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OMÁN / EAU

Relato de un viaje a Omán y Dubái

Sandro Alarcón y Rosa Moreno
Published on Fecha viaje: 2010 | Publicado el 04/10/2010
Última actualización: 04/2022
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Introducción

Al contrario de lo que se cree Omán es un país seguro y moderno, de gente amable y abierta. A pesar de ello es todavía un país conservador donde la gente viste de forma tradicional y donde el islam rige muchos aspectos de su vida diaria.

Es un país donde los monumentos y las grandes construcciones escasean, pero el petróleo y un sultán de ideas avanzadas estan transformándolo en un gran destino turístico. Donde se puede disfrutar de tranquilas playas tropicales durante todo el año, paseos por el desierto o la costa de Simbad, delfines y tortugas verdes en sus playas, o de sus numerosos wadis, ríos secos que renacen en el desierto durante las épocas de fuertes lluvias convirtiendo la zona en un frondoso vergel.

En las zonas costeras, la gente ha estado expuesta a otras culturas durante siglos debido al comercio marítimo. Así que, a diferencia de sus países vecinos, otras religiones y formas de vida son toleradas. El alcohol es asequible para los no musulmanes en hoteles, y es corriente ver mujeres occidentales en bikini en las playas.

De todas formas, los visitantes deben mantener en mente que lo que es aceptable para una playa (en muchos casos privada) o en un hotel, no lo es necesariamente en la calle. En público, las mujeres deben cubrirse hombros y brazos por encima del codo, las faldas no deben enseñar las rodillas, y los hombres en pantalones cortos muchos omaníes aun los consideran ofensivos. En las zonas del interior son mucho más conservadores, y formas de vestir aceptables en la costa aquí no son apropiadas. La norma básica es que no se debe enseñar mucha piel.

Y eso que Omán es un país mucho más liberal con las mujeres que otros países árabes, aquí pueden trabajar, conducir, salir a la calle solas, e incluso ser ministras (el Ministro de Turismo es una mujer). No son los islamistas más estrictos, y no existe en Omán el extremismo religioso que hay en otros países de la zona, pero nunca esta de más ser respetuoso con las costumbres locales.

En cuanto a Dubái, es un destino turístico de lujo cada día más solicitado por viajeros de todo el mundo. Una ciudad en constante crecimiento que, gracias a una mente abierta, quiere dar a conocer al resto del mundo la cultura árabe y ofrecer las mejores diversiones para todas las edades. El stopover perfecto para toda la familia: atracciones, parques temáticos, lujo, compras, playa, desierto, golf...

En resumen, Omán y Dubái son destinos para crecer culturalmente, para abrir nuestras mentes, para aprender a ser más tolerantes, para derribar mitos (como el de sus altos precios), y para dejar la VISA tiritando.

En la web Abierto por vacaciones, de los autores de este relato, encontraréis el texto y fotos originales de este viaje.


Fitxa tècnica del viatge

Fecha del viaje

Del 4 a 17 enero de 2010.

Itinerario

mapa
Día 1: Barcelona - Muscat
Días 2-3: Muscat
Día 4: Muscat - Nizwa
Día 5: Nizwa
Día 6: Wahiba Sands
Día 7: Wadi Bani Khalid
Día 8: Sur - Ras Al Hadd
Día 9: Ras Al Hadd
Día 10: Ras Al Hadd - Wadi Shab - Muscat
Día 11: Muscat - Dubái
Días 12-13: Dubái
Día 14: Dubái - Barcelona

Seguridad

Las condiciones de seguridad en ambos países son bastante buenas, especialmente en Omán, donde la sensación de seguridad es total. En Omán es frecuente que la gente deje el coche con las llaves puestas y el motor arrancado mientras entra a una tienda.

Salud

No hay ninguna vacuna obligatoria y ni siquiera recomendable. Las condiciones sanitarias en ambos países son buenas. Aunque especialmente en verano es conveniente extremar las precauciones para evitar insolaciones y deshidratación.


DIARIO DE VIAJE A OMÁN Y DUBÁI

MUSCAT, 4 al 6 de enero

Volamos con Swiss Airlinesimage via Zurich. Trato excelente, asientos amplios y cómodos, y reparto de chocolatinas. Escala de 45 min en Dubái, donde ni tan siquiera bajamos del avión. Al despegar el piloto nos anuncia "the beautiful tower on your right", el recién estrenado Burj Dubái. Todos intentamos verla haciendo oídos sordos de la azafata que nos recuerda que estamos despegando.

Aterrizamos en el Muscat International Airport sobre la hora prevista. La gestión del visado es bastante rápida. Seis rials pagaderos en dólares o euros (conversión algo arbitraria), pero no con tarjeta de crédito como dice la guía.

Un consejo, si pensáis consumir alcohol durante vuestra estancia en Omán, sobre todo algo más fuerte que cerveza, mejor que lo compréis en el duty free del aeropuerto porque luego os va a resultar prácticamente imposible de encontrar, o lo pagaréis a precios prohibitivos en algún hotel para turistas.

Bahía del viejo Muscate
Bahía del viejo Muscate

Al salir de la terminal hay una oficina de taxis de prepago, 8 rials hasta Muttrah, 32 km, 25 minutos. La autopista está impecable, el coche es amplísimo, el chofer lleva turbante, y estamos a unos agradables 20º de temperatura en el mes de enero.

Muscat es una sucesión de pueblos y barrios que se prolonga durante 50 km de costa. Sin adentrarse nunca más de 3-4 km hacia el interior, forman un estrecho collar entre el mar y una rocosa barrera de pequeñas montañas. A pesar de sus rotondas y amplias avenidas, la ciudad respira un aire tradicional, hay pocos edificios altos, y muchos tienen cúpulas doradas o arabescos en las ventanas. Realmente no hay mucho que ver en Muscat.

Está el Sultan Palace (Al-Alam Palace), un par de razonablemente atractivas mezquitas, (Beit Al-Fransi y Beit al-Zawawi), las antiguas embajadas francesa y británica que albergan museos, un pequeño souq, y dos fortalezas portuguesas del siglo XVI bien conservadas.

Muttrah Hotel, 25 rials. Habitación doble, enorme, limpia y luminosa, aunque sin vistas. Baño completo, mampara, jabón, gel, champú, body milk, papel higiénico (estamos en un país árabe), y toallas. Hay mueble bar y aire acondicionado. Ubicado en una zona silenciosa y tranquila. En la planta baja hay un restaurante hindú, donde ofrecen desayuno buffet libre, 3 rials por persona (huevos, patatas, tostadas, mantequilla, café, te, mermelada, un poco de todo). Dispone de un extenso parking, y ofrece conexión a Internet (1h/5h/24H cuesta 1/3/10 rials). Se admiten tarjetas de crédito.

Al día siguiente, por la mañana, empezamos por visitar el viejo souq (mercado), a diez minutos del hotel y justo detrás de la corniche. En este pequeño laberinto de estrechas callejuelas puede encontrarse casi de todo: incienso, piezas de oro de 24 quilates, antigüedades, vajillas de porcelana y vasos de plástico, así como multitud de sastres y casas de cambio.

Es un buen lugar donde comprar souvenirs: khanjars (cuchillos curvos tradicionales), cafeteras, joyería beduina o ropa tradicional omaní. Hay poco movimiento, su momento de apogeo es al atardecer. Los precios son negociables, y los tenderos aceptan un "no gracias" sin mayores problemas. Atravesando el souq llegamos a la corniche. Algunos dhows estan varados frente al paseo.

A mano izquierda está el gold souq (mercado del oro), las blancas fachadas de las antiguas casas de mercaderes, alguna mezquita, y el mercado de pescado frente al hotel Marina. Dirección a Old Muscat pasamos frente al Muttrah Fort, construido por los portugueses en 1580. Aunque cerrado al público, es posible subir hasta una torre de vigilancia desde la que se contempla el puerto y la bahía. Siguiendo el paseo marítimo llegamos al goldfish monument, uno de estos monumentos infantiles que tanto abundan en las calles de Muscat. Delfines, espadas, cántaros de agua, quemadores de incienso y otras rarezas de diseños pueriles decoran avenidas y rotondas en todo el país.

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Tras el fuerte, paseando por la corniche vemos un par de antiguas torres de vigilancia portuguesas, Al-Riyam Park, la Atalaya (el quemador de incienso más grande del mundo, y sin duda el monumento más extravagante de Omán) desde donde se tienen unas fantásticas vistas del puerto, Kalbuh Bay Park, y siguiendo Al Bahri rd. Muscat Gate, una puerta que forma parte de la antigua muralla y que da acceso a Old Muscat. Actualmente alberga un museo que explora la historia de la ciudad desde sus inicios hasta la actualidad.

A las 14:00 comemos en el Muscat light restaurant & coffee shop. Un zumo de naranja, y de limón con menta, curry de pollo, pescado binjari, te y café. 5,20 rials. El arabic coffee lo sirven con dátiles. Comida normal, pero en la terraza a la sombrita se está bien, y la verdad es que hay muy poco donde elegir. En la zona apenas se ven restaurantes, tan solo lavanderías, peluquerías y farmacias.

En Old Muscat, el Muscat histórico, destaca sobre todo el Palacio del Sultán (Al-Alam), un edificio puramente ceremonial, ya que el sultán reside en otro palacio cerca de Seeb, lejos de los ojos del público. Se encuentra en una pequeña ensenada flanqueado por dos fuertes portugueses del siglo XVI, Jalali (antigua prisión hasta 1970) y Merani Fort. El acceso al palacio y las fortalezas esta vetado al público.

Cerca están los museos de Bait Al Zubair (coleccion privada de arte y utensilios tradicionales) y Bait Fransa (donde se da cuenta de las relaciones Omaní-Francesas desde el siglo XVIII).

Taxi hasta Ruwi por 4 rials (2 desde Sultán Palace a Mutrah, y 2 más desde Mutrah a Ruwi). Ruwi, el barrio hindú, es el centro financiero y el lugar donde se concentran los edificios más altos del país. Las calles rebosan movimiento, y hay una mayor variedad de negocios y restaurantes. También esta aquí la bus station (ver horarios). Billete a Dubái (5,5 rials) con ONTC.

Taxi a Qurum (6 rials), un area residencial rodeada de grandes centros comerciales. Parece una buena zona para un dia de playa sin salir de la ciudad, pero los lunes por la noche hay poco ambiente. El centro comercial más grande es Sabco Centre. Aire acondicionado a tope, y tiendas por todas partes: salones de belleza, spas, ropa moderna y tradicional, deportes, joyerías, pastelerías, restaurantes...

A las 19:30 cenamos en el Automatic restaurant, Al-Qurum rd, detrás de Sabco. Restaurante libanés bien llevado por libaneses. Humus, falafel, samosa de espinacas, 2 ayran y crema caramelo, por 7 rials. Taxi a Muttrah 5 rials. En un supermercado a 200 metros del hotel compramos nuestro desayuno de mañana: agua 1 1/2 lt, chocolatinas, pan con pasas, yoghurt y batido de chocolate, 910 baizas.

A la mañana del día siguiente vamos al Omán Dive Center. Tardamos unos 20 minutos en taxi, 4 rials. Realizan salidas diarias para snorkel y buceo a las 8:00 y a mediodía; y avistamiento de delfines sólo a las 8:00. El Dolphins trip de hoy esta lleno, así que solo haremos snorkel (16 rials/pp). Pedimos trajes de neopreno, es invierno y la temperatura del agua ronda los 20º. Dejamos la ropa en una taquilla (candado 2 rials de depósito).

Alcanzamos la barca andando, el agua es tan poco profunda que ni viene a recogernos. Tras media hora dando unos botes de cojones, fondeamos junto a una bolla donde se lanzan al agua los submarinistas. A los que hacemos snorkel nos acercan un poco más a la orilla.

Apenas hay coral, pero hay bastantes peces. Pequeños peces tropicales de colores, tortugas, mantas rayadas y sepias. Estamos alrededor de una hora antes de movernos a otro punto de inmersión. La mar movida que hacia cuando salimos se ha convertido en autentica mala mar.

Estamos una hora más y nos volvemos. El mar esta realmente encabritado. El viaje de vuelta es una sucesión de saltos y fuertes sacudidas, y el agua entrando a raudales en la barca. Ya en el resort, nos duchamos, cambiamos y comemos alli mismo. Spaguetti boloñesa, ensalada de tomate, dos refrescos y dos tés, 9,3 rials. En la fantástica playa privada del hotel nos relajamos y bronceamos un poco antes de volver a Muttrah.

El taxista se pierde de vuelta a Muttrah, 5 rials. La mayoría son un desastre, que no conocen más que las rotondas y cuatro avenidas grandes, seguramente acostumbrados a que el pasaje les guíe entre las calles secundarias. Pero cuando esto no es así, como es nuestro caso o el de cualquier turista, pueden tirarse horas para encontrar uno de los escasos hoteles de la ciudad.

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Alquilar un coche en Omán es relativamente barato, la gasolina está por los suelos, las carreteras son buenas, y las señales están en inglés. Ello unido al escaso transporte público, lo convierten en la forma más común entre los turistas para moverse por el país.

Un amigo del recepcionista del hotel tiene una empresa de coches de alquiler. Por 13 rials diarios alquilamos un Nissan Hiiva del 2009, con cambio automático, seguro a todo riesgo y 200 km por día. Damos una vuelta conduciendo Rosa, ante la incredulidad y acojone del dueño, para probar el cambio automático. Todo controlado. A pesar de no haber pagado por no tener efectivo, el tío nos da las llaves y nos dice que nos lo llevemos esta misma noche.

Por la tarde el souq esta algo más animado que por la mañana, pero tampoco perdemos mucho tiempo en él, parece muy turístico y de momento no queremos comprar nada. Paseando por la corniche llegamos al Hotel Marina (35 rials hab. doble) al final del paseo, frente al fish market. Cenamos en el restaurante hindú que tienen en la terraza, el Al Bamboo (12.4 rials). Buena comida aunque muy picante y especiada. Las vistas del paseo y el puerto son fantásticas: corniche, castillo y quemador de incienso todo en uno e iluminado.

En el camino de vuelta nos perdemos y nos metemos en un barrio de calles estrechas y sin asfaltar del que amablemente nos sacan dos chicas, no sin antes ofrecernos agua y cualquier cosa que necesitemos en la puerta de su casa. De hecho su madre nos acompaña con ellas hasta que abandonamos el barrio. En el hotel nos conectamos a internet para contar novedades.


NIZWA, 7 y 8 de enero

El recepcionista del hotel nos pone en contacto con un amigo suyo para alquilar un coche (Golden Crown Rent a Car. Móvil: 95182074. Tef.: 24831097). Alquilamos un Toyota Tiida con cambio automático, seguro a todo riesgo y menos de un año de antigüedad. Acordamos 13 rials diarios, 50 rials de depósito y un máximo de 200 km diarios. Como mínimo una tercera parte de lo que pagarías en España, y con el litro de gasolina a 12 baizas el litro (unos 23 céntimos de euro).

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Desayunamos en el Bullan Gullam Rest, un hindú a 200 metros del hotel. No ponen cubiertos y hay que vigilar con el picante.

Para ir a Nizwa el truco está en coger As Sultan Qaboos St y no dejarla hasta la rotonda de Burj As Sahwah (unos 40 km), donde se convierte en la carretera de dos carriles nº 15.

Primera parada: Fanja. El pueblo es famoso por una inusual torre ovalada construida con piedra de la zona, ubicada en lo alto de una colina. La buscamos sin éxito en su desértico barrio antiguo. También conocido por su alfarería, en la entrada del pueblo hay multitud de cacharros expuestos, junto a puestos de fruta y verdura, donde compramos algunas provisiones para el camino.

Seguimos hasta BidBid, aquí si que encontramos el castillo. Siguiendo la carretera principal que atraviesa el pueblo girar a mano izquierda en la calle principal, que desciende hasta el wadi, donde rodeado de palmeras y un falaj todavía en uso se encuentra el castillo.

Fue el primero en Omán restaurado usando métodos tradicionales y materiales originales (barro, yeso y paja). Damos una vuelta a su alrededor, sacamos unas fotos, y nos vamos a tomar un par de tés (200 baizas). A la salida del pueblo paramos en un coffee shop a comprar agua y aprovechamos para tomar dos deliciosos sándwichs en pan de pita (800 baizas).

A 40 km se encuentra Izki, y a 10 km circulando por carretera de un solo carril, Birkat al Mawz ("piscina de bananas"). Ubicado a la entrada de Wadi al-Muaydin, en el borde sur de Jebel Akhdar, es el hogar de un fuerte restaurado llamado Bait al Redidah.

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Pero sin duda su mayor atracción es el Falaj al Sharieh, del que dicen es el mejor de los cinco falaj registrados en Omán como Patrimonio de la Humanidad. Se prolonga durante casi 2.500 metros, y con una demanda de 1.000 m3 irriga una superficie superior a los 700.000 m², propiciando sin duda el crecimiento de las enormes extensiones de palmerales y datileras que rodean el pueblo. Es fácil de encontrar.

Tras bordear el castillo por detrás, pasa junto a una inusual mezquita construida en piedra (no en arcilla). Saliendo de ella, un grupo de hombres que se dirigen a tomar un té, nos invitan para que nos unamos a ellos. Así son siempre los omaníes, amabilísimos, cordiales y deseosos de platicar.

A 25 km de allí, rodeada de montañas, se encuentra Nizwa. Una pequeña y animada ciudad, que fue capital de Omán durante los siglos VI y VII. En tiempos había sido un importante centro comercial, al hallarse en un punto estratégico en la ruta de caravanas entre Muscat y Doha; así como feudo del conservadurismo religioso, siendo su Gran Mezquita un importante centro de enseñanza islámica. Por su ubicación es el lugar ideal desde donde organizar excursiones a las cercanas Bahla, Jabrin y las Jebel Shams.

Nos instalamos en Majan Guest House, 30 rials. Habitación doble de unos 20 m², cama grande, tres sofás, armario, escritorio, aire acondicionado, nevera y televisión. Baño completo con agua caliente. Desayuno incluido (tostadas, mermelada, miel, zumo, huevos, te y café). Dispone de parking. Aunque a 8 km del centro (5 min en coche), tiene una muy buena relación calidad/precio.

El centro de Nizwa se encuentra en la pequeña zona comercial que se encuentra frente al castillo y la mezquita. Tiendas, restaurantes, pastelerías y puestos callejeros lo animan mucho por las noches. Frente al souq hay habilitadas amplias zonas de aparcamiento a ambos lados de la carretera.

El Bin Atique Restaurant es uno de los pocos restaurantes de comida tradicional omaní que encontrarás en tu viaje a Omán. Distribuido en pequeñas habitaciones privadas de unos 9 m² donde se entra descalzo. No hay sillas ni mesas, se come sentado en el suelo sobre la alfombra, apoyando la espalda en unos duros y pesados cojines. Hummus (chick peas dip with bread), thereedh samakh (omani bread with fish curry), arus abiyadh ma marak malah nargeel (salted wet fish in coconut curry with rice), salatah makhzooz (special green salad), dos lime mint juice, café omani y dátiles, 7,3 rials. Todo buenísimo. Situado en una calle frente a la mezquita inmediatamente después del aparcamiento.

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Al día siguiente comenzamos con la visita al Fuerte de Nizwa (500 baizas). Bien conservado, con fantásticas vistas del centro, del souq y de la mezquita. Construido por Imam Sultan bin Saif al Yaarubi en 1668, el diseño del fuerte refleja el considerable avance hecho en materia de fortificaciones militares y el uso del mortero con fines militares durante la era Yaarubi. Los muros son redondeados y robustos, diseñados para soportar una lluvia de disparos de mortero, una táctica habitual en aquella época. Tardó 12 años en construirse, aparentemente con materiales saqueados de otros fuertes como botín de guerra. Dos cañones custodian la entrada a la fortaleza que se abre en un verdadero laberinto de habitaciones, salas de techos altos, puertas, terrazas, escaleras estrechas y pasillos. Pero su característica más notable es su colosal torre circular de 36 mts de diámetro y 30 de altura, que le daba un aura de invencibilidad.

Su ascensión es la parte más interesante de la visita, donde ayudados por modernos efectos sonoros y visuales, nos demuestran cuán difícil era salir ileso del aceite y agua hirviendo que vertían a través de pequeños pozos que se abrían directamente sobre las puertas. Cuatro cañones permanecen sobre ella, de los 24 que una vez sirvieron como principal potencia de fuego del fuerte.

Desde el castillo se tienen unas fantásticas vistas de Masjit Sultan Qaboos, la mezquita, probablemente la imagen más conocida de Nizwa. Construida por Abdulla bin Mohammed, tiene una llamativa cúpula dorada y azul. Esta vetado el paso a no musulmanes. Al ser viernes y por tanto día de oración, cuando salimos de visitar el castillo todos los puestos del mercado están cerrando. Decidimos dejar el souq para mañana.

La antigua ciudad de Tanuf resultó derruida durante la guerra civil de los años 50, bombardeada por los británicos a petición del entonces Sultán, y abandonada en la década de los 60. Aun puede verse junto a la mezquita el falaj que la atravesaba. Tras las ruinas un camino asfaltado lleva hasta el wadi, donde aparcamos a la sombra de un árbol. Comemos fruta y unos tomates con aceite y sal. A través de una pequeña garganta y con cuidado, pues el camino está muy empedrado, puede atravesarse el wadi hasta el otro lado, donde es visible parte del falaj y la presa. Toda la zona está llena de familias omaníes haciendo camping, que nos saludan o salen a nuestro encuentro invitándonos a tomar a té.

Volvemos a tomar la carretera general hasta Al Hamra, una ciudad construida sobre la ladera de una montaña, donde se encuentran algunas de las casas más antiguas de Omán. Antes de entrar paramos a comer en la gasolinera, en el Nasser Hamid Subia Al-Siyabi Trad. Pollo con arroz, dos fantas, ensalada, té y café, 2.8 rials.

La Bradt Travel Guide describe unas fantásticas casas de barro que nos dejaran atónitos y que parecen la octava maravilla del mundo. Es cierto que en el barrio antiguo muchas son casas de dos pisos construidas con barro y paja, coronadas con techos hechos de hoja de palmera, que conviven con antenas parabólicas y aparatos de aire acondicionado empotrados en las frágiles paredes. Pero en su mayoría están abandonadas y en un pésimo estado de conservación. Lo más espectacular, sin duda, son las vistas desde lo alto de la carretera de Al Hamra, junto al wadi que llena todo el valle.

Mapa en mano intentamos ir a ver el Wadi Ghul (14 km), pero nos perdemos y no lo encontramos.

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Cuando llegamos a Bahla (29 km) aun podemos disfrutar de casi media hora de luz y sacar unas cuantas fotos del Castillo. Es la fortificación más antigua del país, y los omaníes lo ven como su fuerte más significativo. En restauración desde 1993, su construcción sobre una pequeña colina desde la que se domina toda la zona, fue iniciada por los persas unos 1400 años atrás, durante la época. de prosperidad del oasis de Bahla bajo el control de la tribu Banu Nebhan. Para su construcción se usó piedra, abobe, troncos de palma, paja, estiércol y yeso. Sus muros hacían 11km de largo, tenían 16 entradas y 132 torres de las que solo permanecen seis. Jabreen lo dejamos por falta de tiempo.

Paseamos por el souq que hay tras la carretera, frente al fuerte, durante un rato y compramos algunas cosillas en un super para mañana. Pan de molde, quesitos, patatas fritas y un muffin, 1 rial.

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De vuelta a Nizwa (38 km) entramos a curiosear en el souq de pescado que esta lleno de productos frescos. Observamos con sorpresa que venden crías de tiburón. Tomamos un par de kebabs por 500 baizas. Frente a la mezquita, siguiendo con nuestra guarreada dieta, atacamos uno de los puestos ambulantes de maíz: maíz hervido con zumo de limón, mantequilla, sal, pimienta y algún picante, todo ello bien mezclado y servido en vaso de plástico. Se come con cucharilla (400 baizas). Está delicioso pero pica mucho.

La ciudad posee uno de los zocos más importantes del país. Se vende desde carne, pescado, frutas y verduras a especias, dátiles, oro y plata. Nizwa es conocido por su joyería de plata, y por sus khanjar (cuchillo curvo tradicional) de distintivos estilos y patrones. Los viernes por la mañana a primera hora, hay un mercado de ganado vivo, donde se venden vacas, cabras y ovejas.

Tras desayunar vamos al date souq con la esperanza de comprar algunos dátiles. Se trata de un almacén de techos enormes y ventiladores de aspas con cientos de sacos apilados. Debe de ser festivo porque no hay casi nadie en ninguno de los souqs. Los de, pescado, carne, cabras y dátiles están desiertos, en el de frutas y verduras están a medio gas o menos. Compramos cuatro tomates (100 baizas) y dos pepinos (100 baizas).


WAHIBA SANDS, 9 de enero

Desde Nizwa salimos dirección Ibra, pasando por Izki (28 km), Sinaw (76 km), Al Mudaybl (18 km), y 64 km más hasta Ibra. Es una vuelta de cojones, pero hay pocas opciones. Se ven camellos, algunos burros, y multitud de acacias en los márgenes de las carreteras; y en los pueblos que atravesamos algunas mujeres llevan mascara en lugar de velo.

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Sinaw es conocida por su mercado de ganado y su souq (zoco). Es la última ciudad en el mapa de carreteras antes de entrar en el desierto, y la verdad es que su interés acaba ahí. El centro parece un poco movido con la salida del colegio, pero el resto es una ciudad semi fantasma. Largas calles vacías, casas de una planta, poca variedad de negocios, y por supuesto sin bares donde tomar una cerveza que ayude a combatir el calor.

Brad Travel Guide describe en ella un dinámico mercado, donde acuden beduinos de las cercanas Sharquiya Sands, los martes y viernes. Nosotros no vemos ni rastro, tal vez sea porque es sábado.

Tras cinco segundos de indecisión ponemos la directa rumbo a Al Mudaybi, conocido por sus carreras de camellos. No es mucho mejor que Sinaw, pero tiene un pequeño barrio viejo de casas de barro junto a un frondoso wadi, por el que estiramos un rato las piernas. Tres niñas de unos seis años nos siguen durante un rato entre risas y palabras en árabe. Por aquí abajo despertamos más curiosidad que en la costa o Nizwa. Por un rial tomamos un par de hamburguesas y unos refrescos en un coffee shop.

Una vez más subimos al coche y conducimos hasta Ibra, una de las ciudades más antiguas de Omán, y debido a su privilegiada situación en la antigua ruta de caravanas desde el interior hacia el puerto de Sur, fue un importante centro comercial y religioso. Su principal interés turístico hoy es, además de torres de vigilancia y un falaj, un curioso mercado que se celebra los miércoles donde tanto compradores como vendedores son exclusivamente mujeres. Para nosotros fue solo un punto de paso.

A unos 30 km se encuentra el Al Qabil Resthouse, donde nos informamos sobre como ir a Al Areesh Desert Camp, ya que ambos son gestionados por Desert Discovery Tours. El hotel, a un lado de la carretera, tiene muy buena pinta. Las habitaciones están organizadas alrededor de un bonito jardín regado por una fuente de agua en cascada. Desde el hotel avisan de que salimos hacia el campamento para que alguien nos vaya a buscar, pues hay un punto donde el coche no puede avanzar más al empezar ya el desierto de dunas. Dejamos el coche en medio de la nada (arena y dunas), y nos subimos a una furgoneta descubierta que ya nos estaba esperando. Tardamos cinco minutos en llegar.

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Las Wahiba (Sharquiya) Sands, con una extensión de 14.400 km², son un ramlat, palabra árabe que describe un desierto de dunas, que en ocasiones llegan hasta los 150 metros de altura. Aunque hay guías que describen corredores de norte a sur entre las dunas, hablando de una conducción relativamente simple, no es un lugar donde aventurarse sin un guía experto. Tal y como dice Lonely Planet: el desierto no toma prisioneros. No hay gasolina, ni provisiones, ni ningún tipo de ayuda más allá de los campsites ubicados en la entrada norte. Así que si quieres ver desierto, y vivir para contarlo lo mejor es confiar en alguno de ellos.

Es hogar de unos 3.000 beduinos provenientes de varias tribus, entre ellas janabah, mawalik, hikman, amr y wahiba. Además, aunque nosotros no fuimos testigos de ello, dicen que habitan aquí 180 especies de plantas, 200 de mamíferos, aves, reptiles e incluso anfibios. En los campamentos de la zona podrás disfrutar, aunque sólo sea un poco, de una forma de vida tradicional que esta desapareciendo, la beduina. Es un buen lugar para hablar con mujeres ya que su papel dentro del estilo de vida beduino es bastante más relajado. Sobre la abeyya negra visten túnicas de llamativos colores y llevan la cara cubierta por unas máscaras de pico parcialmente ocultas por finas prendas de gasa.

El Al Areesh Desert Camp. 25 rials por persona, incluye desayuno y cena, además barra libre de té, café y dátiles durante todo el día. Consta de una cincuentena de cabañas cubiertas con hojas de palma distribuidas alrededor de un enorme comedor que dispone de una relajante área con cojines y alfombras, y una terraza perfectamente orientada para ver la puesta del sol. Nuestra cabaña dispone de dos habitaciones con tres camas individuales y una doble, y un anexo con baño completo. No hay agua caliente ni toallas. Austera y simple, cuenta con un enchufe y un par de mantas para combatir las frías noches. Organizan excursiones en jeep por el desierto (1h/3h 10/30 rials por vehículo) y salidas en camello (10 rials 1h). También existe la opción de contratar un guía si lleváis vuestro propio vehículo. Cena incluida: bufet libre bueno y generoso (ensalada, dahl, humus, smashed patatas, pita, arroz, verduras, carne, pollo, patatas fritas y refrescos). Tienen cerveza (2 rials). ¿Que más se puede pedir?

Una excursión en jeep (10 rials) nos adentra en el desierto. Subiendo y bajando dunas, algunas desde el asiento de copiloto se ven realmente grandes cuando el morro enfila hacia abajo. Paseamos sobre la loma de una duna. La arena es finísima. Cualquier movimiento brusco o intento de correr hunde un palmo los tobillos. Ningún atisbo de vida más que algunos camellos a lo lejos. El jeep nos deja en una duna tras el campamento, desde donde contemplamos una espectacular la puesta de sol.

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Al día siguiente decidimos dejar las Wahiba Sands, hoy dormiremos en Sur. Le damos la buena nueva al encargado del campamento, que nos explica amablemente algunas opciones para ocupar el día e incluso nos hace un mapa que nos será de gran ayuda. A la entrada del campamento unas mujeres beduinas venden abalorios bajo un techado. Compramos algunas pulseras. Damos un turístico short camel trip (2 rials pp) de unos diez minutos, recogemos las mochilas y nos acercan hasta el coche.

El conductor se queja de que la carretera, que ya casi han acabado para unos beduinos que viven enfrente suyo, arruinará el negocio, pues la gente dejará de relacionarlo con aventura y desierto al llegar el asfalto hasta las puertas del campsite. «Tendremos que mover el campamento diez kilómetros hacia el interior. El problema de Omán es que hay carreteras por todas partes», dice. Omán, de la mano del petróleo y el sultán Qaboos esta avanzando hacia la modernidad, y por supuesto, no siempre al gusto de todos.


WADI BANI KHALID, 10 de enero

Pasamos por Al Minitirib, sin visitar el Bidiyah Castle, y seguimos dirección Wadi Bani Khalid. Hay 24 km hasta el desvío (perfectamente señalizado), 26 km de espectaculares vistas de montañas, aldeas y palmerales hasta el inicio del wadi, y 7 km más hasta el final del cauce, donde aparcamos el coche.

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Un camino empedrado que transcurre junto al falaj, nos acerca a la primera piscina natural, de verdes y mansas aguas cristalinas donde se permite el baño. Hay además una pequeña cueva (Moqal cave), un trekking de 14 km por la montaña, y un bar restaurante, todo ello en medio de un entorno de paz y tranquilidad absoluta, que han convertido este wadi en una popular atracción de fin de semana.

Es un lugar paradisíaco, más aún si lo ubicas en medio del desértico Omán. Ideal para un día de picnic. Unos estudiantes nos acompañan hasta la cueva (fácil de encontrar por libre), y uno de ellos me guía en su interior. Rosa no quiere entrar. Apenas tiene un metro de altura y hay que entrar acuclillado durante un par de minutos. Al final encontramos el reguero de agua que más tarde se convierte en wadi y que alimenta el falaj. 6 rials de propina. Comemos allí, junto a una pequeña cascada, y nos estamos hasta casi las dos del mediodía. Al inicio del wadi, previo a los 26 km de curvas que nos separan del cruce, hay un pequeño pueblo (Badaa creo que se llama) donde paramos a tomar un té.

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Paramos en Al Kamil (50 km) a poner gasolina (5 rials, 121 baizas = 1 lt), un curioso pueblo profusamente rodeado de árboles y palmeras. Aunque poco a poco hemos ido descubriendo y valorando los wadis y sus palmerales, lo que no habíamos visto aun eran árboles, más allá de algunas acacias en la carretera.

Conducimos 22 km más hasta las ciudades gemelas de Jalan Bani Bu Hassan y Jalan Bani Bu Ali. Las guías las describen con fuertes y espléndidas casas fortificadas en la primera, y un fuerte del siglo XI y una mezquita de 200 años en la segunda. Apremiados por la hora, ya a punto de anochecer, vimos un barrio de casas fortificadas tras atravesar un enorme palmeral, y un par de llamativas mezquitas de doble minarete.

Habiendo anochecido ya, ponemos rumbo a Sur (60 km desde Al Kamil). Desde que hemos dejado el wadi, aunque su presencia en la calle siempre es muy escasa, hemos notado que las mujeres van más tapadas, en muchos casos una fina gasa de color negro les cubre por completo la cara; y ha crecido de manera exponencial la población de raza negra.

SUR, 11 de enero

Ya en el siglo VI Sur estableció importantes vínculos comerciales con la India y el Este de África, que se prolongaron hasta mediados del siglo XIX, momento en el que los ingleses ilegalizaron el tráfico de esclavos. El toque de gracia definitivo se lo dio la apertura del Canal de Suez que le privó de la ruta comercial con la India.

Hoy en día mantiene su reputación como el más importante centro de construcción de dhows, los mismos barcos con los que comerciaron durante los últimos siglos.

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Una vez en Sur tardamos cinco minutos en localizar un hotel junto al souq: Hotel Sur, 20 rials hab doble. Austera tirando a cutre y sucia, baño completo con ducha de cubo y jarra (tipo India), nevera y TV. Céntrico, junto al souq, mejor ubicado imposible. Sus alrededores están llenos de opciones para cenar, asi que aprovechamos para tantear en varios de ellos.

Empezamos con un par de platos combinados, que nos recuerdan al koshari egipcio, y dos aguas, 600 baizas. Al salir, en una barbacoa en la calle, unos pinchos de carne, 100 baizas c/u. Acabamos en un restaurante hindú: pollo masala, porotta, chappatti, ensalada y dos aguas por 1,6 rials. Los postres en el super: helado de chocolate, 150 baizas.

Al día siguiente tomamos la misma carretera por la que entramos ayer. De inmediato estamos en la corniche. El mar esta embravecido y las vistas son fantásticas. Seguimos hasta un pequeño puerto frente a las Tres Torres de Ayajh. Son las torres de vigilancia que daban paso a los dhows al interior de la laguna. Dhows se ven pocos hoy día, pero en el puerto abundan las barcas varadas en la arena con la marea baja.

Cruzamos andando hasta el pequeño pueblo de pescadores de Ayajh por un puente de nueva construcción, aun no inaugurado, que sustituye al antiguo ferry y evita la larga vuelta que actualmente hay que dar a la laguna.

Un corto paseo tan solo acompañados por cabras, gatos y alguna que otra gaviota, nos lleva hasta un faro de tres plantas coronado con una cúpula azulada, desde el que hay unas magnificas vistas de Sur. A ambos lados el paisaje es el mismo, casas blancas, los minaretes de las numerosas mezquitas, algún coffe shop con tertulianos en la puerta o en la terraza sentados sobre sillas de plástico, y trabajadores de origen hindo-pakistani cociéndose bajo el sol; pero negocios y personas siempre en pequeñas cantidades, dando la sensación a menudo de pasear por ciudades fantasma.

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Desde el siglo VIII los dhows (barcos tradicionales) han sido usados a lo largo de la Península Arábiga, India y África con fines comerciales, habiendo llegado a lugares tan lejanos como China. Usados para comerciar, pescar y como atracción turística, aun pueden verse a lo largo de la costa de Omán, siendo Sur el más importante centro de construcción de dhows y sambuks (barcas de pesca).

Merece la pena acercarse a ver Fatafh al-Khair, un dhow en exposición de 70 años de antigüedad, que pesa 300 tn y mide más de 20 mts.

Próxima parada Sunaysilah castle, un fuerte perfectamente cuadrado, de unos 300 años de antigüedad, ubicado en lo alto de un pequeña colina fácilmente accesible desde una de las rotondas. Lo encontramos cerrado (500 baizas), aunque es fácil imaginarse las fantásticas vistas que de la ciudad y la línea de costa deben tenerse desde él.

Bajo él hay una llamativa mezquita con dos altas torres, junto a la que comemos algunas cosillas que llevamos en el coche.

A dos o tres minutos en coche se encuentra el Bilad Sur Castle construido alrededor de 1.800 para defender Sur de los ataques de las tribus del interior. Esta organizado alrededor de un gran patio central con torres de vigilancia en cada esquina. Las dos torres principales tienen unas llamativas pequeñas extensiones, construidas para permitir a los defensores tener una mejor visión del enemigo. Cerrado al público por encontrarse en restauración. Retrocedemos unos metros y tomamos el desvío a Ras Al Had.


RAS AL HADD, 11 y 12 de enero

El pequeño puerto pesquero de Ras Al Had (46 km desde Sur) es el punto más oriental del país, el lugar donde el Golfo de Omán y el Mar Arábigo se juntan. Las playas que rodean esta población son uno de los mayores centros de anidamiento de la tortuga verde en el Índico. Se calcula que entre 20.000 y 30.000 ejemplares ponen sus huevos aquí cada año. Es además un lugar tranquilo dentro del ya apacible Omán, una buena ocasión para relajarse rodeados de un sereno ambiente tropical.

Turtle Beach Resorts, 50 rials. Alojamiento ubicado al final de una bonita bahía de aguas turquesas, es una buena opción para quienes quieran combinar simplicidad y comodidad. Ofrece 18 cabañas provistas de cama doble, nevera, armario, ventilador, aire acondicionado, y lavabo completo. Incluye desayuno y cena, además barra libre de té y café durante todo el día. El resort dispone de un restaurante en forma de dhow donde beber cerveza fresca contemplando la bahía. No hay que olvidarse del equipo de snorkel o buceo, ya que es un lugar privilegiado donde ver tortugas, rayas, morenas y multitud de peces.

Por la tarde hace mucho viento y frío, si sigue así mañana no hay delfines. Echamos una partida de scrabble, vuelvo a perder. Durante la cena nos ponemos hasta las trancas: sopa de tomate, ensalada de atún, king fish (atún), pollo barbacoa, verduras al curry, patatas fritas, humus, chappatti, y de postre vermecelli (como el arroz con leche pero con fideos).

La Ras Al Jinz Sea Turtle and Nature Reserve es una área protegida de 120 km², con 45 km de costa y que se adentra 1 km en el mar. En la actualidad, seis de las siete especies de tortugas de mar que hay en el mundo están en peligro de extinción y cinco de estas especies se encuentran en Omán, y Ras al Jinz es la mayor playa de anidamiento de tortugas del Índico. El Visitors Center de la reserva se encuentra a 17 km de Ras al Hadd, y se tarda unos 20 minutos en llegar por una cómoda y bien señalizada carretera. La máxima atracción aquí sin duda es el interesante Turtle Watching, 3 rials por persona.

Formamos un grupo de unas 15 personas. No se permiten fotos. Conducidos por un guía andamos unos diez minutos hasta la playa, y cinco más hasta una tortuga que acaba de desovar y esta tapando los huevos. Es de tamaño mediano, tiene entre 50 y 60 años, y ha puesto unos 100 huevos que entierra dos metros bajo la arena. Sentados a poco más de un metro asistimos al proceso final de tapado.

Todo el grupo hace un círculo detrás suyo. La tortuga va avanzando conforme lanza arena con las aletas tras ella, y cambia centímetro a centímetro de posición para lograr con eficacia su objetivo.

El guía llama nuestra atención para que le sigamos y podamos asistir a como una cría recién salida de la arena, donde ha permanecido enterrada dos meses, alcanza el mar. Es pequeñísima, tanto que remontar una pisada humana donde ha caído le supone un gran esfuerzo.

Después es la tortuga adulta, la que inicia su camino de vuelta al mar. Deja unas marcas en la arena como si se tratase de un tractor. Ahora es temporada baja, y tal vez sea la única tortuga que desove en la playa hoy, pero en verano entre 50 y 100 llegan todas las noches. Un espectaculo emocionante, y muy barato, que no hay que perderse.

Al día siguiente, desayunamos tortilla, salchichas frankfurt, beans, tostadas, mantequilla, mermelada, miel, zumo, té y café. El mar sigue revuelto y no organizan salidas para ver delfines. Hay una zona de snorkel justo frente a las habitaciones pero no tienen ni gafas ni aletas.

A las 13:30 salimos a visitar Ras Al Hadd. Damos una vuelta por el castillo construido hace 500 años para defenderse de las tribus omaníes del interior. Como la mayoria de ellos parece demasiado reconstruido. La visita es gratuita aunque personal del ministerio de turismo nos da información sobre el fuerte y unos folletos de las regiones de Batinah y Mussandam.

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Damos una vuelta hasta la playa. Es fácil comprender porque no podemos ir a ver delfines hoy.

En el hotel no se nota mucho por estar en el fondo de una pequeña ensenada, pero el mar esta agitado, y el viento lo embiste contra las rocas levantando grandes olas.

Comemos en Nasma Al Galila Rest, un pequeño restaurante y coffee shop de ambiente hindú. Ensalada de tomate y pepino, arroz, pollo tandori y king fish con su respectiva salsa cada uno, patatas fritas, porotta, dos fantas, una botella grande de agua, te y cafe. 5,3 rials.

Volvemos al hotel. Paseamos, dormimos, disfrutamos del paisaje y echamos una partida de scrabble. Cena: sopa de champiñones, ensalada verde con queso, king fish de nuevo, pollo barbacoa, ternera con champiñones y pimiento verde, patatas fritas, chappatti, y de postre pudding.

Amanece un nuevo día en Ras Al Hadd, y ahí estamos nosotros a las 6:15 para verlo. Unas cuantas fotos y a dormir de nuevo hasta las 8:30. Desayunamos. El agua está más tranquila, la temperatura es agradable, y el sol todavía no quema, así que corremos a la habitación a ponernos el bañador.

La primera impresión es de que el agua esta fría, pero una vez zambullidos se está mejor dentro que fuera. Paseamos un rato por el recinto persiguiendo cangrejos y sacando algunas fotos, antes de salir hacia el Wadi Shab.


WADI SHAB, 13 de enero

Desde Ras Al-Hadd nos cuesta un poco, pero finalmente encontramos la nueva carretera de dos carriles a Muscat, muy similar a la que usamos para ir a Nizwa. Gran parte transcurre paralela al mar y se disfruta de unas vistas estupendas.

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Paramos en Qalhat para comprar algunas cosillas con que hacer un picnic en el wadi. Es uno de los pueblos más pequeños donde hemos estado, las calles son estrechas, sin asfaltar y llenas de cabras, eso cuando no hay que circular por el cauce seco del wadi.

Nada que ver con su glorioso pasado. Qalhat, ciudad de la que hablan Marco Polo e Ibn Battuta, fue la segunda ciudad del Reino de Ormuz, y un importante punto de parada en la extensa red de comercio del Océano Índico.

Tenía unos 240.000 m² de casas y tiendas rodeadas de murallas, pero en 1.350 sufrió graves daños debido a un fuerte terremoto y entró en decadencia, dejando paso a Muscat como nuevo centro de comercio.

En sus ruinas se han encontrado objetos de Persia, China y Europa, y fue declarada Patrimonio cultural de la humanidad el 4 de julio de 1988. De la antigua ciudad, situada en la orilla oriental del wadi Hilmi, se conservan muy pocas cosas, la principal el Mausoleo de Bibi Maryam (que no somos capaces de encontrar).

Próxima parada Tiwi, un bonito y apacible pueblo de pescadores desde donde acceder a Wadi Shab. Aparcamos el coche en el margen izquierdo, y una barca nos cruza a la otra orilla (200 baizas pp y trayecto) que es el único margen por el que se puede caminar. El wadi esta situado en un estrecho cañón de apenas 150 metros de ancho y unos dos kilómetros de largo.

Gran parte del camino transcurre sobre un falaj. Hay multitud de palmeras y pequeñas piscinas de agua cristalina, color verde esmeralda, rodeadas de espectaculares rocas. Cada curva deja entrar la luz de diferente manera, y su reflejo en el agua y en las paredes del cañón hacen del paseo una experiencia memorable.

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Se tarda una hora en recorrerlo a pie. En las zonas de mayor dificultad se ha colocado algo de cemento para facilitar el paso, que sin señalizar no siempre es fácil de seguir, pues muchas veces transcurre entre márgenes de rocas de diferentes formas y tamaños. El wadi finaliza en un par de piscinas naturales aptas para nadar. La segunda enlaza con una cueva en cuyo interior hay una bonita cascada.

Sed conscientes de que no todas las piscinas son para bañarse, ya que el agua de manantial es parte esencial de los recursos de las pequeñas aldeas que  rodean el wadi, escondidas entre palmerales y pequeñas terrazas de cultivo.

En definitiva, aunque algunas partes fueron dañadas en el ciclón Gonu que en 2007 arrasó Omán, es todavía uno de los wadis más deslumbrantes del país. La cantidad de gente haciendo picnic, bañándose o pasando el día lo atestigua. Visita obligada.

Por la tarde, después de pasar casi todo el día en Wadi Shab, tomamos la autopista a Muttrah (71.4 km). El 90% esta acabada y llegamos en dos horas. De pura chiripa no nos hacemos un lio en las rotondas y encontramos el Muttrah Hotel (25 rials) en un periquete. Ponemos 2 rials de gasolina (1 litro =120 baizas), para devolverlo tal como nos lo entregó, con medio depósito.

Cenamos en Al Amazon Rest, mientras esperamos al dueño del coche para que nos devuelva la fianza. Parrillada de carne, humus de garbanzos y de berenjenas, ensalada, sopa de cordero, zumo de naranja y té, 5.8 rials.


DUBAI, 14 al 16 de enero

A las 5:30 nos despertamos y una hora después tomamos un taxi hasta la Ruwi Bus Station. Desayunamos té, café, y compramos algún tentempié para el viaje, 2,8 rials. A las 7:00 el autobús sale puntual. Va haciendo algunas paradas para recoger pasajeros. En el rapid food de una gasolinera, poco antes de llegar a la frontera, desayunamos una hamburguesa con patatas y una fanta cada uno, 2,8 rials.

Entre el sello de salida en Omán y el de entrada en Dubái, puede haber entre diez y veinte kilómetros, es el cruce de fronteras más largo de toda mi vida. En el lado omaní hay supermercado, cafetería y servicios en un bonito y moderno edificio.

Los Emiratos Árabes nos recibe con unos barracones. Estamos más de una hora, los trámites son lentos, sobre todo para los ciudadanos hindús, a los que someten tras pagar 21 rials por el visado a un chequeo del iris del ojo.

La velocidad en los pasos de frontera cuando se viaja en un transporte colectivo va en función del origen de los pasajeros, cada frontera tiene sus nacionalidades conflictivas. Nuestro autocar va lleno de hindús, así que el cruce ha sido lento.

El trayecto con ONTC que debía ser de 5 horas y media se han convertido en siete. Bajamos en el barrio de Deira, frente al Caravan Café, una confortable tetería. Además de shishas, sirven comidas, sandwiches, tés, zumos y cafés. Te a la menta 12 dhs.

Cerca de allí se encuentra el City Centre Shopping Mall, un gran centro comercial con más de 350 tiendas, donde ya empezamos a hacernos una idea de lo que significa el concepto consumismo en este país. Cambiamos 282,5 rials (1 rial = 9,5 dhs / 1 € = 5,4 dhs).

Tomamos un taxi (12 dhs) hasta el hotel. Funciona con taxímetro y el conductor va uniformado. Tiene que llamar al hotel para que le expliquen cómo llegar, la historia se repite, los taxistas tan descentrados como en Muscat.

Florida International Hotel, 342 dhs, habitación doble con moqueta. Bastante bien situado en el barrio de Deira, frente a la Sabka Bus Station y los zocos. Baño completo con agua caliente, nevera, tv, aire acondicionado, mini bar e internet en las habitaciones. Desayuno incluido. Bastante ruidoso. Admiten tarjetas de crédito, y te guardan los pasaportes mientras permaneces hospedado.

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Dubái es una ciudad en constante crecimiento que, gracias a una mente abierta, ha convertido un inhóspito desierto en una de las ciudades con mayor proyección de futuro del mundo. La primera noche visitamos dos de sus iconos más representativos.

Situado en pleno centro de Dubái, completamente rodeado de tiendas, hoteles y una amplia gama de oferta de ocio, se encuentra Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, inaugurado oficialmente diez días antes de nuestra llegada a Dubái, y que dicen que es visible desde 95 km de distancia.

Mide 828 metros de altura, dispone de 57 ascensores (entre ellos él de más largo recorrido del mundo), 26.000 paneles de vidrio en la fachada, más de 160 plantas (la mayoría destinadas a viviendas particulares), el Armani Hotel que ocupa varias plantas, y como no, la terraza panorámica más alta del mundo, At The Top (100 dhs con reserva y 400 dhs la entrada inmediata) situada a 442 metros de altura.

Seguimos andando hasta el Dubai Mall, el centro comercial más grande del mundo. Alberga más de 1.200 tiendas que ocupan el equivalente a 50 estadios de fútbol. Lo que no encuentres aquí, simplemente no existe.

Ropa y moda de todo tipo, todos los precios y para toda la familia (mascotas incluidas), librerías, electrónica e informática, deportes, souvenirs, ópticas, tiene su propio Zoco del Oro con más de 200 tiendas, salones de belleza y spas, cosmética, agencias de viaje, bancos, lavanderías, farmacias, casas de cambio, restaurantes, cafeterías, hay incluso un shuttle bus gratuito que te acerca hasta la parada de metro. Todo ello rodeado de una sorprendente oferta de entretenimiento.

Este enorme centro comercial alberga el Dubai Rink, una pista de patinaje de tamaño olímpico; Dubai Aquarium & Underwater Zoo, que alberga 220 especies en sus 10 millones de litros de agua; Sega Republic, con más de 150 juegos para toda la familia; o los Reel Cinemas, con 22 salas de proyección. Pero lo más espectacular es la Dubai Fountain, la fuente más grande del mundo. Tiene 275 metros de largo distribuidos en cinco círculos de diferentes tamaños, que al ritmo de música clásica, árabe o moderna, lanzan agua hasta una altura de 50 pisos, y son iluminadas por 6.600 focos y 50 proyectores.

Dicen que son el punto más brillante de Oriente Medio, siendo visibles incluso desde el espacio. El espectáculo dura un par o tres de minutos y se repite cada veinte, y es difícil describir lo increíble que es. Nosotros lo vimos tres veces.

Yo! Sushi, 103 dhs. Restaurante japonés en la planta baja, al mismo nivel que las fuentes. No muy bueno y algo caro.

Taxi de vuelta al hotel, 27 dhs. Veinte minutos desde Dubái Mall hasta el hotel. A excepción de los antiguos barrios de Deira y Bur Dubái, dominados por callejuelas y calles de un solo carril, el resto de la ciudad son amplias avenidas de hasta ocho carriles por banda donde los coches circulan a altas velocidades.

En cuanto a la gente es de lo más dispar, aquí hay gente de todas las nacionalidades y credos, mini faldas se cruzan con velos, y turbantes con gorros de sij, haciendo casi imposible distinguir al auténtico dubaití.

A las 8:00 del día siguiente, ducha, desayuno (buffett libre de comida hindú, huevos, tostadas, mantequilla, mermelada y cereales).

Dubái Creek es una ría natural que se adentra en la tierra unos 10 km. Separa Deira y Bur Dubái, los dos barrios históricos de la ciudad. Justo frente al hotel está el Covered souq, y siguiendo sus callejones paseamos por el Perfume souq, Gold souq, con más de 300 joyerías para todos los presupuestos, y Spices souq, el zoco más antiguo de Dubái, todos ellos desiertos al ser viernes por la mañana.

Para cruzar de un lado a otro existen unas pequeñas barcas llamadas abras (1 dirham el trayecto). Tomamos una desde Deira Old Souq a Bur Dubái Station, donde enlazamos con el Ferry B4 hasta Creek Park, un bonito y enorme parque a orillas de la ría. Areas recreativas para niños, alquiler de bicicletas, zonas de picnic y barbacoa, restaurantes, paseos en barca, un mini golf de 18 hoyos, anfiteatro para 1.000 personas, y un teleférico que ofrece unas fantásticas vistas del Creek y el barrio de Deira. Un lugar ideal para pasear y hacer la siesta.

Frente a él esta el exclusivo Dubai Creek Golf Club(18 hoyos par 72) y su lujoso puerto deportivo con capacidad para 100 embarcaciones.

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Taxi hasta Burj Al Arab, el famoso hotel vela (21 km, 17 minutos, 37,5 dhs). Ubicado a pocos metros de Jumeirah beach, es el único hotel de siete estrellas del mundo, y con sus 321 metros de altura el edificio más alto dedicado a este proposito. Las suites de entre 170 y 780 m², cuestan entre 6.500 y 13.000 dhs la noche, dispone de helipuerto, tiendas exclusivas para los clientes, spa, playa privada, y un servicio de alquiler de Rolls Royce. Tan solo se permite el acceso a clientes del hotel o gente con reserva en el Skyview Bar, su restaurante panorámico a 200 m. de altura (entre 125 y 375 dhs).

Junto a él está el Wild Wadi Waterpark, un parque temático ambientado en torno a Juha, conocido personaje del folclore arábico.

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Tomamos otro taxi a Dubai Marina (14 km, 9 minutos, 20 dhs), un barrio nuevo construido frente al mar, muy cerca de Jumeirah beach. Proyectado en dos fases, será el puerto deportivo artificial más grande del mundo, con una superficie de 5 millones de m², donde vivirán 120.000 personas repartidos entre 200 rascacielos y villas de lujo.

En un bonito paseo frente al mar, entre hoteles exclusivos y resorts de lujo, abundan los restaurantes económicos. Es la combinación perfecta: comida buena, bonita y barata, siesta en la playa y baño al atardecer. Recomendamos el restaurante Barbacue Delights, 153 dhs. Un libanés con un buffet libre (65 dhs) variado y abundante donde todo esta delicioso, especialmente los zumos.

Pisamos la arena y el agua. Pasamos la tarde tumbados en la playa, entretenidos con una exhibición de acrobacia aérea.

Mall of the Emirates, taxi 19 dhs, 10 km, 8 minutos. Alberga una de las atracciones más excéntricas de la ciudad, el Ski Dubai. Se trata de 22.500 m² de nieve cubierta durante todo el año. Dispone de 5 pistas de diferentes niveles donde practicar esquí y snowboard, siendo la más larga de 400 metros. Hay un Snow Park para familias donde se pueden usar trineos. Temperaturas bajo cero todo el año en medio del desierto. Se puede alquilar el equipo completo y hay clases de esquí y snowboard para todos los niveles.

Este centro comercial no es tan grande como Dubái Mall, pero hay mejores descuentos. En la tienda Columbia, de ropa de invierno, dejamos la tarjeta de crédito tiritando. Y es que estamos en el Shopping Festival, evento que se organiza todos los meses de enero y febrero con descuentos de hasta un 70% en un país ya de por sí libre de impuestos. Esto son rebajas y lo demás son tonterías.

Al día siguiente nos levantamos antes de las 6:00 e intentamos ver carreras de camellos en Nad Al Sheba Racing Club, pero está cerrado. El taxista, como no, se pierde (60 dhs, 35 km, 51 min). Nos deja frente a un Starbucks, desayuno 56 dhs. A pocos metros, en Sheik Zayed Rd, rodeadas de jardines, lagos y cascadas, se encuentran las Emirate Towers, dos rascacielos de arquitectura muy similar, que fueron hace años el icono de la ciudad. La primera es un edificio de oficinas de 355 m. de altura, y la otra el hotel de cinco estrellas Jumeirah Emirates Towers de 309 m. Hay un complejo comercial conocido como El Boulevard, donde sólo hay primeras marcas: Gucci, Dior, Balenciaga... A pocos minutos esta Dubái World Trade Center.

Paramos un taxi (40 dhs) y le preguntamos si sabe donde está el Ras Al Khor Dubái Wildlife Sanctuary, responde que sí por dos veces y con contundencia. Lo primero que hace nada más arrancar es llamar para preguntar como ir porque no tiene ni zorra. Volvemos a perdernos, y a poco estamos de llegar a las manos, antes de que nos deje frente a una aislada caseta de observación de aves en medio de Ras Al Khor rd. El santuario, situado en la cabeza del creek, es una de las pocas áreas urbanas protegidas en el mundo.

Son las marismas más importantes de los emiratos, con una profundidad media de dos metros, habitan en ellas 47 especies de flora y 226 de fauna, entre insectos, reptiles, pájaros y pequeños mamíferos, pero el lugar es sobre todo conocido por su población de flamencos rosados (alrededor de 2.000), que está presente todo el año pero de forma más abundante en invierno.

Son un enclave relativamente salvaje dentro del super urbanizado Dubái, un punto aislado y apartado, sin transporte público o un cartel que lo señalice adecuadamente. Hay tres puntos de observación con telescopios, prismáticos, folletos informativos y paneles explicativos. El único empleado que hay en nuestra caseta lo lleva con primor, prestando todo tipo de atenciones a la clientela. Como valor añadido están las magníficas vistas del skyline dubaití, en nuestro caso con algo de calima y contaminación.

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Después de pasar allí una hora, salimos con pocas esperanzas en busca de un taxi. Ras Al Khor rd es una calle de 6 carriles por banda donde los coches circulan a 120 km/h, a más de un cuarto de hora de distancia del centro de Dubái. A los cinco minutos tenemos uno (12.2 km, 21 minutos, 26,5 dhs). Nos lleva hasta la Mezquita Jumeirah para el entendimiento de las culturas. Es la mezquita más importante de Dubái, y la única a la que pueden acceder los no musulmanes en visitas guiadas que duran alrededor de 75 minutos donde se explican algunos principios del Islam y costumbres del emirato, y se puede admirar su arquitectura interior inspirada en la tradición fatimida. Imprescindible reserva.

Comemos en el restaurante Japengo, 182 dhs. Ensaladas, sandwiches, comida japonesa, libanesa, italiana, mejicana, un poco de todo. Frente a la mezquita y a cinco minutos de la playa. Terraza cómoda y agradable. La comida mejorable, pero hay pocas opciones en la zona.

Cogemos el bus 8a (1 hora) para ir al Ibn Batutta Mall, el centro comercial temático más grande del mundo, en el que se narran los viajes del famoso explorador árabe del siglo XIV Ibn Battuta alrededor del mundo (China, India, Persia, Egipto, Túnez y Al Andalus). Hay 275 tiendas, 50 restaurantes y 21 pantallas de cine incluyendo el único IMAX de los Emiratos Árabes. Es tan grande que hay un shuttle service para ir de una punta a otra. Entre sus atracciones está Hot Air Balloon - Sky Dubái (60 dhs), un globo aerostático, anclado con una cuerda al suelo, que sube hasta 150 metros desde donde pueden verse las islas artificiales Jebel Ali Palm y Jumeria Palm. Tomamos una ración de maíz hervido con mantequilla y limón, como el que tomábamos en Omán (10 dhs), con sabores picantes de tomate y curry.

Son nuestras últimas horas en el Shopping Festival y hay buenos descuentos, así que volvemos a usar la tarjeta. Nos entretenemos y salimos pasadas las 22:00, el último metro sale a las 22:12 los sábados y no nos da tiempo a llegar con el shuttle bus gratuito. Volvemos a coger el bus 8a que tiene parada final en Gold Souq. Para colmo no hay suficiente dinero en la tarjeta y hay que bajar a medio camino a recargarla. Tardamos una hora en llegar, y quince minutos caminando hasta llegar al hotel.

Recogemos las mochilas y compras que nos guardaban en el hotel y vamos frente al hotel a esperar el bus 401, que sale cada 30 minutos hasta la terminal 1 del aeropuerto.


EAU / OMAN - Abu Dhabi, Dubai, Umm Al-Quwain, RAK y Musandam - Yolanda & Toni (Viatgeaddictes) [2009/10]
OMÁN / EAU - Guía y relato de un viaje a Omán y los Emiratos Árabes - Yolanda & Toni (Viatgeaddictes) [2006/07]
Abierto por vacaciones - Web de los autores de este relato, con el texto y fotos originales de este y otros viajes.