sólo hay una y que sí sabe donde está. Según nuestra guía hay por lo menos dos, pero no tenemos fuerzas para discutir. Vayamos a la kilsa y después cogemos un autobús y nos vamos. Acabamos de perder el poco crédito que teníamos, tanta historia para ver una piedroias a las que él nos podía haber llevado desde la mañanita. En fin, ahí vamos.

La albanese kilsa parece un sitio de gran devoción, hay numerosos lazos rojos por todas las ramas del alrededor. Es una iglesia de cruz latina, una sola nave, transepto y cimborio sobre el crucero. Hay un cartel que diz que es del siglo XI y que fue reconstruida en el siglo XIX. El interior pude ser del XIX y no parece que lo hayan cuidado mucho desde entonces. El exterior da la sensación de haber sido rehecho hace poco por los vecinos del lugar con más buena voluntad que sapiencia histórica y religiosa. Eso sí, tiene mucho éxito por milagrera.

El siguiente problema es que son las dos de la tarde y el último autobús ya ha salido. El último ¿a dónde? Adonde sea, ya no hay autobuses desde Qaj. ¿Ni a Gajna? No, ¿Ni a Sheki? No, ¿Ni a Shamaki?. Esperad, quizá... Nos lleva a uno estos lugares en medio de la nada y allí se queda con nosotras hasta que pasa un minibús destino Bakú y que puede dejarnos en Shamaki. Huzami nos cobra 40 AZN (35,7 €): como taksina un poco caro, pero como "ángel tutelador" ¡sin precio!.

Camino de Shamakhi nos damos cuenta de por qué el autobús hace un camino tan largo desviándose al sur: por la ruta "recta" hay que atravesar varios puertos de montaña. El chofer del minibús nos cobra 10 AZN (8.9 €) por cabeza. Sabemos que nos está cobrando el doble, pero no tenemos fuerzas para organizar una bronca.

Ya en Shamakhi nos alojamos en el hotel Savalani. Lo peor que tiene es el hermano del dueño, Hassan manos largas, que como sabe inglés se ofrece a hacer de intermediario y nos obliga a todo tipo de saltos rápidos para mantener las distancias. Podemos elegir entre dormir en la terraza (colchón y manta), habitación sin baño o una especie de apartotel con baño y además sala de masaje (en desuso), mini piscina (en desuso) y sauna (en desuso). Nos cobran 50 AZN (44,6 €) por el apartotel y la cena. Las camas son de esponja.

Como finesse de la casa nos llevan a ver el antiguo cementerio, en el que se conservan tres mausoleos poligonales con cúpulas de ladrillo. Lo más interesante son las estelas funerarias interiores, más altas de lo que suelen en el islam y policromadas con tintes vegetales. Si hemos venido hasta aquí está claro que queremos ir a Lahij y se ofrecen a organizarnos la excursión. Después de varios tiras y aflojas con nuestra capacidad de reacción mermada por la atención en escapar de Hassan "manos largas" quedamos en 70 AZN por llevarnos a Lahij y de allí hasta Bakú.


Día 10: XAMAKHI - LAHIJ - BAKÚ

En todo viaje hay un día que sale mal, ¿pero dos? ¿Y seguidos? Habíamos quedado en salir a las 8:30 en dirección a Lahij, pero al acercarnos a la recepción nos encontramos con dos mozalbetes de unos 14 años que nos miran con cara de no saber qué hacer. Nos sentamos a esperar y nos sacan un té. Esperamos. Esperamos. Seguimos superando. Son las 9:15 y empezamos a creer que nos están tomando el pelo. Al ver que nos levantamos, los mozalbetes de repente sacan un móvil que no habíamos visto hasta ahora y llaman al dueño. Nos sonríen y hacen gesto de "dormido". Ya, ¿pero viene? "No, está dormido". Dejamos los 50 AZN sobre la mesa y nos vamos. Un taxista nos cobra 50 AZN (44,6 €) por llevarnos a Lahij. Al final del día habremos pagado 75 AZN (66,9 €) para que nos lleve hasta Bakú. Sin comentarios, afuan.

Población de Lahij
Población de Lahij

Lahij es un pueblo medieval en medio de las montañas en la que viven los descendientes de los persas refugiados de las invasiones turcomanas del siglo XIII. Aún conservan la persa como lengua doméstica. En invierno queda prácticamente aislada por las crecidas del rio y las coladas de barro. En este momento es el pueblo-descubrimiento del turismo interior. La verdad es que las casas de piedra pueden ser de cualquier época entre la edad de bronce y el siglo XIX. Todavía sigue siendo un pueblo auténtico, no se ha convertido en un decorado de opereta aunque ya se notan signos, como la çai evi que se ha convertido en tea house y varias tiendas "artesanas" de la calle mayor.

El viaje de ida es amenizado por el inevitable Balaban a volumen ensordecedor hasta que nuestro taxista señala el rio (tzay) y a partir de ahí nos dedicamos a redactar un pequeño diccionario azerí/español: tag, monte; eshek, asno; mashtak, escuela; dosh, teta...

En el viaje de vuelta paramos en un puestico a pie de carretera en el que compra alma (manzanas) para todos. A media tarde nos deja en el autovazgali de Bakú. Es el día en que nos dimos cuenta que no todos los autobuses del mismo número llevan al mismo sitio y de que Bakú es muuuuuuuuuucho más grande de lo que parece. Según el mapita que nos dieron en información en la parte vieja hay varios hoteles no caros. Después del problema con las cuentas no nos apetece volver al Cenub. Para cuándo llegamos al interior de la muralla ha oscurecido, el alumbrado público es muy escaso y no todas las calles tienen rótulos indicativos. A la segunda vez que cruzamos las oficinas de una compañía petrolera un trabajador nos ofrece su ayuda y el uso del teléfono de la oficina.

Cuando le explicamos el problema nos lleva a un hotel con encanto y nos despide a la puerta del hotel Böyükqala, donde nos cobran 80 AZN (71,4 €) por una habitación doble con aire acondicionado, colchones de muelles, baño con bañera y desayuno buffet abundante (aunque no muy variado). No es lo que nosotras consideramos un hotel no-caro, pero seguimos vencidas.


Día 11: BAKÚ

Después de desayunar nos vamos a visitar la casa-museo de Azim Azimzade, pintor caricaturista soviético convencido. El museo lo llevan la esposa del nieto y la biznieta del pintor, pintora ella misma. Es una casita coqueta con un bonito patio. Los cuadros son de aparente fácil factura, muy dibujisticos y colores planos en los que se burla de los tres sostenes del zarismo: mullah verde marciano, milicos bigotudos y burgueses color Homer Simpson y el nazismo. Hay unas caricaturas de Hitler francamente buenas.

Después de comer volvemos al museo histórico a repasarlo sosegadamente y a disfrutarlo. El policía de la entrada nos hace un gesto de reconocimiento. Pasamos dentro dos horas y media hasta que aparecen los alumnos de la universidad de verano de "tournée" cultural. En el museo de las Artes Aplicadas, antiguo museo Lenin, no se nos permite la entrada. Son las 17:50. Muy tarde. Hemos decidido darnos un capricho y con nuestras mejores galas nos vamos al Dalila, en el tikaret merkezi Nergiz.


Día 12: BAKÚ - GUBA

Hoy también llueve y por eso nos hemos puesto los impermeables antes de salir del hotel. Las aceras de la plaza 28 Yanvar están convertidas en un barrizal y me cuesta llevar la maleta cuando noto que una mano la sujeta. Es un muchacho joven que me sonríe y dice "please". Sagol. Me ayuda a subir la maleta al autobús que nos llevará al autovazgali.

Hemos tenido suerte de encontrar a este mozalbete tan simpático que va en la misma dirección. Cuando llegamos no solo no nos deja pagarle el autobús sino que es él el que paga los tres billetes. Al llegar coge ambas maletas y nos mira con cara interrogante: "Guba"- decimos nosotras. "O.K." Y echa a andar. En el andén nos acercamos a los minibuses. Hay dos que saldrán en dirección a Guba. En uno no hay sitio para las maletas, por lo que obligan a varios pasajeros a cambiar de vehículo, cosa que hacen sin protestar ni poner mala cara. Si las señoritas lo necesitan... En el otro vehículo hay sitio sólo para una de las maletas, el otro hueco está ocupado por una caja con gallinas. Nos ofrecemos a llevar a las gallinas en nuestro asiento (no será la primera vez que compartamos asiento con gallinas), pero al chofer no le satisface la idea. Los viajeros recuperan sus primitivos asientos y a nosotras nos envían al autobús "big", justo a tiempo puesto que está partiendo. Mala suerte. Caben las dos maletas, pero sólo hay asiento para una. Nuestro ángel de la guarda nos mira con cara totalmente desolada. No sabe que hacer. Se nos acerca un hombre. Está buscando compartir gastos. Nos cobrará 6 AZN (5,3 €) por cabeza por llevarnos en su coche. Aceptamos. Antes de que podamos sacar la cartera nuestro ángel ya ha pagado y cuando intentamos darle el dinero pone cara de doliente franciscano "please". Le pido que pose junto a Marianne para sacarle una foto. Mete la mano en su zacuto y saca su "picture book". Es su álbum de fotos de la mili y me regala una.

Antes de despedirnos nos apunta su número de móvil. Si tenemos algún problema en Azerbaiyán no tenemos más que llamarle, irá siempre en nuestra ayuda. Compartimos el coche con otro señor. Al poco de salir paramos en un pequeño mercado y ambos salen. Nosotras todavía estamos decidiendo salir o no cuando vuelven con pirotkis de patata para todos.

Al llegar a Guba sigue lloviendo. No tenemos nada que se parezca a un plano en nuestra guía. Escogemos una dirección al azar. Otra vez siento que una mano de caballero agarra mi maleta. Nos mira con cara de interrogación. "Hotel Hinaly". Comienza a caminar muy decidido. Atravesamos el bazar. El hotel Hinaly es un pequeño negocio familiar con macetas de geranios en la escalera. Nos piden 10 AZN (8,9 €) por una habitación sin baño. Hombre, si queremos en la parte nueva hay una habitación con ducha y hasta con tele, pero es cara. ¿Cuánto de cara?. Mejor que la veamos primero. Es una habitación de tres camas (colchón nacional), limpia y amplia por 30 AZN (26,7 €). Nuestro guía sube nuestras maletas y nos pide recado de escribir. Nos deja claro que las habitaciones cuestan 10 y que no paguemos más (nos avergüenza decirle que somos unas pijas que se han quedado con la suite). Nos apunta su número de móvil. Si intentan cobrarnos de más no tenemos más que llamarle.

Guba
Guba

Salimos a pasear y a conocer la ciudad. Es viernes y está muy tranquila. En el barrio judío hay una boda. A pesar de que la nazir qutusu (mezquita) Saxina Fatali está reservada a las mujeres no se nos permite la entrada. En la Juma Masjid (mezquita de los viernes) los muchachos de la medersa no sólo nos permiten la entrada, sino que el que parece el profe nos va dando indicaciones sobre desde dónde sacar las fotos y como sostener la maquina. Sigue lloviendo y, aunque no es más que un sirimiri, a la larga moja y entramos en una çay evi a confortarnos. Con el té nos ofrecen compota de cerezas. Si queréis saber mi opinión no metáis cerezas confitadas en el té, se amargan las cerezas y no se endulza el té. Cuando pedimos la cuenta no nos quieren cobrar. A lo que parece hoy es el día nacional de ser caritativo con el turista.

A ambos lados de la escalera que une el barrio musulmán y el barrio judío hay unas enormes esculturas sportivas que son a la vez auténticamente nazis y auténticamente stalinistas. Esa es una de las cosas buenas de Azerbaiyán. No ocultan su pasado. Fueron soviéticos, lo aceptan y no destruyen más de lo necesario. Aunque el monumento más importante, más enorme y mas imponente de la ciudad, de mármol negro con llama encendida por toda la eternidad está dedicada a los heroes de la independencia del año 20 contra los soviéticos. Es una de las razones por las que odian a los armenios. Parece ser que la mayoría de los soviéticos que entraron a sangre y fuego en Azerbaiyán eran armenios. Fijaros en las fotos de los ahorcados y desollados del museo de Bakú.

En el barrio judío la sinagoga está cerrada. La pareja que lo cuida nos dice que volvamos a las 9 que estará abierta. A las 10 ya han cerrado todos los restaurantes de la ciudad. Sólo conseguimos unas dolmas en el comedor de nuestro hotel.


Día 13: GUBA - BAKÚ

Salimos a desayunar y a dar un vuelta de despedida por el pueblo. Es otro de esos pueblos de casas bajas, muy coloristas que se expande de una forma un poco caótica. En un atelier de trajes de novia no me resisto y pido permiso para entrar a fotografiar los modelos "ríase usted de la boda Farruquito".

Pagamos 4 AZN (3,5 €) por el minibús de vuelta a Bakú. Pasamos delante de una parada en la que hay varias señoras engalanadas, sin parar hasta que se oyen una serie de gritos al fondo. Retrocedemos hasta la parada. Baja un muchacho que es recibido con besos y abrazos por las señoras. Después de estas emotivas muestras de cariño le dan una caja y el muchacho sube. Se reanuda el viaje.

Nos alojamos en la Aldstad Guest House, un pequeño negocio familiar dentro de la muralla. Es pequeño, limpio, bien cuidado y la familia es encantadora (eso sí siguen cobrando las 12,1). Es la habitación más pequeña que hemos tenido nunca: 3,75 ms de largo y 2 ms de ancho. Muebles de pino claro, colchón de muelles y pequeños cuadros con paisajes primaverales aptos para habitaciones de infantes o de... hotel. Desayuno buffet. Si se pide lo que no tienen irán corriendo a comprarlo. Es el hotel barato favorito de los extranjeros. Si queréis conocer gente del país id al hotel Cenub, pero si preferís ambientes cosmopolitas es mejor el Aldstad.

Pasamos la tarde paseando por el paseo marítimo y tomando café-café y codeándonos con las niñas-bien de la capital. Antes de cenar nos vamos al paso subterráneo de entre el paseo marítimo y la parte vieja a sacar fotos. ¿Ya os hemos dicho que los fines de semana en el paseo marítimo hay espectáculo de luz y sonido?. El subterráneo es de mármol bicolor (muy stalinistas) y en las paredes hay unos bonitos cuadros naif en relieve con cuentos y leyendas del país. Un paseante está tan encantado de nuestra acción que no sólo nos da un par de besos y las gracias, sino que nos cuenta las historias que representan... en azerí.


Día 14: BAKÚ

Hoy era el día elegido para ir al Besh Barmaq, montaña "sagrada" de gran éxito popular, pero anatematizada por los ulema ortodoxos contrarios al besamiento de las piedras y otros ritos paganos, sólo que cuando nos despertamos el cielo está muy, muy gris y tememos otro día sirimiri. Cambiamos de planes y decidimos aprovechar para comprar algunos presentes.

Primero nos acercamos al museo de Artes Aplicadas, donde se supone está la exposición Bakú, capital del Islam, pero se había clausurado la semana anterior, aunque nadie se había molestado en quitar el anuncio de la puerta.

Nos cuesta un poco, pero conseguimos dar con el bazaar Taza, lugar, según nuestra guía, elegido por los turistas para comprar caviar a precios razonables. No podemos dar fe de eso, de lo que sí es que los azeríes, y especialmente los fruteros, tienen un innato sentido de estética al organizar sus puestos y de que los esturiones son grandes, feos y que desollados dan bastante repelús. Nos surtimos de todo tipo de hierbas aromáticas para añadir al té. El problema es que cuando volvamos no estamos seguras de cuales curaban los problemas femeninos y cuales los masculinos.

El contraste con el Marquet Neptum es total. Es un supermercado que podría estar en cualquier ciudad del mundo o eso nos parece hasta que protagonizamos una escena totalmente soviética. Se me cayó un tarro de mermelada y se rompió. Al instante nos rodearon varios seguratas que de prisa y corriendo me llevaron a caja y me pasaron por delante de toda la cola no fuera que me marchara sin pagarlo. Por lo menos uno de ellos tiene bastante sentido del humor como para reírse y ofrecerme una tirita cuando me pongo a hacer pucheros de niña pequeña enseñando el corte que me he hecho. El tarro costaba 1,5 AZN (1,3 €).

Después nos dedicamos a la búsqueda de las sinagogas. Tanto en la sefardí como en la askenazí nos dejan entrar y curiosear tranquilamente. Hay que cubrirse la cabeza. Nos dejan tan a nuestro aire que nadie nos da ni la más mínima explicación y estamos perdidas. Son nuestras primeras sinagogas.

A la tarde nos acercamos al Museo de Arte. No nos dejan entrar porque es tarde. Son las 17 y según el cartel de horario el cierre es a las 18:30. Hasta nosotras podemos ver un museo en ese tiempo (o quizá no). Los guardianes son ciegos y no entienden ningún idioma que no sea el azerí.

Los monumentos "dulce et decorum est pro patria mori" nunca nos han gustado, pero ya que estamos cerca podemos coger el funicular, por lo menos podremos ver Bakú desde la colina. Mal empezamos. El funicular lleva tres días cerrado. Abrirá mañana. Toca subir a patita. Cuando en el escalón 104 paramos a descansar aparece un soldado de la nada a decirnos que no podemos pararnos. ¡Ale! a seguir. La escena se repite en el escalón 241. El total son 456 escalones. Tomároslo con calma.

Arriba de la colina, la vista sobre Bakú es magnifica. Lo primero que encontramos es la mezquita turca. Los azerbaiyanos tuvieron la ayuda de los turcos en la independencia del año 1918. Detrás de la mezquita (modelo Hagia Sofía en pequeñito) hay un monolito de agradecimiento y una serie de láminas con los nombres de los turcos caídos. Más arriba una interpretación moderna de un mausoleo tradicional con el fuego encendido y las tumbas de los muertos en la represión del 20 de enero de 1990 y los muertos en la guerra del Nagorno Karabaj. Nos pasamos la tarde paseando entre las tumbas y haciendo otro acientífico estudio de los nuestros sobre la rusificación de apellidos árabes: Ahmadev, Salimanov, Alinov... Hay varias tumbas con nombres indudablemente rusos, incluso uno en alfabeto cirílico, en todas ellas pone militari azerbayenka. Muy pocas mujeres. En las tumbas del 20 de enero hay varios niños y una tumba doble de un matrimonio. Ella tenía 20 años.


Día 15: BAKÚ - BESH BARMAQ - BAKÚ

Hoy es nuestro último día. Hace buen tiempo y nos vamos al Besh Barmaq. Tenemos que coger el minibús a Guba y pedirle al conductor que pare en el lugar. Lo apalabramos con el voceador, quien se lo indica al conductor. Besh Barmaq (Cinco Dedos) es una montaña rocosa en medio de una llanura y por tanto pensamos que es fácil de reconocer. Vemos en lontananza algo que podría serlo, pero dado que el minibús no para, con lo atentos que son los azeríes, comentamos que se le parecerá. Al oír el nombre mi compañero de asiento señala la montaña. ¿Cómo? ¿Qué ya la hemos pasado?. ¡Qué pare el autobús!. Pero el minibús no para. Nosotras gritamos: todavía estamos lo bastante cerca como para ir a pie... el minibús no para. Mi compañero de asiento hace un gesto de "volver" ¿volver? ¿El minibús está buscando un lugar donde dar la vuelta?. Eso es excesivo hasta para Azerbaiyán, ¿nos lleva a Guba y que volvemos desde allí?. Para eso habernos parado antes. La señora sentada delante parece estar recriminando al señor por no explicarnos lo que pasa: "se las ve tan nerviosas", el señor responde "pero, mujer, no ves que no hablan azerí ¿en que idioma les hablo?" "¿Pero no ves que las pobrecillas están histéricas?" (los gestos son tan elocuentes que entendemos todo). La señora se vuelve a nosotras: "Así son los hombres, hijas mías". Nos cruzamos con un autobús y un montón de manos salen por las ventanillas indicándole que paren. Nuestro chofer nos encomienda al nuevo conductor que no nos cobra nada por llevarnos al área de descanso más cercana al Besh Barmaq.

Montaña de Besh Barmaq
Montaña de Besh Barmaq

Según nuestra guía esto deberia ser un continuo fluir de gentes y de coches que suben, pero se ve que los lunes no toca. ¿Por cierto por dónde suben los coches?. Aquí no hay más que un caminillo en el que incluso nosotras debemos ir en fila india. Preguntamos. Pues, sí es por aquí. ¿Los coches? Huy, muy lejos. Bueno, alto y lejano es, pero parece que los caminos están hechos. Después de dos horas de caminata bajo un sol de justicia por esta rastrojera en cuesta nos damos cuenta de los tales caminos son simplemente hierba pisoteada por los caballos y ¡toros! que pastan en libertad. Yo, que a estas alturas del viaje, me visto por el olfato voy monísima, con un conjunto flower-power de falda larga y sandalia de lo menos adecuado. Pero el espectáculo debe continuar!. ¿Dónde están los recitadores del Corán y los peregrinos? ¿Dónde los chiringuitos y las ventas de rosarios?.

Hora y media más tarde, cuando ya estábamos dispuestas a dejarnos comer por los buitres, llegamos a la divisoria de aguas. Allí, al otro lado están... el camino ancho y los coches, los peregrinos y los chiringuitos, los recitadores del Corán y las piedras que hay que circunvalar. Un mozalbete, un tanto maleducado, después de felicitar a Marianne por tener un nombre "islámico", prácticamente me condena a los infiernos por tener uno tan feo, y eso que no se lo he traducido...

Tardamos dos horas en bajar. En el área de descanso preguntamos a un minibús si nos puede llevar a Bakú. Afirmativo. El resto de de los viajeros parecen ser todos de la misma familia, van muy endomingados y portan niña de días. Para mí que estamos de "presentación" (atso-lorra para los euskaldunas). Al llegar a Sungayit paramos en la cuneta y nos hace bajar. Nos indica que no va a Bakú y que cojamos el bus 111. Bien, gracias. Pero el minibús no parte, esperará hasta dejarnos bien sentaditas en el autobús que él pagará. El es un profesional, nos ha cobrado por dejarnos en Bakú y él se encargará de que por ese precio lleguemos a Bakú. A todo esto el resto del pasaje ni chista ni rechista, les parece bien estar parados esperando un autobús en el que colocar a las dos señoritas.


Días 16 y 17: Regreso a casa

Hoy nos hemos levantado a las 4 de la mañana. No hemos tenido ningún problema en conseguir un taksina que nos lleve al aeropuerto.

Aterrizamos en Estambul a las 8:10 hora local. Dejamos las maletas en consigna y vamos al centro a pasar el día. Comparado con Bakú, Estambul tiene una monumentalidad mucho más espectacular, pero las entradas son mucho más caras y hay demasiados turistas. Ya no nos acordábamos de lo que es dar y recibir codazos para conseguir un buen sitio para hacer la foto y lo de hacerlas "sin bichito" ¡olvídalo!. Visitamos Sultán Ahmet Camii, Hagia Sofía, y las cisternas Ierabatan y Binbidireh.

Nuestro embarque empezará a las 15:30 y por no arriesgarnos cogemos el metro a las 14:30. A las 15 deberíamos estar en el aeropuerto... si no fuera porque la locomotora se estropea. Llegamos a las 15:40. Rescatamos nuestras maletas y nos vamos corriendo a embarque. ¡UF! La fila es larga aún.

A las 5:45 de la mañana del día siguiente acabamos de llegar a Donostia en plena semana grande y mi coche no arranca.


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