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Bandera de Etiopía

ETIOPÍA

Relato de un viaje de 30 días por Etiopía

María Ángeles Martínez
Published on Fecha viaje: 2006 | Publicado el 23/10/2006
Última actualización: 04/2022
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Introducción

La primera vez que oigo hablar del carácter único de las iglesias de Lalibela es en 1994, a una diplomática española que ha estado destinada en Etiopía. Desde ese momento, mi deseo de viajar a ese país ha estado siempre presente. Pero, es solamente hace tres años, al tener información de las iglesias rupestres de Tigray, escondidas en lugares remotos e inaccesibles y de sus frescos, cuando el deseo de llegar a ellas se convierte en una necesidad.

Muchas veces me preguntan por qué viajo por mi cuenta y sola. Viajo por mi cuenta porque me gusta crear el viaje, ir dándole vida y forma, y para ello necesito libertad. Viajo sola cuando no puedo hacerlo con la persona que comparte mi sentido del viaje y de las cosas. Este viaje es una excepción. Por esos azares de la vida, una vez que lo tengo todo preparado, comparto el viaje con otra persona con quien tuve contacto profesional hace unos años.


DIARIO DE VIAJE A ETIOPÍA

DÍA 1: Madrid / Frankfurt / Addis Abeba

El vuelo de la tarde, con Iberia, de Madrid a Frankfurt, es agradable.

Por la noche, después de una facturación extremadamente lenta, embarcamos para Addis Abeba con Ethiopian Airlines. Al entrar en el avión, te sorprende un olor extraño y concentrado a gente al que uno no está acostumbrado en los aviones. Por lo demás, el vuelo se realiza con normalidad.

El precio completo de los vuelos internacionales, por persona, ida y vuelta, de Madrid a Frankfurt, con Iberia, y de Frankfurt a Addis Abeba, con Ethiopian Airlines, cuesta 775 euros. Estos billetes los compro en la oficina de Airmat, representante de Ethiopian Airlines en España, con sede en Madrid, en la calle Diego de León, nº 69, 4º - C (Tel. 91 4022718). También, en la página web de Ethiopian Airlines se pueden comprar los vuelos internaciones. También se pueden hacer las reservas de los billetes de los vuelos nacionales, sin tener que pagarlos por adelantado, y recogerlos al llegar al país, en Ethiopian Airlines de Addis Abeba (la persona de contacto es Nega Weldy.

Si se compran los vuelos internacionales a Ethiopian Airlines, esta compañía hace un precio especial en los vuelos en el interior del país. Por eso, elijo a Ethiopian Airlines, a pesar de que sus tarifas son un poco más altas que las de otras compañías, porque hacemos cinco vuelos interiores. El precio de estos vuelos, por persona, es de 210 euros y también los compro en Airmat (esta oficina os puede facilitar los itinerarios, horarios y precios de los vuelos interiores).


DÍA 2: Addis Abeba / Iglesia de Adadi Maryam / Estelas de Tiya / Awasa

Llegamos a Addis Abeba a las 9 de la mañana con dos horas de retraso. Sacamos el visado en el aeropuerto y cambiamos dinero. El cambio es, aproximadamente, 1 euro = 10 birr.

En el aeropuerto, nos esperan Wondosen Meshesha, el propietario de la agencia con quien hemos contratado el 4x4 para viajar once días por el sur, y Kalem, el chófer. Les hemos traído unas camisetas y, como pronto será Navidad, turrón de varias clases. Además, a Kalem le hemos traído una bolsa con detalles para el aseo.

El contrato con Wondosen Meshesha, para hacer el programa al sur, diseñado por mí, comprende únicamente el coche y un chófer, con un nivel medio de inglés. No llevamos reservado ningún alojamiento. El precio del coche, modelo 1997-198-1998, es de 150 dólares por día, con aire acondicionado (120 sin aire) e incluye gasolina, seguro, material para los campamentos (tiendas, colchonetas y material de cocina) e impuestos. No incluye saco de dormir, pero yo tengo frío en los campamentos por la noche, y como no lo llevo, mi compañera me presta el suyo, pues ella no tiene frío. El aire acondicionado es muy útil, pues a pesar de que en diciembre hace unos 25 grados, se agradece, porque como hay mucho polvo no es aconsejable abrir las ventanillas. Mi compañera lleva mascarillas que resultan utilísimas. Por otra parte, la época en que viajamos nosotras a Etiopía es perfecta para el conjunto del país. Por lo que respecta a las mosquiteras en el sur, en los campamentos no las necesitamos en las tiendas, y en los hoteles las tienen en las habitaciones.

Elijo a Wondo, a pesar de ser un poco más caro que otras agencias, porque la recomendación del fotógrafo Jordi Llorens en el relato de Viatgeaddictes es muy efusiva y, además, me lo recomienda personalmente. Tenía razón, todo es perfecto.

Después de las formalidades en el aeropuerto, inmediatamente emprendemos el viaje al sur. A la salida de Addis, compramos pan, arroz, pasta y tomates. Las latas las llevamos desde Madrid, pero no es necesario en absoluto. Sin embargo, recomiendo comprar algunas al salir de Addis, porque en los campamentos del Parque Nacional Mago y de Murle no hay nada. El agua mineral, en cantidades ingentes, se la habíamos encargado a Wondo.

La primera parada es para visitar la iglesia de Adadi Maryam, del s. XII, excavada en la roca, que no resulta muy interesante. La segunda es para ver las estelas de Tiya, interesantes, pero sólo para personal muy especializado o muy interesado.

Nuestra intención es dormir en Dila, pero es tarde, debido al retraso de la llegada del vuelo de Frankfurt a Addis, y decidimos dormir en Awasa, cerca del lago. Después de dar un paseo por el lago, vamos a un restaurante de la ciudad, donde la cena es maravillosa. Sopa de pescado, para recordar siempre, y de segundo, un excelente pescado.


DÍA 3: Estelas de Tutu Fella y Tutiti / Pozos de Dublock / Yabelo

Salimos de madrugada hacia Dila para ver las estelas de Tutu Fella y Tutiti. Vamos a la Oficina de Turismo, donde compramos los billetes y nos hacemos acompañar, obligatoriamente, por un guía de la Oficina. Los dos campos de estelas, en formas fálicas, resultan interesantísimos. El paisaje es encantador, rodeado de cafetales. Los niños son hermosos y la gente es muy amable, el turismo apenas llega aquí. Es una mañana muy dulce.

Continuamos durante cinco horas la ruta hacia el sur para dirigirnos a Dublock y ver los pozos de la etnia borena.

La hora en que los hombres abrevan los cientos de cabras y ovejas, pasándose unos a otros los cubos en los que van sacando el agua de los pozos y la vierten en un abrevadero circular, mientras cantan para animarse en el esfuerzo, es a las 6 o 7 de la mañana y en temporada seca. Esto debe ser espectacular, pero no a las 3 de la tarde y en diciembre como hacemos nosotros. Aceptamos que nos hagan un simulacro, por un malentendido, pero no vale la pena. Se puede ver el lugar y darse cuenta de la técnica empleada sin ello. Hay unos ocho pozos en el entorno y vemos otro más, ya sin simulacro.

Retornamos hacia Yabelo, a una hora al sur de Dublock, donde dormimos en el Motel Yabelo, que es bastante aceptable, y cuyo precio es de 10 euros. El pueblo de Yabelo, en sí mismo, no tiene ningún interés.


DÍA 4: Key Afar / Jinka

Nos levantamos al alba. Abandonamos en Yabelo la carretera asfaltada. No volveremos a ver el asfalto hasta el final del día once de nuestro viaje al sur. Conducimos hacia el este durante seis horas para ir al mercado de Key Afar, que tiene lugar los jueves, y es uno de los más sensacionales del sur.

Cuando entramos en el pueblo hacia la 1 de la tarde, vemos una desbandada de gente, sobre todo de las etnias banna y samai, que se va del mercado, cuando se supone que es la hora álgida. Nos enteramos que la policía acaba de desmantelarlo y está reenviando a la gente hacia sus pueblos, porque la noche anterior, en Dimeka, a una hora de aquí, han muerto de meningitis ocho miembros de una misma familia. Nos aconsejan no bajar del coche, pero nosotras lo hacemos, pues estamos vacunadas.

Después de pasear un buen rato entre la gente, los trajes y adornos que llevan son absolutamente maravillosos, y verlos marchar de Key hacia sus pueblos, unos caminando y otros en camiones, continuamos nuestra ruta durante hora y media en dirección al este, hasta llegar a Jinka.

Nos alojamos en el hotel Jinka Resort, que está muy bien, con un gran jardín y tranquilo, y cuyo precio es de 23 euros.

Con certeza no sabemos cuánta gente murió de meningitis, pues las informaciones son muy confusas, pero en los días siguientes, en el dispensario de Turmi, vemos que están vacunando a toda la población de forma muy adecuada, desde el punto de vista sanitario, y en gran orden.


DÍA 5: Parque Nacional Mago: visita de Hanna Mursi (etnia body) y de Bella (etnia mursi)

Nos levantamos tempranísimo. Salimos de Jinka y conducimos durante 48 km hacia el oeste, hasta llegar al corazón del Parque Nacional Mago, donde se encuentra la oficina para registrarse y el campamento.

Hoy, durante todo el día, nos acompaña, obligatoriamente, un scout armado por el parque. Las pistas están en buen estado y secas y se conduce con facilidad. Bien es verdad, que nuestro coche es muy bueno y Kalem, nuestro chófer, un excelente conductor.

Tenemos intención de visitar el pueblo de Omo Mursi para ver la etnia de los mursi, pero el scout nos dice que al ser la época de las cosechas el pueblo está desierto. Ante esta situación, le decimos que nos lleve a un pueblo donde no vayan frecuentemente los turistas. Decide que nos dirijamos a 45 km al norte del parque, al pueblo de Hanna Mursi, para visitar la etnia de los body, que en la actualidad comprende unas cinco mil personas. Nos encanta el pueblo, su pequeñito mercado y sobre todo la maravilla de la gente body, de una belleza extrema. Es una experiencia preciosa.

En la ruta hacia Hanna Mursi, nos encontramos con una pareja de checos que viene del pueblo mursi de Haila Woha y nos dice que carece de interés. Se lo agradecemos, aunque no está en nuestros planes ir.

Por la tarde, de vuelta hacia el campamento, nos paramos en el pueblo mursi de Bella. El pueblo es encantador, algunas mujeres están moliendo el mijo y cuidando a los niños. Disfruto paseando en solitario por el pueblo, porque la mayor parte de la gente se concentra a la entrada de éste para la sesión fotográfica, previo pago de dos birr por persona y fotografía.

Nos dirigimos al campamento. Empieza a oscurecer cuando llegamos. Tres tiendas están ya instaladas. Kalem monta la nuestra. El entorno del campamento está lleno de monos corriendo por el parque o subidos a los árboles. Nos lavamos en el río, el agua está fría. Mi compañera y Kalem preparan arroz con atún, que está bueno. Nos acostamos. Desde que hemos salido no puedo dormir. Será la noche siguiente, en el campamento de Murle, cuando podré hacerlo. Además, cojo un catarro terrible, con una tos espantosa, que ya no me abandona, pues por tres veces parece que se me quita, pero vuelve con más fuerza. Sólo en Madrid, unas semanas después, me encontraré mejor.


DÍA 6: Visita de los pueblos de Duse y Kolcho: etnia karo / Campamento de Murle

Por la mañana temprano damos una vuelta por el Parque Nacional Mago en el 4x4 con el scout. No hay mucha vida animal. El parque en sí mismo no resulta muy interesante, si no es por la visita a los poblados de las etnias body y mursi.

Desayunamos y a continuación conducimos durante dos horas hasta abandonar el Parque Nacional Mago. Nuestro destino hoy es el campamento de Murle, a orillas del río Omo. En el camino, ya fuera del Parque Nacional Mago, nos paramos en un pueblo de la etnia karo, que está completamente desierto. Durante el período de las cosechas, la gente abandona los pueblos y se trasladan todos, como en este caso, o casi todos, a los campos que están lejos de los poblados. El pueblo resulta fantasmagórico. Después, nos paramos en Duse, otro pueblo de la etnia karo similar al anterior, pero ya con gente.

Llegamos al campamento de Murle a medio día. Somos los únicos que pasamos la noche aquí. También hay unos bungalows para cazadores y grupos, que vienen con todo organizado desde Addis, pero hoy no hay nadie y los bungalows no se pueden utilizar y tampoco funciona el grupo eléctrico. Todo ello pertenece a un griego.

Tomamos una ducha, el agua natural está calentita, da gusto. Un muchacho de la etnia karo de 15 años, Muda, que está en la escuela primaria de Turmi y ha venido a pasar unos días con su hermano, que trabaja en el campamento, y que será nuestra sombra durante los dos días siguientes, pesca en el río Omo dos peces para nuestra cena.

Por la tarde, Muda nos acompaña a su pueblo, Kolcho, situado espectacularmente en un alto, con el río Omo a sus pies. Debido a las cosechas, sólo hay en este pueblo de la etnia karo algunos niños y alguna mujer mayor o enferma, como es el caso de la primera mujer del padre de Muda, a la que saludamos, y el maestro, que habla un poco de inglés, procedente de Arba Minch, que nos enseña las dos aulas de la escuela. Incluso en este pueblecito se imparte el primer ciclo de enseñanza primaria. El maestro nos pide material escolar para los niños y una cámara fotográfica para él. Preocupadas, preguntamos a Muda si el gobierno suministra material escolar y nos dice que sí.

Volvemos al campamento. De nuevo mi compañera y Kalem preparan pasta con salsa y el pescado de Muda, que resulta un poco insípido, quizás, porque no se prepara adecuadamente. El silencio y la oscuridad de la noche son sobrecogedores. Todas las estrellas del firmamento se han dado cita en el cielo de Murle y se pueden ver todas, ahí cerca, como formando parte de ti.


DÍA 7: Río Omo: Kangate (etnia bumi o kangatan); Oromate (etnia gable o desanech) y Turmi (etnia hamer)

Abandonamos el campamento de Murle y conducimos hacia el pueblo de Kangate para visitar la etnia de los bumi o kangatan. Dejamos el 4x4 en un gran patio en lo alto y bajamos al río Omo. La sensación de extrañeza, de desconocido y único es extraordinaria. Es una imagen que quieres conservar para siempre dentro de ti.

Desde el otro lado del río llega la barca de latón llena de ovejas, que traen a pastar a la orilla donde nos encontramos. Una vez descargadas éstas, nos subimos a la barca y atravesamos el Omo. Después, subimos una ladera empinada y finalmente, nos hayamos en el pueblo de Kangate.

Desde aquí arriba, sigue la misma sensación de único, de estar viviendo en una época muy remota, de retroceder miles de años. Es la imagen, para mí, más impresionante del sur. Visitamos el pueblo con el maestro, que habla inglés. La arquitectura es preciosa.

Tal vez estamos presenciado aquí el final de la existencia de un mundo muy antiguo. A todas estas etnias, que son muy pequeñas, a lo mejor sólo les queda este modo de vida y este hogar durante diez años, o tal vez menos, cinco, como nos dice un matrimonio mayor de americanos que encontramos en el campamento del Parque Nacional Mago. De repente la historia se ha detenido. La belleza y la elegancia de estas etnias son tan extremas, que te hacen daño. Las niñas, con una faldita cualquiera de piel de oveja, son verdaderas ninfas.

El pueblo tiene agua, pero la bomba para subirla desde el río tiene poca potencia. El gobierno, nos dicen en Arba Minch, tiene que aportar un complemento de comida.

Nada más dejar Kangate, nuestro chófer atropella y mata una cabra. El pastor pide 800 birr (80 euros), cuando su precio, nos han dicho antes en el pueblo, es de 100 birr por cabeza. El maestro, que viaja con nosotros, pues nos ha pedido que lo llevemos a Oromate, intenta mediar, pero la costumbre del valle del Omo, nos explica, es que si se produce un accidente como éste, el propietario tiene su oportunidad y la aprovecha para conseguir lo máximo. Después de una hora de discusiones, y viendo que esto no tiene fin, pues el chófer ofrece 100 birr, su salario mensual es de 400 birr, y decirnos que no existe seguro en estos casos, ponemos 200 birr nosotras y el chófer 100 y cerramos el asunto, exigiendo el propietario, además, quedarse con la cabra.

A medio día llegamos a Oromate, que mantiene la misma posición con respecto al río Omo que Kangate. Cogemos una barca preciosa, esta vez de madera, larga y estrecha y atravesamos el Omo para ver Oromate de arriba o Rate y visitar la etnia de los gable o dasanech.

Los niños cruzan el río a nado, al lado de la barca, y al llegar a la orilla nos ayudan a descender y a subir por la ladera empinadísima hasta el pueblo. Los cuerpos negros y mojados de los niños, iluminados por el sol abrasador de hoy, son imágenes de infinita belleza. Paseamos por el pueblo. Las casitas son de trozos estrechos de latón, arquitectura única en todo el sur.

Pensamos dormir en Oromate, pero cuando vemos el lugar que nos espera, decidimos seguir el viaje y dormir en Turmi. Llegamos al campamento de Turmi, después de conducir 75 km. Es la primera vez en el viaje que nos encontramos con unos treinta turistas extranjeros. Hasta ahora, se cuentan con los dedos de la mano los que hemos encontrado. Aprovechamos para que nos laven toda la ropa que está hecha un horror.

Muda, que se vino con nosotros, nos lleva a visitar la familia de su amigo, un chico que termina este año la secundaria. El nivel de vida de esta familia es bueno. Tiene varias casas. Cuando hablamos de casas aquí, nos referimos a un espacio circular construido en barro de unos 12 metros cuadrados. En una de ellas se está haciendo el pan, en otra está la madre cocinando y otra es una sala de estar con unos bancos de madera donde nos sentamos. El padre nos ofrece agua con miel. Después, paseamos por el pueblo de Turmi, que es el corazón de la etnia hamer.

Cenamos inyera en el Tourist Restaurant. La inyera, el plato nacional etíope, es una especie de crêpe o torta ácida de unos 50 centímetros de diámetro. En circunstancias especiales, o cuando se puede, lo que es nuestro caso, se echan encima trocitos diminutos de carne de cordero, oveja, etc. y una salsa y se comen con la mano, ayudándose de la torta. A mi la inyera no me gusta, pues me resulta muy agria, pero la carne y la salsa me encantan con pan, cuando lo hay. También tomamos cerveza nacional que está muy buena.


DÍA 8: Turmi.

Por la mañana, vamos con Muda y un chico de su edad, Aoita, que hace trabajillos en el campamento de Turmi, a la escuela de ambos. Nos presentan al director, que está en el patio hablando con unos alumnos. Nos pregunta qué traemos para la escuela. Le decimos que los bolígrafos y caramelos, que trajo mi compañera, se los hemos dado ya a los niños por el sur. Nos dice que entonces a qué hemos venido. En realidad hemos ido por dar aprecio a Muda y a Aoita. Nos vamos. A continuación, acompañamos a los dos chicos al dispensario, donde les vacunan de meningitis.

El mercado de Turmi apenas tiene lugar. La policía deja que se reúna la gente en el mercado, pero sólo los del pueblo, debido al problema de la meningitis. El mercado de Turmi de los lunes, junto con el de Key Afar de los jueves y el de Dimeka de los martes y sábados, tiene la reputación de ser el más fascinante y colorido del sur, pues se reúnen todas las etnias de la zona e intercambian sus productos.

Después de dar una vuelta por el mercado, hacia la 1 nos vamos a otro pueblo de la etnia hamer para ver por la tarde el salto de las vacas. Esta ceremonia tiene lugar cuando un joven quiere casarse y ha sido aceptado por la joven elegida. Entonces, la familia de la joven selecciona un grupo de vacas y una vez colocadas una junto a otra, el pretendiente deberá saltar cuatro veces sobre ellas, dos en una dirección y dos en la dirección contraria, sin caerse. Si cae en alguno de los saltos, se considera que es un mal augurio para el futuro de la pareja, por lo que el novio será momentáneamente rechazado por la familia de la novia y tendrá que esperar un año más para volver a pasar por la misma prueba.

Antes de esta ceremonia, la gente adulta se va a las afueras del pueblo, a un lugar donde hay algunos árboles, que les protegen del sol. Entonces, los jóvenes casaderos o maz se sientan a la sombra, indiferentes, con una vara en la mano y son incitados por las jóvenes casaderas para que les golpeen en la espalda desnuda con sus varas, y con las consiguientes heridas producidas por éstas y la espalda ensangrentada demostrarles a sus pretendientes su valor y amor por ellos. Siento una inmensa vergüenza de haberme quedado presenciando esto.

Después, volvemos al pueblo para la ceremonia del salto de las vacas, pero ésta no tiene lugar, porque el joven que tiene que pasar la prueba no puede llegar al pueblo.

Empezamos a sentir la presión muy fuerte de los niños y chicos, que nos piden dinero y otras cosas. Aoita es una excepción. Empezamos a sentirnos incómodas.


DÍA 9: Konso / Gesergio / Visita de los pueblos de Machekie y Burgo: etnia konso / Arba Minch

Dejamos Turmi muy pronto y conducimos durante seis horas hasta llegar al pueblo de Konso, donde vive la etnia conocida con este nombre. Konso, en sí mismo, no tiene interés. Vamos a la Oficina de Turismo y nos acompaña toda la tarde un guía local mayor que tiene demasiada prisa.

No sé si es obligatorio hacerse acompañar por alguien. La guía Lonely Planet señala que hay que ir a la Oficina de Turismo para registrarse y hacerse acompañar por un guía. Si no lo fuera, aconsejo prescindir de él. Si fuera obligatorio, aconsejo dejar claro qué es lo que se quiere visitar y que sea sin límite de tiempo.

A 16 km de Konso, vemos los pináculos de Gesergio, que son muy impresionantes. También visitamos el pueblo de Machekie, a 9 km de Gesergio. Tanto el pueblo como las casas están amurallados con troncos de árboles. La arquitectura es muy interesante. El pueblo tiene varias moras, una especie de grandes hórreos de madera en el centro de las placitas del pueblo, donde duermen los jóvenes solteros. También visitamos el pueblo de Burgo, que no figura en las guías, pero que nos impresiona al pasar y es una maravilla semejante al pueblo de Machekie, pero más auténtico. Recomiendo visitar los dos pueblos, y si se puede, alguno más, pues son unos catorce los que se hallan alrededor de Konso.

Por la tarde conducimos hasta Arba Minch. Están haciendo una carretera asfaltada y un tramo ya está terminado, lo que hace que tardemos sólo dos horas y media. Dormimos maravillosamente dos noches en el hotel Bekele Mola. Las habitaciones son cabañas estupendas y tranquilas al borde del lago Chamo. El precio es de 53 euros. Cenamos en un restaurante de la ciudad, una sopa de pescado memorable, y de segundo, un buen pescado. No recomiendo cenar en el hotel.


DÍA 10: Arba Minch / Parque Nacional Nechisar / Lago Chamo / Lago Abaya

Salimos pronto para hacer el safari en nuestro 4x4 por el Parque Nacional Nechisar que está a diez minutos del hotel. Nos acompaña, obligatoriamente, un scout armado. Estamos cinco horas en el parque, que es una maravilla, situado entre los lagos Chamo y Abaya. Desde el punto de vista de la vida animal, es el más interesante que visitamos, con bastantes cebras y gacelas. Podemos acercarnos, a pie, hasta muy cerquita de las cebras. Pero, si los animales resultan interesantes, el paisaje no lo es menos, yo diría espectacular, con las diferentes vistas y perspectivas de los dos lagos. Aconsejo no perdérselo.

Por la tarde, cogemos un barquito y damos un paseo por el lago Chamo y vemos más vida animal: cocodrilos, hipopótamos, pelícanos, etc. Este paseo es bonito y agradable de hacer, si se dispone de tiempo. El precio es de 15 euros por persona (éramos dos personas).

Después, tomamos una cerveza con Kalem y el hijo del propietario de los barcos, un joven muy inteligente, y hablamos de la situación política, lingüística y económica en el sur.


DÍA 11: Arba Minch / Dorze / Sodo

Dejamos Arba Minch y nos dirigimos al pueblecito de Dorze. Compramos bufandas de colores a las niñas que las están tejiendo en el camino. Les compro también una especie de barquita de madera, donde meten el ovillo de lana.

Visitamos el pueblo. La arquitectura es una maravilla. Para mí la más bella del sur. Las casas son unas enormes estructuras elevadas en forma de colmenas. Los techos abovedados están cubiertos por una especie de paja de banana para formar una cúpula.

Después, paseamos por el mercado, que tiene lugar los lunes y jueves. Es el mercado más bonito que hemos visto y que veremos. Se desarrolla en una explanada enorme, en pendiente, situada a la izquierda del pueblo, y por ambos lados, a lo largo, está lleno de localitos bajos, donde la gente come y bebe. Al fondo, en la pradera, los burros pastan.

Recomiendo no dejar de visitar el pueblo y el mercado de Dorze y, de no ser día de mercado, es imprescindible ir a Dorze para ver este pueblo extraordinario. El pueblo de Chencha, nos dice Kalem, no tiene interés, pero sí su mercado de los martes y sábados, que se podría visitar, tal vez, de no ser día de mercado en Dorze.

A continuación, salimos para Sodo, donde dormimos. El pueblo no tiene interés. En el restaurante del hotel nos encontramos con un francés, Michel, profesor en la Isla Reunión, que está de camino hacia el Parque Nacional de las Montañas de Bale, que creo es muy interesante.


DÍA 12: Sodo / Parque Nacional de los Lagos Abiata-Shala / Lago Langano / Nazret

Salimos de Sodo. Hacemos una primera parada en el Parque Nacional Abiata-Shala para ver una colonia de flamencos, que es bastante interesante, y otra después en el lago Langano, que no merece la pena.

Comemos en ruta para despedir a Kalem, que tiene el detalle de regalarnos unas preciosas bufandas en tonos blancos. Seguimos hasta Nazret, que no merece la pena, donde nos separamos de Kalem, pues aquí termina nuestro viaje al sur. Nos quedamos en Nazret, en lugar de seguir con Kalem hasta Addis, porque nos resulta mejor para coger mañana el primer autobús para Harar.

Ahora, después de haber hecho el viaje por el sur, pienso que se puede visitar en esa zona lo que interesa de verdad, alquilando cuatro días un coche en Arba Minch, a la llegada, aunque tal vez sea mejor hacerlo previamente, lo que supone un ahorro importante en tiempo y dinero. Además, el paisaje de Addis hacia el sur, ya sea a Arba Minch o a Yabelo, no es muy interesante y se necesitan cuatro días para hacer el trayecto de ida y vuelta.

La Oficina de Turismo de Arba Minch (teléfono: 251 468 812171 y fax: 251 468 813661) puede facilitar la contratación de un 4x4, con chófer, con un nivel medio de inglés, por 80 euros por día, con gasolina incluida, pero sin aire acondicionado, tanto para hacer el safari por el Parque Nacional Nechisar y visitar Dorze, como para ir a Turmi y al Omo. Igualmente, el hotel Bekele Mola de Arba Minch (teléfono: 251 468 810046 y móvil: 251 0916 826456 de Behailu, un empleado del hotel que habla inglés), puede arreglar la contratación de un 4x4 en las mismas condiciones señaladas, pero el precio es de unos 130 o 140 euros por día.

Por ello, sugiero el siguiente itinerario alternativo de seis días al sur, cogiendo un vuelo, ida y vuelta, de Addis Abeba a Arba Minch, y contratando un 4x4 en el sur:

Día 1 - Volar de Addis a Arba Minch. Por la tarde, si se quiere, hacer el paseo en barco por el Lago Chamo. Dormir en Arba Minch.

Día 2 - Muy temprano, hacer el safari por el Parque Nacional Nechisar e ir a Dorze a ver el pueblo y su mercado (procurar que sea lunes o jueves, que son los días de mercado). Sería interesante alquilar el 4x4 desde hoy, tanto para hacer el safari por el Parque Nacional Nechisar, pues es necesario disponer de un 4x4 para ello, como para visitar Dorze y viajar los tres días siguientes a Turmi y al Omo.

Día 3 - Salir muy pronto para Konso. Visitar los pueblos de la etnia konso (fundamentalmente Machekie y Burgo) y los pináculos de Gesergio. Seguir a Turmi y dormir allí.

Día 4 - Visitar el mercado de Turmi (procurar que sea lunes, que es el día de mercado). Por la tarde visitar Kangate y Oromate (si se tiene un interés muy especial por ver las diferentes etnias, desde aquí, se puede hacer una extensión de dos días al Parque Nacional Mago, retornando por Jinka y Key Afar). Dormir en Turmi.

Día 5 - Retornar a Arba Minch. Si no se puede ver el mercado de Turmi, al volver a Arba Minch se puede hacer una parada en Dimeka, que está a una hora de Turmi, para ver su mercado de los martes y sábados, que parece ser muy interesante. Dormir en Arba Minch.

Día 6 - Vuelo de Arba Minch a Addis. Al llegar al aeropuerto de Addis, cabe la posibilidad de enlazar con el vuelo de Diri Dawa, a una hora de distancia de Harar.


DÍA 13: Nazret / Harar

Cogemos el autobús a las 6 de la mañana para Harar, a 425 km de Nazret. La duración es de siete horas y media. No se hace nada pesado, a pesar de que el autobús no es bueno. Además, no obstante la incomodidad, me alegro de no ir ya en la jaula de oro del 4x4 y poder compartir el viaje de la gente con la gente.

La ruta ofrece unos paisajes muy bonitos, especialmente los 126 km que separan Arbereketi de Dire Dawa, pero se verán paisajes más bellos en Tigray y en la ruta entre Axum y el Parque Nacional de las Montañas Simien.

En cualquier caso, se puede hacer el viaje de Addis a Harar, ida y vuelta, en avión o hacer uno de los trayectos en autobús. La distancia entre ambas ciudades es de 565 km y se recorren en unas nueve horas y media. Los autobuses salen muy pronto por la mañana.

A medio día llegamos a Harar. Dormimos en el hotel Ras, que no está mal y es tranquilo, y cuyo precio es de 21 euros.

Dedicamos la tarde a pasear por esta ciudad musulmana, que permanece casi tal como era hace 300 años. Nos encanta. Visitamos varias casonas harari, donde charlamos con sus propietarios. Nos encontramos en la calle con Carlos Mariné, un pintor catalán que vive en Harar, casado con una etíope y convertido al islam.


DÍA 14: Harar

Pasamos la mañana callejeando por Harar, que nos gusta cada vez más. Es una ciudad en la que hay que penetrar, por eso recomiendo quedarse dos o tres días para gozarla, sentirla, perderse.

Por la tarde visitamos a Carlos en su casa. La conversación es muy interesante. Nos enseña sus trabajos y mi compañera le compra una acuarela y dos dibujos.


DÍA 15: Harar / Diri Dawa / Addis Abeba

Seguimos deambulando y disfrutando de Harar. Nos acercamos a la Casa Museo Rimbaud, donde hemos quedado con Carlos. Después, vamos a la terraza del café de la plaza central, donde tomamos té y cerveza y charlamos con un amigo etíope de Carlos, Shakib, guía de la Casa Museo Rimbaud, que nos encontramos allí (si se desea contactar con Carlos, se le puede localizar, también, a través de la Casa Museo Rimbaud).

A medio día cogemos el autobús para Dire Dawa, a una hora de distancia de Harar, para ir al aeropuerto y volar a Addis, pues no hay aeropuerto en Harar. Al llegar a Dire Dawa, damos una vuelta por la ciudad y su mercado. No está mal. A continuación, nos dirigimos al aeropuerto para coger el vuelo a Addis.

En Addis Ababa dormimos en el hotel Gion, que es muy normal, y cuyo precio es de 65 euros. La última noche en Etiopía también dormimos aquí, pero esa vez, las habitaciones serán mucho peores.


DÍA 16: Addis Abeba / Tigray: Mekele, Iglesia de Chirkos en Wukro e Iglesia de Debre Selam en Atsbi

Salimos muy pronto hacia el aeropuerto para coger el vuelo de las 7 de la mañana a Mekele, pero cuando llegamos, nos enteramos que lo han programado para las 9. Además, el vuelo tiene dos horas de demora, pues el de Frankfurt, que conecta con el nuestro, llega con retraso. La espera se hace eterna. Charlamos y tomamos café con un etíope que vive en Australia y ha venido a visitar a su familia que es de un pueblo cercano a Axum.

A medio día llegamos al aeropuerto de Mekele con cuatro horas de retraso.

Nuestro viaje a Tigray es de dos días. Para mí es la zona más impresionante y que más me ha interesado de toda Etiopía, por su gente, su arte religioso y su paisaje. He leído en varios sitios que es muy difícil, por no decir imposible, visitar las iglesias rupestres de Tigray, porque muchas están en zonas remotas, de difícil acceso y localización y porque, además, cuando se llega, si es que se llega, están cerradas y no se encuentra a los sacerdotes.

Por eso, me pongo en contacto, por correo electrónico, con el director de la Oficina de Turismo de Mekele, Sr. Kebele. Le digo nuestro itinerario, que le parece titánico, y nos organiza todo. Pone a nuestra disposición un 4x4 conducido por su propietario, Sr. Gebregiorgis Haddis, y un guía, Sr. Yohannes Kalle-Ab, que no es otro que el director de la Oficina de Turismo de Wukro, ciudad a 45 km al norte de Mekele y puerta de acceso al corazón de las iglesias rupestres de Tigray.

Recomiendo, si se quiere tener éxito en la visita de las iglesias y monasterios de Tigray, tener preparada esta parte del viaje previamente.

Gebregiorgis Haddis es asesor en Mekele, en Talent Development Consultants. Habla inglés y es muy agradable, pero no conoce a fondo la zona de las iglesias, ni tiene los contactos con los sacerdotes, de ahí la necesidad de un guía que tenga estas características. Sus teléfonos son: 251 0344 407438 (oficina); 251 0344 407709 (casa); 251 0914 701887 (móvil). El precio del coche es de 80 euros por día (para 2007 el precio es de 100 € por día y de 50 € para medio día), con gasolina incluida, pero sin aire acondicionado (Tigray en esta época no es caluroso y se pueden abrir las ventanillas del coche sin problema). En cuanto a Yohannes Kalle-Ab, su precio como guía es de 15 € por día (en la primavera de 2007, Yohannes Kalle-Ab ya no está residiendo en Etiopía, si bien, Gebregiorgis Haddis trabaja ahora, en verano de 2007, con un guía que se puede recomendar, Bereket, que cobra 10 euros por día).

El guía me parece imprescindible, porque es el que tiene los contactos con los sacerdotes para la visita de las iglesias y es de verdad quien conoce los caminos. Pero, recomiendo muchísimo, que se cierre por adelantado el programa que se quiere hacer. Durante el día, no hay tiempo más que para un picnic y debe quedar también esto claro con el guía.

Tal como estaba acordado, en el aeropuerto de Mekele nos esperan Yohannes y Gebregiorgis. Nos dan una vuelta en coche por Mekele, que no me parece nada especial, salvo que está creciendo mucho, ya que el Presidente actual de Etiopía es de Tigray.

Conducimos hacia el norte hasta llegar a Wukro, donde visitamos la iglesia de Chirkos, a 500 metros del pueblo, y de fácil acceso. Es muy bonita y están celebrando un oficio, que nos parece precioso.

Después, conducimos hacia el este durante hora y media por un paisaje maravilloso de colinas verdes, de pueblos de arquitectura única de adobe y de gente vestida en colores verde-gris y llegamos al pueblo de Atsbi, para visitar la iglesia de Debre Selam, perteneciente al grupo denominado con ese nombre. Para acceder a la iglesia, hay que subir caminando por una ladera empinada unos quince minutos. La iglesia está rodeada de un recinto y el todo nos deja sin aliento. Es de estilo axumita.

La arquitectura de los pueblos de Tigray nos impresiona tanto, nada que ver con la del sur, que le pedimos a Yohannes si podríamos visitar alguna casa. Una familia nos enseña la suya. Es una gran oportunidad. Nos entusiasma. Volvemos a Wukro por el mismo camino.

Dormimos dos noches en el hotel Beheresege, nada bueno, pero me imagino que el único posible. Esta primera noche me ponen en una habitación sin ducha y utilizo la de mi compañera. La segunda noche, me cambian a otra habitación con ducha, pero nada más acostarme, las pulgas me comen. Despierto al guardián, que está durmiendo en el suelo de la veranda, y por señas le digo lo que me pasa y le pido que me lleve a la habitación del primer día, que por suerte está libre. Por fin, puedo dormir.


DÍA 17: Iglesia de Medhane Alem Kesho / Iglesias de Gheralta

Teníamos que haber visitado la iglesia de Medhane Alem Kesho ayer, pero como llegamos a Mekele con cuatro horas de retraso, acordamos con Yohannes pagarles 10 euros extra, levantarnos muy temprano y visitar hoy esta iglesia, perteneciente al grupo denominado takatisfi, que yo no quería perderme de ninguna forma.

Tal como acordado, nos levantamos muy pronto y conducimos durante 45 km hacia el norte, con paisajes maravillosos, para visitar esta iglesia de Medhane Alem Kesho, de fácil acceso. La iglesia es preciosa. Los sacerdotes, por ser muy pronto, están diciendo los oficios, que nos entusiasman. Después, nos muestran las cruces grabadas en los techos con la ayuda de antorchas.

Volvemos a Wukro, desayunamos y nos disponemos a pasar el día en la región de Gheralta para ver el grupo de iglesias conocidas con ese nombre. Gheralta es una región de una belleza extrema, de montañas rojas espectaculares y con un paisaje sobrecogedor.

Conducimos 15 km al oeste y visitamos la iglesia, de facilísimo acceso, de Abraha Atsbeha. Nos gusta mucho, sobre todo sus pinturas, que está restaurando un equipo italiano. Desde Abraha Atsbeha se puede visitar la iglesia de Yohannes Maequddi, creo que con frescos preciosos en muy buen estado de conservación. Pero hay que subir cuarenta minutos para llegar a ella y no tenemos tiempo de visitarla. Posteriormente, leo a propósito de esta iglesia, lo que contó David Buxton: This church of St. John, is the most interesting I have seen and is memorable, too, for its means of access which is narrow clef between bulging walls of bare, glaring sandstone (Esta iglesia de San Juan es la más interesante que he visto y además es digna de recordar por su vía de acceso, que es una estrecha grieta entre paredes abultadas de desnuda y deslumbrante arenisca). Desde Abraha Atsbeha, también se puede visitar la iglesia de Debre Sión. Creo que las pinturas están en muy mal estado y hay que subir por un camino empinado cincuenta minutos. No la visitamos.

Conducimos 5 km más y llegamos al punto donde hay que iniciar el ascenso para visitar la iglesia de Maryam Korkor, una de las iglesias fundamentales de Tigray. Empezamos la subida de una hora. Estamos por encima de los 2.000 metros de altitud, hace calor y la primera parte del ascenso es muy empinada, por un terreno de rocas y piedras enormes, a través de un desfiladero estrechísimo entre dos paredes verticales infinitas, que apenas dejan penetrar la luz. Salimos a un paraje abierto en lo alto, pero el esfuerzo para mí ha sido grande y siento que voy a perder el conocimiento. Me paro, Yohannes sabe cómo actuar en estos casos, y después de un rato, proseguimos. Los sacerdotes nos esperan. La iglesia es preciosa, situada en aquellos parajes inmensos y vírgenes, de manera que el esfuerzo merece absolutamente la pena. Justo detrás, caminando cinco minutos, está la joyita de la iglesia de Daniel Korkor, lugar íntimo y preciosísimo.

Hay que volver a descender. Comemos algo en silencio, gozando de la magia de este momento. Pero el punto culminante del viaje, de mi viaje a Etiopía, nos espera a 6 km de aquí, en la iglesia de Abuna Yemata Guh. Nos dirigimos hacia allí. Son las 4 de la tarde cuando llegamos a las inmediaciones de la iglesia. Un grupo de gente está haciendo un camino. Los sacerdotes están avisados, pero no están. Yohannes manda a una chica a buscarlos. Caminamos unos quince minutos por un sendero no demasiado difícil. Llegamos a los pies de la roca de las montañas de Guh. Los sacerdotes han llegado ya.

Tenemos que escalar la pared de la montaña. Nos quitamos los zapatos y los calcetines, porque hay que meter los talones en los agujeros de la pared, que a lo largo de los siglos han ido moldeando los sacerdotes al subir a la iglesia. Intento subir, pero la distancia entre estos huecos es enorme. Mis piernas son demasiado cortas. Además, hay que agarrarse con las manos a las cavidades de la pared, pero yo no tengo fuerza suficiente en los brazos para el impulso. Mi compañera sube. Yohannes intenta ayudarme a subir, pero yo no puedo soltar las manos, como me indica, me da pánico. Un sacerdote quiere ayudarme, pero Yohannes le grita que no. Yohannes consigue que me suelte de la roca y me baja. Él empieza a subir. Yo le suplico que me deje intentarlo otra vez y dice que luego volverá a por mí, pero sé que no lo hará. Me da mucha pena quedarme abajo. Gebregiorgis quiere quedarse conmigo, pero yo me niego y también sube. Entonces, el sacerdote que quiso ayudarme antes, me hace señas si quiero subir. Le digo que sí y con su ayuda desde arriba y la de un niño de unos once años sosteniéndome desde abajo, consigo escalar la primera parte, lo realmente imposible para mí. Después, la subida es difícil, pero no imposible. Cuando me ve mi compañera, que está descansando en un llano, me dice que Yohannes le ha dicho que yo no subía y que ella le había dicho: "Tú no la conoces".

Seguimos subiendo. Llegamos arriba. Tenemos que rodear la montaña con la espalda pegada a la roca. Nos dicen que no miremos abajo, pero yo miro, no tengo vértigo. Estamos a una altura terrible y abajo se extiende un circo de inmensas montañas rojas, de una belleza difícil de superar en nuestro planeta. Llegamos a una puertecita. Nos agachamos y entramos en la iglesita alfombrada de hierba. Nos indican los sacerdotes que nos sentemos. Yo pienso que lo hacen para que descansemos después de la tensión tremenda vivida, pero al sentarme en el suelo y levantar la vista, comprendo el sentido de su indicación y siento una emoción intensa, al ver en el techo, en círculo, una pintura delicada del siglo XV, en tonos verdes y marrones, de nueve de los doce apóstoles. Las paredes también están llenas de pinturas hermosas, que representan escenas de la vida de Abuna Yemata. Los sacerdotes nos dejan coger sus libros antiquísimos de oración.

La bajada, con la ayuda de dos sacerdotes, no es más fácil, pero si más llevadera. Ya sé lo que me espera.

Más tarde leo el relato de Ivy Pearce, una de las pocas occidentales que primero visitaron este lugar: I climbed up some pretty stiff stuff and then came face with only footholds and handgrips at irregular intervals. This climb I could not manage as my arms were not long enough to reach the next handgrip to let my foot go to find the next foot grip to let my foot go to grasp firmly with my small hands. I didn't want to take risks, so gave it up and sat on a small ledge below (Subí algo bastante difícil y entonces me encontré con sólo unos huecos para apoyar el pie y agarrarme con las manos a intervalos irregulares. Esta subida yo no podía llevarla a cabo, dado que mis brazos no eran lo bastante largos para alcanzar el siguiente hueco y agarrarme con la mano, de manera que pudiera dejar mi pie libre para encontrar el siguiente hueco donde colocar mi pie y poder agarrarme firmemente con mis pequeñas manos. No quería correr riesgos, de manera que lo dejé y me senté en un pequeño saliente debajo). Por su parte, Ruth Plant describió la iglesia como ...the most unusual church in the most unusual place, that place being majestic and awesome (...la iglesia más inusual en el lugar más inusual, siendo este lugar majestuoso e impresionante).

Preguntamos a los sacerdotes por qué no hacían alguna cavidad más para que fuera más fácil el ascenso, y nos responden que las que hay las ha hecho Dios y que ellos no pueden tocar lo que él ha hecho.

22 km hacia el sur, desde donde nos encontramos, se puede visitar la iglesia de Abuna Gebre Mikael. Creo que sus pinturas son maravillosas. El acceso es también dificilísimo, por eso es la menos visitada. No la vemos, porque no tenemos tiempo. De haber tenido información suficiente antes de partir, nos habríamos quedado un día más en Tigray para visitar esta iglesia y la de Yohannes Maequddi. Más hacia el sur, a 15 km del pueblo de Abi Addi, se puede visitar la iglesia de Gebriel Wukien, que creo es preciosa, y la iglesia de Abba Yohannes, pertenecientes ambas al grupo de iglesias denominado tembien. Me había dicho el director de la Oficina de Turismo de Mekele que no había carretera para acceder desde el lado en que nos encontramos a esas iglesias, pero Yohannes nos dice que sí la hay y que, además, se pueden visitar en esa zona monasterios preciosos.

Las iglesias de Tigray dejan en mí un recuerdo imborrable. Mi consejo es que se pase el mayor tiempo posible por estas iglesias, porque son únicas y el lugar también. A pesar de lo interesante que es el sur, yo no le dedicaría más de una semana y dedicaría tres o cuatro días a Tigray.

Volvemos a dormir a Wukro. Unos kilómetros antes de llegar, cuando está anocheciendo, nos encontramos con una caravana pequeña de unos treinta camellos, unos burros con la carga y algunos hombres, que han venido desde las minas de sal del desierto de Danakil a vender su sal a Gheralta, y ahora vuelven de nuevo al desierto, a nueve días de aquí. Salimos del coche para verlos. Cómo me hubiera gustado irme con ellos, vivir nueve días con ellos. La imagen y el deseo han quedado en mi corazón, tal vez algún día lo intente. Tal vez algún día vuelva a Tigray, sin límite de tiempo, y vaya con los hombres de los camellos a su desierto.

Nosotras no vamos al desierto de Danakil. Yo no tenía suficiente información al respecto. Yohannes nos dice que es algo fuera de este mundo (Yohannes, creo, no se entusiasma fácilmente). Se trata de hacer una extensión de una semana desde Wukro. Yohannes acaba de organizar esta expedición para cinco franceses, a los que ha acompañado. También el guía Bereket, citado anteriormente, organiza excursiones al desierto de Danakil.

Wilfred Thesiger describe su viaje por el Danakil en el capítulo primero de Arenas de Arabia (Ed. Península). Dentro de la literatura de viajes, éste libro es uno de los más extraordinarios que jamás se hayan escrito. En él, Thesiger describe sus viajes, entre 1946 y 1950, por el Territorio Vacío, la vasta zona desértica que se extiende en el remoto sur de Arabia. He tenido la inmensa suerte de leer este libro hace dos años, gracias a la recomendación de una interesantísima compañera de trabajo.


DÍA 18: Wukro / Axum

A las 7 de la mañana cogemos el autobús hacia el norte para visitar Axum. Los paisajes son magníficos. De camino a Axum, se encuentra el monasterio de Debre Damo, que creo es maravilloso, pero las mujeres no pueden visitarlo.

Llegamos a Axum a medio día. Dedicamos la tarde a visitar la ciudad. Es difícil aconsejar o desaconsejar visitar Axum. Es la capital del antiguo imperio axumita. Queda muy poco de lo que fue. Dicen que casi todo está, aún, sepultado. Si se tiene poco tiempo y, salvo si se es un especialista o se tiene un interés muy especial, quizás, se pueda dejar de ir a Axum.

Yo recordaré a Axum por otros motivos, aunque siempre recordaré cuando, al ver el campo de obeliscos, me imaginé lo que aquello pudo ser. Recordaré Axum porque allí conocimos a dos críos, Abrham y Temesgen, que serán nuestra sombra durante dos días, y a uno de ellos, Abrham, le salvamos de morir de una infección generalizada al llevarle al hospital y responsabilizarnos de él. Se trata de un niño de unos diez años, huérfano de padre y cuya madre vive de la caridad de la iglesia. Habla un inglés estupendo, con acento americano, de tratar con los turistas que llegan a Axum. Va a la escuela y es muy vivo. Tiene una infección terrible, pero no puede ir al hospital porque su madre no tiene seguro médico. Entonces, decidimos llevarle al hospital público, pues yo insisto en que hay que ir a ese hospital y no a un dispensario cualquiera, porque su estado es muy grave. Al llegar al hospital, le explicamos al médico, que también habla inglés, la situación y le decimos que nosotras corremos con todos los gastos. Pero el médico nos dice, que puesto que nosotras estamos dispuestas a hacer esto, el hospital tampoco le va a cobrar por atenderle y que lo que podemos hacer es comprarle en la farmacia del hospital los medicamentos del tratamiento. Estos nos cuestan 6 euros.

De Axum recordaré también la iglesia de Abatu Ensessa, sus murales y su encantador baptisterio. La iglesia antigua de Santa Maria de Sión no pueden visitarla las mujeres y la nueva no tiene interés. En un edificio contiguo a la iglesia antigua, se supone que está el Arca de la Alianza, que nadie puede ver, excepto un guardián especialmente elegido.

En caso de que no se visite Axum, recomiendo que después de visitar las iglesias de Tigray, se vuelva a Mekele para coger el vuelo a Lalibela. Una vez hecha la visita de Lalibela, conviene volar de allí a Gondar, con la posibilidad de hacer una extensión desde esta ciudad al Parque Nacional de las Montañas Simien. Después, lo más práctico es coger un autobús desde Gondar a Bahar Dar con el fin de visitar los monasterios del Lago Tana, para finalmente, volar de Bahar Dar a Addis Abeba.


DÍA 19: Axum / Shire

Nos levantamos al alba para asistir a una ceremonia religiosa en la iglesia nueva de Santa María de Sión. Será un anticipo de lo que luego veremos, en su plenitud, en Lalibela.

Seguimos visitando Axum. Comemos con los dos críos. A las 3 de la tarde cogemos el autobús para Shire. El trayecto es de dos horas. Nuestro objetivo es ir hasta Debark para hacer trekking en el Parque Nacional de las Montañas Simien, pero no hay autobuses directos de Axum a Debark y cuando llegamos a Shire ya es muy tarde para conectar con el autobús de Debarck, por lo que tenemos que dormir en Shire.

En mitad del camino el autobús se estropea. Oscurece, no tienen lámpara, les dejo mi linterna. No se sabe cómo lo hacen, pero lo arreglan. Me sorprende, que pasan al lado nuestro varios hombres de algún pueblo cercano, pero apuran el paso y no preguntan ni miran a ver qué nos pasa. Dormimos en Shire, en el hotel África, un horror. No se si habrá otro mejor.


DÍA 20: Shire / Debark / Parque Nacional de las Montañas Simien

A las 6 de la mañana cogemos un autobús para Debark. Tiene que durar tres o cuatro horas, pero dura siete. Se estropea, pero como el día anterior lo arreglan, no se sabe cómo. Durante todo el recorrido, el paisaje es bellísimo, con montañas espectaculares. Circulamos por una carretera no asfaltada llena de curvas, donde mirar hacia abajo te produce terror con el tipo de autobús que llevamos. Los pueblos en los que paramos para desayunar y arreglar el autobús tienen una arquitectura fascinante.

Llegamos a Debark. Queremos ir al Parque Nacional de las Montañas Simien a pasar la noche, pero no sabemos muy bien cómo hacerlo. Pensamos que la oficina de información del parque está a la entrada del mismo y les pedimos a unos camioneros que nos lleven. Nuestra sorpresa es que nos llevan al final de la calle en la que nos encontramos, que es donde está la oficina de información. Después, sabremos que la entrada al parque está a unos 20 km de esta oficina. Por llevarnos al final de la calle nos han pedido y exigido pagar previamente 8 euros. Cuando nos damos cuenta de esto, se lo decimos al jefe de la oficina y nos devuelven el dinero. En la oficina nos arreglan, no sin dificultad, nuestra estancia en el parque.

Luego sabremos que la gente, normalmente, reserva por adelantado un paquete para pasar dos o tres días en el parque, ya sea desde Debark o desde Gondar, que sale muy bien de precio, por lo que nos dicen (me han recomendado en Gondar, verano 2007, la agencia Explore Abyssinia Travel, tel. 252 058 111 8965). Pero cuando llegamos nosotras es tarde y no se puede arreglar ningún paquete para hoy. Decidimos coger el único 4x4 disponible, que nos cobra una fortuna, 80 euros, por llevarnos a 23 km al primer campamento del parque. No hay otra opción para hoy, si queremos dormir en el Parque Nacional. Se vienen con nosotras, obligatoriamente, un guía y un scout armado. El todo nos sale muy caro.

Pasamos la noche en el campamento de Sankaber. Es el día de Nochevieja. Un grupo de franceses lo celebra por todo lo alto. Nosotras cocinamos arroz y atún. La noche está friísima.


DÍA 21: Campamento de Sankaber / Campamento de Geech / Monte Cadi

Hacemos una marcha de cinco horas desde el campamento de Sankaber al campamento de Geech. Las mulas han partido con nuestras cosas. Las primeras tres horas, la marcha es muy bella. Vemos muchos gelada baboons, que son monos con el vientre rojo. Hacemos un picnic a la orilla del río Jimbar. Pero, las últimas dos horas de marcha son terribles, por un páramo erosionado, con un sol aterrador. Llegamos al campamento de Geech. Estamos sudorosas y muy cansadas. Tomamos una ducha, aunque el agua está helada. Yo tiemblo de frío. Mi catarro va a peor.

En el campamento, conocemos a la primera española de nuestro viaje, que vive en Madrid, y que está con su pareja, un inglés. Al atardecer hacemos una marcha preciosa de dos horas, ida y vuelta, al monte Cadi. Después, cenamos. El menú es igual que el día anterior.


DÍA 22: Campamento de Geech / Acantilados de Imet Gogo / Ambaras / Debark /Gondar

Queremos retornar a Debark. No tenemos coche. Nos arriesgamos a partir con la esperanza de encontrar en Ambaras, en la pista del parque, algún camión. Alquilamos unas mulas para llevarnos a nosotras y nuestras cosas. Salimos al amanecer y nos dirigimos caminando una hora a la parte más bella del parque, que son los profundos acantilados de Imet Gogo (3.926 metros), con pináculos grandiosos, infinidad de agujas y cañones.

Pensamos que los acantilados de Imet Gogo están al lado del campamento de Geech y no a una hora larga de allí. Por eso, le decimos a nuestro guía que sólo queremos ir en mula después de ver el Imet Gogo. Pero, cuando vemos lo dura que es la marcha, lo lejos que están los acantilados, y que ese páramo cuarteado no tiene ningún interés, nos maldecimos. Cuando queda un cuarto de hora para alcanzar los acantilados, llegan las mulas del pueblo de Geech y nos subimos a ellas aliviadas. Las mulas con nuestras cosas van por otra ruta. Las Montañas Simien, de tonos rojos y malva, aparecen en todo su esplendor desde el Imet Gogo. Todo el parque es de una gran belleza, una de las zonas, quizás, más bellas de la tierra.

La ida al Imet Gogo ha sido muy dura y cuando emprendemos de nuevo el camino sólo deseamos subirnos a las mulas, pero no siempre éstas pueden cargar con nosotras, así que combinamos, según el terreno, el caminar a pie con las mulas. Pasamos ahora, no siguiendo un camino, sino a través del parque, por la ruta que va trazando nuestro scout, Mandafo, por paisajes con una configuración y una vegetación únicas. Tengo la sensación de que muy pocos seres humanos han pasado por aquí antes. Debido a la dureza de la ruta llevamos retraso y no sabemos si alcanzaremos a coger algún camión que, tal vez, pase por Ambaras. Al llegar allí nos encontramos con un 4x4 alquilado por una pareja encantadora de belgas que, después de negociar con su chófer y darle necesariamente nosotras a éste 20 euros, nos llevan con ellos a Debark. Comemos rápido y cogemos el autobús a Gondar.


DÍA 23: Gondar

Por la mañana visitamos la iglesia de Debre Berhan Selassie, del siglo XVII. Absolutamente una maravilla. Las cabezas pintadas de ochenta querubines etíopes alados cubren totalmente el techo. Todos tienen expresiones ligeramente diferentes. No menos impresionante que el techo, son las pinturas de los muros. Una de ellas, es el retrato del Emperador Iyasu I, el fundador de la iglesia, otra es la imagen del Profeta Mahoma, en un camello, guiado por un demonio y otra la representación del infierno.

Seguimos visitando el resto de la ciudad y al final de la tarde volvemos a la iglesia de Debre Berhan Selassie.


DÍA 24: Gondar / Lalibela

Nos levantamos al alba para asistir a los oficios en la iglesia de Debre Berhan Selassie. Nos encantan. No nos cansamos nunca de asistir a los oficios de la liturgia copta. Desayunamos y nos vamos a toda prisa al aeropuerto para coger el vuelo a Lalibela. Lo suyo hubiera sido ir de Gondar en autobús a Bahar Dar y de allí volar a Lalibela, pero debido a las celebraciones de la fiesta de la Navidad en Etiopía, el 7 de enero, hay mucho problema con los vuelos y no podemos hacerlo.

Llegamos a Lalibela, donde nos alojamos cuatro noches en el hotel Jerusalem, que nos ha reservado Wondo, pues los días entorno a la Navidad etíope es muy arriesgado llegar a Lalibela sin reserva de hotel. El Jerusalem no es un hotel lujoso, pero es muy confortable. Las habitaciones son espaciosas y silenciosas, con vistas estupendas dando a las montañas, y el servicio es bueno. El precio es de 50 dólares. También se come muy bien en el restaurante.

Dedicamos la tarde a visitar el recinto de las iglesias excavadas en la roca, que está lleno de peregrinos que han venido de toda Etiopía a celebrar la Navidad o a cumplir alguna promesa. Visitamos siete de las once iglesias del recinto. Es un lugar sagrado y misterioso, donde se celebran diariamente los oficios, lleno de pasadizos para acceder de una iglesia a otra. El interior de las iglesias no es muy llamativo, pues lo impresionante en Lalibela es el conjunto y contemplar a la gente, en sí misma, su devoción.


DÍA 25: Lalibela / Iglesias alrededor de Lalibela: Yemrehanna Cristos, Arbatu Ensessa y Bilbila Chirkos

Dedicamos la mañana a terminar de visitar el recinto de las iglesias. Es bueno volver. Esto es muy grande y requiere tiempo para hacerse con el espacio. Hay más peregrinos hoy, pues están llegando. Me siento en el pórtico de la iglesia de Bet Maryam y me fascina contemplar a los peregrinos, uno a uno, que salen por la puertecita del túnel que conecta la iglesia de Bet Medhane Alem con el gran patio formado por las iglesias de Bet Maryam, Bet Meskel y Bet Danaghel. Cada peregrino es un mundo para mí. Sus rostros, sus ropas, su luz, su ensimismamiento. Es una multitud, muy diversa étnicamente, pero cada uno es tan particular.

Por la tarde, disponemos de un 4x4 con chófer y guía. El coche nos cuesta 70 euros y el guía 15. La contratación de estos servicios, tanto para hoy como para mañana, nos la facilita Mohammed, el director del hotel Jerusalem y amigo de Wondo. Primero visitamos la interesantísima iglesia de Yemrehanna Cristos, a 21 km al oeste de Lalibela. Hay muchos peregrinos en las inmediaciones. Es una etapa de su peregrinaje. La gente del lugar les da comida. Duermen y rezan aquí. Pienso cómo sería la peregrinación a Santiago de Compostela en la Edad Media.

A 5 km de aquí está la iglesia de Arbatu Ensessa. No es interesante. Varios sacerdotes, sentados en el suelo al exterior de la iglesia, van haciendo montoncitos con el dinero que les han dado los peregrinos ricos y que luego se reparten entre si para ayudar a los pobres. Cerca de aquí, visitamos la iglesia de Bilbila Chirkos. Tampoco es interesante. De las tres iglesias que vemos esta tarde, recomiendo visitar solamente la de Yemrehanna Kristos, en taxi, lo que supone un importante ahorro en tiempo y dinero.

Llegamos a Labilea hacia las 6 de la tarde. Invitamos a los belgas, que nos trajeron de Ambaras a Debark, a cenar a nuestro hotel. En su hotel están alojadas dos chicas catalanas, pero una no se encuentra bien y no se vienen a cenar. También se une a nosotros Kalem, nuestro chófer del sur, que está acompañando a un grupo de australianos en Lalibela. La cena es estupenda y muy agradable.


DÍA 26: Lalibela / Iglesias alrededor de Lalibela: Na'akuto La'ab, Machina Maryam y Geneta Maryam

Disponemos del 4x4 para el día. Nos cuesta 80 euros el coche y 25 euros el guía. Nuestra primera parada es a 6 km de Lalibela para visitar la iglesia de Na'akuto La'ab. No es demasiado interesante. Los peregrinos están en la iglesia. Un sacerdote lee un texto en ge'ez, la lengua utilizada por la iglesia copta y otro sacerdote lo va traduciendo al amárico, la lengua oficial de Etiopía.

Proseguimos nuestra ruta durante hora y media y llegamos a la entrada de la iglesia de Geneta Maryam. No la visitamos ahora, ya que nuestro objetivo esta mañana es llegar a la iglesita de Machina Maryam, que está en las montañas.

Nos esperan con dos mulas que han traído de Lalibela, un sacerdote de la iglesia de Bet Amanuel, que hace parte del recinto de las iglesias de Lalibela, y un sobrino suyo adolescente, hijo de otro sacerdote también de Bet Amanuel, pues esta iglesita tiene treinta sacerdotes. Compensa alquilar las mulas, pues, aproximadamente, hacemos en mula un 70% de la subida y un 35% de la bajada.

Empezamos el ascenso. El paisaje es maravilloso. A ratos tenemos que bajar de las mulas, porque es muy peligroso el camino. Delante va mi compañera en la mula guiada por el sacerdote. Mi mula, que va detrás, guiada por el jovencito, es muy inteligente. Cuando el camino que le marca el sacerdote es bueno, lo sigue, pero cuando es difícil o peligroso se aparta y sigue su propio camino. No todas las mulas son iguales. Éstas están mejor educadas y guiadas que nuestras mulas del Parque Nacional de las Montañas Simien. Después de dos horas de ascenso durísimo y de tensión llegamos a Machina Maryam. El esfuerzo merece la pena horrores. Nos espera un sacerdote. Han conseguido avisarlo. El director del hotel nos ha intentado disuadir de ir, por la dificultad del camino y por lo difícil de conectar con el sacerdote, aunque el paisaje, nos dice, sería suficiente para hacer el esfuerzo.

Se trata de una iglesia pequeñita, aislada en lo alto de la montaña dentro de un recinto amurallado y llena de frescos delicados muy primitivos. Es sobrecogedor. Pienso en esos viajeros extranjeros que recorrieron España en el siglo XIX y principios del XX visitando en mula nuestras iglesitas remotas románicas y pienso que tal vez ellos sintieron entonces lo mismo que yo siento ahora. Volvemos a bajar.

Son las 4 de la tarde. Visitamos la interesantísima iglesia de Geneta Maryam con preciosas pinturas del siglo XIII y con veinticuatro pilares, que representan los ancianos del Apocalipsis y los apóstoles. La visita tiene que ser rápida, pues los sacerdotes tienen que cenar para ir a los oficios, no olvidemos que hoy es Nochebuena en Etiopía. No sé si otros días tendrán más tiempo los sacerdotes, por eso aconsejo salir a las 6.30 de la mañana de Lalibela y no a las 8 como hacemos nosotras aconsejadas por el guía.

Llegamos a Lalibela. Cenamos en el hotel y nos vamos al recinto de las iglesias, donde la celebración de los oficios de la Navidad empieza a las 8 de la tarde en el patio formado por las iglesias de Bet Maryam, Bet Meskel y Bet Danaghel. Hay una multitud. Entrar en el patio es una proeza. Pero dar un paso, una vez dentro, resulta imposible. Lo intentamos. Nos ve un obispo de Addis Abeba, que está oficiando, y que hemos conocido dos días antes en el taxi viniendo del aeropuerto. Nos hace señas, y no sé cómo, nos van haciendo hueco y nos encontramos en la parte de delante. Hay cientos y cientos de sacerdotes vestidos de blanco, que cantan, bailan y agitan sus sonajeros de madera y metal. En el centro del patio, un grupo de sacerdotes, con ropajes fabulosos, baila a un ritmo trepidante, por parejas, mientras la multitud canta. En un momento dado, en el frenesí del sonido de los sonajeros, entre bailes y cánticos, los sacerdotes y la multitud alcanzan el paroxismo del fervor y uno siente que algo se va a romper en el espacio. Durante un tiempo breve, en el silencio más absoluto, uno sigue oyendo el temblor sentido. Entonces, un sacerdote con una voz dulce y hermosa entona un himno. Después, todo recomienza. Todo es muy sorprendente. La liturgia copta es riquísima. A las 12 de la noche decidimos ir a descansar un poco al hotel.


DÍA 27: Lalibela

Retornamos a las 4 de la mañana a los oficios. Volver a entrar no es cosa fácil. Mi compañera ve a un policía, a quien el día anterior le ha hecho una fotografía, y gracias a él conseguimos llegar de nuevo al patio. La gente, incluidos los sacerdotes, está durmiendo tendida en el suelo. Al amanecer se reanudan los oficios. Empieza la procesión. Los sacerdotes van ascendiendo por el borde de la roca que rodea el patio de las iglesias. La gente canta entusiasmada, mientras los sacerdotes, en lo alto de la roca, se balancean al ritmo de los cánticos. Después, empiezan a descender y a concentrase en el centro del patio. Estéticamente es una preciosidad. Cuando todo termina son las 9 de la mañana.

Tan bonita como la celebración de la Navidad (Leddet), o quizás más, parece ser que es, aquí en Lalibela, la celebración de la Epifanía (Timkal), el 19 de enero. Aunque algunos dicen que el lugar más interesante para la celebración del Timkal es Gondar.

Volvemos al hotel, nos duchamos y desayunamos. Si hubiéramos tenido vuelo para Bahar Dar, nos hubiéramos ido en el avión de las 11:45, pues la visita de Lalibela está terminada, pero como eso no es posible, decidimos darnos un día de relax. Damos una vuelta por el mercado. Después, comemos en el Blue, que nos recomienda en Harar Carlos, el pintor catalán, pues conoce al propietario. Encontramos aquí a la cuarta y última española de nuestro viaje. Vive en Alemania. Viaja sola. Le preguntamos que por qué ha elegido Etiopía y nos dice que conoció en dos lugares diferentes a dos parejas que habían viajado muchísimo y les había preguntado cuál era para ellas el país más interesante de todos los que habían visitado, y las dos le habían contestado que Etiopía. Dedicamos la tarde a pasear tranquilamente por el recinto de las iglesias, ya muy familiar para nosotras. Sigue habiendo peregrinos, pero más bien de Addis Abeba u otras ciudades, que están haciendo el recorrido de las iglesias como nosotras.


DÍA 28: Lalibela / Bahar Dar

Cogemos el vuelo para Bahar Dar a las 11:45. Llegamos al medio día. Nos alojamos en un hotel nuevo, céntrico y muy bueno, el Summerland, cuyo precio es de 38 euros.

Comemos un pescado magnífico en el restaurante del hotel Tana, al borde del lago Tana. Allí, nos encontramos con una pareja estupenda de alemanes, Peter y Delphine, que hemos conocido en la estación de autobuses de Shire y reencontrado después en el hotel de Gondar, y quedamos para visitar juntos, a la mañana siguiente temprano, los monasterios del lago.

El precio de la lancha, que contratamos en el Hotel Tana, es de 60 euros para los cuatro. Contratamos una lancha rápida, que es más cara, porque a toda costa queremos ver el monasterio de Nagar Selassie, que está lejos, y tenemos que coger mañana el vuelo para Addis de las 16:30.

Por la tarde paseamos por el borde del lago y contemplamos a los pelícanos. Cenamos en el restaurante del hotel, pero no muy bien.


DÍA 29: Bahar Dar / Monasterios del Lago Tana: Nagar Selassie, Ura Kidane Meret y Azwa Maryam / Addis Abeba

Al alba, nos embarcamos con Peter (Delphine tiene gripe y no viene) para visitar los monasterios del lago Tana. Navegamos durante dos horas hacia el monasterio de Nagar Selassie, el más alejado de todos. La iglesia es una maravilla, absolutamente imprescindible. Llena de bellísimo arte, silencio y paz.

Retornamos, navegando una hora, hacia el monasterio de Ura Kidane Meret. La iglesia también es muy bonita, pero no tanto como la anterior. Unos muchachos intentan darnos una especie de recibo y hacernos pagar por entrar en el bosquecito donde está ubicada la iglesia. No pagamos. Se lo comentamos al sacerdote encargado de la iglesia, que habla inglés, pero no se inmuta. Todo esto quita la tranquilidad y la paz.

Finalmente, navegamos para ver la iglesia de Azwa Maryam, pero no merece la pena. En el Lago Tana, si se es mujer, los dos únicos monasterios que merece la pena visitar son Nagar Selassie y Ura Kidane Meret. Peter nos cuenta que se negó, el día anterior, a visitar un monasterio del lago que admite sólo a hombres.

Retornamos a Bahar Dar y nos dirigimos a toda prisa al aeropuerto para coger el vuelo, de una hora de duración, hacia Addis Abeba.

Por la noche, cenamos con Wondo en un restaurante típico con música etíope, donde, salvo una pareja de canadienses, las demás personas parecen etíopes.


DÍAS 30 y 31: Addis Abeba / Frankfurt / Madrid

Desayunamos en casa de Wondo. Nos deja en la puerta del Museo Nacional, pero es una fiesta musulmana y está cerrado. Dedicamos la mañana a pasear por Addis Abeba, que no le encuentro nada especial y vamos al mercado. Por la tarde, subimos a la iglesia de Entoto Maryam. Hay un oficio. El sacerdote está en la puerta de la iglesia y la gente sentada en el exterior. Queremos ver las pinturas murales, pero no se puede entrar durante los oficios. Nos vamos, pues no tenemos tiempo de esperar. Las vistas desde las montañas de Entoto, donde está situada esta iglesia, son muy bonitas.

Cenamos en un restaurante la última inyera, que a mi compañera le encanta, y nos vamos para el aeropuerto, pues nuestro vuelo para Frankfurt sale a las 23:45 con Ethiopian Airlines. El vuelo es normal, aunque unos africanos, que hablan portugués, y cuyos asientos están detrás de los nuestros, se pasan la noche de juerga. Es la primera vez que veo algo así en un vuelo nocturno.

Llegamos a Frankfurt a las 5:15 de la mañana del día siguiente y salimos con Iberia tres horas después para Madrid, donde aterrizamos a las 10:30.


Viaje por el sur y el valle del Omo - Teresa Gurrera & Xose López de Vega [2002]
ETIOPÍA - Guía y relato de un viaje a Etiopía - Yolanda & Toni (Viatgeaddictes) [2002]