San Petersburgo es la segunda ciudad rusa en importancia, tras la capital Moscú, y está situada junto a la desembocadura y delta del río Neva en el golfo de Finlandia, en el mar Báltico. Es la ciudad mundial más al norte con una población superior al millón de habitantes. Fue fundada por el zar Pedro I de Rusia en el año 1703, pasando a ser la capital del imperio ruso durante algo más de dos siglos, hasta la llegada de la revolución rusa. Entre los años 1924 y 1991 la ciudad fue conocida con el nombre de Leningrado.
Hoy día San Petersburgo es un importante centro cultural europeo, así como un gran puerto ruso. El centro histórico de San Petersburgo y otros monumentos relacionados han sido declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Del 18 al 26 de julio de 2009.
Llegamos a San Petersburgo con un vuelo de Vueling (Clickair antes de la fusión), directo desde Barcelona. Esta es una ruta de reciente creación, que sólo sale y regresa una vez a la semana. Sin incidentes mencionables, con el único problema, habitual en vuelos baratos, de las intempestivas horas del viaje, con salida a las 23:25 y regreso a las 6:30.
Al llegar al aeropuerto Pulkovo hay que rellenar un papel con datos básicos, como el nombre, el periodo de estancia, etc. Hacedlo antes de ponerse en la cola del control de pasaportes, ya que en caso contrario os harán volver atrás. Atención a la vuelta, una vez pasado el control de embarque en este aeropuerto estaréis en una sala pequeña donde no hay ni WC ni tiendas. Si queréis gastar los últimos rublos, hacedlo antes.
Para moverse por San Petersburgo el transporte es eficaz y barato. El Metro está muy bien, pero tiene sus limitaciones, ya que en el centro sólo hay un par de paradas. Atención a la rapidez de las escaleras mecánicas y a la profundidad de las estaciones. Cuesta 20 R y hay que comprar la ficha en la caja. Apenas si hay planos y carteles con el nombre de la estación y éstos sólo están en cirílico. La solución es ir contando las estaciones (es dudoso que entendáis la locución que anuncia el nombre de éstas). A veces nos hemos apañado muy bien con los buses para circular por largas avenidas. Cuestan 18 R y se paga a una persona que se pasea por el salón. Los minibuses son mas rápidos, pero el problema es saber la ruta, ya que están indicadas con un cartel sólo en ruso. Preguntad al conductor, pero una vez uno nos aseguró que pasaba cerca de la avenida Nevsky y nos dejó bastante lejos. Cuestan entre 26 y 32 R y suelen tener las paradas finales al lado de alguna estación de Metro.
Un inconveniente para viajar a Rusia es la obligatoriedad de obtener un visado. No es difícil, pero es un papeleo que parece no tener mas justificación que sacar el dinero al turista. Nosotros lo hicimos en una agencia de viajes convencional y nos costó 115 €. Es posible que no sea la forma más barata, pero nos inspiraba más confianza. Hacedlo con tiempo, ya que nos tardó casi 15 días. Podéis obtener más información sobre la obtención del visado ruso en la web de la Embajada de la Federación de Rusia en Madrid o en la del Consulado General de la Federación de Rusia en Barcelona.
Y una vez en territorio ruso hay que ir a una oficina para que te sellen el pasaporte. Si se está alojado en un hotel ellos se encargan de la gestión, pero en nuestro caso tuvimos que hacerlo nosotros mismos, yendo a dicha oficina en dos ocasiones.
El cambio en las fechas de nuestro viaje era de 1 Eur = 44 rublos (R). Atención, cambiar cantidades pequeñas, ya que luego no se pueden descambiar los rublos sobrantes y no sé aún si en España lo harán.
Los precios de los hoteles en San Petersburgo son algo elevados, por lo que decidimos alquilar un apartamento. Ha sido una opción acertada, ya que hemos estado a gusto y nos ha permitido ahorrar unos euros, al poder realizar los desayunos y las cenas en él, sin tener que ir a bares o restaurantes. Lo alquilamos en una página web especializada, donde atienden en español. Allí también nos han proporcionado las invitaciones y el traslado del aeropuerto al apartamento, ida y vuelta.
En San Petersburgo se puede comer a precios baratos, buscándose un poco la vida. Hay sitios con los platos a la vista, con lo que basta sólo con señalarlos. Algunos restaurantes tienen la carta sólo en ruso, aunque normalmente nos hemos entendido bien en inglés (el nuestro es muy básico).
No encontré ningún restaurante Yolki-Palki (cadena rusa de comida rápida), ya que el de la avenida Nevsky 22 ya no existe. Sí he visto un par de Cuchara de té, pero no entramos. Hay puestos ambulantes por la calle, con perritos calientes y hamburguesas, por un precio entre 30 y 40 R (menos de 1 €).
Unas direcciones de restaurantes:
• en la calle que vá desde la plaza del palacio hasta la avenida Nevsky, a la izquierda hay que bajar unas escaleras, el sitio es pequeño, hay un mostrador y basta con señalar lo que se quiere, lo pesan y te lo llevas en una bandeja. Ensaladas, carnes, cocina casera barata y sabrosa. Hemos comido un par de veces, por unos 350 R.
• calle Bolshaya Konyusennayya 19 (perpendicular a la avenida Nevsky), entre el Moyka y el Griboedova. Se trata de un pub con ambiente tranquilo al mediodia. Un bussines lunch de 3 platos sale por 190 R.
• al lado de la mezquita, en la avenida Kamennoostrovsky, un bussines lunch cuesta 240 R, con ensalada, sopa y plato principal.
El tiempo es muy variable, con el cielo muy revuelto: en cualquier momento se nubla y se pone a llover. Llevad siempre un paraguas plegable o un chubasquero. Y alguna prenda de abrigo, suéter o cazadora finos. No creo que las máximas en los días de nuestro viaje hayan sobrepasado los 26ºC. Y llevad repelente para mosquitos.
• En todos los lugares turísticos de la ciudad se pueden hacer fotos y en el interior sin flash, incluido los museos. La excepción es Petergoff y la Sala de Ámbar del Palacio de Catalina.
• Señalar también que, si alguno tiene un apretón, existen unas cabinas aptas para solucionar este momentáneo apuro al módico precio de 15 R. En algunos sitios están en unos autobuses.
• Nos ha sorprendido la belleza de las mujeres (y también de los hombres) rusas: altas, rubias, ojos claros, la piel muy clara, casi transparente. Muchas jóvenes llevan unas minifaldas de vértigo y unos tacones imposibles. ¿Como van al trabajo así, subidas 10 cm del suelo?. Una posible explicación es que el invierno debe ser muy largo y duro y en cuanto ven algo de sol quieren lucir el palmito.
• Muy curiosa también la costumbre de muchos de ir al borde de un canal, al atardecer, y tomar una cerveza, acompañado de uno o dos amigos (o parejas de enamorados), charlando apaciblemente...
• Se ven muchas bodas, con parejas de recién casados haciéndose fotos en lugares emblemáticos de la ciudad (iglesia de la Sangre Derramada, detrás, orillas del Neva, Jinete de Bronce, etc). Los novios haciendo posturitas románticas para la foto y los amigos/as, todos de tiros largos, observando la escena, con una botella de champán recién descorchada y unos vasos de papel. Y, esperándoles, unas limusinas kilométricas.
• Iglesia San Salvador de la Sangre Derramada (entrada: 320 R). Es lo más turístico de la ciudad. Por fuera es muy colorista y espectacular, pero la sorpresa viene en el interior, ya que todas las paredes están llenas de mosaicos, unos 1500 m² en total.
Detrás hay un mercadillo de recuerdos, también muy curioso y bien surtido. Hay que regatear. Atravesando el canal se llega a un parque, el Campo de Marte, y un poco más allá está el Jardín de Verano y dentro el Palacio de Verano, pero estaban cerrados y no pudimos verlos. Desde allí, en el malecón sobre el Neva, hay muy buenas vistas.
• Ermitage (entrada: 350 R). Ineludible visita, absolutamente increíble. Está compuesto por varios edificios adjuntos, se pasa de uno a otro sin darse cuenta. El más espectacular es el Palacio de Invierno. Abren a las 10:30 h, pero hay que estar mucho antes y éste es el punto negro de la visita, ya que las colas son espectaculares (nosotros nos pasamos casi dos horas, no, no exagero!!, antes de poder entrar). Cuando al fin lo haces ya estás cansado e irritado. Hay muy pocas taquillas (creo que sólo cuatro). Un cero a la organización.
Aunque no seáis muy de museos aconsejo la visita, ya que no es sólo las colecciones de pintura, escultura, antigüedades (nos gustaron mucho las romanas y griegas), sino que también merece la pena visitar el palacio o las salas, algunas de ellas muy espectaculares, como la escalera de entrada o el salón de malaquita. O sea, están muy bien el contenido y el continente.
En el Ermitage hay un par de cafeterías, cerca de la entrada y de la tienda. Algo insuficientes: ensaladas, sándwich y poco más, para salir del paso y descansar. El museo es enorme y su visita requiere varias horas.
• Catedral de San Isaac (entrada: 320 R). Hay que sacar la entrada del Museo y para subir a la cúpula hay que pagar aparte. Enorme y bella iglesia, bóvedas altísimas. A pesar de la riqueza decorativa, no es ostentosa ni recargada. Las altas columnas le dan un aspecto más aéreo. Siguiendo hacia el río se ve el jinete de bronce y la plaza de los decembristas. Aquí ya estamos al lado del Neva.
• Avenida Nevsky. El centro neurálgico de la ciudad, con cafeterías, tiendas de todo tipo, siempre muy animado, pasaréis por ahí seguro. Algunos de sus lugares de interés son (en orden creciente de numeración):
En la esquina con el Moyka el palacio Stroganov; en el siguiente canal, la casa Singer; enfrente de ésta, Nuestra Señora de Kazan, iglesia construida a semejanza de S. Pedro, de Roma, con una doble hilera de columnas y un jardín, se puede visitar el interior (gratis, como las iglesias de culto, en las otras, que son museos, hay que pagar), está necesitada de una limpieza; unos 200 metros más abajo, en el canal, el puente del banco, con unos leones con alas doradas; volviendo a la avenida, un poco más allá, la torre de la Duma; enfrente, el hotel Europa; el Gostiny Dvor, un edificio amarillo con soportales, ahora con tiendas de todo tipo; enfrente, el centro comercial Passaz, con una gran claraboya de cristal; almacenes Yesileev, con una bella decoración modernista, pero no se puede entrar, parece cerrado, lástima; al lado del Fontaka, el palacio Beloselsky.
• Palacio Yusupov (entrada: 500 R). La entrada es cara, pero merece la pena, incluye audio guía en español. Magnifico palacio, grande y suntuoso. Destacan la escalera de mármol, el teatro, el salón árabe, y la Sala Preciosa. Abren a las 11 h y para visitar los sótanos, donde asesinaron a Rasputín, hay que pagar aparte y sólo es a una hora fija, creo que las 13:30 h.
Saliendo del palacio y atravesando el puente sobre el canal, girad a la derecha, nos encontramos en la calle Bolshaya Morskaya, con algunas construcciones de interés, algunas modernistas, y otras con elementos decorativos variados. Números 54, 47, 45, 43, muy cerca de la plaza de San Isaac, donde está la catedral.
• Museo ruso (entrada: 350 R). Muy buen museo, con una importante colección de arte ruso, pintura de todas las épocas (los Kandinsky no estaban visibles), antigüedades, iconos, ... Nos hicieron mucha gracia unos juguetes de madera, en la sección de arte folklórico. Cuadros de gran formato, muy espectaculares, buena colección de iconos, en el piso superior, el más interesante, ya que son las salas de honor del palacio. El Museo está en el palacio de un duque, un edificio enorme, con 3 alas.
• Fortaleza, al otro lado del río. Se trata de un recinto donde se fundó la ciudad. No se puede llegar en Metro, ya que la parada mas cercana, Gorkovskaya, está en obras. Nosotros lo hicimos andando, pasando por el puente de palacio y las columnas Rostrales. Hay varias edificaciones, pero la más interesante es la Catedral de San Pedro y San Pablo (entrada: 200 R). La iglesia no es muy grande, de estilo barroco, para nuestro gusto resulta algo recargada, por la abundancia de dorados. Allí están las tumbas de los Romanov, en mármol de Carrara blanco, con la excepción de dos, de jaspe y de rodonita. Se atraviesa un entorno ajardinado y muy agradable y se sale de la fortaleza por la puerta de Iván.
Enseguida se llega a la avenida Kamennoostrovsky, interesante por su arquitectura modernista. Al principio se encuentra la Mansión Ksheniskaya, en dicho estilo, actualmente es un museo de historia política de Rusia y no lo visitamos. Un poco mas allá, la única mezquita de la ciudad, con dos minaretes y un par de puertas con mosaicos azules, muy bella. No parece desentonar con los alrededores. Y ya, recorriendo la avenida, hay que fijarse en algunos edificios modernistas, de finales del siglo XIX y principios del XX, en especial los numeros 1-3 , 5, el cruce con la calle Mira, el 24, 26-28, y puede que alguna más. Regresando al principio de la avenida y girando hacia la izquierda, se puede recorrer la orilla del río, con buenas vistas, y llegar hasta el Crucero Aurora, el buque donde se dio la señal para el asalto al Palacio de Invierno.
• Iglesia de San Nicolás de los Marineros, actualmente en restauración, no se ve bien el exterior, blanco y azul, sí las cúpulas doradas. El campanario está aparte, cerca del canal. Se puede entrar, sin pagar, no es muy grande, decorada con iconos y velas. Es sobria y elegante. Parece que hay otro nivel, una iglesia superior, pero no pudimos verla. Cerca de ella, hacia el norte, está el Teatro Mariinsky y sólo se ve por fuera.
• Monasterio Alexander Nevsky. Está al final de la avenida del mismo nombre y se puede llegar en bus. La iglesia no nos gustó mucho, creemos que sólo por eso no merece el desplazamiento (pilla muy a trasmano de todo). Afuera hay varios cementerios y en uno de ellos, el cementerio Tikvin (entrada: 200 R), se pueden ver las tumbas de personajes como Dostoyevsky, Tchaikovsky, Rimsky-Korsakov, Mussorsky, o Glinka.
• Paseos a pie por los canales. Se pueden hacer muchas caminatas por los canales, pero la más agradable, estupenda al atardecer, es por el canal Griboedova, a partir del puente de los leones y en dirección contraria al centro. Hay árboles al lado del agua y unos jardines en la iglesia de San Nicolás de los Marineros.
• Paseo en barca por los canales. Hay muchas opciones, no sé cual será la mejor. Cogimos una, al lado del puente Anichkov: 400 R, una hora de duración, explicaciones sólo en ruso (parece que hay otras con audio guía en varios idiomas).
• Excursión a Petergoff (Petrodvorets). Espectacular palacio, otra visita obligada. A 30 km de la ciudad, en el golfo de Finlandia. La forma más bonita de llegar es en barco, en un aerodeslizador que se toma detrás del Ermitage (700 R ida y vuelta) y se llega en una media hora. Nada más bajar, en el embarcadero, está la taquilla para los jardines (300 R) y enseguida se divisan éstos (en realidad es más un bosque que unos jardines), el canal y al fondo el palacio. Allí mismo están las cascadas, fuentes y estatuas doradas. El día que estuvimos nosotros (pero no puedo asegurar que sea siempre así), a las 11:00, suena una música muy solemne y se ponen en marcha las fuentes de agua. Demasié pal cuerpo.
La entrada al palacio son 520 R, destacable la escalera principal y las salas oficiales. Al salir (aprovechad para ver los jardines si hace sol, ya que nunca se sabe cuando se pondrá a llover) se puede entrar en los jardines del otro lado , de arriba, de estilo más versallesco, con flores, setos y algunas fuentes. No sabemos si hay que pagar entrada aparte para estos jardines porque nadie nos la reclamó a la entrada y al salir nos pusieron mala cara. En el parque hay otras construcciones menores, como Monplaisir o el Palacio de la Cabaña, pero no las visitamos: bajó la temperatura drásticamente y se puso a llover.
Hay donde comer: en el jardín de abajo, a la derecha mirando al palacio, hay un restaurante que parece caro y con la carta sólo en ruso, pero al lado hay un pabellón de madera donde se come a muy buen precio (unos 270 R): ensaladas, pizzas, hamburguesas.
• Excursión al Palacio de Catalina. Muy bello también, merece la pena. Hay que coger el Metro, línea azul, y bajar en Moskovskaya (se trata de una plaza gigantesca y hay que ir hacia un edificio enorme, de arquitectura estalinista, donde paran los minibuses), y coger uno de éstos, vienen señalados en alfabeto latino, nos costó 31 R, hay bastantes líneas.
Nada más llegar se paga la entrada a los jardines (entrada: 180 R) y nos dirigimos a la cola para el palacio (entrada: 520 R), de frontal muy barroco, blanco y azul, con columnas, atlantes y profusa decoración. En la visita destacan el Salón Ámbar, el Comedor Verde, el Gran Salón. No se puede fotografiar el salón ámbar, pero el resto sí. Las cúpulas bulbosas de la derecha no se ven, ya que están tapadas por restauración. Se pasea por los jardines, donde hay un gran lago y otros sitios, la galería Cameron, los baños, la estatua de la muchacha con el cántaro, los baños turcos...
Hay varios restaurantes, uno dentro del palacio y algunos más alejados. Nosotros estuvimos en uno que está enfrente del ala izquierda del palacio, poco más que una cafetería, con algunos platos, ensaladas, salchichas, salmón. No es muy barato, unos 600 R.